Estiu 1993 (“Verano 1993”, 2017) es una película de cariz autobiográfico dirigida por Carla Simón con Laia Artigas, que está logrando un reconocimiento de la crítica, pero también del público como el que cerró con aplausos su pase en el cine local en Ribes, Garraf.

Es una muestra más de una pujante cinematografía en la que las mujeres son “las primeras de la clase” (Mar Coll). Se trata de un cine rodado con muy poco presupuesto, cuya sensibilidad nos lleva a pensar en autores como Abbas Kiarostami, en el caso en la interpretaciones de Laia Artigas y Paula Robles, sin cuyo concurso no se explicaría el detallo de luminosidad y autenticidad que se manifiesta en una trama jalonada por pequeños detalles, en una historia sobre la toma de conciencia de la muerte con todo su significado.

No era una tarea fácil, se trataba de eludir en lo posible los mohínes inherentes a la "película-con-niño", evitar caer en el atractivo azúcar del sentimentalismo. En utilizar la presunta pureza de la mirada infantil para exprimir lagrimales, para los que no faltan motivo. Si "Verano 1993" resulta tan conmovedora es porque sus imágenes no transforman la silenciosa, a veces perturbadora, lucidez de la niña huérfana, Frida (Laia Artigas que llena la pantalla) en moneda de cambio emocional. Frida es el álter ego de la cineasta, y el complicado proceso de adaptación a su nueva familia adoptiva. Simón, que en la actualidad tiene 30 años, se especializó en guion y dirección en la Universidad de California y en la London Film

Se apagan las luces y es como al abrir los ojos te encuentras con aquel verano en el que una niña de seis años se enfrenta al que va a ser el momento más trágico de su vida. Por aquel entonces, acababa de perder a su madre a causa del Sida (su padre ya había fallecido tres años antes por el mismo virus) y de pronto tuvo que abandonar su piso en la ciudad, en una Barcelona totalmente apartada, y ahora se trata de vivir junto a sus tíos en el pequeño pueblo de Les Planes d"Hostoles (Girona). Ha sido este verano tan trascendental el que la joven cineasta ha querido plasmar en su debut en el largometraje. Contar algo grande como parte de un tiempo infantil

Rodada en catalán, la película reconstruye el engarce familiar de la niña adoptada, su encuentro con su prima más pequeña y también más débil, disfruta de las fiestas populares con una bandera catalana –en la que algunos críticos “nacionales” han querido ver un guiño patriótico-, y escucha como ausente los murmullos de los mayores. Percibe el miedo a la enfermedad en el medio, los comentarios sobre la pobre niña, los días y los juegos como sí todo fuera normal, de hecho Frida ni tan siquiera ha llorado ante la muerte de su madre, una historia que se apunta pero que nos lleva a una época en la que estas cosas sucedían cada día. Lo contó una madre que tomando la agenda de su hija muerta buscó los nombres de sus amigos para descubrir que la mayoría habían muerto.

Frida reingresa en la Cataluña de una generación que es la de sus tíos –sobre todo de la tía política -presente en todo momento-, herederos de unos abuelos honestos pero tradicionalistas, que mantienen los rituales y el sentir religioso aunque formen parte de una generación que ya se encuentra en otra onda, lo que no es obstáculo para que este vínculo permanezca en una casa de campo donde se trabaja y se vive en paz con la naturaleza y los animales, y donde las niñas descubren un pequeño edén donde los sentimientos del ayer y del hoy se confunde. De hecho, la historia de Frida es la historia de una resiliencia, de las posibilidades de resurgir que permite la existencia de una comunidad en la que sus habitantes se reconocen.

Estiu 1993 es esta película sin efectos ni presupuestos dignos de mención, que se sostiene porque toca la fibra del respetable por la autenticidad que transmite. Sin florituras ni adornos superficiales, Verano 1993 cuenta con 94 minutos de una honestidad brutal, donde el espectador se sumerge en la agridulce historia que ha convencido en los distintos festivales en los que se ha presentado: mejor ópera prima en la Berlinale, Biznaga de Oro en Málaga, tres premios en el festival BAFICI de Buenos Aires o premio especial del jurado en Estambul son algunas de sus hazañas como parte de un nuevo cine catalán que está siendo un cine feminista en el sentido más integro de esta hermosas palabra.

11/08/2017

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