A la espera del voto CERA (Censo Electoral de los Residentes Ausentes), los resultados de las elecciones europeas en la Euskal Herria bajo administración del Estado español (Nafarroa y Comunidad Autónoma Vasca -CAV-), producen cambios, aunque de importancia desigual entre ellos, en el mapa político vasco.

Que esos efectos se consoliden o se debiliten, dependerá de la gestión que se haga de los resultados cambios que se produjeron en Nafarroa en las elecciones forales y municipales del 28 de mayo de 2023 y en las autonómicas de la CAV el 21 de abril de 2024; dependerá también de la influencia de los actuales resultados sobre las dinámicas institucionales del continente y, en particular, sobre la inestabilidad política en el Estado español; dependerá, finalmente, de que se produzca una recomposición de las movilizaciones sociales y de la acción de la izquierda frente al auge de las derechonas, el redoble de las neoliberales políticas austeritarias y la acelerada amenaza ecosocial o de que prosiga y se ahonde el debilitamiento de las mismas. Por desgracia las tendencias dominantes tienen poco de allegro musical.

Tres cambios electorales significativos en Euskal Herria

En Euskal Herria, -como ha ocurrido, al menos parcialmente, en el propio Estado español- las propuestas y debates electorales han estado mucho más centrados en los asuntos y controversias de casa, que en las cuestiones europeas, razón por la que los balances que se están haciendo y se van a hacer van a centrarse más, en correspondencia, en los efectos de estas elecciones sobre el propio mapa político.

Los resultados en Euskal Herria arrojan, por encima de otros, tres datos de notable significado político.

Uno: sumando los votos de Nafarroa y CAV el PSOE se ha convertido en la primera fuerza electoral con 300.328 (26,6%). Por detrás van EH Bildu (24,52%), PNV (17,96%) y PP (15,31%). Esta victoria del PSOE tiene, además, otros picos de éxito: es segunda fuerza electoral en la CAV con solo 2.700 menos que  EH Bildu; es la primera fuerza en Bizkaia (26,3%) y en Nafarroa (28,79%) y lo es, también, en las tres capitales de la CAV (en Pamplona gana el PP).

Dos: EH Bildu es la fuerza más votada en la CAV, con 227.973 votos (26,2%). Le siguen el PSOE (25,9%), el PNV (22,4%) y el PP (11,5%). Así, la izquierda soberanista se convierte, por primera vez, en la primera fuerza electoral de la CAV, sobrepasando (llegó, pues, el sorpasso) al PNV. EH Bildu es, además, la fuerza más votada, con diferencia, en Gipuzkoa (34,47%).

Tres: el PNV se ha desplomado, ha perdido su tradicional hegemonía electoral en la CAV, siguiendo la dinámica de pérdida de votos que había comenzado a sufrir como dimos cuenta en su día, dinámica que se acentuó en las elecciones del 28 de mayo de 2023 (bajó del 43,11% al 38,41% de votos y perdió 79 concejalías en los ayuntamientos) y que le puso al borde del barranco en las pasadas elecciones autonómicas(perdiendo 4 escaños y empatando a 27 con EH Bildu que sumó 6). Ha perdido 204.956 votos comparando con las elecciones de 2019 (del 27,87% a 17,96%) y por primera vez ha obtenido en la CAV menos de 200.000 votos; ha perdido su asentada mayoría en Bizkaia y no ha vencido en ninguna de las tres capitales incluida Bilbao donde su primacía se daba por inamovible y tiene resultados de pena en Vitoria-Gasteiz (12,7%) y Donostia (17,7%).

Hay que añadir, como dato consolidado, la práctica desaparición de la representación de Podemos y Sumar. En las elecciones de 2019 Unidas-Podemos obtuvo en Euskal Herria 164.096 votos (11,21%). En esta ocasión Podemos ha obtenido 36.140 (3,2%) y Sumar 38.494 (3,41%). ¡Qué lejos queda su irrupción como fuerza más votada en la CAV en las elecciones al Congreso de los Diputados en 2015,  con 317.676 votos (26,17%)! Pero es un proceso degenerativo similar al que han protagonizado en el resto del Estado español.

Pero a gran diferencia del resto del Estado español, sigue siendo escasa la presencia del PP y VOX en la CAV donde el apoyo electoral al PP ha sido de un 11,5% y a VOX (2,7%). Contra lo que algunas ilustres plumas (incluidas algunas de izquierda) escriben, el nacionalismo vasco fue y sigue siendo un dique de contención contra la derecha españolista. En Nafarroa, los resultados electorales marcan diferencias con esos de la CAV. El PP (contando en este caso con el apoyo total de la referencia tradicional de la derecha, Unión del Pueblo Navarro) ha quedado en segundo lugar (28,3%), pero a menos de un punto de diferencia del PSN y, además, VOX (6,63%) tiene una presencia electoral real. Pero, a diferencia del gran color azul del mapa electoral español su suma sigue siendo minoría frente a la que representan alternativas socialistas y nacionalistas.

Los resultados del conjunto de Euskal Herria deben completarse con los obtenidos en Iparralde (el territorio vasco bajo administración del Estado francés) donde el Rassemblement National de Marine Le Pen ha vencido sobradamente con un 23,25% de los votos y el segundo puesto ha sido para Renaissance de Emmanuel Macron, con el 17,31%. Una perspectiva nacional vasca democrática radical y enfrentada al neoliberalismo debe contemplar en sus análisis y en sus propuestas la realidad de las diferencias entre sus distintas comunidades, evitando el cuasi-supremacismo identitario que a veces destilan análisis, discursos e iniciativas nacidas en la CAV. Y en esa perspectiva debe considerarse, también, el problema de la extrema derecha, por mucho -y por fortuna- que su peso en la Euskal Herria administrada por el Estado español, sea marginal.

Dinámica institucional y movilización social

Andoni Ortuzar, presidente del PNV había repetido y repetido -tras los varapalos electorales del 28 de mayo de 2023 y el 21 de abril de 2024- que “el Partido” había entendido el mensaje electoral y que rectificaría en lo que hiciese falta. Pero “el Partido”, bajo su mando, no ha variado ni siquiera en una mejor educación en las palabras y en las formas. Tras las elecciones autonómicas se ha negado, incluso, al recibimiento protocolario a EH Bildu que le empató en escaños y en la campaña de las europeas ha seguido con la repetición de lo que debe considerar sus razonamientos inteligentes del estilo “los advenedizos a la cola” referido a EH Bildu y las fake news para igualar el peligro de la extrema derecha y la extrema izquierda (¿cuál?) en el actual contexto europeo. Es probable que la actual situación abra una crisis en el PNV, en la que pasar al olvido a su actual dirección constituya una necesidad ineludible.

Eso más el actual sorpasso electoral le dan a EH Bildu un espacio mayor de contienda para llegar a gobernar en la CAV. A ello aspira, sin ocultarlo y ¡ojala pueda lograrlo! Además de cambios de representación que pudieran apuntar una dinámica contraria a la actual (improbable mientras la caída del PNV no termine), institucionalmente esa aspiración está bloqueada, hoy por hoy, por el firme compromiso de acuerdo de gobierno entre el PNV y el PSE-EE. Esa firmeza podría encontrar grietas en el futuro, pero nada hay que parezca producirlas en la actualidad aunque ahí están los acuerdos de gobernanza de EH Bildu con el PSOE en Madrid y con el PSN en Nafarroa y abrir caminos similares en la CAV es tan legítimo como conveniente.

Así que no sólo hoy sino también mañana, incluso si cambian las posibilidades de nuevos acuerdos, lo importante es que EH Bildu combine adecuadamente su actividad institucional con su compromiso y presencia en la acción social. Tras las elecciones autonómicas del 21 de abril, EH Bildu definió su resultado como un “cambio de ciclo político” y ahora ha vuelto a subrayar la misma idea. Y entonces como ahora se insiste, como prioridad, en la necesidad de un marco de gobernanza institucional basado en el acuerdo y la alianza para liderar “haciendo país” una dinámica de transformaciones sociales y políticas positivas.

Que se trate de establecer acuerdos institucionales de gobernanza cuando se pueda y siempre que se sostengan sobre claras bases democrática y sociales está bien. Por ejemplo, estaría bien un acuerdo en el que se converja con el PNV y el PSE-EE para defender ante las instituciones del Estado español una reforma del Estatuto de Autonomía basada en principios similares a los que la Ponencia del Parlamento vasco aprobó en 2018, bajo el título general de  “Bases consensuadas para la actualización del Autogobierno de Euskadi”.

Pero al valorar las propuestas de EH Bildu tras las citadas elecciones autonómicas del pasado 21 de abril, ya razonamos críticamente – y a ello nos remitimos sin necesidad de repetirlo ahora- con las propuestas de EH Bildu, para consolidarse como alternativa de gobierno en la CAV y para que se abra un nuevo ciclo político: que la prioridad debe ser fortalecer la movilización social. Esto exige cambiar bastante lo que son el discurso y las prácticas dominantes de HB Bildu en las instituciones y, sobre todo, en la calle, así como sus políticas de alianzas. Esperamos y deseamos que así sea y habrá que ir valorándolo.

10/07/2024

Petxo Idoiaga, director de Combate, semanario de LCR desde su legalización hasta 1981; fue catedrático en Comunicación Audiovisual de la UPV/EHU; es articulista en viento sur y miembro de la redacción de su web.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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