A pesar de las abrumadoras desigualdades sociales, la izquierda prácticamente había desaparecido del escenario político libanés. Con el levantamiento y la aparición de nuevas formas de socialización, la juventud comienza a revivirla.

“En Líbano, solo puedes ser de izquierda”. Esta es una frase que escuchamos a menudo, no solo en todo el país sino también entre los miembros de la diáspora, tan evidente es el nivel de desigualdades.

Sin embargo, aparte de unos pocos grupos marginales y un Partido Comunista dividido, la izquierda está en gran parte ausente de la escena libanesa. En los debates políticos está muy poco presente y ya no tiene un solo miembro del Parlamento que se reclame de ella.

Sin embargo, en todos los lugares donde se expresa la protesta, sí es una ira de izquierdas lo que ruge en las consignas que critican a los bancos y a la clase política. En los cafés o en la universidad también se habla de intifada y thawra (revolución).

En las camisetas, el Che Guevara ha regresado, al igual que las kufiyyas negras y rojas en los hombros. En los cantos de las manifestaciones se reconoce el estribillo de “Yo soy el pueblo en marcha” del cantante egipcio Sheikh Imam, fallecido hace 25 años pero que tan bien evocaba los dolores y las dificultades de la vida de la gente más humilde.

Por tanto, la izquierda está presente y ausente. Ausente como organización política pero bien presente en los espíritus, las ideas, los símbolos.

"Es muy difícil aplicar a la escena política libanesa las categorizaciones izquierda / derecha que están vigentes en otros lugares", señala Sibylle Rizk desde Beirut, directora de políticas públicas de Kulluna Irada, una organización cívica comprometida con la reforma política, con financiamiento al 100% libanés. “De hecho, existe un Partido Comunista que ha sobrevivido durante décadas y sigue teniendo presencia en determinadas regiones y en determinados escenarios de la protesta. Pero no hay, estrictamente hablando, un partido de izquierdas en un tablero que ofreciera toda la paleta habitual".

Citado por el diario francofono L'Orient-Le Jour , Wissam Saadé, profesor de historia y ciencias políticas en la Universidad Saint-Joseph de Beirut, matiza: “Quienes pertenecen a la izquierda stricto sensu […] son solo  una minoría pero una minoría numéricamente influyente en el marco del levantamiento. Además, tienen la particularidad de estar presentes un poco en todas partes. De norte a sur y hasta la Bekaa".

Desde que Líbano se lanzó de cabeza al liberalismo más extravagante -hasta el punto que el término aparece en la Constitución-, con, como consecuencia, desigualdades que alcanzaron antes de la crisis actual récords mundiales, la izquierda tiene ante ella una hermosa avenida. Pero nunca la ha aprovechado y muchas veces incluso ha preferido integrarse en la clase política especuladora. La actual crisis financiera ha ampliado aún más esta avenida.

Con, por un lado, una población agotada, que ha perdido del 60% al 70% de su poder adquisitivo, todos sus ahorros para quienes tenían alguno. Y por otro lado, una pequeña minoría, que se ha enriquecido considerablemente bajo el efecto de la política de anualidades y el esquema Ponzi (un sistema de arreglo financiero fraudulento que consiste en remunerar las inversiones de los clientes principalmente con fondos adquirido a los nuevos entrantes) mantenido durante veinte años, y que ha logrado colocar su fortuna fuera del Líbano. Y ahora con la posibilidad de que esta última categoría vuelva a comprar activos a precios bajos.

“Los cimientos de un contrato social existen incluso en los países más liberales del planeta como Estados Unidos, es decir, un sistema tributario algo progresivo (aunque haya un debate sobre el alcance de su progresividad) - pero no en el Líbano, donde el sistema es regresivo”, explica Sibylle Rizk. “No se proporcionan servicios públicos básicos, como educación o cobertura médica. Tampoco infraestructuras esenciales como el agua, la electricidad o la gestión de residuos, hasta el punto de que la cuestión de saber de si son públicas o privadas es secundaria. Simplemente no se proporcionan debido al fallo del Estado".

“Además”, agrega, “si estar en la izquierda significa defender políticas que tengan en cuenta el interés general y no solo los intereses clientelistas e intereses privados, entonces todo el sistema de poder vigente durante décadas es de derechas y quienes se manifiestan contra este poder, y reclaman el establecimiento de un verdadero Estado al servicio de la ciudadanía, están a la izquierda. Su desafío es el de la organización y la estructuración en partidos y movimientos".

La desaparición de la izquierda

Sin embargo, la izquierda no siempre ha sido la gran ausente de la vida política. Tenía puntos de anclaje muy importantes como en Beirut, en Mina, el gran puerto de Trípoli, o en el sur.

“La realidad política de la guerra civil post-libanesa [la guerra civil terminó en 1990, con los acuerdos de Taëf - ndlr ] fue tal que los partidos de izquierda, y no solo ellos, habían perdido su capacidad para inventar y proponer programas políticos”, analiza desde Beirut Hind Darwish, gran figura de la literatura libanesa y muy involucrada en el movimiento de protesta. “Ciertamente se producía, a escala mundial, la desazón que golpeó a la izquierda casi simultáneamente con la caída de la URSS. Pero, a nivel local, esta realidad de la posguerra se caracterizó por el control primero sirio, no solo sobre la vida política y social, sino también sobre la vida cultural."

“Luego”, continúa, “se produjo la hegemonía de Hezbolá, que liquidó el reservorio mental de la izquierda. La pérdida, desde los años ochenta, de sus pensadores, ideólogos, escritores, periodistas más eminentes, ya sea por asesinatos, exilio o incluso su conversión en beneficio de movimientos confesionales, algunos radicales. Estoy pensando en particular en los chiítas comunistas que se unieron a Hezbolá o al partido Amal. "

Hay otro problema para quienes se reclaman de la izquierda libanesa: el país está dividido en dos campos desde el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri el 14 de febrero de 2005, que estaba entonces a punto de recuperar el poder.

Por un lado, el campo "del 14 de marzo" que reúne a todos los partidos y personalidades que luego se movilizaron para exigir - y obtener - una comisión internacional de investigación, la salida del ejército sirio y sus servicios de seguridad, que aterrorizaban al Líbano, como parte de la Intifada de la Independencia, también conocida como la “Primavera de Beirut” o “la Revolución del Cedro”. Así encontramos en este bloque tanto la Corriente del futuro (la formación del difunto Rafic Hariri) como las Falanges libanesas (derecha) y el pequeño movimiento de la izquierda democrática.

Por otro, el campo del "8 de marzo", que incluye a Hezbolá, el movimiento clientelista chií Amal y partidos satélites, como el Partido Social-Nacional Sirio (PSNS, formación neofascista que tiene tres diputados y cuyo emblema imita la esvástica, símbolo hindú del que se apoderaron los nazis), que creen que la prioridad es la lucha contra Israel y permanecer en la órbita de Damasco, y, también, en el caso del Partido de Dios (Hezbolá), de Teherán. Y que, por tanto, se han opuesto radicalmente a "la revolución del cedro".

El Partido Comunista Libanés (PCL) también está dividido sobre este tema. Por un lado, militantes hostiles a Hezbolá y al régimen sirio. Por el otro, quienes están a favor de una alianza con el partido islamista chií, alegando que el principal enemigo son los bancos y los “hariristas”.

También defienden la constitución de "un frente antiimperialista" contra Israel y Estados Unidos, queriendo olvidar que el Partido de Dios asesinó a muchos militantes comunistas en la década de 1980 para tener el monopolio de la lucha contra el Estado hebreo. Así fueron asesinados no menos de 18 dirigentes comunistas, según Elias Atallah, antiguo jefe del brazo armado del PCL.

Libano 2La nueva generación se rebela contra todo

Hoy, el politólogo Ziad Majed, que participó en la creación en 2004 del movimiento de izquierda democrática, distingue tres “perfiles” de izquierda en el movimiento: la militancia del PCL, las y los “independientes” y los grupos de jóvenes activistas sin afiliación particular.

"La militancia comunista, sea o no anti-Hezbolá, juega un papel muy activo desde el inicio del movimiento, en particular las secciones juveniles del PCL, no solo en Beirut sino también en las regiones", subraya. “Está muy presente a nivel de mitines, debates, sentadas, la organización de todo tipo de iniciativas. "

Las y los "independientes" provienen generalmente de las generaciones que conocieron los años 1970-80-90, es decir, los de la guerra civil libanesa y luego de la ocupación siria.

Hay quienes provienen de la Izquierda Democrática u otros movimientos o no participaron directamente en la política. “Se han quedado en la izquierda”, especifica Ziad Majed, “con una lógica muy anti-Hezbolá al que consideran como la encarnación de la autoridad que gobierna el país, con sus milicias armadas, sus discursos bélicos y sus alianzas regionales. Por lo tanto, lo ven como su principal oponente, pero no excluyen de sus críticas al resto de la clase política. No son tan activos como los comunistas, pero intervienen en muchas regiones y han trabajado para crear coordinación entre la gente que se manifiesta".

Finalmente, los grupos de jóvenes activistas, en particular estudiantes que han trabajado durante mucho tiempo para llenar las carencias del Estado, o para apoyar las reivindicaciones LGBT, las de las y los trabajadores sirios, las trabajadoras domésticas sobreexplotadas y que en general defienden los derechos de las minorías.

“Estos grupos son extremadamente dinámicos”, apunta el mismo investigador. Son capaces de imponer algunas de sus consignas; ninguna fuerza política se ha atrevido a consignas tan radicales en relación con las minorías o la justicia social. Intentan formar una plataforma o comienzan a estructurarse, este es el caso de los grupos de estudiantes. La mayoría de ellos pertenecen a una generación que no conoció las divisiones entre el 8 y el 14 de marzo y, por tanto, no se sienten preocupados por ellas. En general, se oponen a Hezbolá, al régimen sirio, pero también al clan Hariri y la política de los bancos".

Pero para Sibylle Rizk, de la organización Kulluna Irada, la personalidad que mejor encarna hoy a la izquierda es Charbel Nahas, un antiguo ministro, con su movimiento Ciudadanos y ciudadanas en un Estado, que, efectivamente, tiene el programa económico más completo en el seno de la oposición.

“Muchos actores de la “revolución” coinciden con él y el marco conceptual y político que ofrece es el que es retomado, a veces inconscientemente, por mucha gente”, subraya. “Pero nos topamos con enfrentamientos de personas, problemas de comunicación, de carisma… Toda la dificultad está en pasar de un agrupamiento a un movimiento estructurado. "

Mucha gente en Beirut lamenta la desaparición, en los últimos años, de las tres últimas grandes figuras de la izquierda libanesa, creyendo que habrían dado aún más peso al levantamiento: el joven columnista e historiador Samir Kassir, considerado como el intelectual árabe más prometedor de su generación y uno de los artífices de la Primavera Libanesa, asesinado el 2 de junio de 2005 por los servicios secretos sirios; Georges Hawi, gran figura de la resistencia nacional libanesa a la invasión israelí de 1982 y secretario general del PCL al que pretendía desestalinizar, también asesinado en junio de 2005; o incluso el intelectual Samir Frangié, gran estratega político, que murió de enfermedad en abril de 2017.

"El asesinato de Samir Kassir fue el hecho que dio el golpe definitivo a la izquierda libanesa, pero está claro que como corriente de pensamiento político, se había perdido mucho antes de su desaparición", dice Hind Darwish. “Los elementos que combinaba, un intelectual árabe cercano a los círculos de izquierda desde París a Rabat pasando por Beirut, un profesor carismático amado por su alumnado y un gran defensor de su causa y de la libertad, le hicieron único en su capacidad para dirigir un proyecto de renacimiento efectivo de la izquierda libanesa".

“Es cierto”, reacciona Ziad Majed, “la presencia de los tres habría jugado un papel en la movilización. Samir Kassir con las y los estudiantes; Georges Hawi, con miles de personas de izquierda que se han alejado del campo político y que él podría haber traído de vuelta; Samir Frangié por la finura de sus análisis y su credibilidad. "

“Pero”, continúa, “la nueva generación que sale a la calle no busca un padre, un hermano mayor o un patriarca. Ella se rebela contra todo. Incluso si hay textos de Samir Kassir que la inspiran, vemos su deseo de liberarse de cualquier icono, de cualquier simbolismo que ella misma no ha construido. Y también vemos perfiles de líderes jóvenes que están comenzando a emerger. Y que sin duda jugarán un papel importante en los próximos años".

Opinión compartida por Hind Darwish: “El desinterés de la juventud libanesa hacia la militancia partidista no se traduce en una atomización social, sino en la búsqueda de nuevas formas de sociabilidad. Guiada menos por la ideología que por la sed de cambiar un sistema arcaico y corrupto, parece en vías de reinventar, indirectamente, la izquierda libanesa. En este sentido, estaría teniendo éxito donde las estructuras partidistas han fracasado".

13/08/2020

Jean Pierre Perrin

http://europe-solidaire.org/spip.php?article54378&utm_source=ESSF+Bulletins&utm_campaign=b439bde7d6-EMAIL_CAMPAIGN_2020_07_13_08_12_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_f9557c45ce-b439bde7d6-538541438

https://www.mediapart.fr/journal/international/130820/au-liban-la-colere-reveille-la-gauche?

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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