A diferencia de las elecciones legislativas en Túnez (23/10/2012), Marruecos (25/11/2011) y Egipto (a partir del 28/11/2011), las celebradas recientemente en Argelia no han producido una nueva mayoría parlamentaria.

Algunos observadores han podido así ironizar sobre el hecho de que Argelia sea un país raro que “se salta una estación, la primavera”. Esto haciendo alusión a los cambios políticos que han seguido, en otros lugares de África, a las revueltas y movimientos sumariamente resumidos bajo el nombre de “Primavera árabe”. (Y que han beneficiado en primer lugar, por el momento, de forma provisional a partidos islamistas).

Tras las votaciones del 10 de mayo, serán los principales partidos de la antigua mayoría –bautizada como Alianza Presidencial-, quienes continuarán gobernando el país. Sobre todo uno de ellos, el FLN (Frente de Liberación Nacional). Antiguo partido único desde la independencia en 1962/63 hasta la implosión del régimen en 1988/89, el FLN no se ha alejado verdaderamente jamás del poder. El presidente Abdelaziz Buteflika, a la cabeza del Estado desde abril de 1999, ha salido de sus filas.

La nueva Asamblea Popular Nacional (APN) argelina ha visto aumentar el número de sus escaños de 389 antes a 462 hoy. Una veintena de partidos políticos habían sido creados muy poco tiempo antes de las elecciones. Las autoridades habían intentado dar la impresión de un “nuevo comienzo”, intentado con ello canalizar las frustraciones sociales y políticas que gruñen de forma subterránea en la sociedad argelina. Pero la APN recientemente elegida está lejos de presentar verdaderamente un nuevo rostro. 220 escaños –no muy lejos del umbral de la mayoría absoluta- han sido cogidos solo por el FLN. Otros 68 escaños (contra 62 durante la antigua legislatura) por su clon, el Reagrupamiento Nacional Democrático (RND). Este último había sido creado en 1997 para apoyar al gobierno de entonces, a partir de una escisión del ex partido de estado FLN. El primer ministro saliente Ahmed Oyyahia pertenece a este partido.

Las formaciones islamistas aparecen como las grandes perdedoras del escrutinio. Esto en la medida en que varios de estos partidos habían anunciado que iban a tener éxito. Según ellos mismo, estos partidos tenían el viento de popa, puesto que los ejemplos de las recientes victorias electorales de Ennahda en Túnez y de los Hermanos Musulmanes en Egipto actuarían a su favor. El partido MSP-Hamas, que ha participado en los sucesivos gobiernos desde 1999 sin interrupción, había tomado la decisión de abandonar la “Alianza Presidencial” en enero de 2012. Poniéndose de acuerdo con otros dos partidos islamistas, había formado una “Alianza Verde” esperando una victoria electoral. Sin embargo, no ha ocurrido nada de eso. Esta alianza islamista no llega más que a la tercera posición, obteniendo 48 escaños en total. Otro partido de orientación islamista (pero clasificado como “más radical” en su posicionamiento respecto a los gobernantes salientes), el Frente de la Justicia y del Desarrollo (FJD) del predicador Abdallah Djaballah no obtiene más que 7 escaños.

Todos los partidos islamistas se han visto sorprendidos por estos resultados más bien malos. El FJD de Djaballah ha pretendido que su débil resultado solo era debido al fraude electoral y que por tanto no lo reconocía, amenazando al establishment con una “revolución”. Pero un partido como el MSP-Hamas dispone de un cierto número de contactos en la administración. Por otra parte, no es improbable que una fracción del poder oligárquico, al menos, habría aceptado asociar un partido de este tipo –que saliera reforzado del escrutinio- al gobierno, a fin de canalizar las frustraciones de la sociedad. Estos dos hechos abogan contra la idea de que el fraude, únicamente, habría alejado a los islamistas de un buen resultado electoral.

En realidad, es bastante improbable que el fraude explique, por sí mismo, su derrota. La manipulación ha podido existir, en beneficio de los grandes partidos y en detrimento de las numerosas pequeñas formaciones. No explica probablemente las grandes tendencias del escrutinio, que encuentran su fundamento más bien en la ausencia profunda de una esperanza en un cambio político. En cualquier caso, hoy la mayor parte de la sociedad no espera nada de una alternancia a nivel de las instituciones del estado. “Se prefiere aún votar por uno "gordo" que por uno "delgado”, nos explicaba Kheira, obrera, en una visita reciente a Oran. “El gordo, que ya es rico, tendrá quizá un poco menos hambre. El delgado, que intenta enriquecerse, espera en cinco años salir también gordo del cargo. Mientras tanto, va a robar al Estado”. Esto explica un voto, esencialmente alimentario –porque se promete una redistribución clientelista del dinero del Estado-, a favor de los grandes partidos.

Los partidos islamistas actuales están “domesticados”, en comparación con el Frente Islámico de Salvación (FIS) de comienzos de los años 1990, una parte de cuyos dirigentes al menos había reclamado todo el poder. Han integrado el principio de un reparto del pastel con la burguesía burocrática, el ejército y los demás partidos de la oligarquía. Con el trasfondo de la participación en el poder, están hoy también en gran parte desacreditados: al margen de un discurso “moralizador”, no han aportado estrictamente ningún cambio de la vida de argelinos y argelinas. La esperanza de un cambio profundo traído por los islamistas, que existía hace veinte años, ha desaparecido en gran medida. Los islamistas radicales perdieron la guerra civil (de 1992 a 1998), y mostraron ellos mismos un rostro repugnante contribuyendo –con el ejército- a las masacres de civiles.

Un cambio positivo en Argelia no vendrá ni de los islamistas, ni del parlamento. Mientras tanto, los movimientos sociales que podrían, por su parte, ser portadores de perspectivas positivas están muy vivos y activos. Los “sindicatos autónomos” (al margen de la UGTA, la central sindical asociada desde siempre al FLN, al RND y al Estado) acaban de crear, por primera vez, una confederación nacional diferente de la UGTA. Trabajadores del Ministerio de Justicia están en huelga de hambre por el reconocimiento de sus derechos. Manifestaciones e incluso revueltas locales son casi diarias. No es en las elecciones donde hay que buscar una esperanza.

19/05/2012

http://www.npa2009.org/content/les-%C3%A9lections-en-alg%C3%A9rie

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

(Visited 33 times, 1 visits today)