La hidra de la revolución
Peter Linebaugh y Marcus Rediker
Traficantes de Sueños, 2022
488 pp. 23,75 €

Jaime Pastor

Por fin podemos contar con una traducción al castellano de esta obra, convertida ya en clásica por ser fundamental para quien quiera conocer la “historia perdida” del Atlántico, la de una lucha de clases que fue interesadamente ignorada por una historiografía oficial cuya misión era y es justificar aquella primera globalización capitalista de los siglos XVII y XVIII cuya violencia fue tan duramente denunciada por Marx en El Capital.

La historia que se nos cuenta aquí “mira desde abajo”, como defienden sus autores, y por eso es la de aquellos “marineros, esclavos y comuneros” que protagonizaron protestas, rebeliones y todo tipo de formas de resistencia en muy distintos lugares del planeta frente al proceso de expansión capitalista que se fue imponiendo por la fuerza tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo. La expropiación de bienes comunes como rasgo fundamental de esa época, asociada a la reglamentación de una disciplina de clase mediante el trabajo forzado, la esclavitud y el terror –con las mujeres como objetivo específico–, se vio desafiada, desde el principio, con la Revolución inglesa de 1640 como punto de inflexión, por las sucesivas revueltas que fueron estallando en muy distintos lugares. Un movimiento plural que llegó a incluir, a una “cuadrilla variopinta”, a “los parias de todas las naciones de la Tierra”, como tuvieron que reconocer despectivamente sus enemigos, en la reivindicación común de su pertenencia a una única “raza humana”.

La narración muy documentada del desafío que significó aquella “hidra de la revolución”, frente a la “hidrarquía imperial” que acabaría imponiéndose, va acompañada de la mención a luchadores y luchadoras que fueron construyendo discursos radicalmente igualitarios y democráticos. Así es como vamos conociendo a lo largo de estas páginas, junto a los pioneros debates de Putney sobre comunalismo y esclavismo, trayectorias militantes e intelectuales como las de la “morita negra” baptista Francis, Granville Sharp, Olaudah Equiano, Edward y Catherine Despard, Robert Wedderburn y Elisabeth Campbell, Spence, David Walker o Volney, entre muchos y muchas exponentes de un “proletariado atlántico” y multiétnico dispuesto a desafiar el emergente orden capitalista. Una “hidra” que tuvo en la Revolución haitiana de 1791-1804 su momento culminante mientras que la Revolución americana iría derivando hacia un desenlace conservador, clasista, racista y patriarcal.

Así, continuando las tradiciones afroamericanas, inglesas y norteamericanas de historia desde abajo, Linebaugh y Rediker nos desvelan una historia alternativa que es imprescindible para comprender –y denunciar– cómo y por qué se llegó a configurar el mundo contemporáneo.

Lunes
Eli Ríos
Consonni, 2022
144 pp. 18,50 €

Carmen Ochoa Bravo

Lunes, publicada originalmente en galego y que recibió el Premio Torrente Ballester 2016, es una historia que no deja indiferente. Eli Ríos (Londres, 1976) desarrolla la historia en tres días trepidantes que cubren toda una existencia. En ellos, aborda temas como el enfrentamiento con la muerte, la reflexión sobre el lugar que la protagonista ocupa en el mundo, el cuestionamiento de sí misma, de su relación con su marido, supeditada a él… Así, Nerea se enfrenta al descubrimiento de un cáncer que le abre un interrogante total sobre su vida. El abismo al saber de la muerte cercana le lleva a querer planificar en su cabeza todo lo necesario para dejar organizada su casa, sus hijos, su colegio, su trabajo como funcionaria. La incapacidad del marido para, simplemente, escuchar, para verla de verdad, se manifiesta en su monólogo constante, y también reiterativo, sobre lo absurdo de su trabajo y lo absurdo de su vida. La violencia de su relación con Nerea, la violencia física, se traslada a la narración mediante una serie de palabras cortantes: “Manuel reptando por las piernas. Los muslos de Manuel contra mis nalgas. Las manos toscas por debajo de la camiseta. Hipotermia. El resuello de Manuel”. Y, mientras, ella sigue enumerando en su cabeza para apuntar en su iPad todo lo que tiene que hacer antes de morir. La egolatría masculina se muestra, sobre todo, en esa ignorancia y en el desprecio por todo lo que pueda contar su mujer, incluyendo la falta de interés por lo que le han dicho de las pruebas realizadas en el hospital.

La novela percute en la cabeza al estar desarrollada como un martilleo constante de ideas y palabras, a veces reiteradas, a veces desenvueltas elípticamente. Se trata de un fluir continuo de conciencia que no deja respirar, ni a la protagonista, ni a la lectora. Y precisamente por esto, por este lenguaje arriesgado, cortante, que golpea una a una las palabras, un monólogo interior que nos acerca a su abismo. Contada de una manera absolutamente realista, el uso de la enumeración de palabras, de frases breves (“la cutícula retirada. Atrás. El gas espolea la llama. Me trago el humo. Pobre. Viudo. Dos hijos. Una mujer. Que lo cuide”), intercalando diálogos directos (“Oye, ¿tú no pensarás montar un trío? Era lo que me faltaba por oír… No, tranquila mujer, no me ha dado por ahí”), consigue una desazón insistente en la lectura, un comprender la ansiedad, el malestar de Nerea.

En las diferentes opiniones sobre esta novela aparecen palabras como orgánica, maciza, brillante, visceral, intensa, vertiginosa, subyugante. Creo que entre todas ellas definen esta narración imprescindible. Y tiene un final explosivo.

El arte de no hacer arte
Antonio Orihuela
La Vorágine, 2022
436 pp. 25 €

Alberto García-Teresa

Monumental y apasionante trabajo del historiador y poeta Antonio Orihuela, quien afronta un inmenso reto en esta obra: señalar, mostrar y describir el sentido de las prácticas artísticas antagonistas desde el siglo XX a nivel internacional. En ese recorrido, el autor es consciente de la fuerza fagocitadora del Poder y del capitalismo, que trata de absorber, neutralizar y, finalmente, rentabilizar (en términos de producción de capital) dichas expresiones. Por eso, este volumen y el inmenso mapa de propuestas que plantea es tan relevante: porque subraya aquellas que aún se mantienen al margen y, desde allí, atacan y construyen otra forma de entender la cultura.

Con ese planteamiento radicalmente antiautoritario y antiburgués, Orihuela documenta (con muchísimo material gráfico, reproducido a color) centenares de estrategias y de muestras artísticas que rompen el paradigma de Arte dentro de sus correspondientes coyunturas. Desde el dadaísmo y los situacionistas como grandes movimientos, atiende a una constelación de pequeños colectivos e individualidades, de las calles de Chile o México.

Bajo la óptica de reconstruir memoria de lo invisibilizado, en concreto de lo antagonista, estas páginas resultan especialmente reveladoras y, lo más importante, estimulantes. Incidiendo en su dimensión política, el autor explora la disrupción estética e ideológica de muchas de esas propuestas, su confección antielitista, sus raíces o su extensión popular. Evidentemente, encaja cada una de estas prácticas insumisas en su contexto (porque ya sabemos que no hay nada fuera de la historia), con lo que el volumen nos ofrece también una lectura política del pasado siglo y nos permite entender las tensiones entre los modos de producción de sentido y hegemonía y las resistencias que se han ido fraguando en diversos ámbitos. Por ello, recoge los posicionamientos ingenuos de quienes han tratado de romper los modos de representación de la realidad, aspirando a un mundo nuevo aún enmarcado con los materiales del Poder, y reconoce su lugar. La extensión de la cadena de montaje, la reproducción en serie y el consumismo supuso una de las grandes paradojas de esos planteamientos (al igual que hoy lo pueden ser la necesidad de la difusión a través de medios de información o de redes sociales tecnológicas propiedad de grandes empresas). Sin embargo, pone énfasis en aquellas apuestas que sí han encarado la fractura como principio rector. Así, con un enfoque multidisciplinar, rastrea las distintas propuestas de intervención artística sobre la realidad, mayoritariamente, en espacios públicos.

En definitiva, en este libro, Orihuela recupera arte que empuja y genera pensamiento y movimiento antagonista y consigue un volumen imprescindible.

Bessie Smith
Jackie Kay
Alpha Decay, 2022
184 pp. 20,90 €

Julia Cámara

El de Jackie Kay es un libro sobre blues, un libro sobre la negritud y la vivencia acuciante del racismo, un libro sobre ser mujer de clase trabajadora, un libro sobre la libertad y un libro, claro, sobre Bessie Smith. Que era, ella misma, todo eso. Una lectura ágil y bellísima, que consigue estremecernos de amor y hacernos llorar de rabia. No como espectadores de una historia de ficción o de una biografía ya conclusa, anclada en el pasado, sino obligándonos a interactuar con un sistema racial y un entramado de violencias machistas que son los mismos que operan en el presente, y con un ansia de libertad (expresada en el exceso sexual, estético y gastronómico, pero también en la vida de carretera y en el tren de la troupe) que existe también en todos nosotros.

Confrontada ante la posibilidad de escribir una biografía convencional, la poeta escocesa (mujer, negra, hija adoptiva de comunistas blancos) ha preferido ir hilvanando reflexiones y momentos de su propia vida con la de la Emperatriz del Blues. Incluso cuando se centra de manera más concreta en la mitológica cantante, Bessie Smith es una excusa para hablarnos de muchas otras cosas: de la misma Ma Raney, del fervor colectivo que despierta la música, del derecho de la gente pobre al placer y al disfrute, de la construcción de género y del modo en que los hombres reaccionan con rencor y violencia ante la ansiedad que les produce la posibilidad de perder el control sobre las mujeres. Así, se trata de un libro hermoso que dice mucho también de la construcción personal de la autora y que resulta estimulante para pensar el modo en que construimos nuestras genealogías colectivas e individuales.

“No hace falta una bola de cristal cuando tienes el blues”, escribe Kay. También: “Todas las mujeres podían entender los blues”. Quien haya sentido alguna vez el arrastre de las blueswomen podrá comprender la pulsión vital que hay en esta obra y la manera en que la autora se empeña en retratar a Bessie como una mujer poderosa, con capacidad de tomar decisiones que afectan a su propia vida a pesar de su marido, de la violencia vicaria, de su alcoholismo presente desde la infancia y la evidencia de su cuerpo, negro y gordo, tan lejos de los cánones de aceptabilidad estética de una sociedad burguesa blanca, racista y timorata. A una misma mujer podemos imaginarla de muchas formas. La Bessie Smith que Jackie Kay nos ofrece no sólo es fuerte en el sentido en que se ven obligadas a serlo las víctimas: también lo es porque ella decide serlo y porque está, ante todo, dispuesta a pasarlo bien en la vida. La Bessie de Kay nos interroga sobre el mundo en que vivimos y sobre nosotras mismas. Una joya de libro que parece querer hacerse pasar por un blues.

Homo Solidaricus.
Una respuesta al mito del egoísmo
Wegard Harsvik e Ingvar Skjerve
Bellaterra, 2022
200 pp. 16 €

Alberto Cordero

Este volumen pretende ser una herramienta de combate, una cartuchera de letras cargadas de tinta contra la derecha con la que habitamos. Sea por esto o por su premisa tan interesante, y tan similar al apoyo mutuo de Kropotkin, lo cierto es que resulta un libro, hablando de lo estilístico, liviano en su lectura, entretenido y corto, pero, sin embargo, cargado de información.

El objetivo es desmontar el viejo mito liberal de que el hombre es egoísta por naturaleza, hablando tanto de autores relevantes en el pensamiento liberal (de Herbert Spencer a Ayn Rand) como de los liberales de hoy (desde Putin o Trump y su gabinete hasta los líderes actuales de los partidos de derecha noruegos). Muchos se esfuerzan en sostener la vieja creencia de que la derecha tiene una visión realista del mundo, de que creencias políticas tan artificiales como el darwinismo social son tan naturales como el agua que cae del cielo cuando llueve. Lo que los autores nos muestran, sin embargo, es que a través del hilvanado de estudios científicos podemos concluir que la cooperación es un factor de supervivencia, un acto que juega tanto en favor de la selección natural como cualquier otro. Esto también les hace caer en un molesto cientificismo que impregna algunas de sus páginas y juega en contra del libro y sus intenciones. Además, se echa de menos referencias a la filosofía, por ejemplo. Ello significa que muchas veces recurren a una estrategia dudosa como es la de dar una carta a la ciencia que la hace la explicadora de todo. Por otro lado, sin embargo, proporcionan al libro un buen arsenal de datos que, a la par que hace entretenida la lectura, puede ser útil para pensar desde ahí. De esta manera, se trata de un buen libro, una lectura rápida que te provee de estudios que, en ocasiones, se quedan demasiado cercanos a las ciencias naturales, aunque, en otras, están nutridos con otros provenientes de la sociología.

Fomenta la idea de que la cooperación es algo necesario para nuestra supervivencia, incluso para la convivencia, diría yo. Así, niega la visión de que la derecha posee una concepción realista del mundo, pero también se opone al concepto de que el ideal de comportamiento que presupone el empresario de sí mismo, frío y calculador, es una opción en un mundo hostil. Por tanto, subyace la idea de que solo a través de la cooperación y de la compasión con los otros podremos llegar a hacer nuestro propio mundo un lugar habitable para nosotras. Los autores tratan de cambiar radicalmente nuestra visión convenciéndonos de que ‘’un extraño es un amigo que todavía no conocemos’’. En definitiva, resulta un escrito para los lazos que se esconden tras los fríos datos que cumple su cometido.

Guerra o revolución
Maurizzio Lazzarato
Traficantes de Sueños, 2022
136 pp. 14 €

Germán Pérez

El nuevo libro de Lazzarato profundiza en su más reciente obsesión: la guerra no es un impasse en el modo de producción capitalista, sino que constituye necesariamente el comienzo y el final de cada ciclo de acumulación. Esta afirmación resulta un misil directo a la línea de flotación del pensamiento crítico postsesentayochista, pues este habría contribuido a la “pacificación del capitalismo” a través de una deshistorización de una fase concreta del capitalismo (la posguerra mundial) en un lugar muy concreto del mundo (el Norte global). Así, parecería que el capitalismo ya no necesita a las guerras ni a los Estados para dominar. Pero solo tendrían que haberse ido a otros períodos históricos (la acumulación originaria en Europa de la que habla Marx, o el mismo proceso que analiza Silvia Federici pero poniendo el foco en las mujeres y su posición social y formas de reproducción social) u otros lugares en ese mismo período para darse cuenta de que el sometimiento, la conquista, y, en una palabra, la guerra, seguían muy presentes en la realidad del capitalismo, aunque la forma que adoptara en cada fase histórica fuera variable.

Con la guerra de Ucrania como telón de fondo, Lazzarato busca recuperar a los revolucionarios de principios del siglo XX (Luxemburgo, Lenin), que tenían muy claro que lo opuesto a la guerra imperialista no era la paz imperialista previa. Para estos revolucionarios, “no captar las condiciones de la guerra en la ‘paz’ de la producción capitalista era considerado, política y teóricamente, irresponsable”. Lo opuesto a la guerra imperialista sería la guerra civil, en la que se alzan los desposeídos contra los poseedores, haciéndole la guerra a la guerra del capital porque, como dice otro libro de nuestro autor, “el capital odia a todo el mundo”.

Esta tendencia del capitalismo a la guerra se debe a que, pese a que este se acumula a escala mundial, depende de los distintos Estados para que esa acumulación pueda seguir su curso (a través de las leyes que aseguran la propiedad privada de los medios de producción, o la represión de cualquier resistencia), conformándose distintos intereses Estado-capital en todo el mundo. No hay tal cosa como un imperio que dejaría obsoleta la vieja relación entre Estado y capital. Muy al contrario, dicha alianza se mantiene durante todo el ciclo de acumulación, pero es en el momento en que el proceso de caída de la tasa de ganancia se acerca a puntos críticos y el ciclo llega a su fin, que las tensiones entre las distintas máquinas de guerra Estado-capital aumentan hasta que estalla la guerra interimperialista. Para Lazzarato, este marco puede explicar tanto los momentos previos a la I Guerra Mundial como nuestro futuro inmediato.

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