Sobre izquierda alternativa
¿Tienen patria los obreros? Rosa Luxemburg y la cuestión nacional (1893-1918)

Alejandro Andreassi y Joan Tafalla

Bellaterra, 2021

493 pp. 21,85 €

Jaime Pastor

 Las reflexiones de la gran revolucionaria polaca en torno a la cuestión nacional han sido objeto de polémica en repetidas ocasiones entre las distintas corrientes de la izquierda de tradición marxista. Faltaba, sin embargo, una obra en castellano que abordara la evolución de su pensamiento sobre esta materia con un conocimiento completo de los trabajos que dedicó a la misma, situándolos en su contexto histórico y político. Esa es la tarea que han asumido con este libro sus autores, historiadores y activistas, y es obligado reconocer que la han llevado a cabo con un rigor innegable.

Después de una introducción en la que presentan algunas consideraciones sobre el concepto de nación –en diálogo con, entre otros, Benedict Anderson, Eric Hobsbawm y Anthony Smith–, Andreassi y Tafalla hacen un recorrido por la historia contemporánea de Polonia y abordan luego la evolución de las posiciones de Marx, Engels y la II Internacional sobre la cuestión nacional polaca, con mención especial muy merecida a la singular contribución de Kazimier Keller-Krauz. A continuación analizan los sucesivos artículos de Rosa Luxemburg sobre la cuestión polaca, en los que se desmarca tanto del Partido Socialista Polaco como de Lenin (con quien muestra su desacuerdo a propósito de la separación de Noruega de Suecia en 1905), basándose en su convicción de que el desarrollo del capitalismo y de los grandes Estados en Europa hacía inviable la construcción de nuevos Estados pequeños. Una tesis que pecaba de economicismo y que mostraba las limitaciones de su comprensión de la cuestión nacional como meramente cultural y no también política.

Rosa Luxemburg mantuvo esa misma posición durante la Gran Guerra y luego, en su famoso folleto La Revolución rusa, se manifestó en contra del reconocimiento por Lenin y Trotsky del derecho de autodeterminación para los pueblos oprimidos por el Imperio zarista. Andreassi y Tafalla argumentan, al contrario, que la decisión de los bolcheviques fue correcta tanto por razones democráticas como por la necesaria alianza con esos pueblos frente al nacionalismo gran-ruso, al igual que con el campesinado, para garantizar su triunfo

El libro cuenta también con un texto inédito en castellano de Rosa sobre Polonia (en el que demuestra una vez más un profundo conocimiento de la realidad de su país) y con una cronología y unas biografías que ayudan a un mejor seguimiento del conjunto de esta obra. Con esta contribución se cubre, por tanto, un vacío importante en los debates que hemos podido tener hasta ahora en relación con la persistente cuestión nacional y, en particular, en torno a las tomas de posición que al respecto adoptó la revolucionaria polaca.

Otoño alemán

Stig Dagerman

Pepitas de Calabaza, 2021

128 pp. 16,90 €

Carmen Ochoa Bravo

  Este libro es, seguramente, uno de los que mejor reflejan las secuelas de una guerra. Con objetividad, enlaza diferentes situaciones que van trenzando la vida cotidiana en una sociedad destrozada en todos sus campos. Las casas, las ciudades, las familias, las esperanzas, el orgullo, la dignidad. En sus trece capítulos recoge los reportajes que Stig Dagerman escribió por encargo de un periódico sueco para que retratara el “cementerio bombardeado” que era Alemania en el año 46. Viajó atravesando el país, recorrió las ruinas, los trenes abarrotados, los insalubres lugares habitacionales, sótanos inmundos. Dio vida al sufrimiento de los alemanes vencidos.

En “Generación perdida” acude en Stuttgart a una reunión de jóvenes que pertenecen a “la generación más lamentable de todas las generaciones perdidas”, convocada por un abogado del proceso de “desnazificación”. Muchos no se consideran culpables de actos a pesar de jurar obediencia ciega al Führer, otros acusan a la generación anterior por su silencio. Nadie se lo dijo… Tenían catorce años… Allí comienza un proceso que será largo, turbio, desigual. Con dinero y cien certificados podrán probar una conducta irreprochable, miles de casos insignificantes, mientras que los casos verdaderamente sustanciales desaparecen. 

Los tribunales de desnazificación recuerdan el mundo de El proceso de Kafka. Dagerman llega a una conclusión: “Se pueden hacer tratos, cambiar de nacionalidad, si uno no tiene prejuicios en cambiar de chaqueta. Pero las víctimas del nazismo encuentran obstáculos en todas partes”.

O las pequeñas aldeas que han visto los bombardeos en las noches encendidas y allí alguna casa fue alcanzada por error. Pueblos con heridas que multiplicaron sus habitantes con aquellos que huían de las ciudades, con soldados que transitaban por el país. Refleja los problemas de coexistencia, de aceptación, de engaños que encuentra. Y, como siguen perdiendo, siguen ganando las mismas clases. Así, los fiscales nazis pueden comprar fincas rurales mientras que obreros antinazis mueren de hambre. Todo ello en “El bosque de los ahorcados”.

Dagerman (Älvkarleby, 1923) frecuentó los ambientes anarquistas suecos. Se casó con una hija de exiliados de la guerra civil española. Sus artículos se publicaron en la prensa sindicalista y libertaria de la época, llenos de rebeldía y de desprecio por la injusticia, la mentira y el despotismo. De los 21 a los 26 años escribió toda su obra: novelas, teatro, cuentos, ensayos y poemas. Se suicidó en 1954, tras cinco años de silencio literario únicamente roto por esa pequeña obra maestra titulada Nuestra necesidad de consuelo es insaciable. Recomendable en estos tiempos bélicos.

Brujas, caza de brujas y mujeres

Silvia Federici

Traficantes de Sueños, 2021

144 pp. 14 €

Ana Pérez Cañamares

  Publicado en 2004, Calibán y la bruja ha mantenido su vigor y su vigencia hasta convertirse en un hito cultural y casi podría decirse personal para quienes nos sumergimos en sus páginas. Gracias a su lectura, se comprendía no solo una parte silenciada de la Historia (los cruentos y oscuros inicios del capitalismo y el Estado moderno a través de la violencia y la apropiación), sino también los ecos y las consecuencias que llegan hasta el presente, en especial la misoginia que impregna nuestra sociedad de forma tan profunda que a menudo resulta difícil de ver y, por tanto, de combatir. Hasta que este libro nos abrió los ojos, la tortura y la muerte de miles de mujeres se daba por hecho como un pasado remoto, ajeno a nosotros, fruto de unos tiempos que ya no tienen que ver con los nuestros; una deuda saldada por el olvido.

Si de esta deuda nadie se ha hecho cargo hasta ahora es, en parte, gracias a los mitos que mayoritariamente aún perviven: por ejemplo, en el imaginario colectivo se mantiene la idea de que la quema de brujas fue resultado más del fanatismo religioso medieval que de un Estado moderno que necesitaba apropiarse de tierras, sabidurías populares, libertad reproductiva, etc., para extender su poder y comenzar una explotación sistemática de personas, tierras, recursos, animales...

Todo esto nos lo desentrañó Federici en aquel libro imprescindible. Ahora retoma este tema sobre el que, al parecer, aún no se ha dicho todo. Este volumen, por tanto, puede funcionar como resumen, afinamiento y repaso de conceptos e ideas de aquel. Pero no solo eso, sino que, además, muestra la actual pervivencia de la persecución de mujeres y su señalamiento como “brujas”; algo necesario para su deshumanización y para dar paso de nuevo a las prácticas de apropiación, violencia, desestructuramiento y desvinculación en lugares de África o India, entre otros. Los países occidentales tampoco se libran de esta nueva ola misógina, como se ve en los ataques a los derechos de las mujeres puestos en tela de juicio por el neoliberalismo (en la práctica, transversal a casi cualquier ideología) y el auge de la ultraderecha. Ninguna de nuestras conquistas es permanente.

El capitalismo ha hecho que los fenómenos se globalicen y se sufran sus consecuencias sin que ningún rincón del planeta quede libre de ellas. Así comenzó a ser hace siglos y así sigue siendo ahora. Más nos valdría recordar y reconocer a aquellas que los sufrieron, no solo como merecido homenaje, sino también para ser capaces de detectar a aquellos lobos que se nos presentan con nuevos disfraces para seguir en la tarea de acabar con nuestros derechos y nuestras vidas. Este libro sirve de recordatorio y de advertencia.

De animales y clases. Para una aproximación al animalismo desde el ecosocialismo

Juanjo Álvarez

Sylone y viento sur, 2022

134 pp. 8 €

Alberto García-Teresa

 Esta obra pretende dotar de un marco teórico común e imbricar objetivos y estrategias de dos ámbitos que no parecen encontrar, por parte de las personas que intervienen en ellos, la confluencia o la coincidencia de horizonte que, visto desde fuera, a priori ya deberían compartir. Se trata del animalismo y del ecosocialismo que, desde un puesto teórico y también práctico, deberían estar insertados uno en el otro. Sobre este tema ya publicamos en viento sur dos conjuntos de artículos hace unos años (en los correspondientes Plurales de los números 125 y 126), pero aquí Juanjo Álvarez sistematiza y explora de manera rigurosa los puntos de fricción, los desencuentros y, especialmente, las puertas por las que acceder al diálogo. Al respecto, busca hallar ideas y herramientas mediante detenidos análisis que demuestran la necesidad y la pertinencia de abordar la teoría y la práctica animalista desde una orientación ecosocialista. Del mismo modo opera con aspectos antiespecistas, para constatar su pertinencia como elementos relevantes en el ámbito de actuación militante y programático de la izquierda revolucionaria. De esta manera, Álvarez, tras mostrar las barreras entre ambos ámbitos, las diluye. Así, ofrece un marco general donde integrar y ajustar (poniendo cada aspecto en consonancia con un objetivo a largo plazo) la hiperespecificidad de determinados enfoques animalistas y el maximalismo descuidado de ética de algunos abordajes marxistas.

Escrito con soltura, Juanjo Álvarez emplea esporádicamente la ironía para engrasar el análisis teórico. Sin embargo, en ocasiones, puede perder pie al dar por conocidas referencias y lecturas. Con ese paso, el autor efectúa un sólido recorrido teórico en el que ofrece las líneas maestras del pensamiento de Marx acerca de los animales no humanos y de la naturaleza. Igualmente, lo hace con debates más actuales dentro del marxismo y del animalismo. Con rigor explora argumentaciones, expone críticamente y sintetiza las ideas que llevan a concluir que es la misma lucha contra la dominación capitalista la que sustenta (y que debe nutrir) el antiespecismo y el marxismo revolucionario. En ese sentido, me gustaría resaltar cómo, ordenadamente, se acerca a distintos aspectos polémicos (como la entidad jurídica de los animales no humanos) y encuadres, y también cómo concreta cuestiones específicas para ofrecer análisis desde ambos puntos de vista. Con todo ello, estas páginas permiten ampliar la mirada y romper inercias dentro de la intervención en estas áreas.

Con todo, el autor arma un libro certero en cuanto que sabe incidir en las supuestas disonancias para resolverlas y agruparlas dentro de una crítica sistémica.

Cosmismo ruso. Tecnologías de la inmortalidad antes y después de la Revolución de octubre

Boris Groys (comp.)

Caja Negra, 2021

320 pp. 20,90 €

Antonio García Vila

 El filósofo y teórico del arte Boris Groys ha editado una fascinante selección de textos cosmistas que abarcan desde 1904 hasta 1928, cuando Konstantin Tsiolkovski publicó El futuro de la Tierra y la humanidad.

A medio camino entre la utopía, la ciencia ficción y, en ocasiones, el delirio, el cosmismo ruso fue un movimiento inextricablemente unido a su época en el que parecían juntarse la filosofía, la ciencia, la política y el arte. Es decir, se trataba de un movimiento vanguardista, tan radical como el futurismo (con el que tuvo vínculos) e impulsado por cierto anarquismo, que en los años vertiginosos de la Revolución rusa encontró un caldo de cultivo óptimo para despuntar. Si, como señala Groys, Foucault había definido el principio del Estado moderno como “hacer vivir y dejar morir”, frente al “dejar vivir y hacer morir” del Estado tradicional, lo que generó su funcionamiento como biopoder, los cosmistas radicalizan su programa y proponen un Estado cuya divisa sería “hacer vivir y no dejar morir”. Es más, se plantean un socialismo que solo sería justo y completo si propicia la igualdad, la justicia y la felicidad, no ya de los vivos, de los que han logrado instaurarlo en la fulgurante revolución, sino la de todos aquellos antepasados que con sus esfuerzos abrieron la posibilidad de su surgimiento. Gobierno de uno mismo, organización de la sociedad y control del universo. Si el propio Boris Groys hablaba en uno de sus libros de “obra de arte total: Stalin”, ahora nos enfrentamos a unos planteamientos aún más ambiciosos: la resurrección de los muertos, la vida eterna, el dominio del cosmos…, desde la Rusia aún analfabeta, agraria, que vive bajo el dominio de los zares y gesta la mayor revolución de la historia. Un proyecto, el de los cosmistas, extravagante, visionario, desmedido, que fue el origen de la carrera espacial soviética. También puede relacionarse con los planteamientos del transhumanismo, el cual, en cierta forma, corrió paralelo a las ideas de los rusos, y que antecede a las actuales pretensiones de los nuevos grandes millonarios (que anhelan sobrevivir a su riqueza y confían en la tecnología y la ciencia para esquivar a la muerte). Es, al fin y al cabo, el sueño de la humanidad. Un sueño que teorizaron, a comienzos del siglo XX, poetas anarcofuturistas como Svyatogor, fundador del biocosmismo, filósofos como Bogdánov, contra quien escribiría Lenin Materialismo y empiriocriticismo, y científicos como Chizhevski, fundador de la heliobiología y dedicado, hasta su muerte, a la investigación sobre la terapia de ionización del aire. Ahora podemos leer sus escritos y pensar en ellos.

Estallidos. Revueltas, clases, identidad y cambio político

Jule Goikoetxea, Albert Noguera

Bellaterra, 2021

200 pp. 16 €

Cristo Casas

 Es innegable que las cámaras que sirvieron de aliviadero de los dolores sociales durante las últimas décadas no están sirviendo para encauzar los malestares de las personas a quienes piden su voto y confianza. Quizá el parlamentarismo no haya muerto aún, pero sus constantes vitales son tan flojas que es mucho más sencillo tomarle el pulso a la situación de un Estado observando las calles en llamas, los escaparates rotos y las manifestaciones espontáneas. 

¿Quiere esto decir que las revueltas estudiantiles en Chile, la toma del aeropuerto del Prat por el procès y el movimiento Black Lives Matter son un mismo fenómeno? Difícilmente podemos pasar la brocha gorda a estas luchas y tampoco creo que sea la pretensión de Goikoetxea y Noguera. Pero es bien cierto que la crisis de los sistemas de partidos y la creciente privatización de las democracias están enfrentando un creciente número de protestas ¿espontáneas? que pueden darnos las pistas de en qué ha fallado la promesa socialdemócrata y de qué alternativas plantean quienes las habitan. Ya sea quienes sí veían su voz reflejada en un parlamento como la infinidad de personas que han sido excluidas de ellos. Porque este libro es un diálogo que habla, paradójicamente, de quienes nunca tuvieron voz. Que nos invita a repensar la historia del parlamentarismo desde los márgenes y la exclusión de quienes se manifestaban a sus puertas. Pero también de quienes pasan la escoba en las tribunas o recolectan las fresas que comen los diputados. Estas páginas presentan una conversación entre dos autoras que nos invitan a pensar si en la izquierda hemos definido conceptos como revolución, emancipación o reformismo desde un punto de vista masculino, nacionalista, blanco, europeo y monoteísta, por descontado burgués, y, si acaso, no estamos necesitadas de nuevos conceptos con los que bautizar las calles que quemamos. Porque el nom no fa la cosa, que dirían en catalán, però tota pedra fa mur y hay muchas piedras por levantar en Chile, Baltimore o Laietana. 

El volumen no pretende tampoco dar con una respuesta mágica ni única, pero sí funciona como un mapa de referencias y alternativas donde la lectora puede explayarse en ser su propia brújula. Y quizá no encuentres ningún camino pavimentado en firme, pero al menos avistamos una red de potenciales carreteras construidas colectivamente, interconectadas. Carreteras que se enfangan porque se hacen desde abajo. Quizá parezcan demasiado específicas, subjetivas o circunstanciales, pero, al fin y al cabo, no hay nada más universal que estallar cuando el lugar y el momento en que vivimos nos parecen inhabitables.

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