Para sobrevivir, Ucrania no tiene más remedio que conseguir una victoria militar. Una victoria sobre Rusia, gravemente afectada por el fascismo. Las trabajadoras y trabajadores rusos aún pueden evitar el peor escenario para su país desafiando el régimen de Putin. Que esto sea posible también depende del estado de ánimo en Ucrania, es decir, de que se deje de deshumanizar al enemigo.

Hace más de 70 años, la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial provocó una poderosa ola de odio hacia todo lo alemán. Desde el final de la guerra, los alemanes han seguido aceptando la responsabilidad de sus actos. Han pagado reparaciones a las naciones aliadas e indemnizaciones de por vida a los supervivientes de los campos de concentración. Sin embargo, el odio tardó décadas en remitir en los países que sufrieron su ocupación.

Hoy, las atrocidades de Rusia en Ucrania, en nombre de la desnazificación y la protección de los rusoparlantes, han llevado a muchos ucranianos a rechazar todo lo ruso: intentan olvidar la lengua rusa y borrar de su memoria toda la literatura rusa clásica, con su sabor imperial y su protección de los pueblos conquistados.

Sólo al final de la guerra quedará claro cómo y en qué forma la cultura ucraniana conservará su componente rusófilo. Pero cuanto más dure la guerra, más sufrirá la cultura rusófila en Ucrania, en Rusia y en el mundo.

La génesis del odio

El creciente odio a todo lo ruso en Ucrania comenzó con el odio a Vladimir Putin, que apoyó al ex presidente Viktor Yanukovich y sus compinches, anexionó Crimea y comenzó una guerra en el Dombás. Pero hasta hace poco, la mayoría de los ucranianos no consideraban a todos los rusos responsables de los crímenes del régimen de Putin.

Esto ha cambiado con la agresión abierta de Rusia contra Ucrania. Cada vez está más claro que la mayoría de los soldados rusos se alistaron en el ejército de forma más o menos voluntaria, bajo contrato. Por supuesto, la mayoría de los soldados profesionales rusos proceden de las regiones más deprimidas del país y se alistan en las fuerzas armadas principalmente por falta de una educación decente y otras oportunidades de trabajo. No cabe duda de que la catástrofe social de estas regiones es el resultado de muchos años de dominio del gran capital de Moscú y San Petersburgo, que las ha extorsionado y descuidado metódicamente durante muchos años.

Pero sean cuales sean las causas sociales que impulsan a los rusos a alistarse en el ejército, deben asumir la responsabilidad personal de sus actos. Los soldados rusos cometen crímenes de guerra. ¿Cómo explicar si no los cuerpos de los civiles encontrados en Bucha, con las manos atadas a la espalda y una bala en la nuca? Ciertamente no murieron por accidente. Fue una matanza deliberada de civiles ya detenidos que ya no podían resistir y no representaban ninguna amenaza.

Pero aún más terrible es el hecho de que muchos rusos parecen apoyar esta guerra creyendo las cínicas declaraciones del Estado Mayor ruso de que el ejército no tuvo nada que ver con las matanzas. En lugar de afirmar que están dispuestos a participar en una investigación, las autoridades rusas se limitan a negar los hechos evidentes.

A pesar de las decenas de miles de civiles muertos en Ucrania, las encuestas de opinión sugieren que el apoyo a la guerra está creciendo en Rusia. Incluso muchos de los que inicialmente pensaban que era un error o se oponían por motivos humanitarios parecen considerar ahora que, dadas las acciones de Estados Unidos en Afganistán e Irak, Rusia tiene derecho a hacer lo que quiera en su propio patio trasero. Aunque las cifras de apoyo a Putin pueden ser exageradas, las sanciones internacionales y la supresión de la cultura rusa han herido definitivamente el orgullo de la gente.

Sentimientos naturales

En esta situación de guerra, el odio ucraniano hacia los rusos parece bastante natural, justificado e inevitable. Pero lo que más me preocupa es por qué tan pocos rusos parecen odiar el régimen imperial ruso y su repulsiva historia imperial, así como la actual clase dirigente rusa y sus secuaces, que ondean banderas rusas y exhiben símbolos "Z" en sus coches. Al fin y al cabo, esta gente está bailando sobre los huesos de los niños que hablan ruso en Mariupol.

Dicho esto, quizás la polarización de la sociedad rusa esté aumentando silenciosamente. Tal vez, a medida que la élite rusa y sus secuaces consolidan su poder, crece la resistencia a la brutalidad de Putin.

Mientras la policía rusa detiene a cualquiera que muestre el más mínimo indicio de una postura pública contraria a la guerra, el número de protestas socioeconómicas en Rusia va en aumento. Incluso bajo una nueva ola de represión y la instauración de una dictadura militar, hay huelgas en la industria automovilística del país, huelgas de mensajeros y otros actos de desobediencia civil. Y las iniciativas que se oponen sistemática y radicalmente a la guerra siguen funcionando.

Tal vez haya que considerar al pueblo ruso como la comunidad que se asocia con el Estado imperialista y apoya al régimen criminal. Pero la clase obrera rusa, en cambio, consciente de su propia condición, intereses y objetivos, merece nuestro respeto, apoyo y solidaridad. Merece nuestro apoyo en la medida en que pueda convertirse en una clase que actúe por sí misma: hombres y mujeres trabajadores rusos que encuentren la fuerza y la dignidad para volverse contra el poder de los oligarcas y la policía secreta. Al fin y al cabo, sólo entonces los trabajadores ucranianos podrán pasar de destruir a las fuerzas rusas a expulsar a los oligarcas ucranianos del poder y establecer una verdadera justicia social y democracia.

¿Un camino diferente?

Para bien o para mal, los ucranianos y los rusos tienen raíces culturales similares. Sin embargo, hoy en día, una diferencia clave es que los ucranianos han decidido luchar contra el imperialismo en lugar de pertenecer complacientemente a él.

Pero Rusia también puede elegir este camino. La mayoría de la población rusa es de la clase trabajadora, y los jóvenes también están oprimidos por las autoridades imperiales rusas, pero ciertamente no en la misma medida que los ucranianos.

Por supuesto, estas personas están en gran medida coaccionadas por la propaganda estatal, pero el nivel de apoyo a la guerra entre la clase obrera es mucho menor que entre la clase media pequeñoburguesa de Rusia. La posibilidad de construir un orden mundial sin imperialismo reside, en parte, en la movilización de la clase obrera rusa contra el imperialismo ruso.

Un paso en este camino debe implicar el abandono de la deshumanización de los rusos. Las autoridades ucranianas, incluida la oficina del presidente, insisten en la necesidad de tratar a los presos con humanidad y de investigar las denuncias de violaciones de sus derechos. Sin embargo, hay un número increíble de publicaciones en las redes sociales que sugieren de diversas maneras la inferioridad de los rusos, ya sea en términos genéticos o culturales. El principal portavoz de la propaganda estatal ucraniana, United News, al que siguen la mitad de los periodistas del país, se refiere constantemente a los rusos como orcos. Si no queremos seguir el camino de Rusia, debemos rechazar este tipo de lenguaje.

Por mucho que odiemos a nuestros enemigos y por muchos crímenes que cometan, siguen siendo humanos y tendrán que rendir cuentas de todos sus actos. Queremos que se castigue a los delincuentes, pero no queremos deshumanizar a toda una nación.

http://europe-solidaire.org/spip.php?article62627

Traducción: viento sur

P.S.

Este artículo ha sido traducido y adaptado de Social Movement, de Open Democracy

https://www.facebook.com/1036955098/posts/10224647345104515/?sfnsn=mo

 

 

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