Artículo original en catalán

Muchos nervios durante la campaña electoral en Barcelona en Comú (BComú). Para seguir gobernando se necesitaría un pacto (solos, ya no sería posible), pero no sería lo mismo quedar como primera fuerza que como segunda.

Cuando llegan los resultados no son malos, sobre todo teniendo en cuenta una serie de circunstancias adversas: el desgaste de los últimos cuatro años exacerbado por la hostilidad de la mayoría de los medios de comunicación, la recuperación del PSC a remolque de la del PSOE y el auge de ERC. La pérdida de una sola concejalía y el empate a concejalías con ERC se puede considerar casi una proeza, pero el hecho es que ERC tiene más votos. Y se nota una cierta desilusión. Lo teníamos muy cerca...

Ya desde el inicio de la campaña la línea oficial fue que era necesario un pacto a tres bandas; y después, se mantiene, reforzada por el hecho de que no hay ninguna combinación a dos que sume una mayoría absoluta. La novedad es la propuesta que Ada sea alcaldesa, con el argumento de que hay que romper los bloques (independentistas vs antiindependentistas) y que sólo ella puede hacer de puente y asegurar la aplicación de políticas sociales.

Sorprendentemente, poca gente cuestiona la conveniencia de una alianza con dos partidos con estrechos vínculos con los diferentes lobbies de la ciudad y prácticas antipopulares contrastadas que podrían dejar a BComú en minoría, no sólo dentro del pleno del ayuntamiento, sino en el seno del gobierno. De todos modos, si la idea de gobernar con ERC y PSC podía servir como estratagema negociadora, no tenía muchas posibilidades –por no decir ninguna– de materializarse, al menos hasta después de las elecciones autonómicas.

De todos modos, cada vez va cogiendo más fuerza la idea de que no hay casi nada que hacer si no se tiene la alcaldía; que este es el objetivo prioritario y que es posible. Si resulta que es con los votos del PSC y Valls (quien explica que su donativo gratuito tiene como único objetivo impedir que un independentista sea alcalde), esto no es responsabilidad de BComú ni le compromete a nada.

En la Coordinadora extraordinaria del 5 de junio se informa que ERC y PSC siguen empeñados en vetarse mutuamente y se acuerda someter al plenario de BComú del día 7 la propuesta de presentar la candidatura de Ada a la sesión de investidura.

Este es un movimiento clave. Si Ada es alcaldesa, lo puede ser sólo gracias a PSC y Valls (de quien recordamos perfectamente de dónde viene y por qué está aquí), lo que predispone hacia un pacto con el primero. A la inversa, si con esta maniobra se roba la alcaldía a Maragall, no se favorece que este acepte ningún pacto ni tripartito ni bipartito. A partir de aquí, como ya veremos, con cada nuevo paso, las opciones se van reduciendo ineluctablemente hasta no dejar más que una. Pero primero, veamos cómo se desarrolla el plenario.

El plenario decisivo y la pregunta trampa

La expectación es enorme. La organización bulle. En los días anteriores se ha dado una colosal participación en todas las reuniones territoriales, sectoriales y de coordinación que se han hecho. La tarde del plenario, el salón de actos del Centro Cívico de la Sedeta (aforo de 400 personas) queda pequeño y mucha gente no puede entrar. Desde la mesa se alaba la mejor campaña que se haya hecho nunca, afirmación que es acogida con una gran aclamación. Después sale el coro a cantar Grândola, villa morena. Tanto el montaje como el ambiente parecen los de un mitin, no los de una asamblea en la que se deben tomar decisiones importantes y donde la militancia debe poder reflexionar y debatir con calma.

El equipo negociador informa, entre otras cosas, que ERC ha ofrecido un gobierno paritario (50:50) con un cargo especial y relevante para Ada; y que para votar Ada el PSC reclama un acuerdo de gobierno previo. El equipo insiste en el tripartito y que no hay ninguna puerta cerrada. No se habla de programa, ni del grado de coincidencia con unos u otros, ni de puntos programáticos prioritarios o no negociables.

En su intervención Ada mantiene el discurso de continuar con las políticas valientes y superar los bloques. Se refiere a las negociaciones bilaterales subrayando que no queremos ser trofeo de nadie y critica a los otros por ser incapaces de generar un espacio de consenso. El mandato es de diálogo para llegar a pactos y pactar implica concesiones. Alerta que cualquier decisión que se tome tendrá costes. La alcaldía es esencial, pero no a cualquier precio. En todo caso, se respetará lo que salga del plenario.

A pesar de esta advertencia, nuestra impresión es que, en general, se reflexiona poco sobre cuáles podrían ser los costes y cómo podrían afectar al proyecto de Bcomú, no sólo en un futuro más o menos próximo, sino a medio y largo plazo.

Después de una ronda corta de intervenciones breves, se somete a votación la presentación de la candidatura de Ada Colau como alcaldesa el 15 de junio. 457 a favor, 27 en contra (no se admiten abstenciones). La sala estalla. ¡Sí se puede!

¿Quién no quiere que Ada sea alcaldesa? Formalmente la apuesta conlleva la posibilidad de acabar en la oposición (y podría ser compartida por gente que preferiría esta salida), pero se da por hecho que los votos necesarios no faltarán. Se recupera la ilusión sin reparar en las posibles consecuencias. Gobernar lo es todo, ir a la oposición es la nada; este es el sentimiento de la sala.

Más preguntas, menos opciones

El día 12 se convoca otra Coordinadora extraordinaria, precedida de una nota de prensa que dice: "se ha constatado que el PSC está dispuesto a sumarse a la investidura de Ada Colau; en cambio, ERC ha manifestado que continúa presentando su candidato a la investidura”. "Barcelona en Comú tiene ... la responsabilidad de defender la agenda de cambio iniciada ... y trabajaremos para alcanzar la alcaldía el próximo pleno del 15 de junio".

Asimismo, se envía un correo a las personas inscritas convocándolas en la plaza Sant Jaume el día 15 por la tarde para apoyar a Ada, que se presentará a la investidura "por mandato del plenario"... y "por decisión de las más de 156.000 personas que la votaron" (aseveración no tan exagerada como podría parecer a primera vista dada la campaña centrada justamente en Ada alcaldesa, y la deriva cada vez más pronunciada hacia un proyecto que gira en torno a ella).

En la Coordinadora se informa que, a pesar de los rumores, ERC no ha ofrecido compartir la alcaldía, dos años cada uno, y se anuncia que el PSC condiciona su apoyo a la existencia previa de un acuerdo de gobierno. Los estatutos prevén que un acuerdo de este tipo debe ser aprobado por el llamado registro, una lista de unas diez mil personas vinculadas de una forma u otra con BComú. Y así se organiza una consulta relámpago, entre el 13 y el 14, con estas dos únicas opciones:

— un acuerdo de gobierno con el PSC, invistiendo Ada Colau como alcaldesa

— un acuerdo de gobierno paritario con ERC, invistiendo Ernest Maragall como alcalde

O gobierno con unos o gobierno con los otros. Ir a la oposición acaba finalmente excluido del todo. En nuestra opinión, una opción errónea, ya que limita las opciones estratégicas que se someten a consulta. El rechazo a ambas opciones, negarse a formar parte de ningún gobierno con cualquiera de los dos partidos, se puede expresar sólo con la abstención y no se contabilizará, quedando subsumido en la masa de gente que, por las razones que sean, no participa en la votación.

Huir del fuego y caer en las brasas

Había múltiples motivos de peso para no hacer gobierno con el PSC, incluso antes de conocer el posible contenido político y el reparto de cargos del pacto. Podemos citar: desde el balance nefasto de los muchos años que ha mandado en la ciudad (y también en Cataluña o, como parte del PSOE, en el Estado), pasando por su compenetración con los lobbies o su deslealtad durante el breve cogobierno con BComú, hasta su apoyo al 155 y posterior actitud hacia los presos políticos.

Tampoco hay que olvidar las implicaciones de la dependencia de los votos de Valls más allá de la investidura, ni los posibles efectos de tener a ERC en contra dentro del consistorio y previsiblemente también como partido fuerte en la Generalitat tras las autonómicas.

Ciertamente algunas de estas objeciones no son aplicables a ERC, en primer lugar las relacionadas con la represión del movimiento independentista por parte del Estado, lo que tiene una importancia capital para la defensa de los derechos democráticos y políticos de todo el mundo. Además, sobre el papel, parece que hay más coincidencias programáticas que con el PSC.

Sin embargo, desde la Generalitat ERC ha implementado políticas neoliberales sin paliativos y en el ayuntamiento ha llegado a votar contra medidas que figuraban en su programa, como la conexión del tranvía por la Diagonal. Y qué decir de su alcaldable, partícipe durante años de la política funesta del PSC en la ciudad y responsable, como consejero de educación, de imponer una ley retrógrada por encima de la oposición del la comunidad educativa, o de la conducta voluble de la número 2 de la lista [Elisenda Alemany, antigua portavoz de Catalunya en Comú Podem en el Parlament; ndt], que no inspira mucha confianza.

La mayoría de la dirección, con Ada a la cabeza, se decanta por la primera opción y sabe que puede contar con todas aquellas personas que quieren que Ada sea alcaldesa. Por lo tanto, no es ninguna sorpresa que haya ganado. Sin embargo, es relevante que la única alternativa planteada haya recogido un 28,6% (1.156 vs 2.887 votos). También es significativo el alto grado de movilización del entorno de BComú con la participación del 40,4% (4042) de las 9949 personas inscritas en una consulta exprés que ha durado menos de dos días. Igualmente importante es el considerable crecimiento del censo de activistas durante la campaña.

¿Y ahora qué hacemos?

Finalmente, el día 15, Ada fue elegida alcaldesa con los votos de BComú, PSC y Valls. Aún queda pendiente un eventual pacto de gobierno con el PSC, que también deberá someterse a una consulta del registro, pero en estas condiciones su rechazo es muy poco probable o viable.

A pesar de las obligadas referencias a los intereses de la ciudad, los discursos de Valls, Collboni y Maragall tras la investidura no ocultan que cada uno defenderá los intereses propios de su partido. Fuera, en la plaza Sant Jaume, unos miles de personas, muy mayoritariamente simpatizantes de JuntsxCat, se desgañitan gritando Ada Colau es un fraude y Libertad presos políticos ante unos pocos cientos de comuneras. La intervención final de Ada, que incluye un compromiso con los presos, transmite convicción y optimismo, pero no saca de dudas sobre la posibilidad de llevar a cabo un programa valiente en coalición con el PSC.

Se anuncian, pues, tiempos difíciles para la gente que busca en BComú una herramienta para la transformación social en profundidad, que no se conforme con lo que es posible dentro de los estrechísimos márgenes del marco institucional actual y que no de la espalda al conflicto social, esto es, a la lucha de clases. Por si los peligros no habían quedado suficientemente claros, la número 2 del PSC, Laia Bonet, ya ha avisado que quiere un gobierno de coalición con todas las consecuencias, de corresponsabilidad. Y el precio a pagar por el regalo de Valls no tardará en hacerse patente.

Para prepararnos para la próxima etapa, sería imprescindible poner en marcha varios debates dentro de BComú, ya que la forma en que se ha hecho el de la investidura no ha permitido abordar seriamente la cuestión de cómo enfocar el futuro. La militancia de BComú no ha tenido tampoco mucha oportunidad de evaluar suficientemente los elevados costes que tendrá gobernar con el PSC y el apoyo de Valls a la investidura, ni los del impacto del mensaje político que se ha transmitido al haber accedido a la alcaldía de esta forma.

Un primer debate, éste urgente, debería tratar de los requisitos para el acuerdo de gobierno con el PSC: los puntos prioritarios a defender, los mínimos programáticos aceptables, el funcionamiento interno, la toma de decisiones y cómo repartir/compartir áreas y responsabilidades. Un segundo debate versaría sobre la manera de trabajar fuera de la institución: qué relación con el gobierno municipal, qué relación entre nuestra presencia institucional y el trabajo dentro de la sociedad civil, especialmente en los movimientos sociales, cómo trabajar dentro de estos movimientos, qué reivindicaciones priorizar ... Y un tercero, no por complicado menos crucial, podría abordar diversas cuestiones relacionadas entre ellas como: qué tipo de organización se quiere crear, con qué aspiraciones, con qué horizonte a largo plazo, qué proyectos más allá del ámbito municipal; o sea, ¿qué quiere ser la joven Barcelona en Comú de mayor?

Nos tememos que lo transcurrido estos últimos días no va precisamente en la dirección de consolidar BComú como un proyecto alternativo, sino que lo empujan cada vez más hacia su normalización institucional y política.

17/06/2019

Josep Garriga, Calitu, y Brian Anglo son miembros de Barcelona en Comú y de Anticapitalistes.

https://blogs.publico.es/torndeparaula/3192/pas-a-pas-cap-a-un-resultat-altament-problematic/

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