El general Abdel Fattah al-Burhane acaba de poner fin al proceso de transición resultante de la revolución de 2018 que derrocó a Omar al-Bashir. Este golpe de Estado va acompañado de una feroz represión contra manifestantes, activistas de la oposición y de la sociedad civil. Ya se contaban más de cien heridos y una docena de muertes a 31 de octubre.

Los generales no quieren una transición democrática en Sudán, tienen demasiado que perder. En efecto, la alta jerarquía militar se había apoderado de la mayor parte de la riqueza y los negocios del país, es por ello que a los uniformados no les gustaba la interferencia del gobierno civil en sus asuntos. Antes del golpe de Estado ya se habían disuelto los consejos de administración de los bancos y la Comisión Sudanesa para el desmantelamiento del régimen de Ingaz (nombre del régimen de al-Bashir) estaba empezando a sacar a la luz la importante malversación de fondos.

Por su parte, Mohamed Hamdan Dogolo, conocido como Hemidt, uno de los hombres fuertes de Sudán, se opuso a la integración en el ejército de su estructura paramilitar -las Fuerzas de Apoyo Rápido-, como proponía el poder civil. Con 60.000 hombres, esta milicia se financia con comisiones cobradas por la trata de personas, el control de minas de oro o el trabajo mercenario en Yemen a cuenta de Arabia Saudita.

Además, en el ejército había la preocupación de que la justicia nacional, o de la Corte Penal Internacional, interviniera contra oficiales superiores que hubieran cometido crímenes de guerra en diferentes regiones de Sudán, especialmente Darfur.

Finalmente, la firma de la paz en 2020 con los dos líderes de la rebelión armada, Mini Minawi y Djibril Ibrahim, permitió una alianza entre ellos y el ejército. Así es como sus milicias han acabado participando ahora en la represión.

Un gobierno civil que ha decepcionado

Para justificar su golpe, los generales intentan surfear sobre el descontento popular, que es una realidad. En efecto, el primer ministro Abdallah Hamdok, bajo las exigencias del FMI, llevó a cabo una política de austeridad para pagar los atrasos de la deuda y así podar disfrutar de la “Iniciativa Mejorada en favor de los Países Pobres Muy Endeudados” (PPME). Las medidas adoptadas, como la abolición de las ayudas a la energía o la reducción del gasto presupuestario, acentuaron la precariedad de la mayoría de las y los sudaneses y erosionaron la popularidad del Primer Ministro y su equipo.

Esta situación económica se deterioró considerablemente con el bloqueo durante un mes de Port Sudan, la principal fuente de suministro del país, organizado por Mohammed el-Amin Tirik, líder de la tribu Béja. Una tribu que muchos consideran que fue instrumentalizada por líderes del ejército, ya que ciertamente no es coincidencia que Amin Tirik haya dado su apoyo a los generales. La ironía es que esta tribu ha sufrido durante décadas, como muchas otras, la marginación orquestada por las mismas personas que han dado el golpe.

Por lo tanto, el general Abdel Fattah al-Burhane ha logrado fortalecer su posición al aliarse con Hemidt y ganarse a los líderes rebeldes Mini Minawi y Djibril Ibrahim. Además, su salida del gobierno civil no es una sorpresa, ya que desde hacía varios meses habían estado exigiendo una mejor representación en las estructuras gubernamentales.

Hipocresía occidental y movilización popular

Aunque los dirigentes de los países occidentales condenaron el golpe, son en parte responsables de él al haber apoyado la política del FMI. Una política que no hizo sino degradar las condiciones económicas de la mayoría de las y los sudaneses favoreciendo la toma del poder por Abdel Fattah al-Burhane. Quién, cabe señalar, se ha beneficiado del apoyo de Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, aliados leales de los Estados Unidos en la región.

La derrota del golpe vendrá sobre todo de la resistencia de la población. La huelga general se sigue masivamente y, a pesar de la represión, la participación en las manifestaciones es fuerte, como lo demuestran las y los cientos de miles de sudaneses que salieron a las calles el sábado pasado para exigir un gobierno 100% civil.

3/11/2021
L'Anticapitaliste
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org

(Visited 365 times, 1 visits today)