La Veu

[El lerrouxismo remite a un movimiento conservador, negador de los derechos de emancipación nacional y contrario a la cultura y a la lengua catalanas, cuyo principal representante fue Alejandro Lerrox. En este artículo el término se usa de una forma metafórica y no se refiere a figuras políticas concretas, sino a una actitud transversal que tiene cierta presencia en el campo de la izquierda del País Valencià y que incide en la elaboración de sus propuestas políticas. NdT]

¿Cuál es la importancia de la reivindicación del derecho a decidir del País Valencià? En determinados sectores de la izquierda política y social valenciana, se pueden detectar unas actitudes que indicarían que es muy poca. Para caracterizar estas posturas, puede ser muy útil emplear el concepto de "lerrouxismo antisistema", utilizado por Manuel Delgado en un artículo imprescindible /1. El antropólogo catalán se refiere con esta expresión al peligro de que determinados movimientos de cariz inequívocamente rupturista y emancipador (Delgado hace una referencia expresa a Podemos y a Guanyem) acaben haciéndole el juego al unionismo españolista. Esto podría ocurrir en el supuesto de que las plataformas impulsadas respectivamente por Pablo Iglesias y Ada Colau cayeran en la trampa de confundir la derecha nacionalista, que hemos visto embadurnada de corrupción y que ha sido hasta ahora la gran servidora de los intereses de la monarquía española en Cataluña, con un catalanismo popular y de izquierdas cada vez más escorado hacia posiciones independentistas. Se trata de una confusión frecuente también (cómo no podría ser de otra manera) en la izquierda española y valenciana, y que tiene como consecuencia el desprecio al derecho a decidir reivindicado por las naciones minorizadas del Estado español. Podemos desarrollar el planteamiento de Manuel Delgado diciendo que el "lerrouxisme antisistema" se caracterizaría por los siguientes rasgos:

- Se trata de un nacionalismo asimétrico. El lerrouxista antisistema le hace el juego a un determinado nacionalismo: el dominante (o sea el español). El nacionalista hegemónico no se percibe nunca como tal: para él, igual que el infierno en aquella famosa frase de Sartre, los nacionalistas son siempre los otros. Él no es nacionalista ni le hace el juego a ningún nacionalismo. Le pasa como a los humanos con el aire o cómo a los peces con el agua: no perciben su españolismo porque es omnipresente en su vida.

- Defiende una concepción reduccionista de los fenómenos nacionalistas: estos se encuentran siempre, en cualquier lugar y en cualquier tiempo, al servicio de las burguesías locales de turno. Un nacionalismo de izquierdas es, para ellos, una contradicción conceptual (de aquí el desprecio al derecho a decidir de cualquier comunidad nacional que no sea la española en su conjunto). Cómo es incapaz de autopercibirse como nacionalista o como susceptible de estar contaminado por una determinada ideología nacionalista, el lerrouxista antisistema nunca se preguntará si cabe la posibilidad de que esté haciéndo el juego a una determinada burguesía (en nuestro caso, la española).

- Se trata también de un nacionalismo imperialista: niega la legitimidad de la existencia de otras identidades culturales/nacionales y de sus reivindicaciones (no tiene sentido que una cosa que no existe, como las naciones de los otros, reivindique nada). Nos encontramos ante una actitud muy peligrosa, porque cómo que el lerrouxista antisistema no se percibe a sí mismo como nacionalista, es incapaz de ver el mal que está haciendo. Se asemeja en esto a la conducta de Adolf Eichmann, el célebre nazi inmortalizado por Hannah Arendt.

Pero la postura de los lerrouxistes antisistema no es del todo equiparable a la del españolismo de la derecha (aunque sea bastante semejante). Una diferencia fundamental, objeto de este artículo, es la manera de justificarla. En cuanto que se reivindican como pertenecientes al campo social del progresismo, sus representantes no se pueden conformar con el uso del dogma y de la fe (como los reaccionarios) para defender sus planteamientos: ellos han de argumentar. Así pues, y para volver al caso concreto valenciano, el desprecio a la reivindicación del derecho a decidir del País Valencià por parte de personas, movimientos u organizaciones contestatarias y progresistas en otros ámbitos, se justifica con unos argumentos que a continuación trataremos de esquematizar y de desmontar. Los diferentes argumentos, relacionados entre sí, vendrían a ser los siguientes:

a) En el actual contexto de crisis económica, hay reivindicaciones mucho más urgentes que ésta. Los recortes en educación, sanidad, dependencia, los desahucios, el paro...: la prioridad ahora es luchar contra estas agresiones neoliberales, que son las que realmente afectan la calidad de vida de las personas (sean valencianas o de cualquier parte del Estado español). Frente a ellas, la reivindicación del derecho a decidir aparece como una exigencia de importancia muy menor, considerada, en el mejor de los casos, como susceptible de ser abordada sólo cuando vengan tiempo socialmente menos convulsos y, en el peor, como un capricho o lujo político totalmente prescindible.

b) Si lo que ahora realmente importa es la lucha a favor de los derechos económicos y sociales, el carácter jerárquicamente inferior o directamente irrelevante del derecho a decidir del País Valencià estaría justificado porque su reivindicación y posible ejercicio no tendría ninguna repercusión en la defensa y ampliación de los derechos anteriormente apuntados. En un mundo dominado por instituciones supraestatales, como la Troika, por las grandes empresas transnacionales y por los mercados, ¿qué sentido tiene reivindicar el derecho a decidir? Si el mismo Estado español es una colonia o semicolònia de Alemania, ¿no constituye un anhelo inútil, desde el punto de vista de la soberanía económica, aspirar a algún tipo de autogobierno valenciano?

c) La reivindicación del derecho a decidir, que cómo acabamos de indicar no tiene nada que ver con las cuestiones económicas, tendría en cambio un vínculo directo con las cuestiones identitarias valencianas, y éstas no toca abordarlas ahora. La prioridad en estos momentos es buscar la máxima unidad posible entre todos los valencianos contrarios a los recortes y a la corrupción. Si abrimos el melón de la "cuestión nacional valenciana", ésto solo puede provocar enfrentamientos, puesto que la sociedad valenciana se encuentra profundamente dividida sobre este tema. Una vez más, primero intentamos salir entre todos de la crisis, y después ya veremos...

Contra estos tópicos típicos de los lerrouxistes antisistema valencianos, habría que exponer los siguientes argumentos:

1) ¿Por qué tenemos que caer en la falacia de la jerarquización de derechos? ¿No podemos defenderlos todos a la vez? ¿Acaso la defensa de un tipo de derechos (los económicos y sociales) es incompatible con la defensa de otro tipo de derechos (los culturales y/o nacionales)? Pensemos en el caso de la paralización del proyecto de Ley del aborto impulsado por Gallardón. ¿Quién, con dos dedos de frente, se hubiera atrevido a decir a las mujeres y a los movimientos sociales que desde el principio se le opusieron: "Dejad la lucha por el derecho a decidir de las mujeres sobre el propio cuerpo para más adelante, centrémonos ahora en los derechos económicos y sociales"? ¿Qué puede explicar que unas reivindicaciones se puedan hacer (las referidas a los derechos sociales o a la libertad de las mujeres para abortar) y otras no (las referidas a la cuestión nacional), si no es la hegemonía no reconocida por determinados sectores progresistas de un nacionalismo español unionista y centralista?

2) Pero, dejando a un lado el hecho de que son del todo injustificables y arbitrarios los intentos de jerarquizar los derechos humanos (porque todos son fundamentales para una vida humana digna), no es verdad que la reivindicación del derecho a decidir del País Valencià sea irrelevante en relación con la defensa de los derechos económicos y sociales. Sí, es cierto que el País Valenciano forma parte de un Estado que, hoy por hoy, es una semicolonia alemana. Sí, es verdad también que reivindicar el autogobierno o la independencia sin cuestionar el modelo social y económico capitalista y sus instituciones es quedarse muy pero que muy corto desde el punto de vista de la liberación de las clases populares. Aun así, también existen factores económicos que inciden de manera muy negativa en la protección de los derechos sociales de los valencianos, que tienen una relación muy directa con la inexistencia de un autogobierno valenciano real. Me estoy refiriendo, sobre todo, al tema del expolio fiscal. Tal y como se explica en una exposición magistralmente didáctica que todo valenciano tendría que conocer /2, el País Valencià es una comunidad autónoma más pobre que la media del Estado español y, aun así, en vez de recibir la solidaridad del Estado, paga más a las arcas públicas estatales de lo que recibe. Y esto tiene unas consecuencias sociales y económicas clarísimas: un Estado del bienestar valenciano todavía más subdesarrollado, si cabe, que la media estatal (y esto que España ya se encuentra a la cola de la Europa social, tal y como no se cansa de denunciar Vicenç Navarro /3). Un gobierno valenciano con soberanía fiscal, incluso en un contexto de austericidio neoliberal, tendría mucha más capacidad para proteger a las capas sociales más débiles. También tendría capacidad para crear una banca pública valenciana al servicio de una sociedad más justa, así como las infraestructuras necesarias para poder impulsar un modelo de desarrollo alternativo al ladrillo y el turismo.

3) Sí, la reivindicación del derecho a decidir puede tener una relación directa con las "viejas" cuestiones del nacionalismo valenciano y con todo lo vinculado con la mal denominada “Batalla de Valencia”. Pero, ¿por qué el hecho de abordar estos temas tiene que producir necesariamente conflictos entre aquellos que luchamos contra el golpe de Estado neoliberal? A día de hoy, es imposible desvincular la lucha contra los recortes de la lucha contra un régimen político corrupto y cleptocrático cómo es el surgido en el Estado español después de la muerte de Franco. Quienes atacan los derechos de las clases populares, todo tipo de derechos, son siempre los mismos: los guardianes del Régimen del 78, la casta. En nuestra casa, también: quienes recortan en derechos sociales fundamentales, son los que se arrodillan ante sus superiores en Madrid y permiten que su pueblo sea tratado como una colonia tributaria, quienes atacan la lengua y la cultura catalana en nuestras tierras y quienes niegan que el País Valencià sea un sujeto político soberano. Es también la casta valenciana la que creó y consintió el conflicto identitario valenciano: el anticatalanismo no surgió por generación espontánea en la sociedad valenciana, sino que fue impulsado y difundido por los herederos del franquismo y los guardianes del nuevo orden de la Transición, con el objetivo de impedir la construcción de un País Valencià libre, democrático y de izquierdas. Si no tiene ningún sentido separar la lucha social de la lucha por la ruptura democrática, en el País Valencià tendremos que acabar de una vez por todas con una ideología xenófoba y protofacista cómo el blaverismo, y aceptar, cuando menos, que en una democracia real pueden y deben convivir civilizadamente diferentes opciones identitarias.

El lerrouxismo antisistema valenciano (cómo todo lerrouxismos antisistema) no es compatible con una democracia valenciana real: porque jerarquiza arbitrariamente derechos; porque no denuncia el trato colonial que recibe nuestro pueblo; y porque continúa legitimando la cultura política del régimen que queremos derribar, el del 78 (del cual forma parte, obviamente, el "autonomismo" valenciano nacido el 82). Una cultura que utiliza el "consenso" como un dogma, no únicamente para discriminar tanto a los valencianos catalanohablantes como a aquellos que defienden un modelo nacional alternativo al hegemónico español, sino también para mantener al conjunto de los valencianos (sean estos catalanoparlantes o castellanoparlantes, de derechas o de izquierdas) en una situación permanente de genuflexión colectiva. Frente a esto, toda la izquierda y todos los movimientos sociales emancipadores del País Valencià tendrían que reivindicar, sin complejos, el derecho a decidir de nuestro pueblo. Porque si no lo hacemos, pase lo que pase en Catalunya o en el resto del Estado español, los valencianos continuaremos siendo unos ciudadanos de segunda categoría.

9/10/2014

http://opinions.laveupv.com/opinio/blog/contra-els-lerrouxistes-antisistema-valencians?id_butlleti_enviar=628&utm_source=butlleti_blog&utm_medium=butlleti&utm_campaign=contra-els-lerrouxistes-antisistema-valencians

Enric Gil Muñoz es activista de Podem País Valencià. Miembro del Fòrum per la Memòria Virtudes Cuevas de Sueca i de la Plataforma pel Dret a Decidir del País Valencià.

Traducción: VIENTO SUR

Notas:

1/ http://manueldelgadoruiz.blogspot.com.es/2014/08/el-perill-dun-lerrouxisme-antisistema.html

2/ http://ordelsvalencians.com/. Y en facebook: https://www.facebook.com/orvalencians?fref=ts

3/ Vicenç Navarro, El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, Barcelona, 2009.

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