Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución

Adrienne Rich. 368 pp.

Traficantes de Sueños, 2019. 22 €

Ana Vega

Nos encontramos ante uno de los libros y autoras clave; uno de esos textos fundamentales que nos ayudan a comprender no solo cuanto nos rodea sino también a nosotras mismas, nuestros cuerpos y heridas; también desolación en las cicatrices de un sistema feroz que ha sacado partido, durante siglos, de estas mujeres que somos, de estas mujeres de las que nacemos y de estas mujeres que criamos: la institución de la maternidad como parte fundamental de este engranaje capitalista universal que se alimenta de nuestro trabajo y vida. Rich aborda algo tan complejo como la institución (creada) de la maternidad desde la investigación histórica, antropológica y la reflexión feminista, pero también desde su propia vivencia como mujer, poeta y madre: “Estoy cada vez más convencida de que solo el deseo de compartir una experiencia privada y muchas veces dolorosa puede capacitar a las mujeres para crear una descripción colectiva del mundo que será verdaderamente nuestro”. Se aproxima al nudo y origen de esta causa que nos mantiene en perpetua lucha con una valentía y sinceridad necesaria pero no por ello fácil de afrontar. Disecciona la norma que el sistema ha creado para sacar el mayor rendimiento posible a la mujer que engendra mano de obra, carne de guerra, cuerpo de satisfacción, sustento, aliento y fortaleza doméstica, subsuelo del hombre… Términos que abordan, con la ferocidad necesaria en el lenguaje, una realidad cuyo alcance histórico seguimos desconociendo en muchos casos: la quema de brujas, la mutilación del conocimiento, poder y naturaleza de la mujer, el dominio de su cuerpo, la violencia ejercida, la cuestión económica que impide la decisión, la huida...

Es esta una obra que debe afrontarse desde la reflexión propia, también desde la decisión y el aprendizaje, pues en nosotras mismas encontraremos nuestras propias respuestas: “La experiencia nos forma, la aleatoriedad nos forma, las estrellas y el clima, nuestro amoldarnos y rebelarnos, y sobre todo el orden social que nos rodea, nos forman”. Hoy en día y siempre: “La mujer viva y politizada reclama ser persona”. Es necesario hablar de nosotras mismas por derecho propio, insiste. Y también es necesario conocer nuestra historia, liberarnos de todo el peso firmemente anudado a nuestro cuello para poder afrontar una vida libre de todo condicionamiento social impuesto: “Hasta que entre madre e hija, entre mujer y mujer, a través de las generaciones, no se extienda una línea de amor, confirmación y ejemplo, las mujeres errarán siempre en el desierto”. Libros como este hacen posible el cambio. Mujeres como Rich cambian, definitivamente, el curso de la historia; también la nuestra, la de quien esto lee, la de quien esto escribe.

El pueblo. Auge y declive de la clase obrera

Selina Todd. 544 pp.

Akal, 2018. 26 €

Víctor de la Fuente

“La lucha de clases que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existen las finas y espirituales”. Así expresó Walter Benjamin cómo hizo de la lucha de clases su elemento central de la historia. Lejos de aquellos que “se comportan como sacerdotes de la objetividad” (Bologna) se desarrolla la tradición del materialismo histórico. Las clases dejan de ser meras observadoras pasivas para poseer un principio activo en el desarrollo de los variados caminos de la historia.

En esta aventura se embarca Selina Todd; en la tarea de recuperar la historia de los oprimidos para desvelarnos eso que el filósofo judeoalemán denominó la regla del “estado de excepción” en el que vivimos, en la que se inserta la vida de los millones de personas que limpiaban las casas, hacían funcionar las fábricas y conducían los trenes a su hora en la Inglaterra del siglo XX y XXI. Recogiendo el hilo rojo dejado hace unos años ya por E. P. Thompson, nos muestra el día a día de la clase obrera, que no es cosa, no es objeto ni identidad, sino protagonista que “estuvo presente en su propia formación”, en palabras del historiador británico.

El pueblo desarrolla un auténtico trabajo de investigación que nos atrae, como un relato novelesco capaz de atraparte en las historias cotidianas que dan sustento a lo que hoy somos, al mismo tiempo que reconoce, lejos de mistificaciones, el papel jugado por el movimiento obrero organizado en el seno de la moderna clase obrera inglesa. Describe así en sus páginas las relaciones sociales superpuestas, y en ocasiones contradictorias, fruto del desarrollo de las fuerzas productivas en el siglo XX y primeros años del XXI: las vidas adoptadas por los obreros y obreras en la pujante industria fordista, combinadas con el ejército de trabajadoras domésticas y los talleres gremiales. Lo lleva a cabo con la lucidez de no caer en el mecanicismo economicista al atender a la historia política y cultural que, vinculada con las relaciones productivas y reproductivas, perfila los contornos de la clase trabajadora. Igualmente, nos ofrece lecciones sobre una sociedad heterogénea y una clase obrera en constante trasformación que como tal se va constituyendo como sujeto fruto de la experiencia, reconociendo intereses y horizontes comunes. Todd escapa del simplismo de la xenofobia obrera e indaga en la experiencia compartida entre la clase obrera migrante y local en las comunidades y las luchas sindicales.

Podemos decir, lejos de nostalgias, que la clase vuelve a la primera línea como lo que siempre fue: una relación dinámica llena de experiencias colectivas y necesidades compartidas en permanente conflicto por el control de nuestras vidas.

El prejuicio psiquiátrico

Giorgio Antonucci. 267 pp. Katakrak, 2018. 18 €

Brais Fernández

Este volumen recoge una serie de textos que recorren el activismo y el pensamiento de este (no) psiquiatra italiano. El tema podría parecernos poco accesible, sobre todo si pensamos en obras fundamentales pero escritas desde un punto de vista académico como El poder psiquiátrico, de Michel Foucault, o El orden psiquiátrico, de Robert Castel. Este es, sin embargo, un libro escrito en un tono profundamente humano, más cercano al género de la autobiografía militante que al ensayo clásico.

La filosofía de la praxis del autor se estructura en torno a la idea de que la psiquiatría no es una ciencia. Antonucci explica la diferencia entre psiquiatría (un dispositivo ideológico para la reproducción del orden social), la medicina que trata el daño físico, las lesiones del cerebro (a la que sí reconoce como ciencia) y el psicoanálisis, valioso sin necesidad de elevarlo a la categoría sobreideologizada de ciencia: su potencia a la hora de explorar biografías lo convierte en un proceso valioso en sí mismo.

Antonucci toma partido por la “no-psiquiatría”, por la abolición de psiquiatría. Trata de articular un proyecto que combine la demolición de la ideología psiquiátrica con una lucha política que ponga en el centro a los propios sujetos. Lo narra a través de sucesivas experiencias y verificaciones prácticas: las pacientes, los vecinos, las organizaciones civiles, son interpelados y convocados en una nueva práctica que tiene como objeto liberar a las víctimas de la psiquiatría.

El autor trabajó de (no) psiquiatra: no la teoriza desde la teoría, sino que expone desde la práctica teórica. Da voz a los pacientes (la psiquiatría es una forma de sublimación en donde se ocultan los verdaderos problemas sociales para reprimir los síntomas) y propone un camino hacia la emancipación. Ubicado dentro de las referencias de la tradición marxista (sorprenden las citas de La ideología alemana y de Franz Mehring), no se priva de hacer una crítica despiadada contra la caricatura totalitaria de socialismo que fue la URSS y su terrible sistema psiquiátrico.

Así, El prejuicio psiquiátrico relaciona poder, clase e ideología: es la gente trabajadora la que más ha sufrido la psiquiatría, ya sea en sus formas de brutalidad desnuda (electros, ataduras físicas) o autoinducidas, como la que sostiene la moderna industria del fármaco. Se trata de contener, recluir, marginar; de sistematizar un sistema de aislamiento de todas aquellas personas que no son rentables para el capital. Como decía Rosa Luxemburg: “Con la acumulación de capital (...) se ensanchan los guetos del proletariado”. Pero el libro de Antonucci nos recuerda que, donde hay poder, hay resistencia. Incluso en los lugares más olvidados.

Antropoceno obsceno. Sobrevivir a la nueva (i)lógica planetaria

Borja D. Kiza. 190 pp. Icaria, 2019.19 €

Salvador Yáñez

Más de un millón de especies animales, desde insectos hasta mamíferos, según un informe auspiciado por la ONU, están en peligro de extinción debido a la actividad humana sobre el planeta. Aunque el Antropoceno (la era geológica marcada por la acción de nuestra especie, que habría reemplazado al Holoceno) no esté aún admitido oficialmente por la ciencia, sus consecuencias se dejan ya ver con claridad. Pero no solo las ecológicas sino las culturales, económicas, científicas, psicológicas, sociológicas...

Borja D. Kiza aborda en este trabajo estos enfoques, poco habituales, cuando se habla de este nuevo tiempo en el que vivimos todos, oficial o extraoficialmente, consciente o inconscientemente. Y, para hacerlo, además de aportar reflexiones propias alejadas de la escritura académica que normalmente trata este tema, presenta una serie de entrevistas a intelectuales importantes europeos de muy diversos ámbitos.

Así, el filósofo Edgar Morin habla de la muerte y de cómo la consciencia humana de ella ha determinado la manera de pensar, de consumir y de actuar de la humanidad durante milenios. El filósofo y economista Bernard Stiegler ofrece nuevas alternativas a un mundo laboral en el que los puestos de trabajo serán ocupados masivamente por las máquinas. Por su parte, el urbanista Thierry Paquot y el arquitecto Santiago Cirugeda hablan de las ciudades presentes y futuras y de cómo construir un mundo más sostenible sin anular la individualidad humana. La historiadora del medio ambiente Valérie Chansigaud pone de relieve la importancia de hacer una lectura política del presente para promover un futuro vivible y minimizar las crecientes tensiones sociales. A su vez, el paisajista Gilles Clément y el agroecologista Pierre Rabhi se adentran en el mundo vegetal y en la cuestión de la superpoblación de la Tierra. Además, la ecofeminista Yayo Herrero se encarga de escribir un prólogo que repasa los retos principales de este tiempo que inquieta especialmente a las generaciones jóvenes, las que más tienen que perder a causa de los desajustes creados y acelerados por sus mayores. Es Herrero, también, quien cierra el libro con una entrevista que relaciona patriarcado y Antropoceno.

Antropoceno obsceno ofrece en sus casi 200 páginas de lectura fluida un particular combinado de reflexiones, citas de autores comprometidos con la justicia social que complementan las ideas de Kiza y entrevistas muy libres a grandes pensadores que se permiten ir más allá de sus campos principales de estudio para hablar, en el fondo, de la vida. Exactamente de eso que está en juego en esta nueva era planetaria en la que nos adentramos.

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