Gaza 2023 - 2024

Divididos entre una población mayoritariamente favorable a la causa palestina, que corre el riesgo de caer en un islamismo que se presenta como alternativa, y el acuerdo de normalización firmado en 2020 que no están dispuestos a romper, los líderes marroquíes se refugian en un silencio cada vez más apabullante.

Más de cuatro meses después del estallido de la guerra contra Gaza, la movilización anti-Israel no se ha debilitado en Marruecos. Miles de personas se manifiestan casi todos los fines de semana en las principales ciudades del país, especialmente en Rabat y Casablanca. Dos reivindicaciones dominan las consignas: el fin de las masacres de la población de Gaza por parte del ejército israelí y, sobre todo, el fin de la normalización de las relaciones diplomáticas entre el reino cherifeño y el “Estado sionista”, como cantan los manifestantes.

Comenzado en diciembre de 2020, el proceso de normalización entre los dos Estados toma la forma de una transacción tripartita: a cambio del reconocimiento de la “marrocanidad” del Sáhara Occidental por parte del ex presidente estadounidense Donald Trump, el reino “normalizará” sus relaciones con Israel. Una maniobra hábil ya que se trata de comerciar con una “causa sagrada” para la mayoría de los marroquíes (el caso del Sáhara Occidental, considerado por Marruecos como sus “provincias del sur”) a cambio otra “causa sagrada” (la cuestión palestina).

Desde entonces, la cooperación, en particular la militar, entre los dos países se ha hecho oficial después de haber sido oficiosa durante mucho tiempo, aunque el Estado hebreo quiere limitarla a armas defensivas y ligeras. El ataque de envergadura de Hamás en el corazón de Israel, el 7 de octubre de 2023, no representa una ruptura, sino un punto de inflexión que afectará profundamente a la luna de miel israelomarroquí, elogiada tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea.

Maniobra política

En el corazón de este proceso, el Palacio Real había recurrido a una estratagema hábil y maquiavélica destinada a dar el golpe de gracia al Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), el partido islamista en el gobierno entonces, y cuya legitimidad religiosa competía con la del rey, el Comendador de los creyentes. Este último hizo entonces firmar el acuerdo de normalización no por el ministro de Asuntos Exteriores sino por el jefe de gobierno, el islamista Saad Dine Elotmani (2017-2021), al mismo tiempo secretario general del PJD. Las consecuencias para la identidad política y la imagen del partido son desastrosas porque la lucha contra la normalización con la “entidad sionista” forma parte del ADN de los partidos islamistas. Laminado electoralmente un año después en las elecciones legislativas de 2021, donde obtuvo 12 escaños en el Parlamento de Marruecos, que cuenta con 395, el PJD es hoy la sombra de sí mismo, una cáscara vacía.

En las concentraciones propalestinas que se han desplegado desde el 7 de octubre en las arterias principales de las grandes ciudades, ni los líderes del PJD ni sus activistas se atreven a mostrarse o mezclarse con las multitudes encolerizadas. Y para intentar reparar lo que el ex secretario general había destruido al firmar el tratado de normalización, el nuevo líder del PJD, Abdelilah Benkiran, un populista también ex jefe de gobierno (2011- 2016), multiplica desesperadamente las salidas mediáticas. “Sí, el PJD se equivocó al firmar la normalización, lo admitimos. Pero el partido nunca ha estado a favor de esta normalización ”, declaraba entre sollozos el 19 de noviembre de 2023 ante una audiencia de activistas. Incluso llega a ofrecer al líder de Hamás Khaled Mechaal, de visita por Marruecos, una tribuna en la que el responsable palestino, frente a los militantes, invita a los marroquíes “a dirigirse a los líderes del país (...) para romper las relaciones, detener la normalización y expulsar al embajador”, lo que despierta una ira enorme del séquito real que lo ve como una “injerencia intolerable y un llamamiento apenas disfrazado al levantamiento”.

Para rehabilitar a su partido, Abdelilah Benkirán llegará incluso a hacer declaraciones abiertamente antisemitas: “Tenían científicos como Einstein, pero no ven lejos. Por eso Dios los favoreció al principio y los maldijo hace 2000 años. Porque en realidad son idiotas. Su idiotez les hace creer que la fuerza es lo que va a resolver el problema”. Pero estas tentativas no tienen efectos significativos en la imagen de su formación ni de sus líderes, que siguen siendo de los menos considerados en la escena política marroquí.

Organización a la romana

Sin embargo, la ausencia del PJD será rápidamente llenada por el otro componente del islamismo marroquí: la asociación Justicia y Beneficencia (Al-Adl wa Al-Ihsan). Prohibido pero tolerado, este movimiento, que no reconoce el estatus religioso del rey y cuestiona sus amplios poderes políticos, está muy presente en las manifestaciones propalestinas por medio de la movilización, en Rabat y Casablanca en particular, de la mayoría de sus simpatizantes. Conocido por su organización a la romana (organización fuertemente jerarquizada y vertical ndt), la disciplina de sus miembros y los medios utilizados para garantizar la máxima visibilidad en el espacio público, Justicia y Beneficiencia no podía perder la oportunidad del 7 de octubre para afirmarse como “la única opción islamista posible”, tras el fiasco electoral y político del PJD.

Muy presentes en las redes sociales, una vez que los medios oficiales están cerrados para ellos, los activistas no dudan en utilizar la cuestión palestina y la de la normalización como vectores de despliegue para reunir incluso a los decepcionados del PJD, pero también como palancas para desafiar el régimen monárquico y su legitimidad religiosa: el rey Mohammed VI es al mismo tiempo Comendador de los creyentes y presidente del Comité Al-Qods para Palestina.

Silencio impresionante

En cuanto a los demás partidos políticos, el contraste sigue siendo muy marcado con la población a la que se supone que, según la Constitución, representan y enmarcan. Para estos partidos perfectamente domesticados por la monarquía, la cuestión palestina se ha convertido, desde la firma del acuerdo de normalización, en una línea roja que no se debe cruzar, con la excepción del Partido Socialista Unificado (PSU) y la Vía Democrática Laborista (Al-Nahj Al-Dimokrati Al-Amili), dos organizaciones de izquierda ultra-minoritarias.

Si algunos se atreven, tomando muchísimas precauciones, a desafiar los ataques israelíes contra Gaza y el espantoso número de víctimas, evitan cuidadosamente pedir el fin de la normalización. Esto se traduce sobre el terreno en la ausencia de partidos políticos en las manifestaciones propalestinas. ¿Se trata de una prudencia estratégica y una voluntad de sus líderes de no despertar la ira del rey y su entorno? No hay respuesta. Un silencio impresionante. Incluso el 12 de enero de 2024, en el preciso momento en que Sudáfrica defiende su denuncia por genocidio contra Israel ante el Tribunal Supremo de la ONU, el Tribunal Internacional de Justicia, uno de cuyos miembros, el jurista Mohamed Bennouna, es marroquí. En ese preciso momento, la Oficina de Enlace, una delegación marroquí en Tel-Aviv, anuncia la reanudación de todos los servicios consulares a partir del 22 de enero, tras su suspensión el 19 de octubre de 2023, cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí había decidido evacuar su oficina de enlace en Rabat en respuesta a la fuerte movilización de las y los marroquíes.

El mismo silencio por parte del Palacio Real, con la excepción de un comunicado lacónico del 17 de octubre, el día después del bombardeo por el ejército israelí del Hospital Al-Maamdani causando varios cientos de personas muertas y heridas palestinas en Gaza: “El Reino de Marruecos reitera su llamamiento a que el personal civil sea protegido por todas las partes y que no sea atacado. Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios lo asista, presidente del Comité Al-Qods, subraya la urgencia de federar los esfuerzos de la comunidad internacional para poner fin, lo antes posible, a las hostilidades, respetar el derecho internacional humanitario y trabajar para evitar que la región se hunda en una nueva escalada y nuevas tensiones”.

Un silencio que irá acompañado de una ausencia física del rey a partir del 4 de diciembre. El presidente del comité Al-Qods comienza entonces un largo viaje,  mitad privado mitad oficial, que le lleva primero a los Emiratos Árabes Unidos, donde es recibido con gran pompa por el jeque Mohammed bin Zayed recién investido, antes de volar el 17 de diciembre a Seychelles, el archipiélago africano con 115 islas paradisíacas en el Océano Índico. El rey luego se fue a Singapur, donde celebró el Año Nuevo, antes de regresar finalmente a Rabat el 11 de enero, día de la firma del manifiesto por la independencia, celebrado en Marruecos.

* Omar Brouksy es periodista y profesor de ciencia política en Marruecos. Fue redactor jefe del Journal hebdomadaire hasta su cierre en enero de 2010 y periodista de la agencia France-Presse. Es autor de Mohammed VI derrière les masques. Le fils de notre ami (éditions du Nouveau-Monde, Paris 2014) et de La République de Sa Majesté. France-Maroc, liaisons dangereuses (Préface d’Alain Gresh), Nouveau-Monde, 2017. Estos dos libros están prohibidos en Marruecos.

23/01/2024

https://orientxxi.info/magazine/maroc-manifestations-populaires-et-silence-royal,7010

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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