Desde el pasado 3 de octubre de 2014, un misterioso hacker publica centenares de documentos. Esta abundante literatura puesta disposición de cualquier
internauta confirma la centralidad de la cuestión del Sáhara Occidental en la esfera política marroquí. La prioridad otorgada a este expediente ha sido
reafirmada en el discurso del rey, pronunciado el 6 de noviembre de 2014 con ocasión del 39 aniversario de la “marcha verde”.

El Sáhara Occidental constituye una verdadera obsesión del poder. Erigido en “causa nacional” según la fraseología oficial, está en el centro de las
preocupaciones políticas del país desde hace cerca de cuatro decenios. Pero a medida que el conflicto se atascaba y que la “recuperación de las provincias
del Sur” encontraba múltiples obstáculos, la obsesión del régimen se volvía más importante aún. El poeta marroquí Abdellatif Laâbi no se equivocaba al
considerar a su país como un “enfermo de Sáhara”.

Cuando estalló, a mediados de los años 1970, este “asunto del Sáhara” -como lo llaman los marroquíes- era algo banal en el contexto de la época. Un poco
con retraso en relación a la era de las descolonizaciones, la reivindicación de una antigua colonia española por Marruecos y por un grupo de
independentistas no era algo sorprendente. Es percibida entonces como una lucha entre estados nación que se construyen afirmando su soberanía sobre
territorios con fronteras inciertas y poblaciones divididas y en definitiva poco concernidas.

Teniendo en cuenta la desproporción de fuerzas entre Marruecos y el puñado de guerrilleros del Frente Polisario, el conflicto no debía durar mucho, según
pensaba Hassan II. El tiempo necesario para que se realizara un formidable consenso político alrededor del trono alauita en este Marruecos minado por
tensiones y divisiones políticas y después de dos golpes de estado perpetrados por el ejército contra la persona del rey en 1971 y 1972.

Hassan II, que había optado en primer lugar por la estrategia de los hechos consumados, estaba lejos de imaginar que este conflicto, que se había
precipitado por la brecha del contencioso entre su país y el vecino argelino, sería largo y costoso. El coste es en primer lugar político, habiendo
hipotecado Marruecos la vida del país a la causa sagrada de la recuperación de lo que los marroquíes llaman “las provincias saharianas”. Es precisamente
esta relación entre el éxito del régimen y la propiedad del Sáhara reconocida por la comunidad internacional lo que está en cuestión. A Hassan II, que
pensaba que el tiempo jugaría forzosamente en favor de su país, le gustaba decir que “ tarde o temprano, es preciso que nuestro título de propiedad del Sáhara sea depositado en el catastro de las Naciones Unidas”. La incapacidad del
poder para obtener ese título de propiedad explica su nerviosismo, palpable tanto en los documentos revelados por el hacker que se hace llamar
Chris Coleman, como en el discurso sobre el Sáhara pronunciado por Mohammed VI el 6 de noviembre de 2014.

En su alocución, el monarca anuncia una reorganización de su política sahariana, designa en particular a Argelia como responsable del bloqueo actual y
conmina a sus súbditos a dar pruebas de patriotismo defendiendo la causa sagrada del Sáhara considerado como marroquí. En cuanto a los estados aliados, y
en particular los Estados Unidos, deben necesariamente “salir de la ambigüedad”. Los documentos desvelados por lo que es llamado el “Wikileaks
marroquí” revelan los métodos y medios que utiliza Rabat para aplicar esta política.

Una revisión radical

Hemos hecho un llamamiento a una revisión radical del modo de gobierno de nuestras provincias del Sur” declaraba el rey Mohammed VI en su
discurso pronunciado con ocasión del 39º aniversario de la “marcha verde” /1. Si implícitamente las palabras insinúan el fracaso de las
políticas precedentes, el rey desgrana a pesar de todo las múltiples acciones realizadas por Marruecos en Sáhara: inversiones masivas y años de sacrificios
por parte de los marroquíes para recuperar la “integridad territorial” de su país.

A pesar de ello, el monarca reconoce errores en la gestión del Sáhara -que pretende corregir. Pero se trata menos de un cambio de dirección que de la
aplicación de un nuevo método, aunque se confirme claramente la “ruptura” con el modo de gobierno precedente.

Expresando su voluntad de sustituir mediante un sistema fundado en el “respeto de la igualdad de oportunidades y de la justicia social” una “ economía de renta y de privilegios indebidos”, Mohammed VI se refiere al esquema de integración de los saharauis a la sociedad marroquí que había
sido adoptado por su padre. Hassan II se había apoyado, en efecto, en una élite saharaui para gobernar ese territorio que Marruecos administra desde
mediados de los años 1970, sin que la ONU se haya definido sobre su soberanía. En contrapartida a su lealtad y su fidelidad, los saharauis que le han
ayudado han sido asociados a las actividades más dinámicas de la región (pesca, construcción, comercio). Puestos de funcionarios o de consejeros del rey
les han sido igualmente atribuidos. El soberano había logrado así constituir una élite cooptada que le servía a la vez de apoyo y de escaparate, en la
medida en que esos saharauis elegidos simbolizaban a la vez el éxito posible y la integración de los saharauis en el interior del sistema político
marroquí.

Mohammed VI sabe que esos lazos clientelistas, que no ha sabido mantener, no responden ya a las expectativas de las jóvenes generaciones saharauis.
Impregnadas por el cambio político emprendido desde finales de los años 1990 en Marruecos, los jóvenes saharauis se han expresado de formas diferentes para
reivindicar trabajo, un acceso a la vivienda y más justicia en cuanto a la redistribución de las riquezas del Sáhara. Es para mejor responder a esas
demandas basadas en un nuevo registro de referencia, el de los derechos humanos, de las libertades individuales y políticas y de la legalidad
internacional, por lo que el soberano pretende modificar su oferta proponiendo una regionalización calificada de avanzada. Esta regionalización
correspondería a “zonas y regiones solidarias, complementarias, que se ayudan y apoyan mutuamente”. Regularmente anunciada, esta regionalización,
que afecta en primer lugar al Sáhara, no es puesta en práctica. Al proyecto, sin embargo, se le supone favorecer la gestión de los asuntos saharianos por
las poblaciones de esta región.

Derechos fundamentales en el punto de mira

El anuncio hecho por el soberano en 2014 de una reorganización de la política sahariana tiene por objeto hacer olvidar la mala gestión de la región,
esencialmente en materia de derechos humanos. Desde hace cerca de diez años, en efecto, numerosos asuntos dan fe de las malas relaciones políticas entre
saharauis y poder marroquí. Tomando en cuenta esas tensiones recurrentes, los Estados Unidos, en abril de 2013, pidieron la ampliación del mandato de la
Misión de las Naciones Unidas para la Organización de un Referéndum en Sáhara Occidental (MINURSO) a los derechos humanos, antes de retractarse. Un
documento oficial publicado por el hacker Chris Coleman revela el acuerdo secreto entre Barack Obama y el rey Mohammed VI en noviembre de 2013.
Los Estados Unidos habrían abandonado así su demanda con tres condiciones: que los saharauis no fueran juzgados por tribunales militares /2; que Rabat facilitara las visitas al Sáhara de los funcionarios del Alto Comisariado de Derechos Humanos y que aceptara legalizar las
asociaciones que reivindican la independencia del Sáhara.

Frente a estas reivindicaciones, el monarca decide establecer un marco rígido. En su discurso, llama a la apertura de un diálogo sobre las diferentes
formas en que es posible responder a las “preocupaciones de las poblaciones de la región”. La oferta real trataría en particular sobre condiciones
de vida más dignas pero, a cambio, el orden público debe ser respetado y la soberanía de Marruecos sobre Sáhara no es en absoluto negociable. El monarca es
claro: “

La autonomía es lo máximo que Marruecos puede ofrecer en el marco de la negociación para encontrar una solución definitiva a este conflicto regional

”.

Patriotas o traidores.

Más que un marco dirigido hacia los saharauis, las palabras del rey parecen una verdadera conminación cuando califica de “traidor” a cualquiera que las
ignorara: “se es patriota o se es traidor, no hay término medio”, precisa el soberano en el mismo discurso. Este juego de inclusión y de exclusión
no vale solo para los saharauis y los marroquíes. El rey designa a Argelia como el principal responsable del bloqueo. Demanda también a los Estados Unidos,
a las Naciones Unidas y a las potencias internacionales que “salgan de su ambigüedad”. En su opinión, los elogios formulados sobre los avances
marroquíes en materia de apertura política o sobre papel jugado por Marruecos en la lucha internacional contra el terrorismo deben necesariamente
traducirse en un apoyo incondicional a las posiciones marroquíes sobre el Sáhara.

Esta postura es una constante en la política exterior de Marruecos, en particular en lo que concierne al Sáhara. La imagen del país y el papel jugado en la
geopolítica regional son utilizados para obtener alianzas respecto al Sáhara. Contabilizados minuciosamente, los estados que no reconocen a la,
autoproclamada por el Frente Polisario y reconocida por la Unión Africana, República Árabe Saharaui Democrática (RASD) deben igualmente condenar a Argelia
y apoyar el plan de autonomía propuesto por Rabat en 2007. Cualquiera que contravenga esta política se expone a las iras del poder que le reprocharía estar
a sueldo de Argel. La acusación, que vale para los investigadores y los periodistas, se aplica también a los funcionarios de las Naciones Unidas que se
atrevan a transgredir las reglas dictadas por Rabat en materia de intrusión en el conflicto sahariano.

Tensiones con la ONU

En abril de 2004, Rabat había rechazado el plan propuesto por el enviado personal del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sáhara Occidental,
James Baker. El antiguo secretario de estado americano había propuesto, en efecto, un plan que mantenía el principio de autodeterminación con elección de
una autoridad local en el interior de un Marruecos soberano. Pero el estatuto final del Sáhara debía ser determinado por un referéndum al término de 4 o 5
años de su entrada en vigor. Marruecos, que había descartado todo proyecto de autodeterminación evocó entonces una proximidad entre Baker y el régimen
argelino.

El 17 de mayo de 2012, Marruecos decidía unilateralmente retirar su confianza al emisario de la ONU para el Sáhara, Christopher Ross, acusándole de
realizar un trabajo parcial y desequilibrado. Un mes más tarde, el informe del Secretario General de las Naciones Unidas -basado en los informes de Chris
Ross- mencionaba sin tapujos las trabas al buen funcionamiento de la MINURSO por Marruecos. El informe cuestionaba muy justamente sobre lo que es legítimo
y lo que es legal en la acción en el Sáhara. Interpelaba igualmente sobre la credibilidad de la MINURSO en el Sáhara. A pesar de esto, el diplomático no
fue desautorizado por su jerarquía. Gozando abiertamente del apoyo de Ban Ki-moon, fue mantenido en su puesto.

Este apoyo, hecho posible en el contexto regional de después de 2011 daba un carácter inédito a las relaciones entre Marruecos y la ONU. Los documentos
puestos en línea revelan las estrategias desplegadas por la diplomacia paralela marroquí para marginar a Ross. En un fax del 22 de agosto de 2014, Omar
Hilale, el representante de Marruecos ante las Naciones Unidas en Nueva York, evoca una estrategia para “ aislar a Ross, debilitarle y arrinconarle sobre el tema de su agenda oculta sobre el Sáhara”.

Sobre el conjunto de las cuestiones relativas al sensible expediente del Sáhara, los documentos revelados estos últimos meses recuperan y confirman las
declaraciones del soberano sobre la política sahariana de Marruecos. Bastante más que un protagonista en este viejo conflicto regional, Marruecos define
los actores, dicta la política de las potencias extranjeras y excluye la negociación para el arreglo de la cuestión.

14/01/2015

http://orientxxi.info/magazine/le-maroc-malade-du-Sáhara%2c0789

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Notas

1/
El 6 de noviembre de 1975, Hassan II lanza una marcha pacífica de 350.000 hombres para ocupar el Sáhara Occidental, territorio que fue colonia española.

2/
Referencia a la condena a duras penas, por un tribunal militar marroquí, de 24 saharauis acusados sin pruebas en al asunto Gdim Izik. En el otoño de 2010,
algunos saharauis habían levantado un campamento pacífico para denunciar sus condiciones de vida en el Sáhara Occidental. Tras haber puesto en pie un
comité mixto marroquí-saharaui, las autoridades marroquíes desmantelaron el campo por la fuerza, con el pretexto de que había caído en manos de grupos de
traficantes y de criminales que retenían a una parte de la población saharaui contra su voluntad.

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