Hervé Le Bras es demógrafo, especialista en migraciones. Investigador emérito del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) e historiador en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (EHESS [ambas entidades de Francia]), es autor de una obra abundante, siendo sus libros más recientes L"Âge des migrations (La edad de las migraciones) y Malaise dans l"identité (Malestar en la identidad). Tan riguroso con las cifras como atento a las realidades sobre el terreno, no le cuesta nada desmontar las teorías en boga: efecto llamada, avalancha sobre Europa, bomba demográfica y otro gran reemplazo.

Pregunta: ¿Cuál es el nivel de inmigración en nuestros países? Usted habla de una “novela migratoria”…

Respuesta: Hemos retornado a los niveles anteriores a la crisis siria. Las mismas tendencias se observan desde siempre: la tasa de inmigración fluctúa con la coyuntura económica de los países de destino. El problema es que desde hace varios años, las políticas migratorias no se basan en las cifras reales, sino en la percepción del fenómeno que tiene la población. Es como la información meteorológica, que distingue entre temperatura real y sensación térmica. ¡Pero el agua solo se hiela a una temperatura real de cero grados! Las políticas migratorias no tienen en cuenta las cifras. El miedo al efecto llamada es un buen ejemplo: nunca se ha observado nada parecido, ni siquiera después de importantes regularizaciones. En un debate con Marine le Pen, a quien yo respondía tranquilamente, ella me lanzó finalmente: “Señor Le Bras, ¡estoy harta de sus estadísticas!” La inmigración es un terreno en que las fake news prosperan desde hace tiempo.

Pregunta: A escala mundial, ¿cuáles son las tendencias de los flujos migratorios?

Respuesta: En América Latina hay actualmente crisis en Honduras y Venezuela, que causan desplazamientos. Chile se ve cada vez más afectado por una migración procedente de Haití, aunque también, entre otros países, de Perú, pues el norte de Chile, minero y rico, tiene necesidad de mano de obra. En cambio, entre México y EE UU, la inmigración está madura, es decir, hay un equilibrio entre las entradas y las salidas, como ocurre también entre Turquía y Alemania. Los chinos, a su vez, no emigran. Su tradición es la de los establecimientos comerciales, y cuentan más bien con una diáspora importante.

En cuanto a África, nunca dicen que cerca del 90 % de las migraciones se producen entre países africanos. Algunas de ellas tienen de hecho una larga tradición. Por ejemplo, entre Mauritania y Senegal. El conjunto de África está acostumbrado a migraciones internas. El grueso de las migraciones al África negra lo forman sobre todo refugiados, que recorren cortas distancias: 500.000 somalíes a Kenia, 500.000 de Darfur al este de Chad. La migración económica se dirige a Sudáfrica, procedente en particular de Nigeria y en muchos casos de la República Democrática de Congo. ¡En Johanesburgo hay barrios congoleños! El grueso de las migraciones africanas, por tanto, no va hacia Europa.

Pregunta: Contrariamente a lo que predice Stephen Smith, ¿no habrá una avalancha hacia Europa?

Respuesta: Muchos demógrafos han demostrado los errores de Smith, aunque sin ver tampoco las ideas interesantes que hay en su libro. Una de ellas, que comparto, es que el migrante del presente y del futuro es una persona con estudios que migra para realizarse. A medida que África se desarrolla, cabe esperar, efectivamente, una migración de personas competentes, hacia Europa y también hacia EE UU y el Golfo Pérsico. El problema de Smith –que no es demógrafo– es que toma África como un bloque: ve que la población aumentará en mil millones y concluye que todo ese pequeño mundo subirá mecánicamente hacia Europa. Esta clase de generalizaciones es bastante delirante, porque –y Smith lo sabe– los pobres no irán muy lejos. No tienen una idea de lo que podrían hacer en Europa. Una cosa es tener ganas de migrar, y otra hacerlo, como confirma un reciente sondeo de Gallup.

En esta cuestión interviene la ideología, con sus recuperaciones políticas: el libro de Smith es el libro de cabecera del Elíseo. Mi crítica principal es que no podemos tratar a África como un bloque. África del norte ocupa un lugar especial, del mismo modo que el Sahel, África ecuatorial y Sudáfrica. Estas cuatro zonas tienen regímenes demográficos diferentes y por tanto futuros muy distintos. Ponerlos en el mismo saco no tiene sentido. Mi crítica es incluso más general: se hace amalgama política cuando se asocia inmigrante con musulmán, es decir, con islamista, o sea, con terrorista.

Pregunta: Pero, en todo caso, la población de África se duplicará…

Respuesta: Si contemplamos el norte de África, allí la tasa de fecundidad se ha aproximado al nivel europeo; en Irán, esta tasa es de 1,7 por mujer, cuando en 1985 era de 6,5. Esto ha disminuido rápidamente y los mulás enloquecen. En Sudáfrica están ahora en 2,6 descendientes por mujer. Allí también se ha producido la transición demográfica. El descenso se produce a escala mundial. En cuanto al Sahel, de Senegal a Chad, ahora hay unos 80 millones de personas. En 2050, según las proyecciones medias de la ONU, habrá 220 millones. Con un aumento muy fuerte en Níger, un país que sin embargo es muy pobre. La bomba demográfica, muy limitada, se sitúa en esta franja. Más al sur, los países tienen muchos recursos y África ecuatorial, a su vez, está vacía de población humana. Sin embargo, tradicionalmente, las poblaciones del norte del Sahel descienden hacia los países del golfo de Guinea. Por consiguiente, los problemas demográficos de la franja saheliana desestabilizarán sobre todo a países que están desarrollándose: Costa de Marfil, Gana, Senegal.

Cuando se hace un análisis regional, se ve que la amenaza para Europa es muy, muy endeble. Por un lado, los flujos tenderán a menguar; por otro, son sobre todo los países del norte de África los que seguramente tendrán que hacer frente a un crecimiento de las hordas invasoras. Sin embargo, en Marruecos la inmigración viene bastante bien, y este país incluso ha regularizado a mucha gente migrante. En cuanto a Argelia, ha cerrado sus fronteras a cal y canto y devuelve a los migrantes a su país de origen. Los que deben temer algo, por tanto, no somos nosotros. En suma, cuando se analizan los detalles, contrariamente a lo que hace Smith, se ve que no habrá ninguna avalancha hacia Europa, que esto es un gran fantasma.

Pregunta: ¿Qué hay de las futuras migraciones climáticas?

Respuesta: El argumento es el mismo. Se atiza el miedo con generalizaciones puramente matemáticas: se cuenta el número de personas que viven a menos de un metro sobre el nivel del mar, y después, cuando este sube, se deduce el número de migrantes climáticos. De 100 a 150 millones de personas están efectivamente afectadas, pero se hace como si no hubiera una respuesta humana. Se trata de un fenómeno gradual y la gente no se desplazará de un día para otro a miles de kilómetros de distancia. El ejemplo de Bangladesh es interesante: las migraciones son muy locales, pues son gente pobre. Los campesinos aman sus tierras. Esto se ha estudiado muy bien en el Sahel: en los años de sequía, los nómadas vuelven a disminuir. El Sahel se enfrenta más bien a una urbanización masiva, creando un proletariado urbano. Igual que en Bangladesh, las migraciones climáticas agravarán sobre todo los problemas de urbanización intensa.

Pregunta: Según un sondeo reciente, cerca de dos personas entre cinco creen en la teoría del gran reemplazo. ¿Cómo lo ve usted?

Respuesta: El libro de Renaud Camus es uno de los peores que he leído jamás. De acuerdo con el INSEE [Instituto de Estadística francés], con datos de 2012, la población francesa comprende 5,3 millones de personas nacidas extranjeras en un país extranjero, o sea, el 8 % del total. De ellas, 3,3 millones provienen del Magreb, del África subsahariana y de Asia, o sea, el 5 %… ¡Resulta difícil hablar de gran reemplazo!

La realidad no es el reemplazo, sino la mezcla, el mestizaje. Los niños cuyos dos progenitores son inmigrantes solo representan el 10 % de los nacimientos. Los que no tienen ningún progenitor ni abuelo o abuela inmigrante suman el 60 %. En el 30 % de los nacimientos, al menos uno de los progenitores o abuelo o abuela es inmigrante y al menos uno no lo es. Es decir, el 30 % de los niños son mestizos. Pequeño cálculo en el horizonte de 2050: llegaremos a un 50 % de niños mestizos. El mestizaje es la realidad de este siglo. Y a este respecto, Éric Zemmour es un agente del gran reemplazo. Por otro lado, se omiten los millones de occidentales que se van para instalarse en otros lugares y que contribuyen asimismo al mestizaje mundial en curso. Cuando los Estados endurecen las condiciones de reagrupamiento familiar, de hecho luchan contra los matrimonios mixtos, por miedo a la mezcla. Y el rechazo de la mezcla es la definición misma del racismo.

Pregunta: Parece usted muy molesto con la noción de identidad…

Respuesta: Incluso me inspira hostilidad. Sarkozy quiso lanzar un gran debate sobre la identidad nacional y fracasó. De hecho, no tiene sentido: imaginemos que se intenta definir tal identidad cada cien años. ¿Qué relación existe entre la Francia de 2019 y la de 1819 o de 1619? La identidad es imposible de definir. Me cuesta menos hablar con un matemático chino que con un campesino de Berry, al margen que la estima que pueda sentir por ellos. Somos una síntesis dinámica de pertenencias muy diversas. Ninguna nación ha existido jamás sobre una base étnica, de pura cepa. La nación es desde siempre una mezcla. Y puesto que nos dan la lata con esas elucubraciones identitarias, hablo de una identidad dinámica: puesto que la noción es evolutiva, resulta aún más difícil de definir.

27/04/2019

https://www.lecho.be/opinions/carte-blanche/herve-le-bras-la-ruee-migratoire-vers-l-europe-c-est-un-grand-fantasme/10121241.html?fbclid=IwAR1ipchF3yX8LhnMIwhiigjczzruh_bzPNdhdX2Ej8omYL2oGZ-HmLTHCTY

Traducción: viento sur

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