La Unión Europea cuenta, desde diciembre de 2021, con un programa denominado “Objetivo 55”, a través del cual va aprobando un conjunto de medidas encaminadas a adaptar la legislación al objetivo de reducir las emisiones de gases invernadero en un 55% en el año 2030.

En los últimos acuerdos alcanzados, aunque aún deben ser ratificados tanto por la Eurocámara como por el Consejo de la Unión Europea, se eleva el consumo de energía renovable en un 42,5 % (antes estaba en un 32 %) para el citado año, además de disponer un porcentaje para el uso del hidrogeno rosa, la energía nuclear y la biomasa calificada como una fuente de energía 100 % verde.

Todos estos propósitos se materializan en revisiones y actualizaciones de la legislación de la Unión Europea que deberá ser transportada a las respectivas normativas de los países miembros.

Las líneas maestras para la consecución de esas intenciones contemplan, sobre todo, medidas para facilitar y acelerar los procedimientos de autorización de infraestructuras de energías renovables, incluyendo el establecimiento de territorios específicos donde la normativa se relaja enormemente.

Lo primero que viene a la mente ante estas propuestas es la frase que Francisco de Sales, santo francés del siglo XVII, patrón de los periodistas, atribuyó a otro santo, también francés, del siglo XII, Bernardo de Claraval: “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Las propuestas para combatir el cambio climático de la UE no son sino una huida hacia un callejón sin salida, porque parten de las siguientes premisas:

Mantener el nivel de vida y de consumo de los países del Norte global, conseguido gracias al saqueo de los países del Sur global y de la explotación del medio ambiente planetario. El aumento del uso de los minerales y materiales necesarios para las grandes instalaciones eólicas y fotovoltaicas que se promueven significa mantener, por parte de los países de la Unión Europea, unas formas de imperialismo ecológico extractivista con los países donde se encuentran esos materiales.

Transferir a los países del Sur global las cargas ambientales y los costes ecológicos de la producción de mercancías y alimentos que consumimos en el Norte. Los países más pobres están generando un 10% de emisiones de CO2, y sin embargo son los que más y primero sufren las consecuencias del cambio climático.

A pesar del aumento que desde hace años se viene haciendo en renovables, no se reduce el consumo de combustibles fósiles, sino que las energías renovables se están acoplando de forma adicional a las fósiles para aumentar el consumo energético y el incremento de la economía.

El acrecentamiento de la economía requiere un mayor consumo de recursos y, por lo tanto, mayores emisiones de CO2. La idea de mantener el crecimiento económico y al mismo tiempo reducir las emisiones de CO2 recurriendo a las nuevas tecnologías, se ha demostrado que es una ilusión y una falacia. Los datos demuestran que la implantación masiva y abusiva de renovables eólicas y solares, del hidrogeno en todas sus variantes (verde, rosa, azul, gris), de la energía nuclear, de la biomasa… no ha reducido en nada las emisiones de CO2, sino todo lo contrario.

Las medidas propuestas por la UE están enganchadas en la trampa de la productividad y en la no renuncia al crecimiento económico. Este capitalismo verde no tiene en cuenta los límites del planeta que, si se superan, suponen la desestabilización de la vida en la Tierra.

Si no se parte de la idea motriz de que el cambio climático está profundamente ligado al consumo desenfrenado del estilo de vida opulento que ha impuesto el capitalismo en los países del Norte global, será imposible adoptar medidas justas y eficaces. Sin cambios en el modo de vida imperial será imposible hacer frente al problema medioambiental.

En realidad, las diversas propuestas del programa “Objetivo 55” no son sino las autopistas que las administraciones públicas ponen a disposición de las grandes empresas de la energía, para llevar a cabo la instalación de macro polígonos renovables que mejoren sus cuentas de resultados, a costa de agredir al medio ambiente. Sin que exista ninguna esperanza de que se puedan conseguir los niveles de reducción señalados

Ha llegado la hora de decir basta y de plantarnos con un NO rotundo ante esta situación. Es el momento de pisar a fondo el freno al capitalismo y preparar a la sociedad para una situación de economía sostenible. Es necesario el decrecimiento económico para conseguir una transición eficaz, justa, igualitaria y democrática.

El Estado español y Navarra se encuentran inmersos en esta telaraña urdida por los intereses de los grandes monopolios de la energía, y por las falsas ideas de que el crecimiento económico puede extenderse hasta el infinito, así como que las tecnologías nos garantizarán (al Norte rico) el actual nivel de vida y consumo.

Cuando la realidad nos dice que lo que se está produciendo es un obsceno enriquecimiento de las grandes compañías del sector de la energía, y que las empresas dedicadas a la producción de bienes y servicios en el Estado español han crecido en el año 2022 un 91,3 %, mientras los salarios, en ese mismo periodo, han crecido un 3 %. Siendo estos impúdicos beneficios los causantes de la inflación y del aumento de los precios y el coste de la vida, empeorando las condiciones de vida de las capas más pobres de la población. Los efectos de la crisis civilizatoria se están sintiendo en el Norte global.

En Navarra, brilla por su ausencia la planificación racional de la implantación de renovables, y lo que existe en una carrera descontrolada y frenética impulsada por las empresas, para que se les aprueben proyectos sin importarles los atentados contra la biodiversidad y el territorio que comportan.

El último de estos megaproyectos es el de las plantas solares fotovoltaicas en el municipio de Adiós, que ha obtenido la declaración favorable de Medio Ambiente, publicada en el BON 64, de 30 de marzo, desoyendo las alegaciones presentadas, entre otros muchos, por la Plataforma ciudadana “Salvemos el Perdón 4.0 Erreniega Salba Dezagun”, y que supone la instalación de 148 MW, ocupando prácticamente todos los terrenos cultivables del municipio.

Sólo la movilización ciudadana puede conseguir revertir la dinámica suicida de las promotoras privadas, amparadas por la normativa de laissez faire de la Unión Europea y de los gobiernos del Estado español y de Navarra. Toda nuestra solidaridad y apoyo a la lucha de Salvemos el Perdón 4.0 Erreniega Salba Dezagun. Con nuestra lucha lo conseguiremos.

Ramón Contreras López. Plataforma Haize Berriak y Coordinadora NEETEN (Nafarroako Energía Eraldatzen)

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