La pandemia y la guerra han hecho saltar las costuras de la Unión Europea. La interrupción de las cadenas globales de valor y los cortes del suministro de energía y materiales han evidenciado las debilidades del metabolismo económico europeo. En medio de las crecientes tensiones geopolíticas y la aceleración de la emergencia climática, la UE se ha revelado como una potencia en declive, una región dependiente de los recursos provenientes del exterior que solo puede mantener las ganancias de las clases dominantes con el rescate permanente de sus Estados miembros.

En este marco, la salida de la crisis, entendiendo esta como una huida adelante del capitalismo para girar sobre su propio eje reforzando las relaciones de explotación y dominación, pasa por intensificar las transacciones comerciales con otros territorios.Tras la recesión provocada por la covid, primero, la recuperación de la economía se articuló en base a una inyección masiva de fondos públicos y a la readaptación empresarial a la transición energética y la digitalización. La invasión de Ucrania y la guerra en la frontera oriental de la UE, después, tuvieron como resultado el refuerzo del control migratorio y la apuesta por impulsar las políticas europeas de defensa. El capitalismo verde y digital, modelo para la recuperación capitalista post-pandémica, ha devenido en capitalismo verde militar[1].

El refuerzo de la tríada militarización-fronteras-extractivismo dirige las políticas europeas, que se despliegan internacionalmente a través de un renovado pack normativo con el que la UE trata de resituarse en el (des)concierto global. Junto al incremento de los presupuestos militares, la reindustrialización a través de la fabricación de armamento y el blindaje de la Europa fortaleza a través de la externalización de fronteras, la Unión Europea ha rediseñado sus instrumentos de soft power para proyectarse a nivel global. Las materias primas fundamentales para el desarrollo de coches eléctricos, energías renovables, baterías, dispositivos móviles y armamento, en su gran mayoría, están distribuidas en territorios ajenos a la Unión. Así que, a pesar de la aceleración de la crisis ecológica, con la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad como principales exponentes de los efectos de un modelo basado en la lógica de crecimiento y acumulación, las propuestas del capitalismo verde pasan por lanzar una ofensiva extractivista para blindar el suministro de energía y materiales.

Dando por hecho que la única salida económica pasa por insistir en el crecimiento sostenible y la competitividad responsable, eufemismos actualizados del business as usual, la Unión Europea ha priorizado la garantía de los dividendos empresariales sobre la justicia social y ambiental. ¿Cómo se ha articulado la apuesta europea para garantizar el acceso a las materias primas críticas? ¿Cuáles son las principales estrategias de la Unión para proteger el metabolismo económico europeo? ¿Qué ideas fuerza atraviesan el discurso del capitalismo verde militar? ¿Cuáles son las nuevas herramientas comerciales que la UE ha impulsado para reforzar su posición global? ¿Qué papel juegan los tratados y acuerdos de asociación de la Unión Europea con Chile y Mercosur? ¿Qué tiene que ver la estrategia Global Gateway con todo este proceso? ¿Quiénes van a ser los beneficiarios de este intento de recomposición capitalista?

El presente informe trata de responder a estas preguntas. A partir de la propuesta del área de antiglobalización, paz y solidaridad de Ecologistas en Acción, en este trabajo se analiza la renovación actual de las políticas comerciales de la Unión Europea en el marco de su apuesta por sostener el flujo de recursos minerales. Para ello, se han revisado las normativas europeas impulsadas en los últimos años, fijando la atención en los lineamientos militares, migratorios y comerciales. Y se ha situado el foco especialmente sobre las directrices comerciales, estudiando los casos de Chile y Mercosur como ejemplos de territorios que concentran importantes reservas de materias primas y, al mismo tiempo, son objeto de renegociación de las reglas de comercio e inversión.

El reposicionamiento de la Unión Europea en el mundo se despliega en base a tres ejes fundamentales. Primero, una doctrina del shock militar, con la que se aumentan los presupuestos para la guerra y se reactiva la industria de armamento. Segundo, un reforzamiento de las fronteras (exteriores e interiores) de la Unión, con el que se niega el derecho a tener derechos a las personas migrantes que quieren vivir en Europa. Por último, una ofensiva extractivista neocolonial, que a través de los acuerdos comerciales trata de capturar en terceros países los minerales imprescindibles para que la UE pueda avanzar en la transición al capitalismo verde oliva y digital. Las tres patas están interrelacionadas y funcionan de manera coordinada, a través de una serie de estrategias e ideas fuerza, como se muestra en el primer capítulo del informe.

A continuación, la investigación se centra específicamente en el pilar comercial. Este se articula en base a cinco directrices fundamentales: renovar la agenda comercial, asegurar el acceso a materias primas, impulsar acuerdos de inversión, desarrollar alianzas público-privadas y promover la autorregulación empresarial. Con la mira puesta en esos objetivos, se ha promovido en los últimos años una batería de herramientas que abarcan desde la nueva agenda para reforzar las relaciones con América Latina y el Caribe al reglamento de materias primas críticas, pasando por el Global Gateway y el empuje a los tratados comerciales. Lo analizamos en el segundo capítulo.

En Chile y Mercosur se concentran importantes reservas de minerales estratégicos como el litio, cobre, níquel y niobio. Este hecho guarda relación con el impulso dado por la Unión Europea a la renegociación de los tratados comerciales y acuerdos de asociación estratégicos. Por un lado, desgajando la parte comercial para no pasar por los parlamentos nacionales, el tratado UE-Chile ha finalizado su recorrido legislativo con la aprobación en 2024 del acuerdo marco de asociación. Por otro, el acuerdo de la Unión Europea con Mercosur, que se negocia desde hace veinte años y estaba maduro a finales de 2023, ha terminado encallando del lado europeo. Además, la UE ha firmado sendos acuerdos sobre materias primas con Chile y Argentina, a la vez que ha impulsado nuevos negocios empresariales mediante iniciativas público-privadas. Dedicamos el tercer capítulo al estudio de esta ofensiva normativa, que va acompañada de una serie de impactos socioecológicos. Por último, planteamos un conjunto de medidas para exigir un cambio de rumbo a las instituciones que nos gobiernan. La asimetría normativa que preside el capitalismo global no es un principio inamovible: las normas que conforman el derecho internacional de los derechos humanos tienen que resituarse en el vértice de la jerarquía del orden internacional por encima de las reglas de comercio e inversión. Y sus contenidos deben ser dotados de plena exigibilidad y justiciabilidad. Siendo conscientes de que el camino se encuentra lleno de obstáculos, se trata, al fin y al cabo, de tener la voluntad política para afrontarlo.

Ver informe completo aquí

Notas:
[1] En este trabajo se utilizan indistintamente los términos capitalismo verde militar y capitalismo verde oliva para definir el proceso de recomposición capitalista actual   en torno a dos cuestiones fundamentales: la transición energética (verde) y el régimen de guerra (militar). No en vano, el verde oliva ha sido el color que ha caracterizado históricamente la indumentaria del ejército

 

 

(Visited 200 times, 23 visits today)