Nació como Daniel Pereyra Pérez pero, como la mayoría de los militantes revolucionarios, fue conocido también con otros nombres.

En el Perú de los años 60 los medios de comunicación lo llamaron “el Che Pereyra”. Era argentino y al igual que el Che había acudido a otro país solidariamente con otros compañeros para prestar apoyo armado a la guerrilla campesina que lideraba Hugo Blanco. Allí fue capturado, torturado y encarcelado en la prisión de alta seguridad El Frontón, situada en una isla. En la militancia en Argentina usaba el alias de Alonso, tanto en las primeras formaciones políticas en las que participó como cuando lo hizo en la fundación del PRT-EC (Partido Revolucionario de los Trabajadores-El Combatiente) y posteriormente cuando rompió con él para crear el GOR (Grupo Obrero Revolucionario). Después de muchos años, al exiliarse en Madrid en 1978, en plena dictadura militar de Videla, recuperó su nombre, Daniel, El Gallego para los amigos.

Daniel nació sólo diez años después de que tuviera lugar la Revolución de Octubre y esta le marcó desde adolescente. Cuando tenía solo tres años, Argentina vivió uno de los muchos cruentos golpes militares que ha sufrido ese país, el liderado por los generales Uriburu y Justo que acabó con el gobierno democrático del presidente Irigoyen.

Hijo de una lavandera que limpiaba casas de otros y de un padre desempleado tras la crisis de 1929, a los que perdió siendo muy joven, Daniel abandonó a los 17 años los estudios secundarios para trabajar, para sobrevivir. Primero lo hizo como aprendiz en una imprenta; luego en fábricas metalúrgicas donde fue elegido delegado sindical por sus compañeros, al tiempo que se iniciaba en política, militaba en el GOM (Grupo Obrero Marxista) y empezaba a devorar libros de marxismo, a leer a Marx, a Lenin, a Trotsky.

Desde aquellos años hasta el pasado 6 de febrero de 2023 no dejó de militar nunca, era parte esencial de su vida. Murió a los 95 años en una residencia para ancianos en las afueras de Madrid reivindicando con orgullo haber sido parte de la IV Internacional, y seguir siendo militante de Anticapitalistas y miembro del Consejo Asesor de Viento Sur.

Fueron muchas las siglas que adoptó el marxismo revolucionario en aquellas primeras décadas de su militancia, en los años 40, GOM, Partido Obrero Revolucionario, Socialismo Revolucionario Trotskista, Política Obrera. Lo marcó fuertemente la presencia de republicanos españoles que llegaban a Argentina huyendo de la Guerra Civil española. Daniel vivió bajo los gobiernos de Juan Domingo Perón desde las filas del GOM con ‘Nahuel Moreno’ (Hugo Bresano), y reconocería años después el sectarismo con el que este se posicionó frente al peronismo, atacándolo con la misma fiereza que atacaba a quienes terminaron derrocando a éste en 1955 con un sangriento golpe cívico-militar apoyado por la Iglesia católica y Estados Unidos.

Poco después, el POR (Partido Obrero Revolucionario) sucesor del GOM, reconoció autocríticamente su grave error e hizo entrismo en el peronismo a través de un frente que creó para incluir a distintas asociaciones sindicales opuestas a la dictadura pero también a la burocracia peronista, el MAO (Movimiento de Agrupaciones Obreras).

Daniel conoció en aquellos años a quien sería su compañera de vida, Juana Perelstein, Juanita,  proveniente del Partido Socialista e hija de comunista, con quien comenzó a convivir ese mismo año y con la que un año después tendrían su único hijo, Carlos.

En sus Memorias Daniel reconoció también la visión sectaria, el nuevo grave error cometido en 1959 por la formación morenista de la que formaba parte, Palabra Obrera, ante la triunfante revolución cubana. Un año después de aquel triunfo que provocaría una conmoción en toda América Latina y el Caribe y que cambiaría el escenario geopolítico mundial, ese grupo seguía caracterizando a Fidel Castro como “títere de Estados Unidos”. Sin embargo, nos recuerda Daniel en sus Memorias, poco después se volvía a hacer un brusco cambio de caracterización y se pasó a apoyar al nuevo régimen cubano y también la lucha armada.

Mientras la organización decidía crear un primer equipo militar a cargo del Vasco Bengoechea, que se entrenó para ello con otros compañeros en Cuba, a Daniel Pereyra se le asignaba la tarea de encabezar un pequeño grupo para trasladarse a Perú y apoyar al partido hermano peruano, el POR/FIR, a través de expropiaciones en bancos para recaudar fondos y otras operaciones militares.

Tras un operativo en un banco de Lima que terminó en tiroteo, Daniel y otros participantes fueron  detenidos. Pasarían cinco años en la cárcel antes de poder volver a Argentina en 1967. Hugo Blanco también resultó detenido en 1963.

Para cuando Pereyra volvió a Argentina con sus compañeros, las diferencias políticas con Nahuel Moreno se habían acrecentado más y más. Moreno llegó a utilizar a la prensa peruana como canal para atacar a Pereyra. “Pereyra es un loco y un aventurero (…) Fue Pereyra quien coordinó el asalto y los planes revolucionarios”, llegó a escribir en el diario limeño La Prensa el 29 de mayo de 1962, distanciándose de un plan que había sido aprobado en el Buró Político de Palabra Obrera.

En 1964 el Vasco Bengoechea ya se había separado de la organización tras un duro debate en un plenario partidario, para formar las FARN (Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional) y pocos meses después moriría al estallar un explosivo que manipulaba en un piso en Buenos Aires.

La situación política había cambiado en Argentina al momento de llegar Pereyra y sus compañeros de vuelta de Perú. Palabra Obrera había comenzado en 1965 un proceso de discusión y cooperación con el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular) fundado en 1959 por Mario Santucho, centrado fundamentalmente en las provincias norteñas de Santiago del Estero y Tucumán. En mayo de ese año se había celebrado el primer congreso unificado de las dos organizaciones, dando así nacimiento al PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores).

Un año más tarde tuvo lugar un segundo congreso de la nueva organización, aprobándose la adhesión a la IV Internacional, aunque ya en ese momento se vislumbraban importantes diferencias entre los dos grupos fusionados. Mientras Santucho calificaba la etapa que se vivía en los ingenios azucareros de Tucumán como de  situación prerrevolucionaria, Moreno sostenía que ni era insurreccional ni prerrevolucionaria. Ese mismo año se produjo un nuevo golpe de Estado, encabezado por el general Onganía, que derrocó al Gobierno de Humberto Illia, de la UCR (Unión Cívica Radical), el principal partido de oposición al peronismo.

Los morenistas lograron imponer su impronta en el tercer congreso del PRT, rechazando la intención de los santuchistas de poner en marcha una columna móvil guerrillera en Tucumán y aprobando exclusivamente ciertas acciones defensivas. Ya en ese momento la coexistencia de las dos corrientes internas se hizo cada vez más difícil y en 1968, cuando tuvo lugar el IV congreso partidario, fue cuando se agudizaron las diferencias sobre la caracterización de la etapa y las tareas prioritarias y se produjo la ruptura entre el PRT-La Verdad encabezado por Nahuel Moreno, y el PRT-El Combatiente, liderado por Mario Santucho, con quien se alineó Daniel Pereyra y la mayoría del partido.

En ese congreso se eligió para la presidencia de honor a León Trotsky, al Che, al vietnamita Nguyen Van Troi y a Ángel Vasco, Bengoechea y se dio un giro sustancial a la estrategia del partido, centrada fundamentalmente en “preparar e iniciar la lucha armada parcial ligada al movimiento obrero en todo el país”. Se planteaba entonces la “creación de un ejército en el campo y de impulsar la guerrilla urbana”, y se comenzaba a perfilar la idea de crear el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).

En 1969 comandos del PRT participaron en levantamientos populares masivos que se produjeron  en las provincias de Córdoba y Rosario, ocupando una radio para difundir comunicados y tomando por asalto un puesto de la Gendarmería de donde se llevaron armamento. Ese mismo año, Pereyra viajó a la ciudad italiana de Rimini para asistir al IX Congreso de la IV Internacional en calidad de delegado del PRT-El Combatiente, donde esta organización recibió el reconocimiento formal de sección oficial, gracias al apoyo del sector mayoritario representado por Ernest Mandel, Pierre Frank, Livio Maitan y otros. En contra de esa decisión y de la resolución aprobada en ese congreso de apoyo a la lucha armada en América Latina estuvieron los representantes del PRT-La Verdad y los del SWP (Socialist Workers Party) de Estados Unidos.

Las divisiones no quedaron allí y ese mismo año se profundizaron las diferencias internas en el PRT-El Combatiente al presentar Mario Santucho, responsable del Comité Militar, un amplio plan de actividades militares en todo el país que un sector del partido, en el que estaba Pereyra, consideraba desproporcionado para el nivel de conciencia y de lucha que mostraban los trabajadores en ese momento. En sus memorias Daniel critica las maniobras realizadas por Santucho para impedir que los opositores obstaculizaran sus planes, para lo cual convocó el V congreso del partido en una isla del Río Paraná en julio de 1970 sin notificar del mismo al sector opositor, que había presentado previamente un documento alternativo. En ese congreso se decidió ya formalmente la creación del ERP y se aprobó un amplísimo plan de operaciones militares en distintas regiones de Argentina para darlo a conocer.

En 1971 los sectores críticos con esa nueva etapa del partido decidieron abandonar el partido:  Pereyra, encabezando un grupo que terminaría formando el GOR; otro grupo, liderado por un miembro del Comité Central, Eduardo Urretavizcaya, formaría Orientación Socialista-FOC (Fuerza Obrera Comunista) y un tercero, Sindicalistas-Milicia Obrera, dirigido por Horacio Lagar, Sergio Domecq, Oscar Prada y otros. “La diferencia”, diría Pereyra, “estaba en que ellos estaban constituyendo un ejército. Lo nuestro era una acumulación de fuerzas acorde con la marcha de la lucha de clases y las fuerzas partidarias (…) Nosotros entendíamos la lucha armada como un fenómeno de apoyo al movimiento obrero y de resistencia”.

En 1972 el PRT-ERP sufriría otra escisión, el PRT-22 de agosto, que se acercó al peronismo de izquierda, y en 1973 el de la Fracción Roja del PRT-ERP, de cuya dirección formé parte, que obtuvo el apoyo de la IV Internacional, con la que había roto la dirección de Santucho.

En 1975, en plena represión del Gobierno de Isabel Martínez de Perón y su parapolicial Triple A, el GOR decía: “Asumimos e impulsamos la lucha armada para defender la organización y contribuir a la defensa y el desarrollo de las luchas obreras y populares. No se trata de suplantar la acción de las masas ni de ejercer ningún tipo de paternalismo”.

El GOR, como todas las organizaciones de izquierda, sufriría a partir del nuevo golpe de Estado de 1976 del general Videla los azotes de una represión desconocida hasta ese momento en el país, que acabaría con la vida de 30.000 ‘desaparecidos’ y la destrucción de las corrientes sindicales clasistas y de todo tipo de resistencia. Tras las detenciones y asesinatos de dirigentes y militantes del GOR en 1978, lo que quedaba de la dirección decidió emprender el camino del exilio.

Daniel llegó con Juanita a Madrid en julio de 1978, dejándolo todo atrás, como venían haciendo tantos miles en los últimos años, y comenzando una nueva vida en aquellos turbulentos años de la Transición a la democracia en España, solo tres años después de la muerte de Franco.

Ambos comenzaron a organizar su nueva vida y a militar inmediatamente en las filas de la organización hermana del Estado español, la LCR (Liga Comunista Revolucionaria).

A pesar del desgarro sufrido y la impotencia ante las noticias diarias del alcance de la represión en Argentina, ambos encontraron -como encontramos otros- a su familia política, a una inmensa solidaridad, camaradería y amistad con compañeros y compañeras, que permitía una rápida integración.

Juanita murió en 2016 y Daniel, a pesar de estar enfermo desde 2008 y cada vez con más problemas de movilidad, no dejó de militar, primero lo hizo en la LCR y después en sus organizaciones herederas, Espacio Alternativo a partir de 1994, Izquierda Anticapitalista a partir de 2008 y Anticapitalistas desde 2015. Formó parte del Consejo Asesor de Viento Sur, donde publicó numerosos artículos.

Daniel colaboró con distintos periódicos y revistas en el Estado español y también publicó varios libros, entre ellos, Del Moncada a Chiapas (1994), uno escrito junto conmigo, El caso Pinochet y la impunidad en América Latina (2000); Argentina rebelde (2003) o Mercenarios, guerreros del imperio (2007).

Su autobiografía, Memorias de un militante internacionalista (2014), resumen en su propio título lo que fue Daniel Pereyra, militante revolucionario internacionalista con conciencia de clase desde muy joven, consecuente, coherente hasta el final de sus días.

Descansa en paz querido compañero y amigo, hasta siempre Gallego.

Roberto Montoya, periodista y escritor, forma parte del Consejo Asesor de viento sur

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