Hasta comienzos de los años 2000, había muy poca resistencia a la Unión Europea y a la integración europea sin más. Todo el mundo se alegraba de la desaparición progresiva de los controles fronterizos. Además, la introducción de la moneda única facilitaba las vacaciones en el extranjero (alrededor del 40% de las personas que se iban de vacaciones), por tanto, ¿por qué inquietarse?

Oposición a la moneda única y a las contribuciones a la UE

Pero desde 2005 un movimiento de economistas conservadores (entre ellos Bernd Lucke) exigía un giro en la política de la deuda (un repliegue sobre una política nacionalista). Demandaban también una bajada de los salarios, a fin de remediar el “malestar de Alemania” que pierde pretendidamente su capacidad de competencia. Con este trasfondo Bernd Lucke (economista de la Universidad de Hamburgo, en esa época miembro de la CDU y diputado en el parlamento europeo) crea en 2013 la AfD (Alternativa por Alemania). En el centro del programa estaba la oposición a la moneda única y sobre todo a las contribuciones a la UE. Deplora la pérdida de la moneda nacional y la vuelta al Deutschmark (el marco alemán) es presentada como el remedio principal para los males de la sociedad alemana. Pero sobre todo la moneda única puede hacer perder los frutos del rigor de las y los alemanes, que no se deben sacrificar por la UE. La independencia nacional debe ser priorizada, “no se puede y no se debe pagar por los demás”, etc.

Con la crisis griega en 2014-2015, esta “argumentación” gana un auge enorme y el AfD (en este punto apoyada por la mayor parte de la prensa), deplora que Alemania pague los gastos de los “holgazanes griegos”. Esto es lo que servirá como trasfondo para la política gubernamental, y al mismo tiempo es el momento, para los nacionalistas de todo tipo, de unirse a la AfD. Ésta da un giro aún más claro hacia la extrema derecha. Lucke es destituido de la dirección (funda un nuevo partido que no podrá sobrevivir) y su sucesora (Frauke Petry) es también destituida, pareciéndose el perfil del partido cada vez más al de las demás formaciones populistas de la derecha en Europa. Hoy el partido es abiertamente racista y en él participan numerosas personas fascistas.

Los hechos no interesan

En realidad Alemania, Austria, los Países Bajos y Finlandia son los principales países beneficiarios de la UE. En primer lugar por el aumento de las exportaciones de la industria alemana. Los excedentes de Alemania (235.000 millones de euros en 2017) equivalen al 8% del PIB, lo que estrangulaba y estrangula aún a una parte importante de la industria de los países de Europa del Sur. Ningún otro país se beneficia tanto de la moneda única como Alemania, con, además, tasas de interés históricamente bajas (¡por el momento los empréstitos del Estado alemán se hacen a tasas negativas!).

Por supuesto, los bancos alemanes (y franceses…) se benefician de la crisis griega. Y no solo Berlín dicta lo que el gobierno griego debe hacer, sino que es también el presupuesto del Estado alemán quien se beneficia de la “estabilidad” de la situación.

Todo esto no impide a los partidos burgueses (la socialdemocracia incluida) presionar cada vez más para “no pagar por los demás”. El nuevo Ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, se opone a la instalación de la unión bancaria que aseguraría una garantía de rescate de un banco en quiebra por los demás bancos a nivel europeo. Desde el punto de vista de la integración capitalista y de la construcción de la UE -o más bien de rescate de la UE- sería aconsejado instaurar esta unión puesto que una explosión de la crisis (no solo bancaria) en Italia sería el fin de la UE. Pero a política del gobierno es claramente la expresión del hecho de que en última instancia son siempre los intereses nacionales los que prevalecen.

El año 2015, un año feliz para todo tipo de racistas

El muy breve “verano de las personas migrantes” en 2015 demostró la extensión de la solidaridad de una buena aparte de la población de Alemania con las personas refugiadas. Se explica sobre todo porque la gente había visto, durante años, a muchas víctimas ahogadas en el Mediterráneo.

Pero al mismo tiempo, la gente racista (AfD y otra) ha utilizado la llegada de más de un millón de personas refugiadas para meter miedo a la gente (“Quieren nuestros empleos, nuestras viviendas, etc.”). Esto ha producido una subida enorme del AfD que desde entonces moldea directa o indirectamente el debate público. Demanda el rechazo masivo a las fronteras -el ala más extremista del AfD demanda disparar contra las personas refugiadas, expulsar al máximo de las que ya están aquí, etc.

Como este discurso es absolutamente coherente con la lógica racista de los demás partidos burgueses y como la política de la AfD tiene la ventaja de parecer más consecuente, puede arrastrar a todos los partidos (incluyendo a la socialdemocracia). La CSU (la rama bávara de la Democracia Cristiana) intenta así aplicar la política que propaga la AfD, esperando reducir su influencia. Pero lo que se manifiesta claramente es lo contrario. ¿Porqué se debería votar a la copia (CSU) y no al original? Hoy (mediados de julio de 2018), la AfD está en un 15-17,5% , la socialdemocracia entre el 17 % y el 19%. No habría que extrañarse si pronto la AfD fuera más fuerte que el SPD. Y con motivos: el SPD tiene miedo de que la “gran coalición” (Cristiano demócratas de Merkel y SPD) sea un fracaso y que el SPD sea despedido del gobierno. Entonces el SPD se adapta a la política de Merkel que -paso a paso- realiza el cierre de las fronteras, el refuerzo de Frontex, el aumento de las expulsiones, etc.

Las raíces profundas del ascenso de la AfD

La instalación de la “Agenda 2010” por el canciller socialdemócrata Schröeder representó la más importante destrucción de derechos sociales desde la Segunda Guerra Mundial. Los efectos más graves han sido los siguientes: bajada importante de los subsidios de desempleo y precarización de los empleos, de forma que Alemania tiene hoy el sector precarizado más desarrollado de Europa.

De ahí una angustia muy extendida de perder el empleo, de quedar precarizado o precarizada, de ver su nivel de vida bajar considerablemente, de exclusión social… En Alemania del Este -donde hay “tradicionalmente” pocas personas migrantes y aún menos refugiadas de los años 2015-2017- se añade el hecho de que los salarios son (según los sectores) entre un 12% y un 22% más bajos que en Alemania del Oeste, que la tasa de paro es el doble que la del Oeste, que las pequeñas ciudades están siendo despobladas, etc. Es decir, un terreno extremadamente propicio para la AfD: en las últimas elecciones, ha alcanzado el 22,5% en Alemania del Este. Así pues, con claramente menos personas refugiadas en Alemania del Este, pero con un nivel de vida bastante inferior al de Alemania del Oeste y el sentimiento de exclusión y de falta de perspectivas, está claro que es ante todo la cuestión social la que prepara el terreno para el racismo.

En toda esta atmósfera de una progresión de la derecha y de la extrema derecha, los gobiernos de los Bundesländer (Estados Federados) están extendiendo la represión policial y judicial. Preparan nuevas leyes que -por ejemplo- autorizan a la policía a redadas incluso sin pruebas de la existencia de un peligro; basta la sospecha de la policía de que un delito podría estar preparándose.

Las movilizaciones de la extrema derecha y las contramovilizaciones

En este contexto, se multiplican las movilizaciones de la extrema derecha así como- afortunadamente- las de la gente antiracista y antifascista. En Colonia ha bastado, a comienzos de julio, una semana para movilizar a 8.000 personas que, frente a la pasividad cínica de los gobiernos de la UE, reclamaban una ayuda efectiva a las personas refugiadas naufragadas. Diez días más tarde (el 17 de julio), el Ministro del Interior Seehofer (CSU) debía venir a Düsseldorf para defender su política de expulsiones, pero cuando ha visto que una multitud tan importante como en Colonia estaría en la calle ha anulado la visita (oficialmente atrasada por razones técnicas).

Dede hace unos dos años, la cuestión de la UE no está ya en el primer plano, pero podría volverse una cuestión muy diferenciadora en caso de agravación de la crisis de la deuda (en Grecia o en Italia). Desde 2015, y de lejos, son las políticas migratorias (y por tanto la cuestión del cierre de las fronteras) las que se han convertido en la cuestión clave para todos los partidos, pero también en los debates de la izquierda y de la izquierda revolucionaria. El partido Die Linke mantiene mayoritariamente su posición de defensa de las personas migrantes. Pero no es el caso de Sahra Wagenknecht y Oskar Lafontaine, que preparan la fundación (prevista para el mes de septiembre) de un movimiento de reagrupamiento. En las filas de sus partidarios hay muchos nacionalistas (incluso de derechas), y su proyecto parece visiblemente inspirado por Mélenchon y La France Insoumise. Por otra parte, igual que LFI, este proyecto es top-dow, por tanto sin construcción desde abajo. Se le dan pocas posibilidades de éxito, y el único efecto probable será dividir a la izquierda y no reagruparla. Este “movimiento” se pronuncia por una reglamentación de las migraciones, por tanto una concesión enorme a la AfD, esperando así reducir la influencia de esta última. Una farsa colosal.

Felizmente, la mayoría del partido Die Linke, y la gran mayoría de la izquierda extraparlamentaria y sobre todo de la gente revolucionaria (entre ella la gente de la ISO), defiende los derechos de la gente migrante, y lo dice alto y fuerte: ¡Abajo Frontex! ¡Abrid las fronteras! ¡Ayudad a la gente que naufraga! ¡Basta de expulsiones! ¡Basta de exportación de armas! ¡Revisión de todos los tratados de libre cambio que arruinan a las sociedades de África y otros países!.

Jakob Schäfer es miembro de la ISO (Internationale Sozialistische Organisation)

27/07/2018

https://npa2009.org/actualite/international/allemagne-les-politiques-migratoires-la-question-cle

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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