1 Hemos sido testigos en Madrid de la muy débil oposición popular a la celebración de la Cumbre de la Alianza Atlántica calificada como histórica en la medida en que define nuevos enemigos, nueva misión, nuevas alianzas, nuevos espacios y temáticas sobre las que actuar y una nueva reordenación de las prioridades militares, políticas e incluso económicas de los estados que la configuran. ¿Qué ha hecho la izquierda? ¡Ay, la izquierda! Si Pedro Sánchez forma parte de ella (hagamos un esfuerzo para forzar los significados del susodicho significante) lo que vemos es satisfacción, autosatisfacción cabría decir. Si escuchamos las palabras de la ministra de Defensa Margarita Robles nos encontramos con el más desvergonzado discurso belicista capaz de ver en África por ejemplo la paja del ojo del Kremlin sin reparar en la viga del propio que mantiene plazas militares coloniales y como si la única potencia extranjera que actuara en el continente vecino fuera Rusia. Pero lo peor es lo que queda a la izquierda de ambos personajes. Se ha puesto en evidencia la evolución muy negativa de la mayoría de la izquierda surgida tras el 15 M y la creación de Podemos y sus variantes como Más País visto el silencio de quienes se sientan en el Consejo de Ministros/as y de algunas de sus figuras más conocidas de la ciudad de Madrid que se siente orgullosa de ser anfitriona (invitada de piedra podríamos decir pues ni pincha ni corta) del evento que ha reunido en la ciudad a la élite política del capitalismo occidental y llenado de glamour los informativos en torno a las acompañantes de los gobernantes y la ciudadana Leticia. Pero también se ha podido constatar la debilidad de la izquierda a la izquierda para organizar una movilización de masas significativa. Lo que pone de relieve a su vez otro aspecto para mi más preocupante: la minorización de lo que podemos denominar una izquierda alternativa política y social. Superar esta situación es la tarea más importante del momento, requerirá paciencia y esfuerzo pues el giro a derecha de la opinión pública sobre los temas vitales como la salida a la crisis (y también sobre la paz y la guerra o el clima) y el deterioro de la correlación de fuerzas entre las clases en detrimento de la clase trabajadora, merma las posibilidades de reversión de la situación. En ausencia de un movimiento social independiente respecto a las instituciones y gobiernos y con plena autonomía frente a la burguesía la labor no es imposible pero sí más costoso recuperar la iniciativa desde los intereses de las clases subalternas.

2 El “Concepto estratégico 2022” aprobado en la Cumbre de Madrid de la OTAN es el exponente más claro de los cambios acelerados ocurridos en la economía y la geopolítica mundial desde que irrumpió la pandemia de la Covid19 y muy particularmente tras la invasión de Ucrania por parte de Putin. En Madrid se ha tratado la adecuación de los planes político militares de las potencias occidentales capitaneadas por los EE UU a la actual situación de la competencia capitalista internacional tras el fin de la globalización neoliberal que incluía a los cinco continentes de alguna manera. En palabras recientes de Carmen Romero, Subsecretaria General Adjunta para Diplomacia Pública de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) la OTAN la reunión de Madrid debe trazar un Concepto estratégico en 2022 coherente con la llamada Agenda OTAN 2030 para realizar “la adaptación de la Alianza a la creciente competencia global y en un entorno de seguridad cada vez más impredecible (…) y los desafíos de Rusia y China al orden internacional”.

3 Es de agradecer la claridad de estas declaraciones. Y, también, las de Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, que son esclarecedoras cuando afirma que lo que de verdad se discute es sobre el presente y futuro del coloso asiático. Si uno de los aspectos, no el único, de la guerra de Ucrania es la participación bélica de la OTAN a través de la delegación en la mayoría del pueblo ucranio, podemos afirmar que en la OTAN se prepara la confrontación con China mediante los avisos, sanciones y cercos sobre Rusia. Podríamos decir que estamos ante un proxy war preventivo sui generis, en el que cada paso que da la Alianza frente al imperialismo gran ruso realmente es un aviso a navegantes al imperialismo chino. Si bien en los papeles de la Cumbre se declara oficialmente como riesgo/enemigo a Rusia -que en la década anterior era un partenaire preferente de la Alianza- lo que realmente preocupa al “mundo occidental” es el ascenso de China como potencia global con aspiraciones de convertirse en el nuevo hegemón imperialista, lo que es equivalente a decir que peligra el estatus y el rol del imperialismo norteamericano.

4 El utópico modelo de globalización neoliberal planetaria murió. Tendemos a una globalización regionalizada y un aumento de la competencia donde antes había una supuesta armonía y cooperación con beneficios mutuos y generales. De hecho se ha revelado como falacia el supuesto de un supraimperialismo superador de las contradicciones de intereses entre las oligarquías burguesas que actúan internacionalmente pero que tienen sus raíces y están afincadas y defendidas desde unas estructuras políticas configuradas por los diferentes estado-nación. Por ello de nuevo vemos recrudecerse los aspectos de competencia y lucha, y vuelven a primer plano los enfrentamientos interimperialistas por el control de mercados, capitales, territorios y recursos… Por lo que la OTAN, al reformular su doctrina, tal como planteó Tony Blair ya no es una necesidad defensiva sino que debe convertirse en la partera de un nuevo orden global e inclinar la balanza a favor de los intereses de las burguesías de los países que la configuran, incluyendo como Larry Kudlow tituló un artículo en The Washington "Volver a dominar el mercado... por la fuerza" o de otra manera dicho la vuelta a la política de las cañoneras.

5 Toda la palabrería sobre defensa de la democracia o la libertad en boca de estados como el norteamericano, vista su trayectoria de intervenciones militares en el mundo, tienen tanto valor como si lo afirma el gobierno turco miembro de la Alianza o el chino o el ruso “objetivos” de la OTAN. Ninguno. No tiene ninguna credibilidad democrática quien ha protagonizado en América Latina una política de “patio trasero” sangriento y depredador o que ha intervenido militarmente centenares (sí centenares) de ocasiones en todo el mundo desde Corea o Vietnam a Libia, actualmente un estado fallido, Irak, dónde por cierto no se encontraron las famosas armas de destrucción masiva pero sí el petróleo y así un largo etcétera que incluye el apoyo a Salazar, los coroneles griegos o Franco. La injustificable invasión de Ucrania por parte de Putin ha dado la excusa a la administración Biden para echar a la papelera la literatura edulcorante de la función y misión de la OTAN (con cínicas proclamas sobre la defensa de las mujeres y el clima) que tras el final de la guerra fría y con sonados fracasos como el de Afganistán no encontraba un discurso que justificara su existencia. Pero, a su vez, no por ello la OTAN representa los valores de los derechos humanos, la libertad y la democracia.

6 La Alianza Atlántica, tal como ha podido comprobarse en Madrid, ya no ciñe su actuación al ámbito geográfico y supuesta función defensiva que en teoría delimitó en el Tratado constitutivo de la OTAN de 1949 en “el territorio de cualquiera de la Partes en Europa o Norteamérica, en los Departamentos argelinos de Francia, en el territorio de o en las islas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en el área noratlántica al norte del Trópico de Cáncer”. Amplió hasta la puertas de Moscú el número de nuevos miembros de la Alianza y extiende sus socios al Pacífico (Japón, Australia, Nueva Zelanda o Corea del Sur)a la vez que su radio de acción abarca a todos los continentes en defensa de los intereses de económicos y geoestratégicos de sus socios, particularmente los norteamericanos que han sido de momento los únicos beneficiarios tras el atentado de las Torres gemelas del artículo 5 que contempla la defensa colectiva, y lo más importante, la OTAN no renuncia a cualquier tipo medida militar ofensiva con cualquier armamento posible fruto del desarrollo de viejas tecnologías (nuclear, armas químicas…) o de las que surgen del esfuerzo investigador aplicado a tal fin. En este momento la administración norteamericana está actuando y arrastrando a la OTAN con ella como si tuviera la impunidad de los viejos tiempos de la unipolaridad tras el fin de la guerra fría y el derrumbamiento de la URSS en un mundo que, sin embargo, es multipolar. El efecto de esta orientación solo puede conducir a nuevas y mayores tensiones mundiales y a la creación de nuevos bloques enfrentados. Esa y no otra es la conclusión que se puede extraer de los discursos, declaraciones y documentos en torno a la cumbre de Madrid. Se busca de nuevo la polarización mundial con un cierre de filas en torno a los EE UU.

7 Biden ha impuesto la tesis de la administración Clinton y de su asesor Brezinski que tras la guerra fría y sin que mediara todavía acción agresiva alguna por parte de Putin propugnaban rodear militarmente y acosar económicamente a Rusia. Mientras se daban largas a los acuerdos de disolución de la OTAN tras la disolución del Pacto de Varsovia comprometidos con Gorbachov. Pero se mantuvieron las formas dado que importantes aliados como el caso de la Alemania de Merckel preferían la realpolitik para reconducir las relaciones con la Federación rusa. Estados Unidos se ha impuesto y ha revalidado su caudillaje en la Alianza Atlántica y el de Wall Street en seno del capitalismo occidental. Pero aún más importante ha disciplinado una vez más a la Unión Europea como socio subordinado sin proyecto político propio. En el interior de la Alianza se consolida el papel del belicista y actual secretario general Jens Stoltenberg. Y ahora se comprende mejor la supuesta “metida de pata” de Biden cuando amenazó con una posible intervención en Taiwan.

8 Estamos ante un política de shock planetario en el ha colaborado Putin pero que beneficia directamente y sin ambages al capitalismo norteamericano que lo ha alimentado conscientemente. Todo lo arriba expuesto ha servido de justificación para inculcar el miedo en la población, crear un “nosotros” frente a un enemigo “común”, reavivar el militarismo en la sociedad y justificar la exigencia de cumplimiento, según los propios documentos de la Alianza Atlántica, del “Compromiso de Inversión en Defensa de 2014 con el objetivo de cumplir con la directriz acordada de invertir el 2 % del PIB en defensa y el 20 % del gasto anual de defensa en nuevos equipos importantes para 2024, así como de contribución a las misiones y actividades de la organización”. Ello significa que se abre la veda, que comienza la carrera de armamentos en todos los órdenes pues la Alianza no descarta la investigación e implementación de las tecnologías en cualquiera del tipo de armas, incluyendo las de destrucción masiva como la nuclear. Olvídense de los hipócritas tratados de no proliferación de armas nucleares, de los compromisos sobre las químicas, de la renuncia a la guerra desde el espacio… va a valer todo porque además de la defensa de los intereses generales del capital, de nuevo el complejo “industrial armamentístico” va a relanzar aún más su negocio.

9. El corolario económico y social, una cuestión de vasos comunicantes o si se prefiere de suma cero. Las decisiones de Madrid 2022 tienen un correlato inmediato en la actual situación. Más armas equivale a menor inversión pública productiva y menos gasto social precisamente en un contexto de crisis energética, económica y alimentaria -anterior a la guerra de Ucrania y agravado por esta- lo que equivale a nuevos sacrificios de las clases trabajadoras en los cinco continentes. Acercando la mirada al Estado español ya podemos comprobar cómo el proceso de acumulación del ingreso y la riqueza en una minoría, la precariedad laboral, los bajos salarios, el desempleo y la inflación están haciendo estragos por lo que la orientación presupuestaria que implica implementar las decisiones de la OTAN va a suponer un nuevo obstáculo para la recuperación social. Especialmente grave en los países empobrecidos y más expuestos a los efectos devastadores del cambio climático como las hambrunas y la desertificación inmediata que lejos de combatirse como la principal amenaza para los seres vivos se le aborda en relación con la seguridad de los países industrializados. No hay muestra de mayor desprecio por la vida del que las potencias que más contaminan y que no adoptan políticas drásticas para acabar con las emisiones del CO2 se digan preocupadas por el clima porque ello puede inducir a mayores migraciones mundiales que son percibidas desde la Cumbre de Lisboa -y también en la de Madrid- como un riesgo para la estabilidad y seguridad de las potencias capitalistas y no como un problema humano y social planetario a resolver de inmediato. Y tan grave como lo anterior y que realimenta a su vez todos los riesgos señalados, la dinámica actual con diversas guerras en curso, muy en concreto la de Ucrania, los discursos y balandronadas del nacionalismo gran ruso de Putin y muy particularmente el curso y deriva que está tomando la OTAN nos acercan de manera dramática, si no lo evitamos, a un conflicto bélico de gran escala tanto por la extensión geográfica como por la letalidad de las armas empleadas y el impacto en la biosfera con efectos devastadores para la humanidad y las distintas formas de vida.

10 ¿Qué hacer? ¿Decir decir OTAN NO, Bases fuera es un asunto del pasado? Bien al contrario es una cuestión del presente por más que la opinión pública, indignada por Putin y debidamente asustada y adoctrinada desde el consenso mayoritario de los medios de comunicación más influyentes, haya cambiado de postura frente a la Alianza Atlántica u olvidado los desmanes de los gobiernos norteamericanos, franceses, ingleses, etc. Por ello es necesario exigir una solución justa e inmediata para poner fin a la guerra de Ucrania antes de que el incendio se extienda. Por ello es el momento de crear y organizar un nuevo movimiento pacifista internacionalista de masas –empezando desde abajo y desde el principio, con modestia pero con constancia- por el desarme mundial, contra los gastos militares, y exigiendo la disolución de cualquier bloque militar existente o en futuro. Un movimiento basado en la solidaridad entre los pueblos y las clases trabajadoras del mundo en defensa de sus intereses frente a los de la minoría peligrosa capitalista del este y el oeste, actúe en el norte o en el sur.

Posdata española. Asumo como propias las palabras de mi compañera Lorena Cabrerizo cuando dice que “resulta insultante el entusiasmo autocomplaciente del presidente español Pedro Sánchez por el éxito de la Cumbre. Éxito del militarismo y éxito de la puesta en escena a costa del erario público. Nubarrones para las condiciones de vida y derechos sociales de la población. Quizás la cena de mandatarios en el Prado no debería haberse celebrado ante el cuadro de Velázquez de Las Meninas sino ante otro del mismo pintor, el de La rendición de Breda en el que Nassau/Sánchez entrega de nuevo las llaves de Breda/Rota a Spinola/Biden a cambio de una hipotética inclusión en el paraguas atlantista (habrá que ver la letra pequeña) de las plazas militares coloniales que mantiene España en África, lo que ha costado ya la traición al pueblo saharaui y el blanqueo de la dictadura marroquí, apoyada por los EEUU desde hace meses por el reconocimiento de su soberanía sobre los territorios ocupados”.

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