El resultado de las recientes elecciones es incuestionable: el partido de la junta militar ha sufrido un fuerte rechazo; ha triunfado el de la oponente Aun San Suu Kyi. Una muy buena noticia, si bien otras lo son menos.

El pasado 8 de noviembre se celebraron las elecciones generales en Birmania, tanto para la Asamblea nacional (cámara alta y baja), como para las asambleas regionales. Si bien aún no se han proclamado los resultados definitivos (la comisión electoral tarda en darlos a conocer), la victoria de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung Sang Suu Kyi, con el 70% de los votos, es incuestionable. Una victoria esperada, si bien el resultado ha sorprendido; sobre todo al ejército, que no comprendió hasta qué punto era rechazado su reinado.

El USDP, partido en el poder impuesto por la junta militar, se ha visto obligado a reconocer su derrota y varias de sus figuras prominentes han caído. Todo ello, a pesar de que los militares habían tirado de todos los hilos para ganar las elecciones: amenazas de caos en un país en el que perduran diversos conflictos armados, nacionalismo xenófobo, promoción de una violenta corriente budista de extrema derecha, fraudes durante el recuento… Las elecciones del 8 de noviembre representan una verdadera inflexión política y confirman el arraigo de las aspiraciones democráticas. Sin embargo, el país no ha puesto fin al poder militar, ni mucho menos.

El poder de los militares

Las elecciones son el punto de llegada de un periodo de transición iniciado en 2008. Tras dos décadas de dictadura, los militares constituyen un verdadero cuerpo social que controla sectores económicos (la alta jerarquía forma parte de la burguesía) y redes de influencia. La nueva Constitución les garantiza resortes institucionales fuertes: el 25% de los escaños (no sometidos a sufragio universal directo) en la cámara baja y en la cámara alta, así como un sistema de elección del presidente que les permite imponer, al menos, un vicepresidente. La o el presidente no tiene el mando del ejército; ese puesto sigue conservándolo el Comandante en jefe, que es quien nombra al ministro del Interior, al de Defensa y al de Seguridad de las fronteras, ¡los tres ministerios que acumulan la mayor parte del presupuesto! Los militares también continúan conservando poderes discrecionales que les permiten reprimir a las minorías étnicas o a los oponentes políticos.

Vista la amplitud de la victoria de Aung Sang Suu Kyi, el ejército va tratar de arreglárselas, pero va a continuar siendo el principal polo de poder en el país.

La extrema derecha budista

Otra mala noticia es la corriente budista de extrema derecha que se dio a conocer en enero de 2014. Una corriente xenófoba, racista agresiva y que se se ha vuelto muy activa: el Ma Ba Tha, es decir, "La asociación para la defensa de la raza y la religión" cuya figura prominente es el monje tristemente célebre U Wirathu. El Ma Ba Tha es el Estado islámico budista, ironiza otro monje, U Than Bita (Le Monde, 7/11/2015). Esta corriente desarrolla un discurso de odio, particularmente, contra la minoría musulmana, los Rohinyá, que vive en Arakan, donde durante los disturbios interconfesionales de 2012 murieron 160 personas. La extrema derecha budista reprocha a Aun San Suu Kyi no denunciar a los Rohinyá, pero ella se ha mantenido muy discreta al respecto. Aún habiendo obtenido el premio Nobel de la Paz, jamás les ha defendido…

A nivel más general, la situación sigue siendo muy tensa con diversas minorías que pueblan la periferia del país y que tienen una larga tradición de resistencia armada. En octubre, el gobierno firmó un cese el fuego con ocho grupos separatistas pero no con otros trece. Así, ya al día siguiente de las elecciones, estallaron conflictos en el Estado de Shan, cuando la aviación birmana atacó el cuartel general del Ejército Shan del Norte (SSA-N).

¿Quién será el o la presidente?

Una clausula constitucional, establecida a propósito, prohíbe a Aun Sang Suu Kyi convertirse en presidente, porque tiene hijos con nacionalidad extranjera… Ella espera superar esta prohibición situando el futuro presidente bajo la autoridad de la dirección de su partido, la LND, del que deberá ser miembro. Pero es evidente que se trata de una alternativa frágil.

Por tanto, la situación política e institucional está lejos de un punto de equilibrio. Lo mismo que la economía, tras cuatro años de apertura al mercado mundial mientras que servicios sociales básicos, como la sanidad y la educación, están por construir…

18/11/2815

http://npa2009.org/actualite/international/birmanie-toutes-les-nouvelles-ne-sont-pas-bonnes

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