La extrema derecha trata de hacerse un sitio en el movimiento de protesta de Rusia y pretende mezclarse también en la próxima gran manifestación del 4 de febrero entre los participantes.

El pasado 19 de enero se concentraron en Moscú militantes antifascistas, políticos liberales y defensores de los derechos humanos de toda Rusia en conmemoración del asesinato de la periodista Anastasia Baburova y del abogado Stanislav Markelov. Ambos habían sido abatidos a tiros, tres años antes, por miembros de una organización ilegal de extrema derecha. No fueron las primeras ni serían las últimas víctimas de los fascistas organizados. En diciembre de 2010, en la céntrica plaza Manéshnaya de Moscú, se produjeron disturbios que casi degeneraron en pogromo cuando varios miles de derechistas, después de manifestarse, se lanzaron a la caza de “caucasianos“. Según el informe anual provisional del centro de análisis Sova (Búho), el año pasado perdieron la vida 20 personas por agresiones racistas, 130 resultaron heridas y otras 6 recibieron amenazas de muerte. Las víctimas fueron en su mayoría originarias de las repúblicas exsoviéticas de Asia Central o activistas contrarios a los nacionalistas /1.

La xenofobia en Rusia no es un fenómeno marginal, sino presente en toda la sociedad. Por tanto, la concentración del 19 de enero no solo fue una expresión de duelo, sino también un toque de atención ante la creciente popularidad de las ideas nacionalistas. Es importante que el impulso político general en la sociedad rusa no sea aprovechado por movimientos y políticos nacionalistas, dijo Kiril Medvédiev, uno de los organizadores del acto, refiriéndose a la participación de organizaciones nacionalistas en las protestas contra las manipulaciones electorales. Es sabido que el bloguero, activista anticorrupción y abogado Alexéi Navalny había intentado forzar a los organizadores de la manifestación de protesta del 10 de diciembre a incluir en la lista de oradores a nacionalistas como Maxim “Tesak” Martsínkevich, del grupo derechista Format-18.

“Si los nacionalistas llegan al poder, entonces se dejará de hablar de democracia y libertad, aunque ahora es lo que quieren todos”, piensa Kiril Medvédiev. También Vera Galperina, de Sova, teme el fortalecimiento de los partidos nacionalistas. “Ahora que el régimen pierde legitimidad, los nacionalistas se presentan como una parte de la oposición. Han decidido participar en las protestas aunque estén encabezadas por los liberales, que ellos detestan”, declaró Galperina.

En opinión de politólogo Stanislav Belkovski, el motivo del creciente poder de atracción del nacionalismo en la sociedad rusa radica por un lado en el fracaso de la política de Putin en el tema nacional, y por otro en la reorganización del nacionalismo: “Con Putin, las élites nacionales de las repúblicas del Cáucaso han ganado mucho en influencia y ahora intentan imponer su política a escala federal. Los nacionalistas rusos, a su vez, pretenden dotarse de nuevos líderes, como por ejemplo Navalny, que no estén mal vistos por el resto de la oposición.”

Pero Navalny, que no pertenece a ningún partido, no es ni mucho menos tan inofensivo como podría parecer. Es uno de los principales responsables de una campaña contra los caucasianos. Además, el 4 de noviembre de 2011 participó en el acto anual más importante de los derechistas, la llamada “marcha rusa”, donde participaron al menos 5.000 nacionalistas tan solo en Moscú.

Al mismo tiempo, las estadísticas muestran una disminución de los asesinatos y crímenes violentos, fruto de la prohibición de organizaciones como la Unión Eslava y el DNPI (Movimiento contra la inmigración ilegal) en 2009 y de la mayor presión policial. Sin embargo, esto no tranquiliza al movimiento antifascista. “No nos dejaremos engañar. Los fascistas tratan de hacerse un sitio en el espacio político legal, pero sus objetivos son los mismos. El nacionalismo, el fascismo y el racismo son la ideología del odio”, se dijo en uno de los discursos del 19 de enero.

30/1/2012

Traducción: VIENTO SUR

/1 En el espectro político de Rusia, el término “nacionalista” se aplica a quienes propugnan la primacía nacional rusa sobre otras minorías nacionales que forman parte del Estado federal, particularmente las del Cáucaso. La ideología nacionalista rusa se caracteriza por actitudes racistas hacia estas minorías.


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