Heidegger: Nazismo y política del ser1/ de Nicolás González Varela es un ensayo filosófico a la vez que un exhaustivo y meticuloso trabajo de investigación bibliográfica y archivística de puesta al día de los debates y conflictos hermenéuticos que atraviesan tanto la obra cómo la recepción de este autor central para el pensamiento contemporáneo.

A lo largo de su investigación Nicolás González Varela es capaz de hacer una crítica inmanente del pensamiento de Heidegger, una reconstrucción interna de su filosofar a la vez que va poniendo sus categorías principales y su filosofar en conexión necesaria con su devenir histórico. Todo ello convierte este libro (a contracorriente de los estudios dominantes) en un texto que aporta un enfoque y un estado de la cuestión en cuanto a evidencias textuales, históricas y filosóficas, sobre uno de los autores más influyentes de la filosofía contemporánea, que es recomendable no ignorar si uno quiere ser intelectualmente honesto con los vientos académicos, políticos y sociales de nuestro tiempo.

Desde Hannah Arendt hasta Habermas, pasando por Agamben, la recepción francesa –de Sartre a Derrida– o la posterior recepción del posestructuralismo francés en Rorty y ciertas corrientes del feminismo o del psicoanálisis lacaniano… ha devenido un lugar común situar el grueso de la obra de Heidegger –y más en concreto su obra magna– al margen de las turbulencias biográficas e históricas y el compromiso político por las que transitó su autor.

Esta “hermenéutica de la inocencia” basada en un ejercicio de descontextualización de la analítica existencial del filósofo alemán, contempla su obra como una elaboración de “teoría pura” al margen de toda dimensión práctica. Prueba de ello sería, según estos autores, la ausencia de toda articulación (al menos explícita) de una filosofía política y/o ética en la obra del pensador alemán.

Sin embargo, tal como señala Nicolás González Varela, en los últimos años hemos podido acceder a una importante cantidad de materiales inéditos, a transcripciones de sus seminarios y a su correspondencia privada, así como a testimonios de alumnos y al desvelamiento de manipulaciones editoriales y del propio autor respecto sus propios textos.

Todo esto ha provocado que ante el alud de evidencias textuales sobre la imbricación entre la obra y el compromiso político y ético con el nazismo por parte de Heidegger (que ya nadie puede negar que va mucho más allá de un simple escarceo en el año 1933), el revisionismo histórico de algunos de sus más ilustres hagiógrafos –como Ernst Nolte o R. Safranski– haya elaborado una estrategia más sofisticada de exoneración.

Ésta, consistiría en señalar que si bien es cierto y evidente que toda obra es producto de su época y está inevitablemente expuesta al léxico y las preocupaciones políticas que la atraviesan, en el caso de Heidegger, sin embargo, esta influencia (coincidencias léxicas, toma de posiciones y compromisos políticos) sería muy periférica respecto a su pensar y no afectaría al núcleo más puro de su obra, la cual sería por definición “apolítica”.

Y es en este punto donde Heidegger: nazismo y política del ser cobra todo su sentido y amplitud.

Nicolás González Varela, a diferencia de tantos otros autores que han abordado la controversia Heidegger con el objetivo de determinar hasta qué punto su compromiso político con el movimiento Nacionalsocialista habría impregnado su filosofía sobre el Ser y su analítica existencial, propone una inversión radical a esta aproximación dominante sobre el tema que, según el autor, así planteada, no nos lleva a ningún sitio.

Para González Varela no se trataría, pues, de determinar hasta qué punto la política habría contaminado el filosofar puro de Heidegger, sino todo lo contrario: mostrar hasta qué punto la ontología existencial del filósofo alemán es concebida desde su génesis como una filosofía práctica, una ontología política, que se piensa como alternativa al marxismo (la “filosofía de la praxis”2/) y al liberalismo. En definitiva, un pensamiento kairológico que se postula como una respuesta radical a las encrucijadas políticas de las coyunturas de su tiempo:

La Heidegger-Kontroverse, nos permite la posibilidad de intentar realizar una constructiva re-examinación de la perspectiva filosófica de la obra heideggeriana entre los años 1919 y 1945, así como la conexión interna con la decisión política, que nos permitiría hablar de una verdadera filosofía práctica (González Varela: 2017, p. 16).

Aquí reside, pues,  tanto la tesis principal y el exhaustivo programa de investigación que atraviesan las más de 400 páginas de este ensayo que abarcan el conjunto de la obra del filósofo alemán y los diferentes contextos históricos que le dan forma, como los “campos de batalla” interpretativos que le han sucedido. Como dice González Varela:

Lo que aquí hacemos no es otra cosa que, ad pedem litterae, seguir la propia autointerpretación de Martín Heidegger que, en confesión a un exalumno, el filósofo Karl Löwith apuntaba que en su concepto de historicidad’estaba el verdadero fundamento (Grund) de su compromiso político con el Nacionalsocialismo y, en especial, con el Führer Adolf Hitler (González Varela: 2017, p.34).

El autor muestra a lo largo de los 6 capítulos que componen el libro cómo las posiciones políticas de Heidegger emanan de sus principales premisas ontológicas y cómo la evolución de su vocabulario filosófico –a lo largo de diferentes contextos históricos que van de la República de Weimar a la posguerra– surge de esta voluntad de levantar una filosofía práctica viva que, en última instancia, substancia su apuesta radical (política, filosófica y existencial) por el movimiento Nacionalsocialista.

El libro repasa bajo esta luz la apropiación y relectura por parte de Heidegger de la filosofía práctica clásica y sus categorías, de Platón a Aristóteles, de Kant a Hegel, pasando por Schelling y la recepción del pensamiento reaccionario de Nietzsche a Bergson. Pasando por pensadores de la revolución conservadora de la nueva derecha como Oswald Spengler o Carl Schmitt hasta sus lecturas tardías de Hölderlin. González Varela muestra cómo estas apropiaciones deben ser entendidas (y de hecho solo así se hacen inteligibles) a la luz de la crisis alemana de 1918 al 1933 y sus vicisitudes, del paso de Heidegger por el rectorado Nazi y su muy relativo retiro y ostracismo de posguerra.

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De este modo, González Varela va desgranando las principales categorías de la ontología política o política del ser del pensador alemán; desde su apropiación irracionalista y “decisionista” del concepto aristotélico de phrónesis o la articulación de la categoría de Cura (Sorge) en Ser y tiempo como fundamentos de una auténtica filosofía práctica, muy lejos de la teoría pura que habitualmente se le ha atribuido.

Racismo metafísico y civilización
En suma, a lo largo de Heidegger: nazismo y política del ser, vemos como la referencia al mundo griego y la “república” de Platón se reconfiguran según las necesidades raciales del “Estado-educador” del Tercer Reich y del “renacido pueblo alemán”. Y esto no de una forma oportunista, sino como emanación de una auténtica “filosofía de la historia” (la denominada “historia del Ser”) donde el misterioso “exclusivismo traductológico” del griego, que Heidegger atribuye a la lengua alemana, nos abriría las puertas de un retorno al Ser a través del pueblo alemán.

En este “racismo metafísico” también sería exclusivamente alemán el destino que puede llevarnos a un “nuevo inicio” civilizatorio que trascienda el alienado mundo del Uno (Das-Man) en el que está instalado el Da-sein. Lo cual nos remite, a su vez, a su concepto radical de historicidad: este “segundo inicio” o nueva apertura al ser solo es posible si tenemos el valor de aprovechar la coyuntura o el momento que el movimiento Nacionalsocialista y el Estado Nazi abrieron en el continuum de la historia…

Por eso, en el último capítulo, una vez pasado este “momento kairológico” del auge del Nazismo, vemos como Heidegger no es que abandone su compromiso con la “verdad interna y la grandeza del Nacionalsocialismo”, sino que vemos cómo aparca su propia “filosofía práctica” ante la derrota Nacionalsocialista. Y las reflexiones sobre la phrónesis [sabiduría práctica, buen sentido] se permutan en poiesis [creación, producción]. A la espera de mejores tiempos, ahora “los retornos del Ser” sólo pueden ser evocados a través de las visiones proféticas que confieren las lecturas del poeta Hölderlin al atribulado “pastor del Ser”…

En suma, este “racismo metafísico” basado en la lengua y la exclusividad providencial de un pueblo y su cultura nos remite a una forma aún más radical, irracional y contemporánea de racismo que los toscos delirios biologicistas del propio nacionalsocialismo. Como señala en el libro González Varela, las distancias que toma en determinados momentos Heidegger con el Nacionalsocialismo, se deben más a la falta de radicalidad de este último con el proyecto político racista que encarna que a los escrúpulos o la “mala conciencia” del pensador alemán respecto a su compromiso con dicho proyecto.

Las políticas del Ser hoy
Tras la caída de la Torres gemelas y la guerra infinita contra el terrorismo que desencadenó en todo el mundo, la pensadora estadounidense Susan Buck-Morse 3/  ya nos advertía que el lenguaje está siendo apropiado hoy por los discursos del poder de un modo muy particular que acaba negando su utilidad como herramienta para la crítica y la cognición social.

Buck-Morse denuncia que la actual apropiación “ontológica” de los discursos y las imágenes no permite juicios de verdad respecto a la práctica de los mismos. Así, cuando se dice: “Estados Unidos, Europa, Israel… son civilizados y, por tanto, no violan los derechos humanos” se está entrando en el terreno ontológico e irracional de la identidad y la “diferencia”, ya que, bajo esta forma de discurso, hagan lo que hagan estos países, es por definición respetuoso con los derechos humanos, pues la forma de “ser” de estos países es respetar los derechos humanos.

Como señalaba Buck-Morse, muy distinto sería si invirtiéramos el orden del discurso: “Si el Estado de Israel no viola los derechos humanos es civilizado”. “Si… entonces…” es una forma de discurso que, como se puede ver, admite juicios de verdad o mentira; se puede verificar si el discurso se amolda a la realidad de los hechos o no.

Esto, lejos de ser un simple juego de palabras, lo que pretende señalar es que resulta urgente recuperar una epistemología materialista geográfica e histórica frente esta “jerga de la autenticidad” que se está apoderando de todos los discursos a derecha e izquierda.

En este retorno a Heidegger, parece que la pregunta por el origen, por el Ser, proporciona la explicación a todos los conflictos sociales. De este modo, como señalaba también el filósofo y militante Daniel Bensaïd, cualquier analista a sueldo de la OTAN (o desde la izquierda como el caso paradigmático de un Michel Onfray ), puede teorizar la incompatibilidad constitutiva del ser musulmán con los valores de igualdad o libertad, y definir el islam como extra histórico y “estructuralmente arcaico” etc..4/.

En resumen, el actual auge de la extrema derecha en Europa y en el mundo hacen más urgente que nunca analizar las derivas actuales de las “políticas del Ser” que las alimentan.

Más allá de la autopercepción ideológica de cada cual, la reactivación de la lógica neofascista en nuestras sociedades se sitúa en las coordenadas donde el conflicto político se plantea siempre como una amenaza a una “comunidad originaria preestablecida”. En este discurso, poco importa que se señalen unas élites “corruptas y cosmopolitas” o las “anomalías” en el seno de esta comunidad (inmigrantes, diversidad sexual, religiosa, cultural…), el diagnóstico siempre es el mismo en todas las retóricas civilizacionales, securitarias y/o republicanas de la dominación y asimilación: es preciso homogeneizar, expulsar, eliminar… del orden comunitario estos cuerpos extraños.

Por eso, el problema que se plantea una política emancipatoria hoy es justo el contrario: ¿Cómo articular entre todas (y su humanidad sobrante) la heterogeneidad constitutiva de lo social sin negar sus singularidades y la capacidad de agencia (política, cultural...) de cada uno de sus integrantes en un proyecto común contra la sociedad de clases y las distintas formas de opresión que la constituyen (racista, nacional, ecológica, patriarcal…)? Cómo señalaba Frederic Jameson:

El conflicto étnico puede desarrollarse y expandirse hacia un conflicto de clase, mientras que la degeneración del conflicto de clase hacia la rivalidad étnica constituye un desarrollo restrictivo y centrípeto...”5/

A casi 100 años de la publicación de Ser y tiempo, leer el trabajo de Nicolas González Varela va mucho más allá de una controversia académica sobre la influencia de un autor que marcó el siglo XX, produce una extraña sensación de déjà vu, un viaje al corazón de las tinieblas y el “genocidio ambiental” que marca el Da-sein de nuestro tiempo.

Notas
1/ González Varela, Nicolás (2017) Heidegger: Nazismo y política del ser, Barcelona: Montesinos, 485 pp.

2/ A este respecto leer la traducción y la introducción del propio Nicolás González Varela de un texto muy sugerente sobre el Comunismo y el Ser de Heidegger de esos años, inédito en español.

3/ Buck-Morss, Susan (2010) Pensar tras el terror, Madrid: Machado libros.

4/ Casanovas, Marc (2010) "De los viejos fragmentos al nuevo mosaico: por un retorno de la razón estratégica", viento sur

5/ Jameson, Frederik (1999) Estudios culturales, Barcelona: Paidós.

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