En mayo del 68 tenía 13 años. Las imágenes del 68 en Francia en la televisión belga me impresionaron. Preguntaba a mi padre, que en ese tiempo era cristiano conservador y al mismo tiempo cálido partidario de la amistad franco-alemana y de la idea europea, sobre lo que pasaba en París. Su respuesta era que ahí abajo, “los obreros y los estudiantes se juntaban contra el gobierno”. Pero de los rebeldes de ese tiempo en Alemania, sobre todo estudiantes, la imagen mediática extendida era más bien el de “monos de larga cabellera”, rabiosos manifestantes alejados de todo lo que era respetable y razonable y ciertamente de la clase obrera. No fue más que a partir de 1971 cuando empecé a militar tras la revuelta de los tardíos años 60.

Esa revuelta, en Alemania del Oeste, tuvo lugar en un período de hegemonía conservadora. El milagro económico alemán a partir de los años 60 había culminado en la era Adenauer, por el nombre del canciller demócrata-cristiano (y católico) Konrad Adenauer. la Segunda Guerra Mundial, los crímenes de la Alemania nazi, la derrota y la miseria de la post-guerra parecían quedar muy lejos. Se comía bien y el nivel de vida aumentaba cada año. Se jugaba el papel de punta de lanza del oeste contra la Unión Soviética y sus aliados en la guerra fría. Se era anticomunista o se estaba marginado en la vida política. Se cultivaban la familia y las orientaciones culturales tradicionales y se reprimía y demonizaba los comportamientos desviados.

Entre 1947 y 1956, el SPD y el KPD perdieron aproximadamente 600 000 miembros. Por otra parte, en 1956, el KPD, habiendo perdido en primer lugar lo esencial de su electorado, fue sencillamente prohibido, lo que no provocó protestas de carácter masivo. En 1953 y 1957 los partidos cristiano-conservadores (CDU/CSU) ganaron las elecciones con consignas como “Todos los caminos del socialismo llevan a Moscú” y “Ninguna experiencia, quedémonos con lo que ya se ha probado”. En 1957 la CDU/CSU obtuvo el 51 % de los votos. En el año 1959, una representativa encuesta de opinión sobre la “conciencia política de los estudiantes” desveló que, en su gran mayoría, no les interesaba la política. Solo el 9 % de ellos preveía resistir activamente a la instauración de una eventual dictadura. Menos de diez años más tarde se produjo la revuelta de la juventud, en la que las y los estudiantes desempeñaron un papel clave.

El centro inspirador y dirigente de esa revuelta fue la SDS (Sozialistischer Deutscher Studentenbund, Unión Socialista de los estudiantes alemanes), afiliada al SPD social-demócrata y excluida por él (declaración de incompatibilidad) en noviembre de 1961 a causa de su evolución hacia la izquierda. Ya en mayo de 1960 fue organizada una escisión del SDS para crear una organización estudiantil social-demócrata más a la derecha, el SHB (Sozialdemokratischer Hochschulbund, Unión Universitaria Social-demócrata), que, por otra parte, más tarde evolucionó “demasiado hacia la izquierda” y se hizo excluir a su vez por el SPD en los años 70 para convertirse en Sozialistischer- Hochschulbund (Unión Universitaria Socialista), reformista de izquierda y un poco cripto-postestalinista.

Las cuestiones que hicieron evolucionar a la mayoría de los miembros del SDS hacia la izquierda tenían que ver menos con los intereses sociales de los estudiantes y más con los problemas políticos de orden general: en primer lugar, la lucha contra la remilitarización de Alemania; después, contra la bomba atómica. En abril de 1954, el canciller Konrad Adenauer declaró de forma hipócrita que se trataba del “desarrollo de la artillería”. En realidad, el gobierno tenía el plan secreto de acaparar la bomba atómica para la RFA. Siguió un movimiento “gegen den Atomtod” (contra la muerte atómica) que fue apoyado formalmente por el SPD. En cuanto al SDS, iba suavemente más lejos, revolviéndose contra el ejército (la Bundeswehr) como tal, proponiendo un tratado de paz con la RDA y criticando la revisión del programa del SPD que tendía a eliminar todas las referencias al marxismo y a presentar al SPD como partido de todo el pueblo (Volkspartei) y ya no como un partido representante de la clase obrera (lo que fue consumado con el programa de Godesberg en noviembre de 1959).

Cuando en 1961fue excluido, el SPS apenas contaba con 400 miembros en una treintena de universidades. Se esforzaba por introducir el marxismo mediante seminarios auto-organizados. En 1967 contaba con aproximadamente 2000 miembros. En ese tiempo se había radicalizado y politizado en gran medida: la mayoría de sus miembros se consideraban revolucionarios. Era el tiempo del deshielo en la guerra fría entre el Oeste y el Este. El dominio ideológico anticomunista se hacía cada vez menos atosigante. Estados Unidos se comprometieron en la guerra en Vietnam en 1964. En 1966/67 tuvo lugar la primera crisis económica desde 1945, la recesión. En 1966-1969, el SPD dirigido por Willy Brandt fue socio de la gran coalición bajo el canciller Kurt-Georg Kiesinger de la CDU. El aflujo de nuevas capas sociales a las universidades desbordadas dio lugar a proyectos de reformas universitarias más o menos tecnocráticas, pero también sociales (becas estudiantes para las y los miembros de las familias menos pudientes).

Además de esos cambios objetivos, un factor subjetivo hizo evolucionar al SDS hacia la izquierda a partir de 1965. Un grupo de estudiantes anarquistas llamado "Subersive Aktion" (acción subversiva) se adhirió al SDS para ganarlo a sus posiciones. Uno de ellos era Rudi Dutschke, quien había abandonado la RDA para llegar a Berlín-Oeste justo antes de la construcción del muro de Berlín por el régimen postestalinista del SES de la RDA. Rudi Dutschke se convirtió en el portavoz más conocido del SDS y del APO (Oposición extra-parlamentaria) en la que militaban los miembros del SDS. Él no era estalinista y empezó a aproximarse a las posiciones marxistas-revolucionarias. En tres años sus puntos vista se hicieron mayoritarios en el SDS, y, antiautoritario de convicción, orador dotado, sus discursos en las grandes concentraciones y en las charlas ponían de manifiesto su autoridad en la oposición extra-parlamentaria. Al mismo tiempo, por supuesto, se convirtió rápidamente en el objetivo preferido de la demagogia odiosa de los grandes medios de comunicación y de los representantes de la política oficial.

En el interior del SDS había una mayoría que se orientaba más bien al marxismo objetivista y determinista de la social-democracia de antes de la Primera Guerra Mundial. Siguiendo también al Lenin de Qué hacer?, según ellos, las y los estudiantes, espontáneamente, no llegaban más que a una conciencia radical-democrática (así como los las obreras y obreros a una conciencia sindicalista), por lo que era preciso enseñarles el socialismo y el marxismo mediante cursos de formación. Contra estos tradicionalistas, Rudi Dutschke y su corriente antiautoritaria, defendían el marxismo del factor subjetivo, guiándose por los escritos de George Lukacs y de Herbert Marcuse. Es a través de la acción colectiva como las masas, y también las masas estudiantiles, adquieren la conciencia revolucionaria. Deben oponerse al consenso del orden establecido y hacer frente a la represion policial del Estado burgués para no caer en la trampa de la “tolerancia represiva” (Marcuse) que permite todo salvo la puesta en cuestión del sistema de dominación capitalista. La influencia de Rudi Dutschke y de su corriente se hizo preponderante en el SDS, en primer lugar en Berlín y después a escala federal. En septiembre de 1967, el ala antiautoritaria se convirtió en mayoritaria. Los tradicionalistas le reprochaban arrastrar a las y los estudiantes a acciones provocadoras y, con ello, de llevarles al aislamiento y la marginación. Pero contra la violencia de las fuerzas del orden establecido, para Rudi Dutschke y los suyos eran legítimas la auto-defensa y la contra-violencia.

En junio de 1967, el Sha de Persia Reza Pahlevi fue invitado a Alemania por el gobierno alemán. El SDS organizó manifestaciones para protestar contra ese dictador sanguinario. En ellas encontró la muerte encontró la muerte el estudiante Benno Ohnesorg, asesinado a disparos por el policía Kurras. La policía había organizado deliberadamente una represión feroz. En reacción tuvo lugar una ola de manifestaciones de protesta en toda Alemania del Oeste. Rudi Dutschke fue acusado por las fuerzas más moderadas de izquierda, así como por el filósofo Jürgen Habermas, de actuar de forma voluntarista en una situación no-revolucionaria. Pero Rudi Dutschke respondió diciendo que estaba orgulloso de ser tratado como un voluntarista, ya que para él invocar a los factores objetivos era sobre todo un pretexto para cultivar la pasividad.

Los días 17 y 18 de febrero, la universidad técnica (TU) de Berlín, celebró el gran congreso sobre Vietnam en Berlín Oeste con participación internacional y una gran manifestación contra la guerra imperialista y por la victoria del Vietcong. Ese género de solidaridad era característico de la época, pero esa manifestación fue espectacular tanto por su carácter internacional como por la numerosa participación. Se reclamaba la solidaridad con la lucha de los pueblos del Tercer Mundo y el libro de Frantz Fanon que hablaba de los Condenados de la Tierra era un bestseller. Igualmente en Alemania parecía posible un putsch como el de Grecia en 1967 y en las filas de los rebeldes se empezaba a hablar de un proceso de fascistización den la República Federal Alemana.

El 11 de abril de 1968 un obrero manual, de nombre Josef Bachman, atacó a Rudi Dutschke a tiros de revólver en plena calle, cerca de la oficina del SDS en Berlín Oeste. Rudi Dutschke recibió dos balas en la cabeza y una en el hombro. Nunca se recuperó del todo, aunque recuperó el habla la movilidad de sus miembros y, más adelante, se convirtió junto con Daniel Cohn-Bendit, en una estrella del movimiento que condujo al nuevo partido de los Verdes. En los bolsillos de Josef Bachmann, se encontró el recorte de una edición reciente del periódico de extrema derecha Deutsche Nationalzeitung, con el siguiente título en grandes letras: “¡Frenad a Rudi el Rojo”. Pero también el periódico sensacionalista Bild de Axel Springer (que tenía y sigue teniendo la mayor tirada de todos los diarios de Alemania) incluía llamamientos a la violencia contra los militantes de la oposición extra-parlamentaria y sus dirigentes, escribiendo por ejemplo: “No dejemos solo a la policía el sucio trabajo de acabar con estos provocadores”. Después del atentado contra Rudi Dutschke hubo manifestaciones masivas de protesta contra el diario Bild, que llegaron hasta intentos de impedir la entrega de las ediciones mediante la acción directa.

El movimiento de protesta no fue exclusivamente estudiantil, incluso a pesar de que en la RFA había un foso político-cultural entre las y los estudiantes izquierdistas y la clase asalariada, la gente normal en general. Sin embargo, no solo el alumnado participó en la revuelta sino también lo hicierobn aprendices y jóvenes obreras y obreros. En septiembre de 1969 hubo una oleada de huelgas salvajes en Alemania del Oeste, es decir de huelgas auto-organizadas de sectores de la clase trabajadora contra la voluntad de las direcciones sindicales oficiales. Es claro que el movimiento de la oposición extra-parlamentaria inspiró este tipo de acciones.

A partir de 1969 empezó el estallido del movimiento en una multitud de organizaciones y corrientes diversas. El SDS se auto-disolvió el 21 de marzo de 1970. Una parte del movimiento fue absorbido por la social-democracia que prometió reformas sociales así como un giro pacífico para un entendimiento mayor con la URSS, los países del Pacto de Varsovia y -sobre todo- con la RDA, la otra Alemania. Otros, que no se solidarizaron con las víctimas del aplastamiento de la Primavera de Praga, se satelizaron alrededor del pequeño PC oeste-alemán, el DKP. Por otra parte, aparecieron muchas organizaciones y mini-partidos maoístas, de los que la mayor parte, pero no todos, fueron mao-estalinistas dogmáticos y sectarios. Al lado de eso hubo toda una gama de corrientes organizadas espontaneistas o inspiradas por la autonomía a la italiana. Solo una minoría reanudó con las tradiciones troskistas de la oposición comunista de izquierda contra el estalinismo, entre las cuales, en la primera mitad de los años setenta, la relativamente mayor era el GIM (Grupo Marxista Internacional), la sección de la IV Internacional, con sus 300 a 400 miembros. Otra pequeña minoría, como la RAF, escogió la vía de la lucha armada, del terrorismo individual (concebido contrafactualmente como lucha de resistencia antifascista y acción ejemplar que quería atraer a la masa de las y los oprimidos a la lucha armada contra el poder capitalista).

Un cierto número de militantes maoístas, espontaneístas, troskistas, antes o después de haber finalizado sus estudios, se hicieron contratar en la industria para revolucionar al proletariado. En su mayoría no permanecieron durante demasiado largo tiempo. Para nosotros, el GIM, tuvo lugar el giro a la industria al inicio de los años 80. Yo, después de mis estudios, aprendí el oficio de mecánico para trabajar en una fábrica metalúrgica. Ello me permitió participar desde el interior en la campaña a favor de la semana de 35 horas en la primera mitad de los años ochenta… y aprender a expresarme de forma pasablemente comprensible fuera del medio académico.

Ya en la segunda mitad de los años sesenta desempeñó un gran papel la consigna lo privado es político. Se crearon comunas. Se leía a Freud y Reich. Te ponías desnudo. Te liberabas de la represión sexual, se practicaba el amor libre mediante la ayuda de la pastilla anticonceptiva. Esta crítica a la cultura cotidiana conservadora, parcialmente domesticada y comercializada pronto por el capitalismo, no era verdaderamente consciente de en qué medida las normas patriarcales guiaban también a los jóvenes rebeldes masculinos. En reacción a ello, en el interior del SDS y del APO, vio la luz el nuevo movimiento de mujeres. La nueva crítica feminista del patriarcado empezó por combatir las costumbres y comportamientos machistas en la izquierda radical. Las mujeres radicales de izquierda se rebelaron contra la división del trabajo tradicional entre géneros que se reproducía también en la izquierda radical: “¡Liberad a las eminencias socialistas de sus penes burgueses!”.

La revuelta de los tardíos años sesenta tuvo un impacto de largo alcance sobre todo a nivel cultural. Cierto quye las libertades de los años setenta han desaparecido en gran parte en las universidades. Ya no hay las mil y una octavillas y mesas de organizaciones revolucionarias en los campus. Pero las normas culturales hasta la paridad hombre/mujer en los órganos de dirección política, el anti-sexismo oficial y la política también oficial para acabar con la discriminación de las orientaciones e identidades sexuales desviadas, atestiguan los cambios que seguimos viviendo, ya que el proceso no ha concluido. Aunque a menudo lo único que cambie sea la forma correcta de expresarse. Un pequeño ejemplo: en 1980 los Verdes lograron su presencia en el Bundestag, en el parlamento federal. Una oradora mandatada de los Verdes habló y denunció los comportamientos sexistas en los medios políticos. Docenas de diputados demócrata-cristianos y liberales rompieron a reir y se golpearon los muslos riendo. Ahora mismo eso ya no sería imaginable. Hay cosas que han cambiado en el buen sentido, en el sentido emancipador.

Y la reacción política no se engaña. La extrema derecha quiere, sobre todo, acabar con la cultura de los sesentayochistas. Hay una enorme cantidad de citas, por ejemplo de miembros de la AFD, que lo prueban.

Manuel Kellner es miembro de la Internationale Sozialistische Organisation, sección alemana de la IV Internacional y del partido Die Linke (La Izquierda). Es también redactor de Sozialistische Zeitung (SoZ) en Colonia.

Traducción: viento sur

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