En las elecciones italianas del 25 de septiembre, todo salió según lo previsto. La derecha ganó ampliamente, mientras que el Partido Democrático (PD) perdió y la participación no llegó al 64%.

El hecho de que esto no nos sorprenda no quita el carácter inquietante de estos resultados.

Es cierto que, la derecha, con sus 12 millones de votos, teniendo en cuenta la abastención, sólo representa el 26,6% del electorado. Sin embargo, gracias a la división del bando contrario y a una ley electoral antidemocrática y distorsionada, eligió a casi el 60% de los diputados y senadores. Su victoria tiene un valor simbólico sin precedentes en la historia de la República. Italia se encontra en manos de una coalición hegemonizada por los herederos de Mussolini, Giorgio Almirante1/ y Giuseppe Umberto Rauti2/.

Crisis de credibilidad de la democracia
La victoria de Giorgia Meloni se produce en un contexto de nuevo aumento de la abstención: no votaron 17 millones de personas (el 36% del electorado, un récord histórico). La crisis de la democracia liberal tradicional continúa y se profundiza, así como el descrédito y la percepción de la inutilidad social de las instituciones elegidas.
Los estudios estadísticos que se elaborarán en las próximas semanas permitirán determinar con mayor precisión en qué consiste la crisis de credibilidad de la democracia burguesa y de la democracia en su conjunto.

Pero un primer examen rápido ya nos proporciona algunos elementos. El fenómeno se consolida y se extiende especialmente en el Sur y en los barrios obreros. En las regiones del sur, la abstención supera en todas partes el 40% (en Calabria se acerca al 50%). En las zonas obreras de la periferia de Nápoles y Roma, por ejemplo, es del 44% y del 56% respectivamente, mientras que en los municipios centrales de ambas ciudades es del 61% y del 72%3/.

Y la composición política del voto también se desglosa por territorios. Por ejemplo, en los municipios del centro de Roma, el PD es el principal partido (27%), Fratelli d'Italia (FdI) está por debajo de la media nacional (23%) y Azione, de Calenda4/, recoge el 16%, mientras que en los suburbios del sureste, FdI alcanza el 32%, el PD está por debajo de la media nacional (19%) y Azione no llega al 6%.

Según una investigación del instituto SWG [un instituto creado en Trieste que realiza encuestas de opinión en diversos ámbitos], la abstención entre los trabajadores alcanzó el 45% y las listas más votadas fueron las del FdI y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), y la menos votada (entre las principales listas) fue Azione. Asimismo, según el mismo estudio, en el electorado "con más dificultades económicas", la abstención alcanzó el 46%, los partidos más votados fueron el FdI (29%) y el M5S (21%) y el menos votado Azione (2%).

Una derecha estancada pero triunfante
Algunos comentaristas han descrito el éxito de la derecha como deslumbrante. Sin embargo, el resultado no oculta su dimensión estancada (la coalición sólo obtuvo 200.000 votos más que hace cinco años). Pero, como decíamos al principio del artículo, gracias a la ley electoral, con sus 12 millones de votos, esta coalición [Fratelli d'Italia, Lega, Forza Italia] tendrá una representación parlamentaria de casi el 60% de los escaños.

El éxito de Fratelli d'Italia (FdI) se basa en su canibalismo a costa de sus aliados. Giorgia Meloni ha quintuplicado su voto en cinco años, mientras que Berlusconi lo ha reducido a la mitad y Salvini sólo ha conservado dos de cinco. Hace sólo dos años, el presidente de la Liga Norte en el Véneto [desde 2010], Luca Zaia, fue reelegido con 1,9 millones de votos, es decir, el 77% de los votos. El 25 de septiembre de 2022, la Lega en esta región sólo recibió 360.000 votos, el 14,5%, mientras que el FdI obtuvo 820.000, siete veces más que en 2018 y cuatro veces más que en 2020. Ante esta derrota, ¿qué pasará con el liderazgo de Matteo Salvini en la Lega?

La derecha, aunque no tenga mayoría en el país, dominará el nuevo parlamento de forma incontestable, hasta el punto de que las fuerzas de la oposición –al menos para simular un juego todavía abierto por el momento– intentan consolarse esperando fracturas en la nueva mayoría reaccionaria. Pero, mientras viva (tiene 86 años), Silvio Berlusconi seguirá siendo el líder indiscutible de Forza Italia. En cuanto al liderazgo de Matteo Salvini, es fácil predecir que estará en el centro de un difícil debate dentro de las filas de la Lega. Dentro del partido siempre ha habido una corriente autonomista del norte, hostil al plan de Salvini de construir una fuerza de derecha a nivel nacional. Existe también, en relación a lo anterior, una corriente muy vinculada al proyecto de normalización neoliberal que representó el gobierno de Mario Draghi [en funciones desde el 13 de febrero de 2021].

Pero dada la fuerza parlamentaria de la coalición de la derecha dura y, dentro de ella, el dominio incuestionable de Giorgia Meloni, es poco probable que estos debates pongan en peligro la mayoría de la derecha, al menos a corto y medio plazo.

La debacle en el centro-izquierda

El Partido Demócrata (PD) obtuvo 5.350.000 votos, 800.000 votos menos que los obtenidos en las elecciones de 2018, que entonces se consideraron el peor resultado de la historia del partido. De hecho, el secretario Enrico Letta5/ declaró inmediatamente que se abriría una fase congresual en el partido para redefinir la línea y renovar el grupo dirigente. El PD está recogiendo los frutos de su miserable política: en 2017, aprobó una ley electoral (el Rosatellum) creyendo que facilitaría su permanencia en el poder poniendo en dificultades al Movimiento 5 Estrellas (M5S); y esta criatura, este monstruo, se ha vuelto contra él. De hecho, hoy, con el 19% de los votos, no tendrá más que el 16% de los escaños parlamentarios: a la par que la Lega, que sin embargo obtuvo menos de la mitad (8,8%) de los votos (19%) del PD.

Además, las responsabilidades del DP no se limitan a la deficiente ley electoral. El PD también tiene una gran responsabilidad en el desarrollo de la derecha y la extrema derecha. Tiene una responsabilidad histórica por la normalización democráticos que ha hecho a los llamados posfascistas en las últimas décadas. Por ejemplo, el discurso pronunciado en 1996 por Luciano Violante6/, entonces líder de los Democratici di Sinistra (DS), precursores del PD, que acercó a los partisanos con las "chicas y chicos de la República de Saló" y que diez años más tarde rindió homenaje a Giorgio Almirante (el principal líder del MSI - ver nota 1), el precursor del FdI, por haber "optado por la democracia", olvidando que había sido el artífice de las leyes fascistas antijudías [promulgadas en marzo de 1938] y que había logrado reunir en su partido a los sectores más violentos del posfascismo.

Pero el PD también tiene una responsabilidad política en la medida en que, para proponer de nuevo el gobierno de Draghi y su programa como modelo, excluyó desde el principio cualquier posibilidad de alianza con el Movimiento 5 Estrellas, decretando así la inevitabilidad de la victoria de la derecha y haciendo absolutamente inverosímil su campaña de voto útil. Y no sólo eso: siempre ha intentado circunscribir su distanciamiento de la derecha a cuestiones identitarias (el respeto a la Resistencia, el reconocimiento de la fiesta del 25 de abril, fecha de la liberación del país del nazifascismo en 1945) y a una deslucida defensa de los derechos civiles (los derechos de las mujeres, los del colectivo LGTB, el frágil derecho al testamento biológico7/, la necesidad de una apertura limitada a la inmigración... ) sin abordar nunca las cuestiones sociales; por una razón muy sencilla: porque en ellas había y hay una amplia convergencia con los programas de la derecha.

Entre los perdedores, también podemos contar la lista Azione [ver nota 4], presentada conjuntamente por Carlo Calenda, Matteo Renzi [dejó el PD en 2019 para formar Italia Viva] y los diputados disidentes de Forza Italia, Mariastella Gelmini [ministra de Asuntos Regionales y Autonomías desde febrero de 2021 del gobierno de Draghi] y Mara Carfagna [jefa del movimiento de mujeres, en Forza Italia de Berusconi desde 2004 y Ministra de Igualdad de Oportunidades en el IV gobierno de Berlusconi de mayo de 2008 a noviembre de 2011, luego Ministra del Sur y de Cohesión Territorial desde febrero de 2021 en el gobierno de Draghi]. Esta lista quería obtener un resultado que impidiera la formación de una mayoría clara para poder asumir el papel de desempate entre el PD y la derecha. En cambio, sus 30 diputados (20 en la Cámara y una docena en el Senado, con el 7,8% de los votos) no tendrán ningún papel en la formación del nuevo gobierno.

La victoriosa derrota del Movimiento 5 Estrellas
En términos cuantitativos, hay otra formación política que sale derrotada, y de forma contundente: el Movimiento 5 Estrellas (M5S) pierde 6,5 millones de votos frente a los más de 10 millones que obtuvo hace cinco años; y su porcentaje se reduce a la mitad (del 32,7% al 15,42%, con 52 escaños en la Cámara de Diputados y 44 en el Senado). Hasta hace unos meses, en las encuestas se le auguraba una amplia derrota. Luego, la entrada en el campo de su nuevo líder, Giuseppe Conte, con la fuerza de la popularidad adquirida como primer ministro entre 2018 y 2020 –revigorizada por un tardío pero decisivo paso por la oposición [no votó la confianza en Draghi en julio de 2022]– lo reanimó, permitiendo a sus partidarios considerar este resultado formalmente desastroso como un éxito significativo.

La resurrección del M5S, que todo el mundo creía muerto, es también el resultado de haberse presentado como impulsor de la renta de ciudadanía. Hoy es su más ardiente defensor frente al deseo de gran parte del mundo político de abolirla o, al menos, de reducirla drásticamente. Por último, aparece como una especie de partido del Sur, un Sur que ha experimentado un declive económico aún más pronunciado que el resto del país; más aún ante unos gobiernos que, en virtud de su orientación neoliberal, hace tiempo que han cesado todo esfuerzo por salvar la brecha Norte-Sur. En las regiones del sur y en Sicilia, el M5S obtuvo entre el 35 y el 42% de los votos.

Otro perdedor
Fuera de la contienda electoral, hay otro gran perdedor: Mario Draghi y su gobierno. Colocado en el poder en febrero de 2020 con el objetivo de frenar el populismo del M5S, en realidad ha conseguido hacer crecer un populismo mucho más artero: el de Giorgia Meloni y el resto de su coalición. Los dos partidos que, en mayor o menor medida, habían retomado el programa social y político del ex presidente del BCE (el PD y el Azione) salieron perdedores; juntos sólo obtuvieron el 25% de los votos para el programa Draghi.

En cierto modo, esto permite apreciar las cualidades de todos aquellos (la confederación de empresarios, los medios de comunicación, los sindicatos confederales, etc.) que lloraron la caída del gobierno de los banqueros que todo el mundo envidiaba. ¡El país ha premiado a todos los que se han distanciado de este gobierno de Draghi!

Una derecha capaz de movilizar
De este modo, la derecha ha conseguido proporcionar a su electorado un objetivo movilizador, apareciendo como un nuevo proyecto de gobierno, al tiempo que consigue ocultar que gran parte del personal político del FdI ha sido exhumado de las filas de los gobiernos de Berlusconi [incluida Giorgia Meloni, que fue ministra de la Juventud de mayo de 2008 a noviembre de 2011; Guido Crosetto, coordinador nacional del FdI y subsecretario de Estado en el Ministerio de Defensa de mayo de 2008 a noviembre de 2011; Ignazio Benito Maria La Russa, vicepresidente del Senado desde marzo de 2018, ministro de Defensa de mayo de 2008 a noviembre de 2011; antiguo miembro del MSI y de la Alianza Nacional, en diciembre de 2012, al igual que otros, dejó el Popolo della Libertà para unirse al FdI].

Por el contrario, el PD no consiguió motivar al electorado, ni siquiera con la presión del voto útil contra la derecha. Al final, sólo obtuvo el voto de su electorado más fiel.

También es necesario subrayar aquí las gravísimas responsabilidades de los principales sindicatos, que dejaron a la población trabajadora totalmente indefensa ante la ofensiva, con acentos de restauración de la clase dominante, e incluso colaboraron en algunos casos con esta ofensiva en nombre de la concertación social. Como resultado, las y los trabajadores han perdido la confianza en la posibilidad de mejorar la situación. Ceden ante el peso aplastante de la desintegración de los mecanismos de solidaridad y han empezado a dar cada vez más crédito a la demagogia reaccionaria de la derecha.

A la izquierda del PD
Sinistra Italiana [SI: partido creado en 2017; desde julio de 2022 se alió con Europa Verde para la lista Alleanza Verdi e Sinistra] sale insatisfecha de esta prueba. Recibió un millón de votos, unos 100.000 menos que hace cinco años, pero en esta ocasión en coalición los Verdi. El hecho de que esta lista se aliara con el PD y su programa tipo Draghi anuló esencialmente el valor de su oposición al gobierno de los mejores.

El resultado de la Unione Popolare también fue muy decepcionante. La lista conjunta construida en las últimas semanas antes de las elecciones entre el Partito della rifondazione comunista, Potere al Popolo, 4 tránsfugas del M5S y Luigi de Magistris8/ obtuvo 400.000 votos, es decir, el 1,43%, sólo 90.000 más de los que logró la lista de Potere al Popolo en 2018, quedando muy por debajo del umbral (quorum) del 3%.

Sin duda, UP está pagando su carácter improvisado y electoralista, que la carrera hacia las elecciones anticipadas ha hecho aún más evidente. Los errores de la izquierda en las últimas décadas, la opción de los grupos dirigentes de las principales fuerzas para demoler en 2018 la experiencia del frente electoral construido en 2017 [Potere al Popolo que reúnía a varias fuerzas de la izquierda], la obstinación en volver a empezar cada vez, sin ninguna planificación estratégica, buscando cada vez un deus ex machina -en las elecciones europeas de 2014 la referencia a Alexis Tsipras [L'Altra Europa con Tsipras]; en las elecciones políticas de 2013, el magistrado Antonio Ingroia [fiscal adjunto de la dirección antimafia a la cabeza de la coalición Rivoluzione Civile], ahora Luigi de Magistris: la mezcla de identitario y movimientista: todo esto forma parte de las causas de un declive de la izquierda radical italiana que parece cada vez más irreversible, a menos que se produzcan cambios políticos profundos y un improbable pero indispensable cambio profundo en los grupos dirigentes.

Un punto de inflexión histórico
Con la elección -aún no confirmada- de Giorgia Meloni como primera ministra tras las elecciones del domingo 25 de septiembre, se ha roto el techo de cristal del acceso de las mujeres a los más altos cargos del Estado en Italia.

Pero también se ha eliminado otro tabú, que siempre había situado al partido heredero del fascismo en los márgenes del mundo institucional italiano (más allá de los acercamientos de Berlusconi a Gianfranco Fini -véase más abajo-), sobre todo, mediante la disposición constitucional (art. 48) que "prohíbe la reorganización del Partito Nazionale Fascista". En 1960, el Movimento sociale (MSI) de Arturo Michelini9/ y, más tarde, de Giorgio Almirante (heredero directo del partido de Mussolini), improvisó una mayoría gubernamental gracias a la derecha democristiana (CD). Sin embargo, la reacción de la calle fue tan fuerte que el MSI se vio obligado a renunciar a su intento de influir directamente en el juego político-gubernamental del país.

Fue entonces cuando se acuñó la fórmula el arco constitucional, refiriéndose a todos los partidos que habían participado en la redacción de la Constitución [aprobada en diciembre de 1947 por la Asamblea Constituyente, promulgada el 27 de diciembre y que entró en vigor el 1 de enero de 1948]: un arco que iba desde la DC hasta el Partito liberale y el PCI.

Posteriormente, para legitimarse como partido de gobierno junto a Berlusconi, los epígonos del MSI, dirigidos por Gianfranco Fini, tuvieron que pasar por un congreso de refundación en 1995 creando un nuevo partido, Alleanza Nazionale, que declaró solemnemente que "el antifascismo era un momento históricamente esencial para el retorno de los valores democráticos que el fascismo había despreciado".

Independientemente de cualquier consideración sobre la autenticidad de esta refundación, el partido Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni está formado y dirigido por muchos activistas que no creyeron en este giro, o incluso se opusieron a él, como Isabella Rauti [senadora desde marzo de 2018, miembro del FdI], antigua dirigente del movimiento explícitamente neofascista Fiamma tricolore, hija de Pino Rauti, que fue procesado por delitos cometidos por grupos terroristas de extrema derecha.

Vale la pena repetirlo: se trata de un punto de inflexión de proporciones históricas, que coloca a un partido heredado del fascismo en el poder en Italia. Y esto, una parodia de la historia, ocurre justo 100 años después de que el fascismo tomara el poder en el siglo XX (28 de octubre de 1922).

Giorgia Meloni y la Unión Europea
Pero este punto de inflexión es políticamente traumático sólo para la izquierda. El mundo de los negocios esta lejos de asustarse por la llegada de la extrema derecha al gobierno. Giorgia Meloni, a pesar de su oposición formal, compartió la esencia del programa de Mario Draghi, e incluso le acusó de no haber hecho mucho por la recuperación económica del país. Esto se resume bien en el lema central del FdI: "Pronti a risollevare l'Italia". Numerosas indiscreciones han revelado cómo Mario Draghi ya ha iniciado conversaciones con la líder postfascista para lograr un "traspaso de poder no traumático". Incluso los mercados no parecen especialmente conmovidos por el giro político italiano. Standard&Poor's dijo: "No prevemos ningún riesgo fiscal inminente por la transición al nuevo gobierno".

Por otro lado, hay que destacar que, tras mostrar una esperanza apenas disimulada en la renovación del mandato de Draghi -véase las declaraciones de Ursula von der Leyen, que amenazó con iniciar un procedimiento de infracción contra el nuevo gobierno italiano10/, y el apoyo explícito del canciller alemán Olaf Scholz al PD-, la UE optó, como era inevitable, por reconocer al nuevo gobierno.

De hecho, es un error describir a la presidenta del FdI y a su partido como antieuropeos. Giorgia Meloni, incluso en el pasado y no sólo en las últimas semanas, cuando se ha comprometido a presentar su cara más moderada y compatible, ha hablado repetidamente de un "europeísmo insólito", de un "modelo confederal" en el que Europa debería ocuparse de las "grandes cuestiones" en las que los Estados-nación se muestran "inadecuados en un mundo globalizado", mientras que de todo lo demás se ocupan los propios Estados-nación, en una especie de "principio de subsidiariedad". Se trata de una referencia explícita a Charles de Gaulle, que, además, fue tomado como punto de referencia en 1958 por su padre político: Giorgio Almirante.

Incluso en lo que respecta a la lealtad a la OTAN, Giorgia Meloni está totalmente en línea con el Movimiento Social Italiano de la posguerra. Tras un breve periodo de tercera fuerza ("Ni con la URSS ni con Estados Unidos"), el MSI abrazó plenamente el atlantismo, poniendo incluso su anticomunismo visceral al servicio de la CIA.

En Italia, los medios de comunicación se niegan a utilizar la definición de fascista o postfascista con respecto a Giorgia Meloni, entendiendo que tal definición utilizada contra el futuro Primer Ministro estaría en flagrante contradicción con la norma constitucional. Pero el tono moderado mostrado por Giorgia Meloni durante la campaña electoral no hace olvidar sus desplantes racistas de los últimos años, ni el llamativo discurso que pronunció el 13 de junio de 2022 en Marbella en apoyo de las listas post-franquistas de Vox en las elecciones andaluzas.

Merece la pena mencionar un hecho curioso, pero muy revelador, que ocurrió la noche del 25 al 26 de septiembre, cuando se conocieron los resultados de las elecciones. El FdI evitó singularmente organizar la tradicional gala con la que el partido ganador celebra su éxito. Simplemente organizó una reunión en un hotel romano (Hotel Parco dei Principi) con un gran número de periodistas, pero sólo con unas pocas docenas de partidarios seleccionados. La razón de esta elección fue el temor, o más bien la certeza, de que en una reunión más grande, una parte importante del público habría vitoreado el triunfo con saludos romanos, con los brazos extendidos, y habría coreado canciones fascistas, poniendo vergonzosamente las cartas sobre la mesa.

Con el éxito de la derecha italiana y, en particular, del partido de Giorgia Meloni (que llega unos días después de la histórica victoria similar de la extrema derecha sueca), el peso político de la derecha se consolida a nivel internacional y, en particular, en la Unión Europea. La crisis de las fuerzas históricamente centrales del proyecto europeo, agrupadas en el Partido Popular Europeo (PPE) -al que se refiere Forza Italia de Berlusconi en Italia- y en el Partido Socialista Europeo, del que forma parte el PD, es ahora más evidente. Este cambio gradual de eje en la organización de las fuerzas políticas dentro de la UE es evidente en las entusiastas declaraciones del primer ministro polaco Mateusz Morawiecki y del primer ministro húngaro Viktor Orban. Al mismo tiempo que Marine Le Pen (Rassemblement National francés) y Santiago Abascal (Vox español) toman el éxito de Giorgia Meloni como una clara señal de ánimo.

El cambio de gobierno y las víctimas designadas
Los migrantes tendrán cada vez más dificultades para llegar a la costa italiana. Esto podría ser incluso peor que lo ocurrido en 2018-19, cuando barcos llenos de refugiados se quedaron atascados fuera de los puertos, negándoseles la entrada y el desembarco. Pero incluso los inmigrantes que ya están en el país tendrán aún más dificultades para acceder a los servicios sociales. Su destino será arrojado a la base electoral de este partido de derechas.

Otra víctima será la renta de ciudadanía (RPC), que, según el ISTAT (Instituto Nacional de Estadística), ha sacado de la pobreza a un millón de personas. La RdC se reducirá y quizás incluso se supra o se limite a los casos más graves. Los 7.000 millones de euros (menos del 0,5% del PIB) previstos para la renta de ciudadanía se desviarán a las empresas, consideradas por todos como las que producen trabajo y riqueza. La derecha ha afirmado repetidamente que la renta de ciudadanía es responsable de la escasez de mano de obra en el sector de los servicios.

Es seguro que la lucha contra la evasión fiscal se debilitará aún más, al tolerar un fraude ampliamente utilizado por un sector social en el que la derecha es muy fuerte y está presente: las y los autónomos y pequeños empresarios.

Otro objetivo de este gobierno de derechas serán los derechos civiles: la posibilidad de que los hijos pequeños de los inmigrantes obtengan la ciudadanía italiana, los derechos del colectivo LGBT, los derechos de las mujeres, el derecho de toda persona a decidir sobre su propia vida (incluso el testamento biológico).

Se reforzará la normativa sobre el derecho de manifestación. Los decretos de Matteo Salvini (octubre de 2018) que sancionan fuertemente la ocupación de edificios, el bloqueo de carreteras, la mendicidad y que prevén la prohibición de acceso a determinados lugares a los sujetos (personas) considerados peligrosos -el famoso Daspo: Divieto di Accedere alle manifestazioni SPOrtive, modificado en varias ocasiones-, nunca derogados por los gobiernos de Conte 2 y Draghi, se aplicarán aún más, endurecidos y ampliados en los objetivos.

El derecho de huelga también está amenazado. Se agravarán las medidas existentes que limitan severamente el derecho de huelga, adoptadas durante el periodo de mayor diálogo social entre los sindicatos y el gobierno (los años 90).

En cuanto al medio ambiente, como ya ha previsto Draghi, la derecha permitirá a las empresas petroleras perforar por todas partes en busca de oro negro, construir plantas de regasificación (para el GNL) e incineradoras de residuos por todas partes, reutilizar el carbón y reabrir el uso de las centrales nucleares prohibidas por el referéndum de 1987.

Por último, en el plano institucional, los derechistas proponen, en su conjunto, una reforma presidencialista, es decir, una modificación constitucional que reducirá aún más las prerrogativas del Parlamento y confiaría, precisamente según el modelo de la V República francesa, más poderes al Presidente de la República que, hasta ahora, tiene casi exclusivamente un poder de control sobre las actividades de otros órganos institucionales.

Pero la hipótesis de un sistema político presidencialista no ha sido una prerrogativa exclusiva de la derecha. En la década de los 90, incluso fue prevista por los Democratici di sinistra, los poscomunistas de Massimo D'Alema11/.

Para proceder rápidamente a dicha reforma constitucional, se necesitaría una mayoría de al menos el 66% del Parlamento, que la derecha podría obtener gracias a un compromiso con los diputados liberales de Azione

¿Hacia adelante?
Muchos comentaristas restan importancia a lo ocurrido. "El proceso de consolidación electoral es fluido tras el fin de los partidos de masas", dicen. Se consuelan prediciendo que en unos años el éxito de Giorgia Meloni se desinflará, como ocurrió con el PD de Renzi, con el Movimiento 5 Estrellas, con la Lega de Salvini.

Esta afirmación tiene su base. Está claro que los millones de seguidores que ha reunido el FdI no corresponden a millones de postfascistas. Muchos votaron al partido porque lo consideraron la respuesta más adecuada a la crisis política que vive el país desde hace años. Pero Fratelli d'Italia no es un partido comparable a la Lega de Salvini, al M5S de Pepe Grillo o incluso al antiguo PD de Matteo Renzi.

Es un partido que, por sus características constitutivas, utilizará sus cinco años en el poder y su control sobre las instituciones para cambiar Italia. Tanto más cuanto que en frente no existe un proyecto serio alternativo, con una izquierda cada vez más alejada de los sectores sociales en apuros y de los movimientos sociales y sus actores, que deberían estar en el centro de su política. Con un centro político (PD y Azione) desprovisto de toda autoridad y obligado desde hace décadas a confiar el futuro del país a técnicos provenientes de los consejos de administración de los bancos: Lamberto Dini (Presidente del Consejo de enero de 1995 a mayo de 1996), Carlo Azelio Ciampi (Presidente de la República de mayo de 1999 a mayo de 2006, Presidente del Consejo de abril de 1993 a mayo de 1994 y ministro real en varias ocasiones), Mario Monti (Presidente del Consejo de noviembre de 2011 a abril de 2013 y también ministro de Economía y Hacienda) y Mario Draghi.

Esperar que la demagogia de Giorgia Meloni se derrumbe por sí misma para dar lugar a un nuevo gobierno técnico dirigido por otro banquero no parece una alternativa especialmente atractiva. Pero es la única que el DP puede proponer hoy.

En cuanto al Movimiento 5 Estrellas (M5S), no hay que ocultar que, entre los principales partidos, ha sido el único que ha abordado las cuestiones sociales más candentes, la pérdida de poder adquisitivo, el paro, el Sur, la pobreza, el derecho a la vivienda... Pero no hay que olvidar que una cosa es hablar de estos temas en los mítines y otra organizar movimientos de lucha para que las reivindicaciones prosperen.

Por el momento, son pocas las iniciativas que se toman sobre el terreno, como si este nuevo contexto no se hubiera apoderado ya del estado de cosas. La CGIL ha convocado una manifestación en Roma para el sábado 8 de octubre, con el lema "Italia Europa, escucha a los trabajadores" (Italia Europa, ascoltate il lavoro). Se espera una gran participación, lo que refleja la decepción de muchos demócratas [desde el PD hasta otros] con los resultados de las elecciones. Pero es una movilización sin una plataforma clara, sólo una demostración de presencia, de existencia.

Los sindicatos de base, por una vez todos juntos, han convocado una jornada de huelga general para el 2 de diciembre, plazo que pondrá a prueba la capacidad de estas numerosas organizaciones sindicales para construir un proyecto de convergencia real.

La campaña nonpagiamo.it contra el extraordinario aumento de los precios de la energía para las familias y la clase trabajadora está en marcha en el país, en cierto modo en la línea del movimiento británico Don't Pay. El número de miembros está creciendo y en todas partes se están creando colectivos de activistas comprometidos con esta campaña.

Por último, las manifestaciones que reunieron a decenas de miles de jóvenes en 70 ciudades el viernes 23 de septiembre convocados por Viernes por el Futuro para exigir a las instituciones que asuman su responsabilidad en la crisis climática y sus consecuencias, fueron un gran éxito. El negacionismo climático del gobierno de la derecha tendrá que enfrentarse a este movimiento.

28/09/2022

Fabrizio Burattini es un antiguo sindicalista y miembro de Sinistra anticapitalista.

http://alencontre.org/europe/italie/italie-un-resultat-sans-surprise-mais-perturbateur.html

Notas

1/ Para abreviar la historia, Giorgio Almirante fue redactor jefe del diario fascista Il Tevere a partir de 1943, y luego se unió a la República de Salo tras el armisticio de septiembre de 1943. Tras un periodo en la clandestinidad, en diciembre de 1946 participó en la creación del Movimento sociale italiano (MSI) en Roma, que dirigió hasta 1950. Entró en la Cámara de Diputados en 1948 y fue reelegido hasta su muerte en 1988. En 1987, cedió la dirección del partido a Gianfranco Fini (Réd. A l'Encontre)

2/ Giuseppe Umberto Rauti, conocido como Pino, fue una de las figuras del MSI. Fue alumno de las tesis de Julius Evola, teórico de una tradición ario-nórdica y del principio aristocrático masculino. Evola desarrolló una orientación en su revista que resumió así: "Quisiéramos un fascismo más radical, más intrépido, un fascismo verdaderamente absoluto, hecho de pura fuerza, inaccesible a cualquier compromiso. Sus vínculos con la Nueva Derecha francesa y estadounidense desempeñaron un papel en el desarrollo de las corrientes neofascistas. (Réd. A l'Encontre)

3/ Roma está dividida en 15 municipios: subdivisiones administrativas; Nápoles en 10 municipios. (Réd. A l'Encontre)

4/ Carlo Calenda lanzó una lista Siamo Europei para las elecciones europeas del 26 de mayo de 2019, tras haber pasado por del PD. En agosto de 2019, anunció la voluntad de transformar Siamo Europei en un nuevo partido. Azione se presentó en noviembre de 2019. Apoyó al gobierno de Draghi. Calenda está multiplicando las operaciones para captar personalidades en su operación política. Se perfila -dentro de un marco global social-liberal- en temas como el apoyo a la primera infancia (guarderías), la paridad de género, los centros contra la violencia de género, un salario mínimo de 9 euros, una transición ecológica en línea con el objetivo de la UE para 2050, etc. (Réd. A l'Encontre)

5/ Enrico Letta es secretario del PD desde marzo de 2021; fue presidente del Consejo de Ministros de abril de 2013 a febrero de 2014 y vicesecretario del PD de noviembre de 2009 a abril de 2013, además de varios cargos ministeriales. (Réd. A l'Encontre)

6/ Luciano Violante se afilió al PCI de Enrico Berlinguer en 1979, se unió al Partido Democrático de Izquierda (PDS) en 1991, que se disolvió en 1998, y luego a los Demócratas de Izquierda (DS), y fue presidente de la Cámara de Diputados de 1996 a 2001. (Réd. A l'Encontre)

7/ El testamento biológico es un documento de voluntades anticipadas, es decir, un documento escrito, fechado y firmado en el que una persona expone sus deseos sobre la atención médica que quiere o no quiere recibir en caso de que quede inconsciente o no pueda expresar sus deseos (Réd. A l'Encontre)

8/ Luigi de Magistris fue alcalde de Nápoles desde junio de 2011 hasta octubre de 2021; su lista fracasó en las elecciones regionales de Calabria de octubre de 2021. (Editor: A l'Encontre)

9/ Arturo Michelini (1909-1969): desde 1948 hasta su muerte fue diputado elegido por el MSI, del que fue fundador en diciembre de 1946. Participó en la Guerra Civil Española entre 1936 y 1939. Fue uno de los líderes del Partito Nazionale Fascista en Roma y luego participó en la Repubblica Sociale Italiana (también conocida como Repubblica di Salò) desde septiembre de 1943 hasta abril de 1945. (Réd. A l'Encontre)

10/ Según Euronews del 23 de septiembre, Ursula von der Leyen dijo: "La Comisión Europea está dispuesta a trabajar con cualquier gobierno democrático de la Unión. Pero tiene herramientas si las cosas toman una dirección difícil".

El periódico Atlántico del 24 de septiembre informaba: "La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, habló de los instrumentos de los que dispone Bruselas para sancionar posibles violaciones de los principios democráticos de la UE si la coalición de derechas gana las elecciones de este domingo en Italia". (Réd. A l'Encontre)

11/ Massimo D'Alema, presidente del Consejo de ministros de octubre de 1998 a abril de 2000, vicepresidente del Consejo de mayo de 2006 a mayo de 2008; vicepresidente de la Internacional Socialista de septiembre de 1996 a noviembre de 1999 con Pierre Mauroy; secretario del Partito Democratico della Sinistra (PDS) de julio de 1994 a febrero de 1998. Toda esta carrera, después de haber sido miembro del PCI hasta 1991, luego del PDS, después de DS y finalmente del PS de 2007 a 2017; afiliaciones que le valieron una carrera como diputado de 1987 a 2004 y de 2006 a 2013, además de varios casos judiciales que marcan este tipo de carrera. (Editor: A l'Encontre)

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