[Este texto es una versión de un recurso en línea publicado por alQaws durante el mes del orgullo en junio de 2021, a raíz del debate internacional en torno a la liberación queer y Palestina. Desde el Área de Disidencias LGBTIQA+ de Anticapitalistas lo recuperamos en junio de 2024 en pleno genocidio en Gaza porque no, no hay orgullo en el genocidio.]

 

El Orgullo Gay empezó como una revuelta liderada por activistas queer y trans negras, indígenas y personas de color en lo que hoy se conoce como Estados Unidos en la década de 1960. Estas activistas se alzaron contra décadas de brutalidad y persecución policial y reivindicaron las calles como lugar de liberación en forma de protesta. El primer «Orgullo» fue un motín y también una expresión de los cuidados comunitarios y el apoyo que las activistas queer y trans habían creado como resultado de su exclusión de la sociedad.

Hoy, el Orgullo se ha despolitizado y sus raíces en la lucha de activistas queer y trans han sido borradas. En su lugar, la política del «Orgullo» está dominada por voces blancas, cis, masculinas y burguesas. Esta supresión es una forma de violencia contra el legado de quienes salieron a las calles exigiendo dignidad y autodeterminación.

El «Orgullo» nunca tuvo que ver con que las empresas patrocinaran nuestras marchas, ni con celebrar la inclusión de gays y trans en el ejército. Su origen está en la resistencia a la opresión estatal y en la oposición a la violencia racial, sexual y de género. El «Orgullo» y los términos relacionados de «salir del armario» y «visibilidad queer» surgieron en el contexto político y cultural específico de América del Norte y Europa. Hoy en día, se utilizan como herramientas imperialistas salvadoras para medir los supuestos niveles de emancipación LGBTQ en todo el mundo. Aunque estos términos se han convertido en la forma dominante de describir las experiencias queer y trans, las activistas del Sur Global han demostrado que estos términos no son universalmente significativos o relevantes para describir nuestras experiencias. Resulta problemático imponer las nociones de orgullo, salida del armario y visibilidad como criterios principales o aspiraciones políticas para las comunidades LGBTQ de todo el mundo.

Durante el reciente estallido de las luchas de liberación palestinas contra la violencia colonial de los colonos israelíes, los sionistas inundaron nuestras redes sociales con declaraciones como «intentad organizar un desfile del orgullo en Gaza». Tales declaraciones son características del pinkwashing, y se utilizan para deslegitimar el levantamiento anticolonial palestino. Estas declaraciones se inscriben en un contexto más amplio de racismo estructural en el que Israel es presentado como un país ilustrado y defensor de los derechos de los homosexuales, mientras que los palestinos, especialmente los de Gaza, son descritos uniformemente como antihomosexuales y, por tanto, merecedores de ser asesinados y expulsados de nuestra tierra.

Comentarios como estos no nacen de una preocupación genuina por las vidas de las queer y trans ni por la violencia a la que nos enfrentamos. Independientemente de la dinámica interna de la sociedad palestina, el mayor impedimento para cualquier desfile en Palestina es el colonialismo israelí y el bárbaro bloqueo que ha convertido a Gaza en un gueto y la ha fragmentado del resto de Palestina. Cada vez que los palestinos nos manifestamos colectivamente en defensa de nuestros derechos, somos bombardeados por el ejército colonial de Israel y silenciados por los principales medios de comunicación. La experiencia palestina queer nos enseña cómo el «Orgullo» sin liberación total es una idea hueca, sin sentido y engañosa.

Los sionistas destacan el hecho de que el desfile del Orgullo en Tel Aviv sirve como prueba del compromiso de Israel con la liberación queer. Sin embargo, el Orgullo en Israel es una estrategia de propaganda patrocinada por el Estado y diseñada para blanquear los crímenes coloniales de Israel contra los palestinos, sean o no queers. El pinkwashing es una forma de violencia colonial que intenta convencer al mundo de que los palestinos queer no tenemos futuro en nuestra patria ni entre nuestras familias, y que nuestro colonizador es ahora nuestro "salvador".

Dependiente de la actual violencia colonial contra los palestinos, el Orgullo de Tel Aviv no es un marcador de progreso ni de liberación queer. Se celebra en la ciudad palestina de Yaffa y sus aldeas circundantes, que han sido objeto de una limpieza étnica, y su éxito depende de que se borren las tierras, las vidas y las voces palestinas.

Cada vez que los palestinos mostramos algún sentimiento de orgullo por nuestra identidad o un sentimiento de pertinencia indígena, somos brutalmente reprimidos por el Estado israelí. En este contexto, los palestinos queer no tenemos el privilegio de separar nuestras sexualidades de la violencia colonial que determina nuestra vida cotidiana.

Durante el Mes del Orgullo, insistimos en construir espacios comprometidos con la abolición de todas las formas de opresión. Dentro de esos espacios forjaremos fuertes lazos de solidaridad y trabajaremos para vivir con dignidad y libertad.

Abolir los Estados colonizadores, liberar las tierras indígenas, recuperar el orgullo.

alQaws for Sexual & Gender Diversity in Palestinian Society

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