Este martes 28 de marzo, las manifestaciones han vuelto a ser multitudinarias, aunque en descenso respecto a las anteriores. Es el signo de un movimiento al que le faltan perspectivas, pero que conserva la capacidad para ganar.

Con dos millones de participantes según las organizaciones, 740.000 según la policía, está a la cabeza de las cifras de este movimiento, y por encima de las otras grandes movilizaciones sociales de las últimas décadas. 450.000 en París, 80.000 en Burdeos, 150.000 en Toulouse, 60.000 en Nantes, 8.000 en Bourges, 400 en Lamballe, 15.000 en Perpiñán, 15.000 en Toulon, 15.000 en Tarbes, 15.000 en Puy-en-Velay[1], se trata de cifras impresionantes. Y todo ello en un contexto muy complicado: la manifestación fue convocada en un plazo muy corto para muchos sectores, en particular para el sector privado y la Educación nacional, donde lleva tiempo convencer y poner las cosas en marcha; el congreso de la CGT sustrae de la movilización a un gran número de militantes; la represión ha alcanzado nuevas cotas, provoca indignación pero también miedo.

Impresiona, además, la cantidad de acciones de bloqueo: depositando contenedores de basura en la subprefectura de Guigamp, bloqueos de carreteras, construcción de un muro frente al taller de la portavoz local de Renaissance en Lille, invasiones del aeropuerto de Biarritz, manifestaciones espontáneas antes de grandes manifestaciones, o incluso invasiones de vías en la Estación de Lyon o en Miramas, por ejemplo.

Y también la incorporación, lenta pero decidida, de la juventud en el movimiento. Con asambleas generales (AG) que poco a poco empiezan a masificarse, con 250 personas en Paris Diderot por ejemplo. En conjunto, 500 institutos habrían estado bloqueados, se formaron cortejos de jóvenes desde escuelas, pequeñas sedes universitarias, etc.

El movimiento sin una perspectiva clara
La dirección de la CFDT busca una salida, un compromiso con el poder, simbolizado por la propuesta de mediación también retomada por el secretario general de la CGT Philippe Martinez, que parece costarle muy caro a la dirección de la CGT en su congreso. Sin embargo, no se debe dejar de lado el hecho de que, en la CFDT, los militantes de base y los y las responsables intermedios están muy involucrados en la movilización y no quieren abandonar el movimiento.

La huelga reconductible  de masas no llegó a concretarse alrededor del 7, 8 y 9 de marzo para desbordar el calendario sindical. Esto no quiere decir que esta perspectiva ya no sea válida, sino que a corto plazo puede que ya no exista. Los sectores en huelga reconductible también tienen dificultades para mantener su huelga, con cajas de resistencia que empiezan a reducirse y cada vez menos huelguistas . Sin embargo, estas huelgas permiten mantener una agitación diaria que es esencial para el movimiento.

La juventud tarda en convertirse en una fuerza impulsora. Sin embargo, su participación masiva en las manifestaciones del 28 de marzo (500 institutos bloqueados, cien sedes universitarias bloqueadas o al menos muy perturbadas) es un importante punto de apoyo para una aceleración del movimiento en la juventud. Se verá en los próximos días si las asambleas generales y las acciones son masivas y permiten dar un segundo aliento al movimiento.

Finalmente, la represión ha alcanzado un nuevo umbral, con las graves heridas infligidas a los manifestantes en las manifestaciones por las pensiones, pero también en Sainte-Soline contra las megapresas. Si la revuelta democrática no compensa las amenazas, la represión constituye un freno para la movilización, frena la participación en las manifestaciones, en las acciones de bloqueo y en los piquetes de huelga.

Por no hablar del congreso de la CGT, cuyo desenlace es incierto y cuyos elementos de crisis superan por el momento a los elementos dinámicos: ninguno de los sectores que chocan en el congreso tiene solución para el movimiento, la dirección en torno a Martínez [dirección saliente] favorece el acuerdo con la CFDT, que juega un papel positivo en el movimiento pero del que también habría que emanciparse para construir la huelga general, mientras que los opositores, más combativos en muchos puntos, están por el momento demasiado influidos por una línea identitaria que podría romper el vínculo con los otros sindicatos y podría llevar al final del movimiento en poco tiempo. Además, no necesariamente tienen los medios para una política más radical en la base, porque las dificultades objetivas son difíciles de eludir. Una salida por arriba, que combine propuestas unitarias y construcción ofensiva de la huelga general, no está por el momento al orden del día, aunque las cosas pueden cambiar en el congreso,

Entonces, ¿cómo ganar?
No hay una solución sencilla. Una cosa es cierta, no basta con convocar a una huelga general para denunciar a las direcciones sindicales. Luchar por la huelga general, sí, muestra una perspectiva justa, pero hacerlo de manera sectaria juega un papel negativo, negando las dificultades del movimiento y creando rupturas en su seno. Esta es la política seguida por Révolution permanente, intentando desgajar un ala más combativa, aislándola de las masas.

La batalla por la huelga general es una lucha en la que debemos proponer qué hace avanzar el movimiento tal cual es, teniendo en cuenta la conciencia de clase en su estado actual, no como nos gustaría. Hoy tenemos algunas certezas y puntos de apoyo que hay que reforzar:

  • Mantenemos siempre la posición de construir la huelga, reconductible siempre que sea posible, al menos semanalmente, para mantener la unidad más amplia, entre las direcciones de las organizaciones, pero también y sobre todo entre las diferentes capas de la movilización, los diferentes niveles de combatividad y de posibilidad de acción.
  • Mantenemos la batalla por la autoorganización, a pesar de las grandes dificultades. Todas las AG, las coordinaciones, si no pretenden ser más representativas de lo que son, pueden jugar un papel positivo discutiendo políticamente el movimiento y proponiendo y organizando acciones.
  • Estimulamos una visión política del movimiento. Amplias masas, especialmente en la juventud, ven esta lucha como una lucha democrática además de social y reivindicativa. Esta visión fortalece el movimiento, con la consideración de las reivindicaciones sectoriales, de las mujeres, sobre los salarios, los servicios públicos, el seguro de desempleo, la ley Darmanin [proyecto de ley de asilo e inmigración, ndt] la transición ecológica, las cuencas. Y, de fondo, una lucha contra el poder de Macron, su policía, la patronal.
  • Esta batalla política también requiere herramientas políticas para aumentar la relación de fuerzas para el mundo del trabajo. La lucha es contra Macron, pero no confiamos en el Consejo Constitucional (CC) para dar soluciones y combatimos cualquier tentación de sumarnos a RN [extrema derecha]. Son falsos amigos, verdaderos adversarios. Todo dependerá de la relación de fuerzas. Una posible censura por parte del CC daría una salida institucional a la crisis sobre la base de una relación de fuerzas ganadora para el movimiento, pero no salvará a un movimiento en dificultades. Y además, la extrema derecha, que ahora ataca los cortejos o las ocupaciones, o que actúa a través de la policía en manifestaciones y en Sainte-Soline, es una enemiga declarada del movimiento, a la que debemos darnos las formas de responder.
  • La crisis política es aguda, gane o no el movimiento. Ante esta crisis, adelantamos como solución la instauración de un gobierno de los y las explotados/as y oprimidos/as, basado en la movilización, que reúna a todas las organizaciones del movimiento obrero. Ante el escándalo democrático de la represión policial, del 49.3 [norma constitucional que permite al gobierno aprobar una ley sin pasarla por el Parlamento, ndt], proponemos el fin de la Quinta República y una asamblea constituyente.

¿Y mañana?
Desde todos estos puntos de vista, la fecha del 6 de abril no es mala en sí misma. O bien puede ser un entierro del movimiento, si no es parte de una dinámica o, por el contrario, permitir construir una nueva movilización enorme, dando tiempo para involucrar a los sectores menos militantes. Pero, para eso, es necesario ritmar, desbordar el calendario intersindical, con acciones que no aíslan, sino que por el contrario amplían el movimiento: como el bloqueo del Louvre. Como podría ser un día de bloqueos de las rutas de transporte (estaciones, autopistas, puertos, etc.). O una manifestación nacional en París sobre el tema “¡Macron, venimos a buscarte en tu casa!”.

Los bloqueos deben colocarse en la perspectiva de construir la huelga, que sigue siendo la mejor manera de bloquear. Los bloqueos pueden servir para demostrar que estamos en todas partes, que hacemos funcionar todos los engranajes de la sociedad y que podemos pararla, con una huelga general, una huelga general para cambiarlo todo.

Sobre todo porque el proceso político de este movimiento no ha terminado: entre la violencia policial en Sainte-Soline, el escandaloso proceso para prohibir al colectivo Les Soulevements de la Terre [convocante a la manifestación contra las megapresas], la cancelación de la visita del Rey de Inglaterra, el congreso de la CGT, casi todos los días trae un nuevo choque. Esto muestra la inestabilidad de la situación, de los posibles que abre. La decisión del Consejo Constitucional del 14 de abril puede ser uno de estos momentos, o una nueva provocación de Macron, Darmanin o Borne. También, uno de los papeles de los activistas políticos es hacer el enlace entre todos los eventos para acelerar la maduración y la toma de conciencia. Sin izquierdismo, sin gritar “estamos decididos y somos revolucionarios” en cada esquina, pero con la preocupación de involucrar a las masas en la acción política.

https://lanticapitaliste.org/actualite/politique/retraites-une-semaine-de-bazar-pour-aller-vers-la-victoire

29/3/2023

Traducción: viento sur

Notas:

[1] Para poder comparar con las cifras históricas del 23 de marzo: 800.000 en París, 110.000 en Burdeos, 150.000 en Toulouse, 80.000 en Nantes, 8.000 en Bourges, 15.000 en Angoulême, 1.000 en Lamballe, 20.000 en Perpignan, 30.000 en Toulon, 24.000 en Tarbes, 15.000 en Puy-en-Velay…

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