1. El mayor logro de la I Asamblea de Refundación convocada por IU el sábado 26 de junio en Fuenlabrada (Madrid)… tuvo lugar al día siguiente y fue un acto partidario: una manifestación convocada por IU en la que participaron miles de personas; para hacernos una idea, un número equivalente al de los últimos 1 de mayo. A mi parecer, ésta es una confirmación de que el avance del proceso de “refundación” se da fundamentalmente “hacia adentro”, en la removilización y el ánimo de los militantes y simpatizantes de IU, y especialmente del PCE. Es un resultado importante, y los responsables del proceso tienen buenas razones para sentirse satisfechos, máxime si tenemos en cuenta que, hace dos años, IU estaba al borde del estallido y que aún hoy tiene problemas muy serios en Asturies, Euskal Herria, Andalucía… además de un proyecto potencialmente competidor impulsado por ICV, con ramales y caras más o menos visibles en varias federaciones. Pero no me parece que esté avanzado lo que llaman el “proceso constituyente de un nuevo movimiento político y social.”
Sólo pude estar presente en la sesión de la mañana de la Asamblea, que estuvo dedicada a discursos políticos y saludos de organizaciones y personalidades invitadas (entre las que faltó, pese a estar anunciado, el Bloco de Esquerda; no creo que esto tenga ningún significado especial, pero de hecho la mayoría de los invitados internacionales fueron delegaciones de PCs). Tengo por tanto una información directa parcial de la Asamblea; sin duda la parte políticamente más interesante era la sesión de tarde, con el trabajo en las comisiones. Supongo que se publicarán próximamente informes y conclusiones y podremos hacernos una idea del trabajo realizado, más allá de las informaciones de prensa y de algunos de los asistentes que dejan interrogantes sobre cómo funcionaron las comisiones, qué se acordó, qué ha quedado para debates posteriores y qué peso van a tener los acuerdos, teniendo en cuenta que cuando se sometieron a votación se habían marchado la mayoría de los participantes. Dicho lo cual, éstas son mis impresiones.

2. Uno de los datos más destacados por los organizadores es que el 40% de los participantes en la Asamblea no eran militantes de IU. Esto significaría un cambio muy considerable en la composición política del acto respecto al que tuvo lugar el pasado mes de noviembre (escribí también una crónica sobre él: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=2655) y reflejaría un avance en la extensión social del proceso de refundación. Sea.
Pero para poder valorar el camino recorrido harían falta datos más concretos que la proporción global. Por ejemplo, no se tienen noticias de los “Foros por la Refundación” que, al parecer, se están desarrollando en muchos lugares. Tampoco se sabe en qué medida la gente que se incorpora al proceso son ex-militantes de IU. Lo que sí se sabe es que entre las organizaciones sociales que asistieron o enviaron saludos faltan muchas entre las más significativas: por ejemplo, la gran mayoría de las que participaron en la reciente Cumbre Alternativa a la Presidencia española de la UE.
Los organizadores son conscientes de que les queda mucho camino por recorrer en este aspecto. No estoy seguro de que sean conscientes, máxime tras la euforia creada por la manifestación del domingo, de que este límite no es la expresión necesariamente de “recelos absurdos” (una expresión que Enrique de Santiago parece dedicar implícitamente a IA en una entrevista difundida por internet http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108850), sino a desacuerdos o faltas de credibilidad bien fundamentadas.
Dicho de otra manera: aceptando que la Asamblea ha significado un paso adelante en el proceso, puede significar también el final de una etapa de lo que podríamos llamar “extensión por afinidad” en los círculos de influencia tradicional de IU. La siguiente etapa, más allá de estos círculos, será mucho más complicada y exigente en términos políticos y organizativos.

3. Respecto a la asamblea de noviembre, me ha parecido que hay ahora una mayor insistencia en que la “refundación” no tiene objetivos electorales y no es solamente la “refundación de IU” (aunque éste sea el primer paso) sino un “procesos constituyente” de la izquierda alternativa y anticapitalista. No hay por qué dudar de que esas sean las intenciones de sus promotores y, además, creo que efectivamente éste es el contenido que le dan los militantes de IU que creen en el proyecto. Pero sigue habiendo ambigüedades muy importantes.
Por ejemplo, en la entrevista anteriormente citada, Enrique de Santiago se refiere así a las próximas etapas del proceso: “A partir de ahora, con las propuestas elaboradas por la Asamblea de Refundación, vamos a realizar en octubre de este año la Convención Programática de IU para las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011. Esta Convención trabajará las grandes líneas de los programas electorales (no el programa estratégico que hemos denominado NPP) de la izquierda alternativa ante la próxima cita electoral”.
No hace falta ser “receloso” para ver en esta mezcla el riesgo, al menos, de una instrumentalización electoral del proceso que serviría para que, a quienes sólo interesa de la “refundación” sus posible réditos electorales, se sientan “cómodos” en él. Volveré a referirme más adelante a la influencia que creo que están teniendo los compromisos internos entre las distintas corrientes de la dirección de IU en el contenido político de la “refundación”
Una cuestión más sobre el tema electoral. En varias ocasiones, y especialmente en el discurso de Cayo Lara, se destacó que IU no había emprendido el proceso, “simplemente para subir uno o dos puntos electorales". Una vez más, sea. Pero no me parece nada despreciables las consecuencias políticas de esos posibles, e incluso probables en algunos territorios, uno o dos puntos más en las próximas elecciones. Esa subida puede suponer la posibilidad de formar gobierno con el PSOE, por ejemplo, en Andalucía, o incluso en Madrid. Si llega a existir esa posibilidad, no veo actualmente ningún obstáculo político significativo en la dirección de IU para que se siga el camino de Catalunya o Asturies, de subalterneidad respecto a los respectivos PS, a cambio de un sillón, o un sillín, en los gobiernos respectivos. Y si se siguiera ese camino, todo el discurso sobre la alternativa al PSOE y el anticapitalismo se quedaría en pura retórica.

4. Aunque la “refundación” se presenta como un proceso abierto que está sólo iniciándose, hay que dar alguna importancia a los contenidos políticos iniciales. Veo en este sentido aspectos positivos, junto con otros que a mi parecer los debilitan o los contradicen. Empiezo por estos últimos.
Por ejemplo, en el discurso que abrió la asamblea Enrique de Santiago afirmó: “La crisis económica y la quiebra del modelo del Estado social es la consecuencia de los sucesivos incumplimientos de nuestro modelo constitucional. Treinta años después de aprobarse la Constitución, el pacto de la Transición ha sido incumplido por la oligarquía económica y por la derecha política”. (…) Y más adelante: “Optamos por defender y propugnar un nuevo marco constitucional (…). Optamos por un nuevo pacto constitucional que garantice el Estado social y de derecho”. Éste “nuevo marco constitucional”, sería “el marco para construir el socialismo del siglo XXI”.
Cuando escuché estas palabras en la asamblea pensé que las había entendido mal. Pero he comprobado en el video del discurso que esto fue lo que se dijo. Y francamente, esto es un embrollo en temas en los que, si algo es imprescindible, es claridad política.
No puede tomarse en serio, a estas alturas, que la Constitución del 78 defina un “modelo de Estado social”; ni la crisis económica, ni los ataques a los derechos sociales tienen nada que ver con “incumplimientos de nuestro modelo constitucional”; no puede reivindicarse desde un enfoque alternativo y anticapitalista, aunque sea implícitamente, el “pacto de la Transición”; ni puede entenderse la actual crisis institucional en torno al Estatut, porque otra no hay, como la consecuencia de un incumplimiento de ese “pacto” por “la oligarquía económica y por la derecha política”. En fin, no está nada claro en qué consistiría, ni quienes serían los actores de ese “nuevo pacto constitucional” del que debería salir, nada menos, que “el marco para construir el socialismo del siglo XXI”.
Las palabras de Enrique de Santiago refuerzan, en mala dirección, expresiones ya voluntariamente ambiguas que están en el Llamamiento a la izquierda que IU presentó ante la Asamblea –un texto que, por otra parte, tiene muchas ideas interesantes sobre las que estaría bien debatir si el texto llegara a cumplir una función importante en el proceso de IU y si hubiera ocasión para ello-. Por ejemplo esta curiosa expresión condicionada: “Debemos superar el sello y los límites de la Transición si estos son un obstáculo para una España socialmente justa, plenamente democrática, federal y republicana”. O este salto mortal entre un postulado general: “Pero cometeríamos un error estratégico si regalamos los derechos constitucionales al neoliberalismo…”, y la defensa del “modelo de Estado que hemos construido en los últimos 30 años”, etc.
Creo que se ven aquí las huellas de los consensos y compromisos internos entre quienes siguen defendiendo los postulados políticos tradicionales del PCE y de IU, que incluyen el pacto de la Transición y la Constitución del 78, y quienes quieren basar la “refundación” en una ruptura con esas políticas. Quizás también se busca sintonizar con el discurso político de CC OO y UGT, basado ahora en la defensa de lo que llaman “nuestro modelo social”. O encontrar un eco en supuestos sectores socialistas críticos de Zapatero. O se ha hecho una apresurada adaptación a la realidad española del programa de “Estado social” de Die Linke… O simplemente son formulaciones desafortunadas /1. Ya veremos.
En cualquier caso, estas ideas no contribuyen a dar consistencia a dos de las propuestas más interesantes que se hicieron en la asamblea, ambas en el discurso de Cayo Lara: el objetivo de luchar por la hegemonía en la izquierda y la propuesta de cambiar el sentido de las “transfusiones” militantes con el PSOE. Me explico.

5. Tengo la impresión de que el PSOE es un partido al que apenas le queda sustancia militante de izquierda. No veo en el panorama español signos de diferenciaciones significativas por la izquierda ni en la base, ni menos aún en el aparato político, similares, aunque sea remotamente, a las que existen en Alemania, Francia o Portugal. Pero la situación general, y la política presente y futura del gobierno Zapatero, podría dar lugar a que surgieran algunas corrientes de ese tipo, si no en el partido como tal, sí en sus entornos de influencia en medios sindicales, intelectuales, vecinales, etc.
En todo caso, estoy de acuerdo en plantear como objetivo para la izquierda anticapitalista construir una nueva hegemonía política y social, arrebatándosela a la “socialdemocracia”. Ésta sí que es una condición esencial para cualquier proyecto de “socialismo del siglo XXI” /2.
No cabe duda de que si bien IU es, a muchísima distancia, la organización política más fuerte de ámbito estatal a la izquierda del PSOE, no está en condiciones de disputarle la hegemonía en eso que los franceses llaman el “pueblo de izquierdas”.
Cuando los dirigentes de IU se refieren a sus carencias en este aspecto suelen utilizar la palabra “insuficiencia”, que parece indicar solamente una cuestión de relación de fuerzas. Creo que es un enfoque parcial y confuso. Lo que a mi parecer está lastrando el proceso de “refundación” no es fundamentalmente la relativa debilidad social y electoral de IU; es que no están nada claros los necesarios elementos de ruptura política y organizativa con la trayectoria de IU y, en cambio, están muy presentes elementos de continuidad que restan credibilidad al proceso.
IU se felicita por haber superado las guerras internas y reivindica, con razón, una “militancia reconfortante”. Pues muy bien. Pero el problema organizativo central en una organización militante no está en “llevarse bien”, sino en “llevarse bien” manteniendo debates serios, sin ocultar divergencias, haciendo críticas y autocríticas cuando es necesario y siendo conscientes de que una época como la nuestra, tan turbulenta y atravesada por problemas a los que tardaremos en encontrar respuestas políticas eficaces y coherentes, dará lugar sin ninguna duda a debates fuertes y complejos en la izquierda alternativa que hay que saber gestionar democráticamente, sin asfixiarlos con consensos de conveniencia en la dirección, basados en el reparto de zonas de influencia.
Por supuesto, éste es un desafío para todas las organizaciones políticas y sociales de la izquierda alternativa, no sólo para IU. Es además una condición necesaria para que pueda avanzar seriamente un proceso de convergencia entre organizaciones, culturas, tradiciones militantes, etc., diferentes. Yo no veo que estos problemas se valoren en IU.
Un ejemplo: los portavoces de ICV y EUiA, Hortensia Grau y Jordi Miralles, hicieron larguísimos discursos en la Asamblea que, me parece, fueron recibidos con más paciencia que acuerdo por la mayoría de los asistentes. Hubo al final eso que se llama "aplausos de cortesía". Se comentaba como un avance que hace unos meses estos portavoces habrían sido abroncados. Es mejor debatir sin broncas, está claro. Pero hay que debatir. Y supongo que los promotores de la “refundación” saben que la práctica de ICV o EUiA no tiene nada que ver con la política anticapitalista, pese a que Grau y Miralles en la Asamblea dieron un apoyo tan entusiasta a la “refundación” como a la política del tripartito catalán, sin la menor reserva crítica.
Parecería que el proceso de “refundación” vive en un mundo y la práctica de IU en otro. Quizás sea bueno para el clima interno, pero seguro que es malo para la convergencia anticapitalista.

6. Mi conclusión -provisional, porque lo que importa es seguir con atención el proceso- es que la “refundación” de IU ha recorrido un primer trecho, el más llano, pero no la veo en condiciones de avanzar significativamente en las “etapas de montaña” que empiezan ahora.
Es cierto que tiene bazas a su favor: el clima político en la izquierda favorece en término electorales y mediáticos a la única organización de ámbito estatal de la izquierda “alternativa” que tiene presencia institucional; los sindicatos mayoritarios parecen dispuestos a reforzar sus relaciones con IU y algunos de sus dirigentes, como el representante de IU en la Asamblea, Ramón Górriz, manifestó muy calurosamente su identificación con la “refundación”; la removilización interna favorece que tengan una mayor visibilidad en la calle… Y, sobre todo, IU ha conseguido aparecer como la organización de la izquierda política que está por la “convergencia”, lo cual tiene un valor político muy grande y probablemente creciente. Pero éste es un valor dinámico y frágil, que se puede adquirir y se puede perder. Eso es lo que está en juego para todas las organizaciones de la izquierda “alternativa” en esta etapa.
Enrique de Santiago terminó su discurso metiendo presión: “Se nos agota el tiempo”, dijo. No sé si la advertencia está dirigida hacia adentro; en ese caso, quizás sea oportuna. Pero si está dirigida hacia la izquierda social y política que no participa en la “refundación”, creo que, afortunadamente, se equivoca. Teniendo en cuenta lo lejos que estamos, y lo lejos que está el proceso de IU, de una convergencia anticapitalista, mal iríamos si no nos quedara tiempo.
Estuvo más acertada en el manejo de los tiempos, creo yo, una compañera del equipo impulsor de la “refundación”, que recordó un verso de himno nacional gallego: “Os tempos son chegados”. Efectivamente, los tiempos de las convergencias, los debates y las políticas unitarias anticapitalistas han llegado. Pero la meta sigue estando lejos y no llegará mejor el que ahora vaya más deprisa.

4/7/2009

Miguel Romero es editor de VIENTO SUR

1/ Hay otras. Por ejemplo, Armando Fernández Steinko, Rosa Regás y Enrique de Santiago firmaron una tribuna en Público el día de la Asamblea con el título: “Refundar la sociedad”.
Es una buena fórmula pedagógica presentar al anticapitalismo como una defensa de la “sociedad” frente al “mercado”. Y puede ser una idea interesante, aunque muy compleja de poner en práctica, la propuesta de Cayo Lara de organizar unos “Estados Generales de la sociedad frente al capitalismo financiero y las grandes empresas”. Pero a los autores de la tribuna se les ha ido la mano con el multiusos de las “refundaciones”.

2/ Por cierto, la crítica a la política del PSOE ha originado una extraña polémica. Samir Amin, que formó parte de la presidencia del acto, incluyó en su discurso una fórmula mitinera: habría un “partido único” del gran capital, que tendría dos caras, la derecha conservadora y los partidos socialistas. La expresión fue recibida con una gran ovación y fue retomada por otros oradores.
El poeta Luis García Montero, también en la mesa de la presidencia de la Asamblea -y que en su discurso tuvo a bien afirmar que Negrín había sido “el mejor presidente del gobierno de la historia de España” (sic)-, ha creído conveniente inventarse un debate inexistente, en un tosco artículo:“Socialfascistas y
extremistas”

http://blogs.publico.es/luis-garcia-montero/20/socialfascistas-y-extremistas/, dirigido a tranquilizar a no se sabe bien quien, que parece dirigido a polemizar, sin aludirla expresamente, con la fórmula de Samir Amin.
Nadie está utilizando ahora, afortunadamente, el vocablo estalinista “socialfascista” que tiene una historia siniestra. Pero, aunque no haya que tomarla como un concepto de ciencia política, hay mucha verdad en la expresión de Samir Amin.

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