En las elecciones autonómicas del 2015 Podem Illes Balears si hizo con 63 000 votos, el 14,7 %. En las Generales del 2016 este apoyo se incrementó hasta los 117 000 (25.38 %), convirtiéndose en la segunda fuerza política del archipiélago.

De acuerdo a los datos proporcionados por el CIS, puede decirse que el partido morado es una formación que tiene mayor aceptación entre la población joven, entre la que tiene estudios superiores y la que reside en grandes ciudades. Sin embargo, en las Islas existe otro elemento diferenciador entre los simpatizantes del partido morado: el lugar de origen.

De los 13 representantes elegidos por esta formación en las elecciones autonómicas y generales, 10 han nacido fuera de las Islas, siendo la mayoría de ellos peninsulares que aterrizaron en Baleares después del año 2000 (10/13).

No hay que ser muy listo para ver que, por lo menos entre los máximos cargos, hay un grandísimo sesgo. Actualmente, en Baleares 250 000 personas son originarias de otras Comunidades Autónomas (22 %). Entre los máximos cargos de Podem Illes Balears este número se eleva hasta el 76 %.

La preponderancia en Podem Illes Balears de políticos nacidos en otras regiones de España, de por sí, no es ni bueno ni malo, sino sintomático. Así, podría ser posible –y es una idea que aquí solo me atrevo a exponer como una hipótesis– que la mayoría de los dirigentes del partido de Pablo Iglesias, al llegar a Baleares a principios del siglo XXI, no se sintiesen atraídos por ninguno de los espacios políticos preexistentes. Unos espacios que a mi parecer ya disponían de dinámicas y características propias, poco permeables a nuevas influencias. De esta forma una parte de la inmigración peninsular no se debió sentir identificada ni con la derecha, ni con de los grupos dirigentes del PSIB-PSOE, ni con Esquerra Unida de les Illes Balears (IU). Tampoco debieron ver interesante el espacio que ocupa el nacionalismo progresista representado por el PSM (reconvertido en MÉS el 2013). Sería posible, entonces, que una buena parte de la población inmigrada durante los años 2000 no tuviese, incluso antes del 15M, un espacio político en el que sentirse plenamente cómodo.

Sea como sea, la incorporación de nuevas sensibilidades y puntos de vista a la política isleña es enriquecedora. Especialmente en un territorio dónde la derecha utiliza recurrentemente el debate identitario para marcar su espacio electoral. Recordemos que el anterior presidente del Govern Balear, José Ramón Bauzá (2011-2015) se caracterizó por fomentar el conflicto entorno a la lengua. La Ley de Símbolos, la Ley de Función Pública o el Decreto de trilingüismo (TIL) no hicieron más que movilizar a buena parte de la población, que consideró estas medidas como ataques directos a los derechos de los catalanoparlantes. Un ejemplo, en setiembre del 2013 más de 100 000 ciudadanos marchó por las calles de las islas contra el TIL.

Que los representantes de Podem Illes Balears, hablen en catalán aunque no hayan nacido en las Islas, no es una novedad. No son los primeros castellanoparlantes que hacen suya la lengua propia de las islas. Hay que reconocer en este campo el buen trabajo realizado tanto por las fuerzas progresistas (IU, PSOE, PSM) como por el tejido asociativo (OCB, CCOO, UGT, AAVV…). Gracias a esto, el españolismo recalcitrante de la FAES no ha sido capaz de acabar con el sentido común de buena parte de los isleños, que indistintamente de su lugar de origen, ven la lengua propia de baleares como un elemento que nos enriquece como sociedad. Un patrimonio cultural a proteger y potenciar.

Sin embargo, la novedad de Podem reside en el hecho de que un partido con tantos votos y tantos cargos nacidos fuera de las islas defiende vehementemente el derecho a decidir de los pueblos, la normalización lingüística y la protección de la cultura propia sin ser nacionalista. La inmigración peninsular en Baleares encuadrada en la formación morada muestra que hay otra España que se desvela, más plural y respetuosa con la diferencia que la del PP-PSOE. Creo que esto hace mucho por la cohesión de un país complejo como las Islas, dónde el foraster (peninsular, castellanoparlante) se ha visto demasiadas veces como un elemento exógeno. Con todo esto, no puedo dejar de pensar en Paco Candel y su libro Els altres catalans (1965). Este periodista, militante del PSUC, retrató a la inmigración peninsular llegada a Barcelona en los años 60. Reivindicaba así una identidad mestiza y compleja. Puede que Catalunya tuviese a Candel y al PSUC, y que nosotros hoy, en Baleares, tengamos a Podem.

207=7/2017

Noan Pau Jordà, Dr. en Demografía, investigador de la Universidad de Lisboa y del Centre d"Estudis Demogràfics de la UAB (Barcelona).

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