Este sábado día 30, víspera del Primero de Mayo, Público ofrece La revolución española, de Andreu Nin otro libro de la colección "República”. Viene precedido por un prólogo de Pelai Pagès, que acaba de publicar la versión castellana de su biografía, Andreu Nin: una vida al servicio de la clase trabajadora (Laertes, Barcelona), que incluye una nueva documentación respecto a laedición de Zero-ZYX de 1975.

La revolución española fue en su momento una edición ampliada de la selección, Los problemas de la revolución española, realizada en los años sesenta por Juan Andrade para Ruedo Ibérico, y apareció en la editorial Fontamara. Hace años hubo otra edición de El Viejo Topo con algún texto extraviado que todavía sigue en librerías. Se puede hablar por lo tanto de una labor que sigue las indicaciones de Nin: “Sembrar, siempre sembrar. Sembrar en todos los surcos. Sembrar a todos los vientos. Sembrar a la luz, sembrar a la sombra. Sembrar incansablemente. Sembrar hasta sobre las rocas. He ahí nuestra labor”.
Esta labor está siendo continuada modestamente por la Fundación Andreu Nin en diversos rincones del Estado, una labor que está encontrando una actitud muy receptiva en las nuevas generaciones, y en los medios editoriales.

Pero como actualmente la memoria viaja tan deprisa, quizás no esté de más recordar lo que significó el partido de andreu nin, el POUM…
El POUM fue creado de la fusión del Bloque Obrero y Campesino (BOC) y la Izquierda Comunista de España (ICE), pero su propuesta de “unificación” se orientaba hacia todos los marxistas que habían apoyado la Alianza Obrera que había liderado la revolución de Asturias, y los hechos de Barcelona en octubre de 1934. La fracción más eran los “caballeristas” y las juventudes socialistas que hasta febrero de 1936 defendían un gobierno obrero como alternativa al fascismo. Caballero y Carrillo insistieron en que “maurinistas” y “trotskistas” crearan el Partido Socialista catalán y reforzaran así el ala izquierda del PSOE, pero los líderes del POUM invitaron a la izquierda socialista a romper con Prieto, Besteiro y compañía.
Un “momento estelar” de la historia que sugiere otra posibilidad de otra secuencia.

Seguramente un gobierno obrero no habría permitido que Mola y Franco tramaran impunemente el asesinato de la República. Quizás habría armado a los trabajadores para impedir derrotas que fueron claves en Sevilla, Zaragoza u Oviedo, donde los facciosos se impusieron gracias la complicidad y/o estupidez de los gobernadores que aseguraron que tenían la situación controlada. Pero al cuerpo y el corazón del movimiento obrero le faltó cabeza, capacidad para saber como debía de responder al dilema de vida o muerte que se veía venir desde que Hitler demostró a las clases dirigentes que podía liquidar al mayor movimiento obrero de su tiempo, pero estúpidamente dividido por una guerra interna entre la socialdemocracia legalista y el comunismo estalinista que afirmaba que los socialistas eran “el enemigo principal”.

Esta es la secuencia que marca todas las demás. Los comunistas disidentes del POUM –la casi totalidad de los dirigentes comunistas de primera hora confluyeron en su seno-, se encontraron con una situación invertida a la que entre principios de 1933 y octubre de 1934, les había permitido jugar un papel excepcional en la Alianza Obrera. Después del desastre de Alemania (y Austria, donde un Hitler pequeño acabó con sangre con las glorias reformadoras del austro-marxismo), el “capo de lo capos” que se había quedado solo en la cumbre del PCUS, y por lo tanto de la URSS .-tan lejana, tanto más idealizada en cuanto más derrota sufrían los trabajadores-, dio un giro a sud directrices políticas, e impuso una nueva línea: la del Frente Popular que oponía al ascenso fascista un bloque liderado por la izquierda liberal (los republicanos en España, los “radicales” en Francia), cuyo eje central era el pacto con las mismas potencias democráticas que combatían al nazismo con el “apaciguamiento”…Lo primero que hicieron estas potencias cuando la República fue asaltada fue firmar el pato de no-intervención. Este pacto dejó las manos libres a Hitler y a Mussolini para apostar por Franco, y la República se vio obligada a la ayuda envenenada de la URSS.

Se trata de un tiempo en el que la historia está dando un vuelco. La depresión económica, el “irresistible ascenso” de Hitler, la línea de “apaciguamiento” de liberales y socialdemócrata, el despliegue de la propaganda de “los amigos de la URSS”, todo ello contribuye a una ola de prosovietismo en la que la revolución de Octubre se confunde con la “fortaleza de Stalin” hasta el extremo que cuando llegan a Madrid las primeras “Brigadas Internacionales”, el pueblo cree que son los rusos. Esto es por abajo, por arriba funciona el “realismo”, así cuando los representantes del POUM van a protestar a las autoridades republicanas (Prieto, Negrín, etc), la respuesta viene a ser: "No sois nada al lado de la ayuda rusa". Además, para la derecha republicana –como para los historiadores que ahora creen que no había vida más allá de la República liberal-, el POUM era un partido extremista. Quería otra República, una República basada en la “democracia obrera”.

La historia del POUM será pues vertiginosa: meses después de crearse se encontraba en las barricadas de una guerra, y de una revolución. Un año más tarde era ilegalizado y procesado. En 1939 emprendía el camino del exilio donde le esperaban los campos de concentración y/o el “maquis”.
La campaña antipoumista tendrá su culminación con el rapto, tortura y muerte de Andreu Nin, antiguo secretario general de la CNT, uno de los rostros del internacionalismo comunista de los años veinte, traductor y escritor reconocido, y en el montaje de proceso contra sus principales dirigentes cuya integridad será resaltada por testigos de la talla de la anarquista Emma Goldman. Era medianoche en el siglo, y algunos de los mayores crímenes contra el pueblo se perpetraban en nombre de grandes ideales. En la página de la campaña contra los “trotskistas y los incontrolados”, hay que escribir también el epitafio del ciclo revolucionario iniciado en febrero de 1917. Después ya nada será igual, en vez de la revolución había que esperar a Godot. Son estas páginas lo que hacen que la historia del POUM parezca cada vez más viva y apasionante.

Después de un ardua pero fallida tentativa de reconstrucción en los años cuarenta, el POUM persistió como referente del comunismo democrático. Aunque no consiguió recomponerse, su legado “resucitó”, primero en los años 60-70, y después con Tierra y Libertad, la célebre “peli” de Ken Loach. También con la Fundación Andreu Nin. La persona que más empecinadamente mantuvo esta memoria viva fue sin duda Wilebaldo Solano, fallecido poco antes de este 75 aniversario a los 94 años de edad. Unos meses antes, Wilebaldo todavía intervenía con ilusión en la inauguración de la Biblioteca Andreu Nin situada en el rincón donde el POUM tuvo su sede durante la guerra. La anécdota la puso en la ocasión el PP de Barcelona, que cuando se votó en el pleno municipal el nombre, su portavoz protestó acusando al POUM de estar detrás de los que crearon el Muro de Berlín. Precisamente.

Pepe Gutiérrez Álvarez es miembro del Consejo Asesor de VIENTO SUR

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