A Manolo Espinar le conocí por conocidos, después amigos, comunes hace cerca de 35 años. Las primeras veces fue el teatro y el post teatro el que nos acercó. Recuerdo a La Trinca en La Latina gracias a Ángel, un vecino suyo desde la infancia en Vallecas y Mariaje, en esos momentos estudiantes de Psicología. Éramos una troupe de generaciones superpuestas que empezaba a conocerse por la excusa del teatro y después por la política. Coincidíamos en la radicalidad de nuestras críticas, él con vehemencia, yo, más tímido, ante personas que no conocía.

Después, las excursiones, las comidas,…

Ya habíamos desvelado nuestras cartas. Su participación en París de mayo 68, donde ya era lo que será siempre, su tiempo de emigrante y cocinero. Su amistad con Alfonso Sastre y Genoveva Forest, cuando su malditismo era evidente, nos hizo correr una de esas anécdotas que unen o acaban para siempre con una relación. Montó una obra de teatro aficionado de una obra de Sastre. Por problemas técnicos se iba cambiando la hora de representación y la cena acordada en un restaurante próximo. Y se alargó, y se alargaron los tiempos de espera. No creo que empezáramos a cenar antes de la 1 de la mañana. Pero Manolo seguía con su entusiasmo, nos lo transmitía, le seguíamos a donde fuera. No porque su liderazgo fuera hipnótico, sino porque era tan cercano, tan de nosotros, derrochando todo su esfuerzo que, ¡cómo no nos iba a contagiar!, había que trabajar para llegar a esas pequeñas metas de subir la colina, la escalera, poner un ladrillo en cada uno de los proyectos que se embarcaba y nos embarcáramos.

Tuvo responsabilidades en CCOO de Leganés, por su labor no sólo en Ericsson, su actividad era la zona sur, metal. Arrastrando una enfermedad rara que le ha dado problemas, hospitalizaciones y que la ha reconvertido, a pesar de ella, en tiempo para la lucha. Siempre con los trabajadores. Tiene una foto junto al ‘Cuarto Stato" determinante.

También estuvo de concejal de IU en Leganés. Tuve una reunión con él para lograr una moción o un apoyo municipal a alguna de las iniciativas del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Me alertaba de las restricciones del trabajo institucional, sobre todo si se hacía sin corazón, para la gente sin la gente. Me auguraba poco tiempo para él en esa responsabilidad, no sentía complicidad con sus otros compañeros municipales.

Por un lado, siento que tengo un poco de corresponsabilidad de meterle el gusanillo de Palestina y del mundo árabe. Pero él es (era, me cuesta trabajo) el verdadero responsable de acoger todas las causas y continentes, la lucha de cualquier oprimido.

Después, hemos seguido haciendo muy aperiódicamente excursiones. Una vez al raso en una zona de El Escorial para ver las estrellas con todas las amistades de siempre. El mantener esas amistades, florecer con ellas, ha sido una continuidad de su vida.

En esas conversaciones interminables para arreglar el mundo y el barrio, con nuevos proyectos e iniciativas tenía una idea clara y que la ha realizado, con ayuda de mucha gente. Reverdecer lugares de encuentro, unas casas del pueblo, donde las personas más allá de sus pertenencias aquí o acullá, habláramos, compartiéramos experiencias y proyectos comunes. Nació la asociación Haydee Santamaría, el nombre de una revolucionaria cubana. ¿Cuántos actos y sobretodo cenas ha organizado para el Comité u otros, las intervenciones de James Petras y tantos otros,..? ¡Participar en cocinar para tanta gente, y tan sabroso! Cuando nos embarcamos con la traída de niños iraquíes para que pudieran operarse en España, su generosidad hizo que la Haydee se embarcase en la dinámica de una ONG para obtener fondos que íntegramente iban para el Comité.

Cuba, Iraq, Líbano, Palestina, la Yugoslavia, Venezuela,… todo eran causas y desde su autodidactismo buscaba los elementos comunes y siempre defendiendo a los de abajo. Se metió e hizo un libro, de unidad de luchas, ‘Cuadernos para la resistencia, las sociedades de la guerra permanente".

Pero Manolo no se puede explicar sin Toñi y su hijo Manu. Toñi, la verdadera Sancha de esa familia, la trabajadora en esa familia de quijotes fumados del aire de cambiar el mundo o por lo menos intentarlo.

Con Juanma, y con el compromiso de sacar adelante una aventura cooperativa que lograse romper a una de las multinacionales más potentes del mundo, nos metimos en un fregado que, con esta perspectiva, tenía pies, los nuestros, pero cabeza, de verdad, poca. Así nos fue. Nos reímos y no salimos trasquilados por el pundonor de los Espinar y Tapial.

En todo caso, lo que quiero trasladar es que la amistad y la confianza han estado por encima de que pudiéramos tener diferencias menores. Esa confianza hizo que el siguiente lío, y mira que se ha embarcado en tareas mil, el Ágora sin ir más lejos, después del asalto y abordaje del Mavi Marmara donde participaban Manu (¡cómo no!) y Laura, con el protagonismo de éstos, Manolo Espinar se embarcó en una campaña a favor de la defensa del derecho internacional y del libre tránsito hacia y desde la Palestina Gaza.

Desplegaron toda su energía. Manu y Laura desbordaron la geografía nacional. Manolo siguió tras Manu y Laura, en las visitas a colegios, universidades, y donde fuera. Las broncas y encuentros de Espinar y Tapial, los Manolos son para otro libro. Se hizo una primera campaña y los hados griegos asociados a Israel la frustraron. La etapa del Gernika, su paralización y recuperar algo de los cuantiosos dineros, donde Nacho y otros participaron, fue otra aventura de resistencia y silencio muchas veces incomprendida.

Después, en sus mil batallas emprendidas y ninguna ganada, según sus palabras, pero cosa incierta porque ha sembrado amistades y activistas mil y logrado éxitos en diez mil batallas, desde su paso por infinitas organizaciones desde el Movimiento Comunista, PCE, Izquierda Unida, el 15M lo refrescó de nuevo 1/. Se metió de cabeza, como siempre, ahora en Podemos. A la calle, a los pueblos del Sur, a construir, a reforzar un instrumento de unidad y cambio, donde los trabajadores, los vecinos fueran coparticipes de una transformación social, abogando por el asamblearismo y el trabajo colectivo.

Cuando su hijo Manu después de coger oxígeno en Nicaragua, se fue a Canadá con su compañera y formando una familia, eso le dio, les dio unas alas nuevas a Toñi y Manolo. Su semblante activista había ganado una nueva aureola. En palabras de mi hija Marina, parecía la reencarnación del personaje del señor de “La vida es así" que enseñaba el cuerpo humano en una serie televisiva, con su barba que siempre le ha gustado a Toñi.

Manolo siempre ha estado “mojándose” en todo lo que emprendía y creía.

Muchos de nosotros hemos tenido la gran suerte de conocerle, trabajar con él, a un nivel menor de capacidad. Él y su hijo Manu nos han desbordado siempre, pero nosotros hemos disfrutado de su corazón, de esa entrega embriagadora, de esa generosidad que regalaba vida.

Una vida intensa que nos ha dado tanta energía, un regalo de amistad, que ha logrado -ese es un legado para quienes hemos compartido con él diferentes causas, para Toñi y para Manu y su familia- hacernos más generosos, altruistas, activistas del bien común, de la solidaridad, de la amistad.

Andrés, Mercedes y Tino, con acierto, tocaron y cantaron el poema de José Agustín Goytisolo, musicado en su día por Paco Ibáñez, “‘Un mundo al revés"” y “Canto a la libertad” de Labordeta. Los que pudimos acercarnos en este homenaje no podemos menos que dar las gracias por su aproximación y síntesis de la vida de Manolo.

La agenda telefónica se ha hecho más pequeña. No quitaré ese número. Forma parte de nuestra vida. Manolo se fue. Pero él y su ejemplo está dentro de nosotros y nos ha hecho mejores. ¿Qué más se puede y nos puede pedir?

Santiago González Vallejo, (Rumbo a Gaza-Comité de Solidaridad con la Causa Árabe)

Notas:

1/ Manolo Espinar militó antes en la OIC y formó parte de la lista electoral del FUT (agrupamiento promovido por LCR, OIC, AC y POUM) por Madrid en junio de 1977 (Red.).

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