[Un editorial reciente de la revista Nature destacó la alta probabilidad de que surjan variantes devastadoras del SARS-Cov-2 y que se produzcan brotes en regiones con bajas tasas de vacunación y, en relación con las vacunas para la Covid19, señaló las necesidades de reforzar las vacunas existentes, crear nuevas vacunas y reforzar la producción de vacunas en países que históricamente no han sido centros de fabricación de vacunas. En este sentido la necesidad de liberar las patentes de todas las vacunas continúa siendo una necesidad actual. Por otra parte, la iniciativa cubana muestra la posibilidad de diseñar y crear vacunas en países no altamente industrializados.

Un ejemplo de buena práctica, a la vez científica y social, procede de la colaboración entre la empresa biofarmacéutica Biological E, con sede en Hyderabad (Andhra Pradesh), y el Centro de Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil en la Facultad de Medicina de Baylor (Texas) para la producción de una vacuna libre de patentes. La materialización de esta colaboración mostraría la posibilidad de descolonizar la ciencia y ponerla incondicionalmente al servicio de las necesidades de la humanidad.

Según informa The Guardian (ver más adelante) los resultados de evaluación de la eficacia de la vacuna Corbevax aún no han sido publicados (esta publicación significa que el ensayo clínico ha sido sometido a una rigurosa revisión por pares) así como que Biological E, ya ha producido 150 millones de dosis de la vacuna y que producirá 100 millones de dosis cada mes a partir de febrero, y se espera que se produzcan 1.000 millones de dosis para finales de 2022, adecuado para los casi 1.400 millones de habitantes de la India.

En una entrevista, publicada en el diario El País, la microbióloga María Elena Bottazzi, informa sobre los supuestos éticos y anticoloniales del programa científico que está detrás de la Corbevax. Dijo Bottazzi: “Se necesita tener esta mentalidad de código abierto para poder descolonizar: que no se produzcan estas vacunas solamente en países de altos ingresos. Que se puedan producir en los mismos países en los que se necesitan.]

Científicos de Texas están desarrollando una nueva vacuna contra el virus Covid-19 utilizando un método convencional desarrollado hace décadas que hará que la producción y distribución sea más barata y accesible para los países más afectados por la pandemia y donde es probable que se originen nuevas variantes debido a las bajas tasas de inoculación.

El equipo, dirigido por los doctores Peter Hotez y Maria Bottazzi, del Centro de Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en la Facultad de Medicina de Baylor, ha estado desarrollando prototipos de vacunas para el Sars y el Mers desde 2011, que reconstruyeron para crear la nueva vacuna Covid, apodada Corbevax, o "la vacuna Covid-19 del mundo".

Aunque hay más de 60 vacunas en desarrollo que utilizan la misma tecnología, Bottazzi dijo que su vacuna es única porque no tienen intención de patentarla, lo que permite que cualquiera pueda reproducirla.

"Prácticamente cualquiera que pueda fabricar vacunas contra la hepatitis B o que tenga la capacidad de producir proteínas de origen microbiano, como bacterias o levaduras, puede reproducir lo que hacemos nosotros", dijo Bottazzi.

La guerra de patentes sobre las vacunas de ARNm se ha recrudecido recientemente. Moderna y los Institutos Nacionales de la Salud se encuentran en una disputa sobre quién debe obtener el crédito por los descubrimientos específicos que condujeron a la vacuna Covid-19 que se ha suministrado a más de 73 millones de estadounidenses. Si se descubre que Moderna ha infringido la patente del gobierno federal, podría verse obligada a pagar más de 1.000 millones de dólares.

Al mismo tiempo, los activistas han pedido que Pfizer y Moderna compartan la tecnología y los conocimientos técnicos para producir sus vacunas, e incluso que lleven la lucha a la Organización Mundial del Comercio. Los países de bajos ingresos, que cuentan con pocas instalaciones de investigación y producción de vacunas, sólo han vacunado a una de cada nueve personas, según la Organización Mundial de la Salud. Estados Unidos ha vacunado completamente al 67% de la población y ha suministrado una tercera dosis de vacuna a más de un tercio.

Los datos del ensayo clínico de Corbevax aún no se han hecho públicos debido a la limitación de recursos, pero el hospital infantil de Texas afirmó que la vacuna tuvo una eficacia superior al 90% contra la cepa original Covid-19 y más del 80% contra la variante Delta. Actualmente se está probando la eficacia de la vacuna contra la variante Omicron.

El proceso de creación de la vacuna implica el uso de levadura, el mismo método con el que se producen las vacunas contra la hepatitis B.

Las vacunas de Moderna, Pfizer y Johnson & Johnson actualmente autorizadas en los Estados Unidos utilizan tecnologías diferentes, o "programas" de vacunas. Moderna y Pfizer utilizan la tecnología del ARN mensajero (ARNm). Este programa induce al sistema inmunitario a reconocer el virus de la Covid-19 mediante la entrega de instrucciones sobre cómo producir su característica más reconocible, las proteínas espiga que recubren su superficie. Esto, si la persona queda expuesta, ayuda al sistema inmunitario a reconocer y combatir el virus más adelante. La vacuna de Johnson & Johnson, con una tecnología llamada vector viral, induce a las células inmunitarias a reconocer la proteína espiga a través de un virus del resfriado que, por lo demás, es inofensivo.

La vacuna Corbevax utiliza un programa denominado tecnología de subunidades proteicas recombinantes, que coloca un trozo real de la proteína espiga del virus de la Covid-19 en células de levadura. A continuación, las células de levadura copian la proteína clave y ésta es introducida en el sistema inmunitario.

"Fabricamos la proteína, directa y sintéticamente, en el laboratorio utilizando el sistema de la levadura", explicó Bottazzi. "Pedimos a la levadura que fabrique una proteína que se parezca a la que fabrica el virus. Entonces inmunizamos la proteína y el cuerpo procesa esta proteína y la presenta al sistema inmunitario. Por lo tanto, no se le pide al cuerpo que haga ninguna manipulación importante de la codificación".

Importante es que el almacenamiento de la vacuna Corbevax sólo requiere una refrigeración estándar, a diferencia de la vacuna de Pfizer, que requiere un almacenamiento ultrafrío.

Biological E, una empresa farmacéutica de la India acostumbrada a producir vacunas contra la hepatitis B con la que el equipo de Bottazzi mantiene una larga relación, ya ha producido 150 millones de dosis de la nueva vacuna Corbevax y pronto podrá producir 100 millones de dosis cada mes.

Bottazzi explicó que, después de que las instituciones gubernamentales no les concedieran financiación, los creadores de Corbevax recurrieron a donaciones filantrópicas para llegar a producirla. El Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas es una institución puramente académica y científica, pero Bottazzi dijo que el desarrollo de Corbevax les había obligado a estirar sus recursos para ganar visibilidad como un candidato serio para el desarrollo de la vacuna Covid.

"Nosotros mismos estamos aprendiendo a hacer un trabajo que permita la regulación, que permita una buena calidad, una buena reproducción, un buen registro... imitamos lo que sería una pequeña entidad de biotecnología o de fabricación", dijo. "Cada tecnología tiene pros y contras. Nadie pretende que una de ellas sea la solución única y maravillosa. Todas [las vacunas] son parte de la solución. Pero cuando se da una situación de tal gravedad en el mundo, no se elige una solución, sino que se intenta utilizar todas las soluciones", dijo Bottazzi.

Bottazzi dijo que la razón por la que ella y su equipo no patentaron la vacuna fue la filosofía compartida por su equipo de humanitarismo y de colaboración con la comunidad científica en general.

"Queremos hacer el bien en el mundo. Esto era lo correcto y es lo que moralmente teníamos que hacer. Ni siquiera dudamos. No pensamos '¿cómo podemos sacar provecho de esto?' Ahora ves que si más personas como nosotros hubieran estado más atentos a las desigualdades en el mundo y a cómo, desde el principio, podríamos haber ayudado a tantos lugares del mundo sin pensar en '¿qué voy a ganar?', realmente podríamos no haber visto surgir estas variantes".

Bottazzi espera que su iniciativa incentive a otros a seguir el ejemplo y crear vacunas asequibles y accesibles para otras enfermedades y virus, como la anquilostomiasis.

"Tenemos que romper los paradigmas de que todo se rige por factores de impacto económico o por el beneficio de la inversión económica. Tenemos que mirar el beneficio en salud pública".

15/1/2022

Erum Salam

https://www.theguardian.com/us-news/2022/jan/15/corbevax-covid-vaccine-texas-scientists

 

Traducción viento sur

 

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