1. Tras el seísmo político provocado por la victoria de la extrema derecha en las elecciones europeas (Rassemblement National-RN+Reconquête, 40% ) y la disolución del parlamento por Macron, el mismo domingo por la noche (que todo el mundo interpretó como abrirla la vía a la extrema derecha para llegar al gobierno), el comunicado de la CGT del día 10 resumía bien los retos que tenía la izquierda para evitar lo peor: unidad popular, movilización en la calle y ruptura con las políticas austeritarias y liberticidas impulsadas en las últimas décadas, resumidas en esta frase: “Para evitar la catástrofe anunciada organizada por Emmanuel Macron y Marine Le Pen,  la unidad de la izquierda es indispensable” (subrayado en el original). Un llamamiento a la movilización secundado poco después por la intersindical (CGT, CFDT, FSU, UNSA y Solidaires).

Por su parte, el NPA l’Anticapitaliste señalaba el mismo día 9 que “El reto de nuestro campo social es recuperar el liderazgo en el contexto de una policrisis (económica, social, democrática y ecológica), que se combina y amplifica. Es vital que el conjunto de la izquierda -los partidos, los sindicatos y todas las organizaciones del movimiento obrero- se unan y se movilice en torno a un programa claro que nos permita construir un frente común”, poniendo el acento que el día 30 se puede ganar a Macron y a RN a condición de defender un programa para mejorar las condiciones sociales de las clases populares y la defensa de los derechos y libertades democráticas”.

2. Un reto que hicieron suyo las fuerzas políticas de izquierda tras las anunciada catástrofe -anunciada desde hacía meses- a la que había conducido su división en la elecciones europeas, después que el PCF, EELV y el PS rompieran del marco unitario de la NUPES alcanzado para las legislativas de 2022.  Que la noche del lunes se anunciara el acuerdo para impulsar el Nuevo Frente Popular “que reúne en una forma inédita a todas las fuerzas de izquierda humanistas, sindicales, asociativas y ciudadanas”, fue una buena noticia para ver destellos de luz al final del túnel. El acuerdo también señalaba que “Queremos llevar a cabo un programa de rupturas sociales y ecológicas para construir una alternativa a Emmanuel Macron y combatir el proyecto racista de la extrema derecha", y llama a secundar "el llamamiento de los sindicatos de esta tarde y de la juventud (…) a manifestarse ampliamente. Con una nueva forma de gobernar, con un rumbo claro, queremos construir este nuevo frente popular con todas las fuerzas que comparten esta ambición y esta esperanza”. Una reacción saludable ante una catástrofe garantizada si se seguía manteniendo el clima de división y desmovilización en el campo de la izquierda y el hundimiento del partido gubernamental y de la derecha gaullista tradicional.

3. Por ello, las movilizaciones que se han venido sucediendo a lo largo de toda la semana contra la extrema derecha, tanto en las grandes ciudades como en núcleos de población más pequeños, constituyen un elemento importante de la situación, no sólo por la saludable reacción al ascenso de la extrema derecha, sino también por su componente unitario y porque en ellas se exige poner fin a las políticas austeritarias y liberticidas del reinado de Macron y se reclama la unidad de la izquierda . La gran movilización social de este sábado (640.000 personas en la calle en más de 150 manifestaciones, según la CGT) es, en cualquier caso, el mejor comienzo de campaña para las legislativas del día 30. Una movilización que tendrá continuidad el próximo día 23 con la manifestación feminista contra la extrema derecha convocada por las asociaciones feministas y los sindicatos.

La situación creada tras las elecciones europeas exigía la unidad en las urnas y en la calle. Que esta unidad se haya logrado materializar tanto en las movilizaciones como en la constitución del Nuevo Frente Popular (NFP), constituye un paso importante. Lo uno y lo otro muestra también que a pesar de la derrota sufrida tras las movilizaciones contra la reforma de pensiones el año pasado, el capital político acumulado entonces emerge en el contexto de la crisis actual.

4. Otro dato importante es que tras el anuncio de la constitución del Nuevo Frente Popular las encuestas electorales le otorgaran ya entre el 28 y el 29% de intención de voto (RN 31%); y, con todas las cautelas, muestra que la victoria es posible. Como también constituyen buenas señales que gente anónima acuda a las sedes de los partidos con la voluntad de impulsar la campaña del NFP, que 5000 jóvenes de los barrios populares hayan hecho público un manifiesto de apoyo y compromiso con el NFP, o los múltiples pronunciamientos de organizaciones sociales de las más variadas que se vienen sucediendo estos últimos días y la organización de brigadas para hacer campaña en las zonas rurales donde la izquierda esté débil. En este sentido se puede decir que el inicial mazazo producida por los resultados de las elecciones europeas en el pueblo de izquierdas se ha traducido en un febril activismo social que abre la puerta a la esperanza. 

5. El hecho de que el programa anunciado por el NPF el viernes 14 recoja las reivindicaciones de los movimientos sociales expresadas durante las movilizaciones de estos últimos años (contra las reformas laborales, de las pensiones, contra la crisis climática, las políticas liberticidas, etc.) ha marcado ya un punto de inflexión en la campaña electoral, que aún no ha comenzado oficialmente. Por una parte, la extrema derecha, que se ha alimentado fundamentalmente del voto de castigo contra Macron, ha dejado de lado las crítica a Macron y centra toda su campaña contra el NFP; por otra parte, diarios como Le Monde comienzan ya a realizar una labor de zapa, anunciando la catástrofe que se avecina (sobre todo en los mercados bursátiles) si el NFP llega al poder. Un aviso de la temperatura que va a adquirir la campaña en las próximas dos semanas.

6. El programa de urgencia que recoge 150 medidas para esta legislatura, con tres tempos para su puesta en práctica. Un primer tempo, llamado de ruptura, para aplicar en los primeros 15 días las exigencias más urgentes de los movimientos sociales (salarios, pensiones, clima, etc.); un segundo tempo (los 100 primeros días), denominado de la Bifurcación en los que se implantarán proyectos de más calado (ley para indexar salarios a la inflación, reforzamientos de los servicios públicos, reforma fiscal progresiva,  lucha contra el racismo, antisemitismo y la islamofobia, planificación ecológica, etc.) y un tercer tempo (los meses siguientes), llamado de la Transformación para abordar medidas de más calado.

Un programa cuya significado político es cualitativamente superior al de la NUPES de 2022, tanto  por la dinámica social que le acompaña como por el contexto: en medio de una agudización de la conflictividad política y social. No se trata de un programa de gobierno acabado (como fue en su día el de la NUPES que recogía 650 medidas), sino un programa para responder a la urgencia del momento. Un programa que muestra el equilibrio entre las distintas fuerzas que componen el NFP, que contienen aspectos polémicos (p. ej., en política internacional y otras), un programa en el que se echan en falta medidas de más calado (como revertir al sector público el sector energético (en eras de afrontar la crisis climática) o el farmacéutico, entre otras), pero que globalmente se puede calificar de programa de ruptura con las políticas neoliberales.

Un programa  cuyo objetivo inmediato es revertir las políticas, sociales, económicas, antiinmigración… impulsadas por Macron  y que marca una ruptura (empezando por no respetar el pacto de estabilidad de la UE) con la tradicional alternancia en el poder, para aplicar políticas neoliberales, entre la derecha y la izquierda, como fue el caso de los gobiernos de Jospin u Hollande). Un programa, que abre la puerta a futuras reformas exigidas por los movimientos sociales. Un programa, en definitiva que cuenta con el respaldo de amplios sectores sociales, aunque es obligado señalar que no cuestiona ni la lógica del crecimiento (tratando de hacerlo compatible con los retos climáticos) ni la del mercado.

Ahora bien, como bien señala el comunicado del NPA y lo pusieron de manifiesto durante su presentación tanto un sindicalista de la CGT como el responsable de Greenpeace y también recoge el artículo de Romaric Godin, el programa contiene una serie de medidas que se van a ver confrontadas a una oposición muy fuerte, tanto de las instituciones financieras internacionales, como de la patronal y  del establishment político mediático, y que, para su puesta en práctica, van a exigir un fuerte respaldo y movilización social.

Por otra parte, conviene tener presente que el NFP es un acuerdo de fuerzas dispares y que la presencia en el mismo del Partido Socialista (PS), en el que ha resucitado como candidato una expresión neta del socialliberalismo como el ex-presidente François Hollande, obliga a mantener la guardia frente a los intentos que pondría, en caso de llegar al poder, para obstaculizar la dinámica rupturista que debería desencadenar el gobierno sobre la base del protagonismo del pueblo de izquierdas.

7. En este contexto, que la izquierda anticapitalista, en particular el  NPA l’Anticapitaliste, que desde hace meses venía advirtiendo que la división de la izquierda beneficiaba a la deriva autoritaria y represiva del gobierno Macron y que abría las puertas a un futuro gobierno de la extrema derecha (haciendo llamamientos permanentes a la unidad), se haya adherido al Nuevo Frente Popular y se haya inscrito en el impulso de las movilizaciones y de la campaña electoral del NFP, tiene un valor sustancial. 

La mejor garantía para que la ilusión que ha generado este proyecto vaya consolidándose y evite derivas no deseables va a depender que los comités de base del NFP puedan convertirse en los verdaderos protagonistas de la campaña electoral y del proceso posterior. Es en ese espacio, en el que fuerzas como el NPA l’Anticapitaliste deberán trabajar para consolidar un polo consecuentemente ecosocialista y rupturista.

En cualquier caso, nada está escrito de antemano y será necesario analizar al detalle la evolución de la campaña, la dinámica de movilización electoral y en la calle, el desarrollo de los comités de base del NFP y su dinamismo, etc., para comprender y aprender de esta situación.

8. Por último, si bien la señal de alarma ha sonado con fuerza en Francia y hemos asistido a una reacción saludable con el triplete de movilización, unidad y ruptura con las políticas neoliberales (una primicia en estas últimas 4 décadas si dejamos atrás el paréntesis griego), no debemos olvidar que el reto va más allá de Francia, porque la extrema derecha se extiende como una mancha de aceite en toda la UE (por no citar la India o América Latina), donde la mayoría conservadora y socialdemócrata en el Parlamento europeo sigue apostando por un proyecto neoliberal, austeritario, securitario; por una Europa fortaleza y militarista, que no hace más que ampliar el espectro de la extrema derecha. Por ello, el resultado al que se llegue en Francia es importante más allá del hexágono, como es importante entender que la respuesta al clima de descomposición social, ecológica y política a la que conducen las políticas neoliberales impulsadas por la UE no pueden venir sin programas de ruptura y la movilización social. 

9. De esto se desprende la importancia de  impulsar durante las dos próximas semanas  muestras de solidaridad con las movilizaciones en la calle y la campaña del NFP en Francia, por parte de las fuerzas políticas, sindicales y asociativas de los distintos países de Europa. 

10. Más allá del día 30, como señala el comunicado del NPA l’Anticapitaliste: “Si el Nuevo Frente Popular gana dentro de tres semanas, el camino de la lucha colectiva no habrá hecho más que empezar, porque la historia nos enseña que los capitalistas no cederán sólo ante la acción parlamentaria”.

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