Históricamente la discusión estratégica y táctica entre los revolucionarios en Gran Bretaña ha estado dominada por cómo relacionarse con el Partido Laborista. A diferencia de Francia, Italia o el Estado español, el Partido Comunista británico, a pesar del impulso que recibió tras la Segunda Guerra Mundial, ha sido una fuerza política mucho más débil. A diferencia de Europa, nunca ha tenido una alianza con el Partido Laborista que condujera a coaliciones de gobierno.
Los sindicatos británicos están casi todos afiliados al Partido Laborista. Votan y deciden la política en las conferencias del Partido Laborista y tienen varios puestos en el Comité Ejecutivo Nacional. Los sindicatos locales pueden enviar delegados a las secciones local del Partido Laborista y tienen voto en los comités de dirección locales. Los sindicatos no están divididos entre confederaciones históricamente dirigidas por partidos socialistas, comunistas o democristianos. Aunque en el pasado el PC británico tuvo una influencia significativa dentro de los sindicatos, nunca controló sus propias confederaciones como, por ejemplo, el PC francés controlaba la CGT.
Gran Bretaña tiene un sistema electoral extremadamente antidemocrático. Los miembros del Parlamento (MPs) son elegidos según el sistema first past the post [el primero se clasifica]. Esto significa que un diputado puede ser elegido incluso por el 34% del electorado. Las recientes elecciones generales de julio así lo reflejaron. Los laboristas obtuvieron una aplastante mayoría de 163 escaños con una votación inferior (33%) a la que recibió Jeremy Corbyn en su derrota electoral de 2017. Partidos como Los Verdes consiguieron 4 escaños, pero obtuvieron el 6,7% del voto popular; si fuera un sistema de representación proporcional como en Portugal tendrían más de 40 escaños. El partido faragista de extrema derecha, Reforma, obtuvo 5 escaños con un 14,3% de votos. Por consiguiente, para un partido nuevo es extremadamente difícil establecerse y obtener escaños. Según las normas electorales, los medios de comunicación no están obligados a dar tiempo ni espacio a los partidos que no tienen representación parlamentaria previa. Así, los debates que vimos en Francia entre los candidatos presidenciales por televisión, en los que participaron revolucionarios como el obrero del automóvil Philippe Poutou por el Nuevo Partido Anticapitalista, no son realmente posibles aquí.
Existe un espacio político a la izquierda de los laboristas
Sin embargo, la política británica se ha vuelto mucho más volátil y el control de los dos partidos mayoritarios, los laboristas y los conservadores, sobre el electorado se ha debilitado. Por ejemplo, el Partido Nacional Escocés controla el Parlamento descentralizado y, hasta las últimas elecciones, contaba con una abrumadora mayoría de diputados escoceses en la Cámara de los Comunes. Tanto los Verdes como Reforma tienen pequeños grupos parlamentarios y una cuota de votos significativa; los Verdes cuentan con más de 800 concejales y se han convertido en el principal rival del Partido Laborista en 40 circunscripcionesw. Reforma desafía a los laboristas como segundo partido en 89 escaños. El impacto de Reforma, favorable al Brexit y contrario a la inmigración, permitió una considerable mayoría del partido tory en 2019, cuando el predecesor de Reforma se retiró en muchas circunscripciones tras pactar con Boris Johnson. Por otro lado, en 2024 permitió una mayoría laborista más amplia cuando se enfrentó a los tories en todas partes, beneficiando al Partido Laborista. La gente se muestra más dispuesta a votar a partidos diferentes a los conservadores, los laboristas o los liberales. La reestructuración y el declive de las industrias británicas han provocado la disgregación de las comunidades de clase trabajadora y la adhesión tribal a votar siempre laborista ha disminuido mucho. Las redes sociales también desempeñan un papel mucho más importante en la alteración de los patrones de voto tradicionales. El electorado tiene una actitud más individualista y transaccional
El partido laborista de Tony Blair, que gobernó de 1997 a 2010, rompió decisivamente con su tibia postura socialdemócrata. De hecho, trabajó para poner fin a los objetivos del laborismo escritos en los carnets de afiliación, que hablaban de propiedad común. Fracasó a la hora de hacer retroceder las políticas antiobreras de Margaret Thatcher: las leyes antisindicales, la privatización de prácticamente todos los sectores públicos de la economía, como las telecomunicaciones, la energía, el agua, el transporte, etc., y la destrucción de los servicios locales, en particular el de la vivienda.
Auge y caída del corbynismo... y el efecto Palestina
Tras la enorme oposición a la guerra de Blair en Irak y el fracaso del nuevo líder Miliband en oponerse a la austeridad tory, hubo una campaña masiva de apoyo a un verdadero líder socialdemócrata de izquierdas como Jeremy Corbyn. La victoria de Corbyn fue asegurada por miles de activistas y personas que se unieron al Partido Laborista para votar por él en la campaña por el liderazgo. Tras un feroz contraataque por parte del establishment, la derecha y el centro del Partido Laborista, en la que se encontraba la mayoría de sus diputados y diputadas, y el divisivo tema del Brexit y el antisemitismo, Corbyn perdió. Starmer, el actual primer ministro laborista, completó la limpieza de los partidarios de Corbyn y ganó las recientes elecciones con un programa muy moderado. Entretanto, 250.000 adherentes han abandonado el partido disgustados y la democracia interna reina por su ausencia. El caucus de la izquierda de los diputados laboristas (Socialist Campaign Group) es una sombra de lo que fue y muy poca gente del mismo se enfrenta realmente a la dirección. Cuando lo hacen se les expulsa del Partido Laborista Parlamentario -siete sufrieron este destino por votar en contra de un recorte de las prestaciones sociales-.
Fuera del parlamento hemos asistido al mayor movimiento de solidaridad con el pueblo palestino de todo el mundo. Ha habido 21 manifestaciones nacionales desde el 7 de octubre de 2023 y la policía calcula que se han producido 2.700 protestas. Las manifestaciones nacionales oscilan entre 100.000 y 500.000 personas. Las iniciativas locales siguen teniendo lugar en todo el país. La gente que se moviliza es mucho más amplia que la audiencia normal de la izquierda radical. En particular, las comunidades musulmanas han acudido en masa, sobre todo la juventud, pero también familias enteras. [En las últimas elecciones] Fueron elegidos cuatro diputados independientes de estas comunidades, que en su mayoría movilizaron su voto en torno a la solidaridad con Palestina. Otros candidatos de la izquierda pro Palestina también obtuvieron unos resultados muy respetables, mucho mayores que los candidatos de la izquierda histórica. El aumento del voto de los Verdes, que logró 4 escaños en comparación con el único que tenían anteriormente, también se debió en parte a su constante apoyo a Palestina. Recordemos que Starmer ha estado en todo momento pegado a Biden y en una entrevista radiofónica manifestó sin ningún remilgo en que estaba bien que Israel asediara la Franja de Gaza. El Partido Laborista sólo pidio un alto el fuego condicional cuando tuvo luz verde de Estados Unidos.
Otra característica de las últimas elecciones fue el éxito de Jeremy Corbyn, que conservó su escaño en Londres. Ahora parece reconocer, tardíamente, que no hay vuelta atrás para él en el laborismo. Ha creado su Campaña por la Paz y la Justicia y ha empezado a organizar reuniones locales con sus simpatizantes. En respuesta al primer gran presupuesto del gobierno laborista en octubre, organizó una declaración crítica firmada por las y los diputados independientes pro Palestina, los Verdes, algunos nacionalistas galeses, así como cientos de concejales de la izquierda local. Está surgiendo una oposición parlamentaria minoritaria de la izquierda y los Verdes.
Marxistas dentro y fuera del laborismo
Los marxistas revolucionarios han entrado y salido del laborismo al menos desde la década de 1930. Dada la dificultad de construir pequeños partidos nuevos con el sistema de mayoría relativa, el hecho de que el movimiento sindical esté integrado en el laborismo y la relativa ausencia de revueltas sociales masivas, las diferentes formas de entrada fueron una táctica productiva. Al menos dos organizaciones trotskistas -la SLL/WRP dirigida por Gerry Healey y Militant dirigido por Ted Grant- lograron aglutinar varios miles de personas. En un momento dado, Militant controlaba el Ayuntamiento de Liverpool, la organización juvenil laborista y tenía 3 o 4 diputados. Las luchas estudiantiles y obreras después de 1968 y en la década de 1970 llevaron a la mayoría de las y los activistas radicales a alejarse de los laboristas y a formar organizaciones revolucionarias independientes como los Socialistas Internacionales (más tarde Partido Socialista de los Trabajadores) y el Grupo Marxista Internacional (sección de la Cuarta Internacional). Ambas se ganaron a la juventud radical y a parte del movimiento de delegados sindicales recién radicalizados. El SWP, que aún se mantiene, organiza a varios miles de miembros. En los años 80, hubo un renacimiento de la izquierda en el laborismo en torno a la figura radical de Tony Benn y el Greater London Council, dirigido por la izquierda.
Una vez más, ese ciclo terminó y la forma en que Starmer se ha deshecho de la izquierda y los cambios introducidos para la elección de la dirección significa que es muy poco probable se vaya a dar repetición de la experiencia de Corbyn. Pocos activistas de la izquierda radical creen que vaya a surgir una alternativa socialista en el seno del laborismo. Algunos grupos, como Momentum, permanecen en el laborismo y piensan que pueden reconstruir pacientemente la izquierda a través de la formación de concejales socialistas y trabajando con las y los diputados de izquierda que permanecen, pero su base se ha reducido drásticamente. Momentum todavía tiene cierta influencia y un perfil a través del pequeño aparato que ha conservado, pero ha perdido cuadros dirigentes y no tiene grupos locales organizados. Actualmente, la relación de fuerzas entre los activistas de izquierda dentro del laborismo y fuera de él se ha inclinado hacia este último sector.
En esta situación política está adquiriendo fuerza el debate sobre la creación de un nuevo partido de izquierdas. Por el momento, el debate está dominado por personas que, en su mayoría, estuvieron estrechamente implicadas en el proyecto de Corbyn. También están involucradas otras organizaciones, como Transform, que se creó para promover la idea de un nuevo partido de izquierdas, y algunos de los grupos de izquierda tradicionales que presentan regularmente candidatos, como el Partido Socialista (ex Militant). Por el momento no está clara cuál es la postura de Jeremy Corbyn en torno a la creación de un nuevo partido y si los diputados de izquierda pro palestinos estarían involucrados. Corbyn está visiblemente indeciso y no es un gran estratega; su fuerza siempre fue como activista y tribuno. Algunos de las y los candidatos de izquierda que obtuvieron buenos resultados en las elecciones de julio están discutiendo el proyecto, al igual que cientos de concejales locales de izquierda, la mayoría de los cuales han abandonado el laborismo a causa de Palestina o por su estrategia pro-empresarial.
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de crear un nuevo partido de izquierdas?
Hemos aprendido algunas lecciones de la experiencia de Podemos, Bloco, Rifondazione. Respect, Unidad de la Izquierda y el NPA francés.
- Un partido construido de arriba abajo, dirigido por personalidades o un cártel de corrientes de izquierda existentes no es una receta para el éxito. En este tema estamos de acuerdo con el planteamiento de Harry Holmes en el artículo publicado recientemente en la web de viento sur La Venganza de la Izquierda en Red. Cualquier nuevo partido debe estar formado por miembros enraizados en sus comunidades, deben ser las personas que decidan la política y elijan a las y los dirigentes; esta elección no debe posponerse dejando que un grupo o corrientes personalistas se incrustan en la dirección. Tuvimos una experiencia negativa con Respect en Gran Bretaña, donde a pesar de ganar un diputado degeneró fruto de una personalidad tóxica, George Galloway y las acciones del principal grupo de izquierda que lo dirigía Respect con él.
- Hay que evitar cualquier sistema pseudo democrático en el que la dirección utiliza el referéndum basado en el clic por Internet. Es lo que hizo Iglesias en Podemos para marginar a corrientes críticas como Anticapitalistas. No se debe permitir que los líderes con mayor perfil mediático manipulen a la afiliación.
- Deben reconocerse los derechos de los miembros LGBQT, de las comunidades negras, de las mujeres y de las personas discapacitadss. Debe evitarse una falsa contraposición de políticas de identidad frente a políticas de clase. Un partido que no sea inclusivo fracasará.
- El programa y las políticas del nuevo partido deben responder a la creación de un partido amplio, de lucha de clases, y no de un partido marxista revolucionario. Creo que la falta de definición de este estatus provocó el estancamiento del NPA francés, así como la experiencia británica de Left Unity. En mi opinión, los diez principios de Transform son una excelente base programática para un partido amplio. No es necesario que todo el mundo esté de acuerdo en la necesidad de destruir el Estado y sustituirlo por la democracia de consejos o en la necesidad de trabajadores y trabajadoras armados para defender las conquistas frente a los patrones. No necesita ser explícitamente marxista ni insistir en formar parte de una Internacional. Con habilidad, los diez principios de Transform dejan estas cuestiones a un lado mientras permanecen claramente a la izquierda del laborismo y directamente antagonistas de nuestra clase dominante. Creo que el artículo de Harry Holmes tiende a confundir un nuevo partido amplio de masas con el marxista revolucionario. Sus comentarios más bien negativos sobre el Nuevo Frente Popular francés también lo reflejan. El NPF no es un calco de la experiencia de los años treinta. Su exitosa creación detuvo una victoria neofascista en Francia y movilizó a miles de nuevos activistas en las calles y centros de trabajo. Aunque debemos ser conscientes de todos los peligros de la Izquierda en Red, sus debilidades no deben paralizarnos a la hora de trabajar con ellos para intentar crear un nuevo partido de izquierdas.
- Sin embargo, es necesaria una amplia aceptación del ecosocialismo, que integre la lucha de clases con la lucha ecológica. No puede haber socialismo en un planeta muerto. El auge del Partido Verde en Gran Bretaña refleja la radicalización en torno a las cuestiones ecológicas. Un nuevo partido no sólo tendría que participar junto a los activistas de Just Stop Oil o Extinction Rebellion, sino que debería buscar acciones conjuntas con los activistas del partido Verde a nivel local y nacional.
- Si queremos tener una base amplia, será necesario un enfoque flexible en cuestiones internacionales como Ucrania o Palestina. La solidaridad con Palestina contra el Estado israelí y el derecho a la resistencia, el fin de la ocupación y el derecho =al retorno tendrían que ser una base mínima. Pero un nuevo partido podría permanecer abierto a una solución de un o dos Estados. Sobre Ucrania habría que acordar la retirada de Rusia, el alto el fuego y la autodeterminación, pero dejando la cuestión armamentística para un debate posterior
- Cualquier nuevo partido debería permitir la existencia de tendencias y el derecho a expresar sus opiniones abiertamente, incluso en la prensa. Sin embargo, tendríamos que animar a las corrientes a no preconcebir cada decisión y cada política. Una vez acordados los principios básicos, habría que dejar de lado los debates que van más allá, el tipo de discusiones que tendría un partido marxista revolucionario. De lo contrario, tendremos un debate continuo como el que tuvimos en Left Unity sobre el programa y las milicias obreras. Esta es una de las cosas más difíciles de gestionar. Si tienes un partido democrático abierto es difícil impedir que se unan corrientes revolucionarias, pero ¿cómo detienes sus incursiones y su interminable propaganda? Creo que hay que garantizar de que hay suficiente base de masas genuina y grupos locales sanos que tengan una mayoría que no sean ya miembros de grupos organizados.
- Pase lo que pase, debemos ser modestos y prudentes. Crear un nuevo partido amplio no es garantía de éxito en el futuro: la experiencia de Podemos, Respect o Syrizia así lo demuestra. El peligro de que líderes y cuadros sean cooptados por el halo mediático y las instituciones es muy, muy real. Como hemos visto, si estos partidos logran cierto éxito, hay muchos puestos de trabajo e incluso carreras disponibles para los activistas. Es necesario establecer mecanismos constitucionales que ayuden a evitarlo, acordando qué hacer con los sueldos de las y los concejales o diputados, cómo se dota de personal a la organización y, por supuesto, la responsabilidad general de las y los dirigentes.
- Si bien la estrategia de un nuevo partido amplio implica enfrentarse a los laboristas en las elecciones, esto no significa adoptar una línea sectaria contra los diputados y diputadas laboristas de izquierda que quedan, como John McDonnell, Diane Abbott o Zarah Sultana. Cualquier nuevo partido de masas necesitará ganar a miles de socialistas que actualmente están en el Partido Laborista si realmente quiere convertirse en una alternativa para el poder. Así que, un nuevo partido necesita trabajar creativamente con cualquier izquierda laborista en iniciativas unitarias. No debería oponerse a gente de izquierda activa como McDonnell o Abbott. No podemos excluir por completo futuras escisiones o radicalizaciones dentro del laborismo, incluso si se repite una experiencia, poco probable, como la del corybnismo, donde la izquierda gane el liderazgo del partido.
- Para que un nuevo partido de izquierdas tenga impacto de masas tiene que ganar apoyo dentro de los sindicatos. Es mas probable que emerja un antagonismo entre los sindicatos y el laborismo de Starmer que un resurgimiento del corbynismo. Así que, para cualquier nuevo partido debería ser una prioridad construir corrientes de lucha de clases dentro de los sindicatos.
- Una de las dificultades para un nuevo partido será el que la mayoría de quienes lo impulsen no son jóvenes. La dirección de la izquierda radical británica actual está mucho más entrada en años que la de los años setenta. Por ello es fundamental centrarse en ganarse a la juventud. Hay que tomar medidas para incorporarle a la dirección. La propaganda y el material de agitación también deben ser accesibles para la gente joven.
- Un nuevo partido debe intervenir también en el ámbito de la cultura y el deporte, como una forma de llegar a sectores más jóvenes, pero rechazando una visión estrecha y excesivamente politizada, debe relacionarse con toda la vida. La afiliación debe ser alegre y divertida. La vida y la cultura del partido deben prefigurar hasta cierto punto el tipo de sociedad socialista que queremos construir.
Dave Kellaway forma parte del Consejo Editorial de Anti*Capitalist Resistance, es miembro de Socialist Resistance y del Partido Laborista de Hackney y Stoke Newington, y colabora con International Viewpoint y ESSF.