La manifestación del 5 de abril en Iruñea se está convirtiendo en una cita imprescindible para las defensoras y defensores de los derechos de las mujeres. El movimiento feminista de Euskal Herria toca a rebato. Ya han empezado las diversas movilizaciones por nuestros pueblos, de todo tipo: charlas, concentraciones, triki-poteo, juevintxo, flash-mob, pancartas por todos los sitios, carteles... en reivindicación permanente de la soberanía de nuestros cuerpos.

Discurren por las redes vídeos diversos, canciones, bailes, el cartel de la convocatoria y un manifiesto de apoyo que suscriben decenas de grupos, para apuntarse también a esta manifestación. Muchos, muchos autobuses se están organizando desde todos los puntos de Euskal Herria. Es obligado pensar que si estamos reivindicando la libertad para nosotras y nuestros cuerpos, esta mani va a ser gozosa, divertida, de disfrute, de mucha marcha y sobre todo muy contestataria y alternativa.

¿Qué está pasando, entonces, en nuestros pueblo que se produce una movilización tan contundente y feminista radical?

Nosotras, desde la comisión por el derecho al aborto, y después de decenas de charlas de presentación y discusión de la campaña en contra de la repenalización de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, estamos haciendo algunos apuntes que caracterizan esta nueva irrupción del movimiento feminista en la palestra social.

Es obligado decir que miles de nuevas jóvenas feministas se están incorporando al movimiento feminista. Esto, de por sí, esta recaracterizando al movimiento ya que representa una imagen más contestaria y radical, con una reivindicación muy directa y callejera, con un estilo de movilización muy abierto, suelto, desvergonzado, desprejuiciado, muy corporal,.... Se ve que hablan en primera persona, del singular y del plural. Se está reconstruyendo un nosotras muy potente. Aparecen y reaparecen lazos de solidaridad y amalgama feminista. La reivindicación del cuerpo, de la soberanía del cuerpo, de la libertad de decidir en todo momento, en las cuestiones más vitales de la sexualidad y la procreación –también para no ser madre o serlo en solitario- están en el centro de la calle.

También se debe señalar que la vuelta y la involución a períodos oscuros de la dictadura franquista y del nacional-sindicalismo no es fácil de hacerla tragar a amplios sectores de mujeres que vivieron tiempos de liberación de sus cuerpos, como un sueño real y utópico, para terminar efectivamente siendo más libres. Emerger de la inquisición católica y franquista, para poder decidir, -aunque ya se sabe que con muchas limitaciones-, sobre dos cuestiones tan elementales como las relaciones sexuales y la procreación, es un paso demasiado importante como para que un ministro de dudoso origen y peor emparentamiento y adscripción ideológica nos lo suprima de un plumazo. Además pertenece a un Gobierno, de Madrid, y a un partido, el PP, que no por lejano y ajeno a nuestro pueblo, nos deja indiferentes, pues nos está imponiendo los mayores hachazos y limitaciones a los derechos sociales y democráticos.

La propuesta del PP se está encontrando también con una sociedad que no es la de los tiempos de la primera ley del aborto. Ideológicamente la derecha ultra-conservadora, que apadrina este proyecto, puede suponer en Euskal Herria menos de un 25%, si nos atenemos a los datos electorales, y ni siquiera todos sus votantes apoyan esta recesión ideológica. La cúpula religiosa de corte obispal y curil tiene poco predicamento entre nuestros jóvenes y mayores. ¿Será que no se olvidan de los constantes y permanentes abusos y violaciones sexuales “intramuros”, impunemente silenciados y que han dado origen a tantos abortos –clandestinos, por supuesto- o maternidades impuestas?.

Es sintomático ver en las tertulias cómo el trasnochado debate de “la vida desde la concepción porque es dios el que da la vida en ese momento”, ya ni siquiera enerva, simplemente aburre y cansa.

Frente a ello la reivindicación y la explicación se está tornando franca y directa: mi cuerpo es mío, yo decido. O en palabras de nuestra amiga Onintza Enbeita, probablemente susurradas por alguna de sus mayores, “en mi coño y en mi moño, mando yo”. Y para demostrar que esto es así, en cualquier lugar aparecen unas mozas destetándose y desafiando a los bienpensantes de la sociedad con su desnudez. Como diciendo y afirmando: “ya estamos hartas de que nos desnudéis, ahora nos desnudamos nosotras, porque queremos, porque lo decidimos”.

Por aquí corre la impresión de que un nuevo movimiento feminista está reapareciendo para juntarse con las resistentes de antaño, con las feministas luchadoras que no se han rendido a los oropeles institucionales del feminismo políticamente correcto. Se está produciendo el “momentico” de la fusión feminista. Y va a ser en las calles de Iruñea donde se va a poner en el centro de la protesta y la reivindicación el cuerpo libre y soberano de las mujeres. Hala bedi!.

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