¿Alguien se olvidó de decirle a Benny Gantz que Donald Trump ya no es el presidente de Estados Unidos?

Esa fue la impresión que dió el viernes pasado cuando el Ministro de Defensa de Israel, que fue presentado como una fuerza moderada en un gobierno israelí dirigido por la derecha colonial, declaró que seis importantes grupos palestinos de derechos humanos eran "organizaciones terroristas".

En consecuencia, la medida deja fuera de la ley a las organizaciones más prominentes de la comunidad palestina de derechos humanos.

A pesar de los eternos lazos que tan a menudo elogian los funcionarios israelíes y estadounidenses, la administración del presidente Joe Biden parecía sorprendida por el anuncio, a pesar de las afirmaciones de Israel de que Washington había sido advertido.

Según algunas informaciones, responsable israelíes se preparaban el domingo para volar a Estados Unidos a fin de compartir informaciones que justifique esta nueva “lista de organizaciones terroristas”.

Entre las asociaciones afectadas por la medida, la mayoría financiadas por Estados europeos, se encuentran las que ayudan a los agricultores y promueven los derechos de las mujeres y los valores democráticos, así como otras que documentan las violaciones israelíes de los derechos de las y los prisioneros y niños, y denuncian los crímenes de guerra.

Israel no ofreció pruebas de que alguna o alguno de los abogados, investigadores de campo, lobistas o encargados de prensa palestinos que forman el personal de estas organizaciones  porte armas o fabrique bombas.

Shawan Jabareen, director de al-Haq, una de las organizaciones afectadas, señaló una paradoja obvia: "Gantz dice que somos una organización terrorista, cuando él mismo es un criminal de guerra".

Al-Haq está a la vanguardia de los esfuerzos de la comunidad palestina de derechos humanos para proporcionar pruebas a la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya de que el mando militar y los políticos israelíes han cometido crímenes de guerra contra las y los palestinos.

Gantz, por ejemplo, estuvo a la cabeza del Ejército israelí en 2014, cuando arrasó partes de Gaza, matando al menos a 1.450 civiles, incluidos unos 550 niños. Más tarde se jactó de haber devuelto a Gaza "a la Edad de Piedra".

Una narrativa turbia

Entonces, ¿en que Israel piensa exactamente Israel que la mayoría de las organizaciones palestinas de derechos humanos son terroristas?

Los indicios hasta ahora sugieren que Israel planea construir una narrativa turbia con destino a las capitales occidentales basada en supuestas evidencias secretas que relacionan financieramente a estas organizaciones con el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).

Israel ha hablado vagamente de que los grupos de derechos humanos están "controlados por cuadros [del FPLP]" y que actúan como una "fuente central" de financiación para el FPLP al desviar "grandes sumas de dinero de países europeos y organizaciones internacionales".

Presentar su planteamiento de esta manera tiene una doble ventaja para Israel.

La primera, que es casi seguro que a las organizaciones les resulte imposible refutar estas informaciones, dada su naturaleza secreta. Estados Unidos y los europeos tendrán que fiarse de la palabra de Israel.

Ya hemos visto esto muchas veces antes. Israel hace afirmaciones extravagantes sobre vínculos con grupos terroristas que nadie está en condiciones de verificar. Si finalmente se lleva a cabo una investigación, para cuando emerja la verdad, todo el mundo ha pasado a otra cosa y la falsa impresión rara vez se corrige.

Esto es lo que sucedió cuando Israel bombardeó en mayo un bloque de torres en Gaza que había estado sirviendo como base para muchos medios de comunicación. Israel afirmó que también albergaba a militantes palestinos, aunque nunca presentó ninguna prueba que apoyara una afirmación tan inverosímil.

También fue el planteamiento de Israel después de que los soldados mataran a tiros a Ahmad Erekat en su coche en junio de 2020 en un puesto de control de Cisjordania cuando hacía recados para la boda de su hermana. Israel dijo que era un ataque terrorista mediante un coche. Sin embargo, una reconstrucción realizada por expertos indicó que los frenos de Erekat habían funcionado mal.

El caso de Mohammed el-Halabi es aún más pertinente. Trabajador de caridad en Gaza, ha pasado cinco años en una prisión israelí sin juicio, acusado de desviar enormes sumas de dinero de ayuda internacional a Hamas. Las afirmaciones de Israel contra Halabi han demostrado ser tan obviamente insostenibles que incluso los medios occidentales han comenzado a dudar de ellas.

Crear confusión sobre las diferencias

En segundo lugar, Israel espera que el núcleo de sus acusaciones sea tratado acríticamente: que cualquier conexión de cualquier persona de cualquiera de estos grupos con el FPLP pueda citarse como prueba definitiva de los vínculos de la organización con el terrorismo. Sin duda, es cierto que algunos miembros del personal de estos grupos de derechos humanos tienen una filiación ideológica con el FPLP, y por buenas razones.

La mayoría de los líderes políticos palestinos han sido o bien cooptados por Israel, como Fatah, investidos de la sagrada cooperación en materia de seguridad con las fuerzas de ocupación de Israel, o bien han priorizado una lucha que, debido a su carácter islamista, no representa a grandes sectores de la población palestina, como Hamas y la Yihad Islámica.

La única alternativa política significativa es proporcionada por el FPLP. Su visión es la de un Estado secular y democrático único que ofrezca a todos los habitantes de la región, judíos y palestinos, los mismos derechos. Este programa se está volviendo políticamente más poderoso, para las y los palestinos y activistas de la solidaridad a medida que Israel va mostrando claramente que no tiene interés en permitir nunca la partición de la tierra y el establecimiento de un Estado palestino.

Pero, al igual que en la mayoría de los movimientos de liberación nacional, ha habido divisiones históricas dentro del FPLP sobre la mejor manera de lograr su objetivo de descolonización y de un Estado democrático único.

Al igual que en Fatah y Hamas, algunos creen que la liberación requiere resistencia armada, permitida por el derecho internacional contra un ocupante beligerante como Israel, mientras que otros están comprometidos con la lucha política.

Israel, por supuesto, se dedica a difuminar estas distinciones y evita cualquier examen de la aspiración política central del FPLP: un Estado basado en la igualdad de derechos en lugar de la dominación absoluta de un grupo étnico exportada por Israel a los territorios palestinos a través de la ocupación militar.

En cambio, Israel ha emitido una proscripción general sobre el FPLP, persiguiendo a todos sus miembros prominentes. Eso ha incluido a Khalida Jarrar, diputada del FPLP, que fue liberada recientemente por Israel después de dos años de prisión. Jarrar trabajó en el expediente sobre Palestina en la CPI. Según Human Rights Watch (HRW), Israel "nunca afirmó que tuviera ninguna participación personal en actividades armadas".

Estado de apartheid 

No debería haber duda alguna de que estas seis organizaciones palestinas de derechos humanos han priorizado la resistencia organizada y comunal a la ocupación israelí en lugar de la lucha armada.

Algunas, como la Unión de Comités de Trabajo Agrícola y la Unión de Comités de Mujeres Palestinas, trabajan para fortalecer internamente la sociedad palestina. Esperan conseguir que las comunidades palestinas estén en mejores condiciones para soportar los incansables esfuerzos de Israel para expulsar a las y los palestinos de sus tierras para reemplazarlos por asentamientos judíos ilegales, un proceso que Israel denomina de forma amenazadora judaización.

Estos comités agrícolas y de trabajo fomentan el antiguo principio palestino conocido en árabe como sumud o firmeza. Pero dado el deseo de Israel de limpiar étnicamente a los palestinos y destruir cualquier esperanza de un futuro Estado palestino, esta firmeza se equipara fácilmente en el imaginario israelí con el terrorismo.

Los otros grupos de la lista, como al-Haq, Addameer y Defensa de los Niños y Niñas Internacional, han sido muy eficaces en documentar los crímenes de guerra de Israel contra las y los palestinos: desde el asesinato de civiles y maltrato de niños y prisioneros palestinos hasta políticas de transferencia forzada y construcción de colonias.

Los datos recopilados por las asociaciones palestinas se comparten con organizaciones internacionales e israelíes de derechos humanos como HRW y B'Tselem, que recientemente han publicado informes declarando a Israel un estado de apartheid.

Israel también ataca a estos grupos.

Omar Shakir, el director regional de HRW, fue expulsado por Israel hace dos años. El año pasado, Israel se negó a renovar los visados de trabajo para las y los funcionarios de derechos humanos de Naciones Unidas después de que publicaran una investigación sobre la colusión de empresas internacionales con los asentamientos ilegales de Cisjordania.

Y a B'Tselem, el principal organismo de control de la ocupación de Israel, y Breaking the Silence, un grupo de denunciantes exsoldados israelíes, se les niega el derecho a hablar en las escuelas israelíes y son vilipendiados regularmente por las y los políticos y los medios de comunicación israelíes. Esta ofensiva israelí contra el conjunto de la comunidad que defiende los derechos humanos, tanto en el plano nacional como internacional, se explica fácilmente.

Estas organizaciones están construyendo poco a poco un dossier inexpugnable: tanto para que los líderes israelíes sean procesados en la CPI por crímenes de guerra, como para impulsar el boicot y las sanciones contra Israel, como fue utilizado contra la Sudáfrica del apartheid.

Ese trabajo está polarizando a las comunidades judías en el extranjero, tradicionalmente una base de apoyo sin fisuras para Israel. Y está produciendo una cantidad de datos abrumadora para que Israel sea rechazado, exponiendo la enorme brecha entre las expectativas de las opiniones públicas occidentales y la inacción de sus dirigentes.

Para Israel, todo esto es realmente aterrador y, por eso, sus responsables deben ser considerados terroristas.

Poner fin a la financiación europea

La sugerencia de Gantz de que Israel dispone de información que vincula a estos grupos palestinos de derechos humanos al terrorismo es desmentida por el hecho de que Israel les maltrata desde hace años.

Su personal ha sido arrestado y encarcelado o se le ha negado el derecho a viajar al extranjero. Los permisos de residencia en Jerusalén para sus trabajadores y trabajadoras han sido revocados. Y el ejército ha allanado sus oficinas e incautado ordenadores y documentos. Esos abusos se han intensificado a medida que estas organizaciones han atraído la cada vez más atención en los foros internacionales sobre los crímenes de guerra israelíes y las prácticas de apartheid.

Ahora Israel va a explotar su nueva lista de terroristas para justificar la intensificación de la represión. Será aún más fácil encontrar pretextos para acosar y encarcelar al personal.

Pero esto tiene otras ventajas para Israel. Hará aún más  difícil que los socios internacionales e israelíes de estas organizaciones palestinas trabajen con ellas para denunciar los crímenes de la ocupación israelí.

Y, sin duda, Israel y sus defensores en el extranjero utilizarán la designación de terroristas para vilipendiar aún más a estos grupos y desacreditar sus conclusiones.

Pero tal vez la mayor recompensa para Israel sea usar esta nueva lista de terroristas para tratar de intimidar a los Estados europeos y a la Unión Europea para que dejen de financiar a la comunidad palestina de defensa de los derechos humanos.

Etiquetar a las y los activistas palestinos defensores de los derechos humanos como terroristas servirá al mismo objetivo que etiquetar a los activistas occidentales que buscan poner fin a la opresión israelí de los palestinos como antisemitas, o etiquetar a las y los judíos que actúan en solidaridad con los palestinos como judíos que se odian a sí mismos y traidores.

Israel agrupará todo este supuesto odio en su discurso según el cual se enfrenta a una campaña proveniente de todas las partes para demonizar al único Estado judío del mundo.

La realidad es que los líderes israelíes están confundiendo su propio terror a la idea de que rindan cuentas por sus crímenes con un terrorismo imaginario de las y los abogados e investigadores que intentan mostrar la realidad de la ocupación.

¿Alguien les creerá? La historia sugiere que los gobiernos occidentales podrían hacerlo.

25/10/2021

https://www.middleeasteye.net/fr/opinion-fr/israel-ong-palestiniennes-terroristes-cacher-crimes-apartheid-occupation

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Jonathan Cook es autor de tres libros sobre el conflicto israelo-palestino y ganador del Premio Especial Martha Gellhorn de Periodismo. Su sitio web y blog se pueden encontrar en: www.jonathan-cook.net

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