Hacer historia siempre es hacer historia en relación con las preocupaciones del presente. El libro ¿Tienen patria los obreros? Rosa Luxemburg y la cuestión nacional (1895-1918), del que somos coautores, es un fruto de un debate contemporáneo. Durante los últimos diez años, la crisis de relación entre Catalunya y el Reino de España produjo en una parte de la izquierda catalana y en la mayoría de la española un retroceso político-cultural de enormes dimensiones y consecuencias políticas.

Se ha mencionado hasta la saciedad la frase del Manifiesto Comunista: “Los obreros no tienen patria”. Se olvida por completo el resto del párrafo: “No se les puede arrebatar lo que no tienen. Puesto que el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués”.

Otra autora usada como argumento de autoridad es Rosa Luxemburg, espigando aquí y allá citas del tipo: “La tendencia a garantizar a todos los pueblos, países, grupos y criaturas humanas el derecho a la libertad, a la igualdad y a otras joyas semejantes de un plumazo es característica del periodo adolescente del movimiento socialista, y sobre todo típico de la bravuconería anarquista […] la posibilidad real de autodeterminación para todos los grupos étnicos o nacionalidades es una utopía precisamente debido a la tendencia del desarrollo histórico de las sociedades contemporáneas”.

Con citas como ésta, consideradas como dogma intangible, y extraídas de su contexto se pretende reforzar un nacionalismo de Estado (olvidando que ese nacionalismo es siempre de derechas), se pretende ignorar el carácter plurinacional del Estado español y se quiere fundamentar la negativa al derecho a la autodeterminación de los pueblos sometidos por el Reino de España.

Ante esa situación de desorientación y retroceso cultural, ambos autores decidimos iniciar una investigación sobre el pensamiento de Rosa Luxemburg. Nuestra intención era tratar de restablecer el pensamiento de la revolucionaria polaca examinándolo no sólo en su evolución, sino también en su contexto. Por tanto, en este libro hacemos historia motivados por un debate actual.

No era tarea sencilla. Hemos tenido que hacer una ardua investigación. En España se ha editado poco e incompletamente el pensamiento de Rosa. Así que tuvimos que tratar de reunir las obras, usando fuentes publicadas en alemán, inglés y castellano en América Latina. Muchas de estas obras están agotadas y fuera de la circulación desde hace décadas. Así que los lectores en castellano se han visto privados hasta este libro de una síntesis del pensamiento luxemburguista sobre el hecho nacional y han tenido acceso prácticamente a una sola de sus obras. Terreno fértil para las simplificaciones que empobrecen e imposibilitan un debate enriquecedor y propositivo.

Nuestro esfuerzo ha consistido en ofrecer al lector una síntesis del pensamiento luxemburguista respecto a esa cuestión en sus cuatro etapas principales: 1.- Luxemburg, y el debate sobre la cuestión polaca y la Internacional Socialista (1893-1904), periodo que incluye su tesis sobre el desarrollo del capitalismo en Polonia (1897). 2.- Las intervenciones de Rosa en los debates del socialismo polaco y ruso entre 1900 y 1907. 3.- Una síntesis crítica pero muy exhaustiva de su obra La cuestión nacional y la autonomía (1908-1909), de la que ofrecemos en anexo la traducción por primera vez en castellano de uno de los seis artículos de este libro, inédito en este idioma hasta ahora: La autonomía del Reino de Polonia”. 4.- Rosa, la cuestión nacional y la Gran Guerra de 1914-1918 y en la Revolución rusa.

A modo de contexto, esta síntesis viene precedida por una introducción: “El debate sobre la cuestión nacional en el marxismo y en general en las ciencias sociales”. Nos ha parecido necesaria esta introducción para señalar la complejidad teórica del tema nacional, complejidad que nuestro tiempo no ha sido capaz de reducir ni resolver. Esta introducción viene seguida por tres capítulos en los que se ofrece primero una síntesis de la historia de Polonia entre la partición de 1772 y la reunificación de 1918 y, en segundo lugar, una síntesis del pensamiento de Marx y Engels sobre la cuestión polaca, así como un resumen sobre los debates sobre la cuestión nacional en general en la Segunda Internacional. Sin estos elementos de contexto, las posiciones de Rosa no pueden ser comprendidas en su complejidad.

Rosa Luxemburg comienza el abordaje de la cuestión nacional oponiéndose a la independencia de Polonia y acaba rechazando la vigencia del derecho de autodeterminación en general. Aducía que dicho derecho era ajeno al socialismo marxista, y que era de la misma calidad metafísica o supra-histórica que otros derechos invocados (derechos del hombre o de los ciudadanos, democracia, igualdad, libertad nacional), cuya vigencia correspondía exclusivamente a la época de las revoluciones burguesas en su enfrentamiento con el Antiguo Régimen y habían servido para sumar a las clases subalternas a la lucha antifeudal.

Consideramos que la crítica al capitalismo no puede desembocar en la negación de los valores mencionados por Rosa Luxemburg, sino en la de las barreras con las que el capitalismo impide que sean realmente vigentes, y no sólo para una clase sino para la totalidad social. Esos conceptos no pertenecen intrínsecamente a la cultura burguesa, sino que justamente son irrealizables en la civilización del capitalismo. Esos valores universales no salen de ningún limbo burgués de las ideas, sino que son el producto de la reflexión que los explotados y dominados hacen de sus propias experiencias vitales y de su confrontación con las clases dominantes.

La tradición revolucionaria nos lega esos valores que corresponden al núcleo general conceptual -no formal- de las experiencias de sometimiento y  lucha contra el mismo, haciéndose trans-históricas y por lo tanto universales, no supra-históricas. Estarán presentes a lo largo de la historia humana, ya sea en forma negativa para señalar la agresividad de formas sociales opresivas, o positiva como horizonte para guiar la lucha emancipatoria.

Cuando se refiere a la cuestión nacional polaca, Rosa Luxemburg no aplica esos conceptos y no la juzga observando cuál es la posición real, con todos sus matices, de la clase obrera sobre esa cuestión, sino que la resuelve mediante una fórmula en la que la clase obrera es una entidad solo «estructural». Entonces decide, fuera de toda prueba factual, que la cuestión nacional es propia exclusivamente de la burguesía o de sectores sociales afines. Y acaba transformando la cuestión nacional y el derecho de autodeterminación en un universal negativo, solo entendible desde el punto de vista de la burguesía. Desde esta perspectiva también niega la posibilidad futura de guerras nacionales.

Sin embargo, desde la lucha de Irlanda contra el dominio británico hasta la guerra de Vietnam, pasando por la defensa de la URSS contra la invasión nazi, la lucha de la República china contra el invasor japonés, todas ellas son ejemplos de la combinación de luchas de liberación social y nacional, lo cual devuelve en estas circunstancias el carácter de principio de validez universal a la cuestión nacional cuando está relacionada claramente con la lucha contra la opresión, por la justicia, la igualdad y la libertad.

Además, Rosa Luxemburg ignora en sus análisis al campesinado, que tuvo una gran importancia social y política en la época en que escribía sobre la cuestión nacional, lo cual no sólo restringe su análisis al ámbito de la clase obrera urbana, sino que limita la comprensión de las cuestiones que podían preocupar a la totalidad de las clases subalternas tanto del Imperio ruso como de Polonia -entre ellas, la cuestión nacional- en los momento previos y posteriores a la revolución de 1905, en la que el campesinado había tenido un papel muy importante.

La conquista de la libertad, la instauración de la igualdad y el ejercicio de la fraternidad fueron objetivos de las clases oprimidas, asumidos en el decurso de la lucha de clases y erigidos en principios rectores de la sociedad emancipada. Aquellos principios devinieron, por lo tanto, los horizontes orientadores de las clases explotadas, con un objetivo históricamente diferente al de la etapa de la alianza anti-feudal, que ya no fue el de la sustitución de una clase dominante por otra sino el de la abolición definitiva de todas las clases.

Lo mismo puede argumentarse respecto al derecho de autodeterminación y a la resolución de la cuestión nacional. La universalidad del derecho de autodeterminación se incardina con los otros principios emancipatorios si colabora en la consecución y consumación de esos principios, como parte de la lucha emancipatoria, no como un resultado pasivo, un efecto colateral del triunfo de la libertad, la igualdad y la fraternidad, como Kautsky pensaba en su artículo “Finis Poloniae?”[1]. Engels advertía en su carta de 1882 a Kautsky que había dos naciones en Europa que “no solo tienen el derecho sino también la obligación de ser nacionales antes de ser internacionales: Irlanda y Polonia”. Como afirma Lenin en 1903: “Este programa en modo alguno excluye la posibilidad de que el proletariado polaco haga suya la consigna de una república polaca libre e independiente, aun cuando sea ínfima la probabilidad de que esta pueda realizarse antes del socialismo”.

Para finalizar, queremos dejar constancia que ambos autores vivimos en una nación que lucha por alcanzar la libertad y ejercer el derecho de autodeterminación. Este hecho decisivo ha sido determinante en la investigación, elaboración, debate y apoyo mutuo necesarios para la escritura de este libro.

07/04/2022

Joan Tafalla y Alejandro Andreassi

Joan Tafalla es historiador, especializado en la Revolución francesa y en el pensamiento político de Gramsci. Alejandro Andreassi es profesor jubilado de Historia Contemporánea en la Universitat Autónoma de Barcelona y autor de varias obras sobre la historia del movimiento obrero en Alemania.

[1] Con el título de “finis Poloniae?” publicaba Karl Kautsky en 1896 en Die neue Zeit, un artículo en el que debatía con Rosa Luxemburg la cuestión sobre la posibilidad y oportunidad de la independencia de Polonia y la restauración de un Estado polaco independiente que superara su partición e incorporación a los imperios ruso, alemán y austro-húngaro.

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