¿Qué futuro queremos construir tras los atentados y la manifestación del día 11?

Catherine Samary

Por el momento quienes han salido ganando son François Hollande y el Front National (FN): el primero, controlando magistralmente el rechazo popular de los
atentados para legitimar una respuesta represiva islamófoba "en defensa de las libertades" (el ambiente "bélico" y de "grandeza nacional" para asfixiar la
critica a la política social e internacional desarrolladas). Es obvio que, afortunadamente, esta movilización popular [la del 11 de enero] no se puede
reducir al cortejo de cabeza [compuesto por los jefes de gobierno]. Pero al mismo tiempo no se puede minimizar la función de esta vasta comunión
globalizada en la lucha contra "el terrorismo" que permite que la popularidad de François Hollande suba en las encuestas.

Desgraciadamente las guerras de "civilización" no son criticadas más que por una minoría a la "izquierda de la izquierda [gubernamental]" y, a menudo, de
forma un tanto problemática: teoría del complot, lógica "campista" en un mundo multipolar en el que el antiimperialismo occidental no se puede reducir a
ser progresista y donde la lucha contra las corrientes tipo Estado Islámico o Al-Qaeda no es simple. El giro editorial de Charlie Hebdo, tanto en
lo que respecta a las caricaturas como al apoyo de las guerras de la OTAN/1 da testimonio de ese contexto ideológico. Si en la izquierda
existe una creciente toma de conciencia de un real cáncer islamófobo -que va desde Zemmour/2 hasta plantearse la expulsión de las y los
musulmanes-, esta toma de conciencia llega con retraso, sobre todo en el seno de la izquierda radical, fruto de la percepción inicial de que la visibilidad
que adquiría el islam en Francia era expresión de una ofensiva reaccionaria que amenazaba la laicidad y los derechos de las mujeres. Y, por ello,
promulgaba "luchar a la vez contra la islamofobia y contra todos los integrismos".

Me opuse a ello afirmando que se pretendía combatir los integrismos vaciando las escuelas públicas de jóvenes con pañuelo, confundiendo laicismo con
invisibilidad de la religión y dando un contenido esencialista a llevar velo y al islam, cuando lo que hace falta es analizar las causas que llevan a los
hijos de la nación a actos terroristas reivindicándose del Islam. En este sentido comparto totalmente el punto de vista de Julien Salingue /3 o de la IJAN (Red Internacional de judíos antisionistas).

La irrupción del islam en las cuestiones sociales y políticas en una Francia que había "arreglado cuentas" con la dominación de la Iglesia, ha desarmado a
la izquierda y ha producido un cambio en el chip del FN, que acaba de descubrir una gran solidaridad hacia las mujeres, incluso judías, contra la
"invasión musulmana". Algo que, además, ha sido elogiado por algunos notorios intelectuales a partir de su "defensa intransigente" del laicismo. Su
progresión política [del FN] no es independiente de la explotación de "temas progresistas" que permite hacer aceptable su xenofobia y dar respuestas
"simples" a la crisis: la invasión musulmana amenaza nuestras "libertades", "nuestros" empleos y "nuestra" seguridad social, al mismo tiempo que destruye
"nuestra identidad nacional", al igual que lo hace el euro. La operación de Hollande del 11 de enero ha convertido al FN en la víctima de una incoherente
"Unión Nacional", ya que no tenía ningún argumento para rechazarle. De ese modo, el FN desertó del las calles de París hacia otras partes, para dar una
mejor visibilidad a su objetivo: "la invasión musulmana" de Francia y de Europa.

En ese contexto, como bien señala el texto de la UJFP [Unión Judía Francesa por la Paz], "La cuestión no está en ser o no ser Charlie". Por eso,
esa "consigna" no puede unir el frente a construir y, menos aún, hacerlo en la medida que se ha convertido, en nombre de la defensa "libertad de
expresión", en una "imposición": los niños de las escuelas reticentes a ese slogan han sido fichados como potenciales terroristas. Los días posteriores a
los atentados, el miedo se apoderó de las y los musulmanes. Porque los terroristas eran musulmanes. Y porque el Charlie que se homenajeaba se
había cebado con su religión, caricaturizando a su profeta como terrorista. Al día siguientes de los atentados, un dibujo resumió bien, con humor, "su
significado": un fuerte puñetazo de Astérix el Galo (¿encarnando a Francia?) enviaba al cielo (¿al cielo?) a un personaje al que no se le veían más que los
pies y cuya identidad se podía adivinar… por sus babuchas.

Ese racismo forma parte de una transformación más amplia de la sociedad francesa. La precarización del asalariado (al mismo tiempo que su feminización
masiva) y la externalización de múltiples actividades por parte de las grandes empresas en este capitalismo globalizado se combinan con las migraciones que
revierten los "modelos·" de integración heredados de la fase de crecimiento. La crisis de los años 1970 y la llamada contrarevolución "neoliberal" hacen
emerger "nuevos proletarios" que el "movimiento obrero" clásico no defiende. El sexismo y el racismo refuerzan las diferencias, las dificultades y las
fuentes de división y de opresión que van con ellas. La Francia postcolonial, dotada de una fuerte tradición "unitarista" jacobina, se ha visto confrontado
al reagrupamiento familiar de familias inmigradas del Magreb a cuyos descendientes se les describe de por vida como "provenientes de la inmigración". El
"universalismo" abstracto se ve socavado por las desigualdades reales que se querían contrarrestar con medidas sobre la paridad. La Marcha por la Igualdad /4 respondía a otras desigualdades. Si las mujeres conquistaron el derecho a un movimiento autónomo, la voz de los trabajadores
inmigrantes fue confiscada por SOS Racismo/5.

Ahora bien, la aspiración de las personas concernidas para hablar en nombre propio se expresa por todas partes y constituye un activo importante para
cualquier proyecto emancipador. Esto implica cambios en la actividad antiracista que suscitan tensiones de la misma importancia que los producidos por la
emergencia y la autoorganización del movimiento de mujeres (y de los homosexuales) en el seno de las organizaciones de izquierda. La cuestión del Islam
afecta a todo. El problema esta en poder hacer frente al fanatismo religioso con la gente creyente, que también son sus víctimas y que deben encontrar en
el laicismo la protección de su fe y no un arsenal de leyes islamófobas.

26/01/2015

Traducción: VIENTO SUR

http://blogs.mediapart.fr/blog/catherine-samary/260115/quel-apres-7-11-janvier-allons-nous-construire

Notas

1/
Según el Observatorio de medios de comunicación Acrimed (http://www.acrimed.org/article2960.html#nh18) la posición de Charlie Hebdo sobre los temas internacionales importantes fue poco a poco situándose del lado de las posiciones dominantes. Mientras que en los
años 70, Cabu se rebelaba "contra todas las guerras" en 1999, sostuvo, junto al resto del equipo de Charlie Hebdo, con excepción de Siné
et Charb, la intervención de la OTAN en Kosovo. En el n°361 de Charlie Hebdo (19/05/1999), en lugar de la crónica de Charb, un texto de Riss (que
normalmente no escribía) incluso ¡tachó a los pacifistas de colaboracionistas! Igualmente, en torno al Tratado Constitucional de la UE, si bien hubo voces
discordantes, su director Philippe Val desarrolló una vehemente campaña contra los partidarios del "no" en el referéndum caricaturizándolos (Ndt).

2/
Eric Zemmour, periodista y escritor declaradamente islamófobo (Ndt).

3/
Ver "Tueries à Charlie Hebdo et porte de Vincennes : ne pas s"interdire de réfléchir, agir pour ne pas subir" en

http://quefaire.lautre.net/spip.php?page=article&id_article=253

, artículo que será publicado en el nº 138 de VIENTO SUR (Ndt).

4/
La Marcha por la igualdad, fue una marcha antirracista que se llevó a cabo en Francia desde el 15 de octubre al 3 de diciembre de 1983, tras una escalada
represiva en la que resultó herido el joven presidente de la asociación SOS Racisme, Toumi Djaïdja. Fue la primera movilización nacional de ese tipo. La
Marcha, que concluyó en Paris con una manifestación de 100 000 personas, fue recibida por François Mitterand, que prometió responder a las demandas de la
movilización. Una promesa que se fue diluyendo con el tiempo (Ndt)

5/
Tras la marcha de 1983, en 1984 hubo otra en motocicleta, pero el movimiento fue perdiendo fuerza y finalmente fue fagocitado por el Partido Socialista
francés (Ndt).


¿Qué unidad tras los atentados?

IJAN France - Red Internacional de Judíos Antisionistas (Francia)

Los hechos

Una serie de crímenes cometidos por terroristas islamistas que se reclaman de Al-Qaeda. El ataque contra la sede de Charlie Hebdo provocando doce
muertos, el asesinato de un agente de policía municipal de Paris y la toma de rehenes en una carnicería judía matando a cuatro de ellos.

La emoción ha sido enorme. ¿Como no lo iba a ser ante una violencia tan imprevista, tan radical y tan alejada de los territorios en los que esa forma de
violencia se vive diariamente?

Pero también el miedo: el miedo de las y los musulmanes que de inmediato sintieron que que se les iba a reprobar su pertenencia al Islam y/o que iban a ser
llamados a desmarcarse públicamente [de los atentados]. Miedo también de los Judíos ante el asesinato de los trabajadores y clientes de la carnicería por
ser judíos o porque podían serlo.

Han florecido por doquier fórmulas "simpáticas"; la más extendida, "Yo soy Charlie". Esto se ha traducido en numerosas manifestaciones de apoyo; entre
ellas, la del domingo 11 de enero organizada por el presidente de la República francesa. Una manifestación y presentada, en principio, como una
manifestación de unidad nacional y que reunió a numerosos jefes de gobierno.

En este texto queremos realizar un primer análisis de lo que pasó y de las reacciones que vinieron a continuación.

Los autores de los atentados

Los atentados fueron cometidos por jóvenes franceses encuadrados en lo que se llama movimiento islamista; una nebulosa difícil de delimitar a menudo y que
puede conducir a amalgamas. Por ello, para evitarlas, es necesario precisar de qué se habla.

Los autores de los atentados se reclaman de Al-Qaeda y, en concreto, de su rama yemení. Esto requiere analizar estos movimientos que se definen como
radicales o "yihadistas" y que nos remiten a lo que se llama en árabe los takfiris: grupos que se reclaman de un islam intransigente opuesto a todo
contacto con quien no comparta su concepción. Hoy en día se puede considerar como takfiris al movimiento Al-Qaeda y al grupo disidente Daesh (acrónimo
árabe del Estado islámico), que hace estragos en Irak y Siria, donde, reproduciendo el Califato, ha proclamado un casi-Estado. El objetivo del Estado
islámico es imponer su concepción del islam a la población de las regiones que ocupa, y comienza por eliminar, incluso masacrándolos, a quienes, musulmanes
o no, no aceptan su autoridad. Si bien estos grupos (Al-Qaeda y Estado islámico) han cometido estos atentados en Occidente, es preciso recordar que la
mayoría de sus víctimas son musulmanas, porque su primer objetivo es el de establecerse en los países musulmanes. Pero de esto apenas se habla; sólo se
pone el acento en las víctimas occidentales, lo que en cierta manera encierra un determinado tipo de racismo.

La bestia inmunda de la islamofobia

Atentados como estos en un país como Francia, donde habitan numerosos musulmanes, tiene un primer efecto: fomenta la confusión [identificación] entre la
población musulmana y estos grupos, lo que sin duda constituye también uno de los objetivos de los atentados. Esto nos obliga a luchar contra esa confusión
recordando, por una parte, que el Islam no es un bloque monolítico, que está atravesado por numerosas corrientes y que las llamadas corrientes radicales no
representan más que una fracción minoritaria del conjunto de las y los musulmanes. Hay que combatir la islamofobia que tiende a reducir el Islam a las
corrientes más radicales y a presentar el conjunto de los musulmanes como enemigos.

Pero, por otra parte, ese combate contra la islamofobia debe evitar caer en la trampa consistente en decir que estas corrientes radicales no son
musulmanas. Si bien no son todo el Islam, se trata de una corriente del Islam y eso no se puede negar. Incluso si esas corrientes resultan más que
antipáticas a los ojos de los musulmanes que no admiten esta concepción autoritaria del Islam. Otra trampa consiste en considerar que estos movimientos han
sido creado por el imperialismo occidental con el objetivo de desestabilizar los países árabes y musulmanes; se trata de un punto de vista simplista. Esas
corrientes han existido a lo largo de la historia (por ejemplo, basta leer a Ibn Khaldoun/1) y las corrientes actuales se inscriben en
esta vieja tradición.

Así pues tiene interés recordar que el Islam, como cualquier ideología universalista, es múltiple.

Más importante es el problema del reclutamiento por esas corrientes radicales de jóvenes en los países occidentales; bien se trate de jóvenes de familias
musulmanas, como los autores de los atentados del día 7 y 8 de enero y de la toma de rehenes del 9 de enero, o bien de jóvenes convertidos. Los motivos y
el camino emprendido por estos jóvenes plantea cuestiones que es necesario analizar, y que van más allá de las explicaciones que han circulado sobre su
adoctrinamiento en la cárceles o el terreno abonado del racismo y de las discriminaciones que no constituyen mas que una parte de los mecanismos de su
adscripción.

La lucha contra la islamofobia constituye hoy en día una prioridad en Francia (y en otros países); los musulmanes se han convertidos en los chivos
expiatorios de unas sociedades que han elegido importar la confrontación con fuerzas del islamismo radical yihadista que orquestan en África y en el
Próximo y Medio Oriente. Desde el 11-S americano, EE UU y sus alados, entre ellos Francia, se plantearon como objetivo luchar contra el islamismo radical,
pero en esta lucha han mezclado muchas cosas/2. De hecho, han atacado a quienes consideran sus enemigos, como fue el caso de Irak, estado
a la vez laico y dictatorial. Y al mismo tiempo que denuncian a Irán, que si bien es una república islámica no se sitúa en la esfera de influencia del
islamismo radical, en Oriente Medio apoyan a Estados que practican un Islam autoritario, como Arabia Saudí y los Estados del Golfo, y que mantienen
relaciones complejas con los movimientos islamistas radicales.

En este contexto, en el que la islamofobia va menos dirigida contra el islamismo radical que contra los musulmanes de los países europeos; la
identificación [del Islam] con el islamismo radical aparece de ese modo como una forma de legitimación de la islamofobia. Es esta identificación la que,
ahora mismo, lleva a exigir a los musulmanes de Francia que se posicionen contra los atentados de estos últimos días, como si ellos tuvieran alguna
responsabilidad. Es esta identificación, también, la que lleva a algunos a atacar a los lugares de culto musulmanes como si esas acciones fueran una
respuesta a esos atentados. El apoyo al sionismo de conquista y las acciones interesadas en Oriente Próximo se camuflan mediante el discurso islamófobo que
alimenta la amalgama islam=yihadismo y atenaza a la sociedad francesa desintegrando los lazos sociales en el seno de las clases populares.

40 años de opresión de las minorías pobres de origen extranjero en los suburbios

Esto trágicos acontecimiento deben llevar a la sociedad francesa a quebrar la lógica que hace que unos jóvenes se dediquen a asesinar a sus conciudadanos.
Quienes se manifiestan contra la guerra y contra las masacres [en Gaza] se exponen al desprecio cuando se les acusa de antisemitismo y de ser
alborotadores. También se les menosprecia a nivel internacional donde prevalece el derecho del más fuerte y donde algunos [países y/o mandatarios] están
por encima de la ley. Y, también, al desprecio agresivo contra su religión y su origen.

Publicando las caricaturas contra el Islam, Charlie Hebdo no entendía el riesgo de identificar la crítica del Islam con el ataque contra los
musulmanes. La defensa de la libertad de expresión no debería llevar a compartir todo lo que ha publicado Charlie Hebdo, que es el objetivo del
eslogan "Yo soy Charlie".

De la emoción popular a la organización oficial de la emoción

Tres atentados en tres días, diecisiete muertos; es mucho y se comprende la emoción que le ha acompañado y que nosotros compartimos. Pero toda emoción debe
ser controlada; solo ese control permite comprender las razones que han podido conducir a semejante masacre. Reconociendo siempre lo fundamental de la
emoción, se podía haber esperado de las autoridades francesas una actitud que permitiera ir más allá de la primera emoción y abriera el camino para
comprender lo que había ocurrido. Sin embargo, lo que ha pasado ha sido todo lo contrario. El presidente de la República comprendió bien el provecho que
podía sacar de esta emoción y, tras las manifestaciones espontáneas que se dieron tras conocerse las primeras masacres, François Hollande convocó, en
nombre de la unidad nacional, una manifestación casi oficial para el 11 de enero. Y para darle un mayor alcance, le dio una dimensión internacional. No se
trataba de la nación que manifestaba su emoción ante la masacre, sino la organización oficial de la emoción por el Estado.

Así, el politicastro elegido por los Franceses para desembarazarse del politicastro que le precedió [Sarkozy], comprendió que cuando no se sabe dirigir a
un país, lo que se hace es practicar la comunicación, en el sentido publicitario del término. El cálculo era que los crímenes cometidos por los yihadistas
podían tener, como primer efecto, la revalorización de la figura de François Hollande.

Los dirigentes israelíes que tuvieron la caradura de venir a la marcha en nombre de la libertad de expresión y del rechazo al "terrorismo" llegaron al no
va más de la obscenidad en la sinagoga de la Victoria tras la marcha del domingo 11 de enero. En tanto que judíos antisionistas queremos denunciar esa
mascarada. Esa operación de mutuo provecho entre Hollande y Netanyahu permitió a este último afirmarse como jefe de los judíos de Israel y también de los
judíos de Francia y tratar de reforzar el mito sionista de la centralidad de Israel para los judíos. Los autoproclamados defensores de la libertad de
expresión, que habían prohibido y criminalizado como antisemitas algunas de las manifestaciones en solidaridad con Gaza, son bomberos pirómanos: excluyen,
reprimen y amalgaman. Cavan fosas interiores y exteriores. Todo esto sirve también para camuflar las políticas liberales que arrojan cada día cada vez más
a las clases populares a la precariedad.

Hacia la guerra de civilizaciones

¿Se puede hablar hoy de guerra de civilizaciones como les gusta a algunos? Esta noción, puramente ideológica, puede convertirse sin embargo en una realidad
si los aprendices de brujo hacen lo necesario para que exista. Y entre esos aprendices de brujo, citaremos dos enemigos: de una parte, el imperialismo
occidental preocupado por conservar su hegemonía en el mundo y, de otra, los movimiento que se reclaman del Islam con el objetivo, quizá menos ambicioso,
de imponer su visión del Islam en los países musulmanes. Estos dos enemigos tienen un punto en común: el desprecio por los seres humanos y el desprecio por
la vida.

IJAN-France. International Jewish Antizionist Network – Red internacional de Judíos Antisionistas

16/01/2015

Traducción: VIENTO SUR

http://www.ujfp.org/spip.php?article3777

Notas

1/
Filósofo e historiador árabe del siglo XIV

2/
Lo que se denomina islamismo es una nebulosa bastante completa en la que no se pueden confundir las distintas corrientes. Nos remitimos a libre de Olivier
Roy Le croissant et le chaos, "TAPAGE", Hachette, 2007.

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