Ante el apoyo entusiasta de EHBildu a los presupuestos generales del Estado, previo anuncio público histórico y posterior a una consulta a las bases, solo puedo pensar que efectivamente la izquierda abertzale oficial se ha abrazado al gobernismo y al reformismo y apuesta al institucionalismo como única vía de transformación social, mostrando además su disposición a contribuir a la gobernabilidad de España. Adopta una posición de centralidad política y se postula como alternativa de izquierda progresista a la derecha nacionalista vasca. La izquierda abertzale sería así el pueblo vasco de izquierda y el PNV el pueblo vasco de derecha. Y para esto, hay que ser útil y determinante en Madrid.

¿Es ser útil asumir un presupuesto que otorga a la CAV y Nafarroa millones de euros (295 millones de €, el 51,5% de la dotación total en la CAV y 62 millones de €, el 62% de la dotación total a Nafarroa) de los fondos europeos al proyecto al que se ha opuesto firmemente la izquierda abertzale, el TAV? ¿Es determinante renunciar a la derogación inmediata de la reforma laboral? ¿Es centralidad comerte el sapo de retirar la enmienda antidesahucios para “restar tensión a la negociación interna del gobierno”?

Rotundamente no.

Ya podemos decir que en Euskal Herria, de la mano de UP y el flamante vicepresidente Pablo Iglesias, se ha emprendido un ciclo de progresismo y posibilismo. Y nos encontramos a las izquierdas nacionalistas vasca y catalana, votando entusiastas los presupuestos junto a la burguesía vasca y catalana. No era necesario emprender una dialéctica tramposa de “o apruebo los presupuestos o viene el coco” (en forma de derecha extrema y extrema derecha). La abstención era una posición crítica y coherente.

La izquierda abertzale siempre ha tenido pueblo. Una gran masa militante y pueblo. Por eso me resulta muy asombrosa la manera en la que se ha presentado la consulta, sin ninguna posibilidad de debate para sus bases y con una participación muy pequeña, que efectivamente ha dado una abrumadora aceptación del apoyo en forma únicamente de porcentaje.

Pero una que ha estado en Podemos y que ha visto en lo que se ha convertido la cosa, también sabe que las bases de la izquierda abertzale no son las de Podemos, y conoce su compromiso y disciplina militante. Veremos cómo se resuelve esta historia en el seno de la izquierda abertzale.

El tiempo ha demostrado que entrar en el juego de la gobernabilidad siempre perjudica a las formaciones de izquierda. Por ejemplo, para Ezker Batua-Berdeak supuso su cuasi desaparición y el vaciado de militantes de sus bases, y ese es un riesgo que la izquierda radical no puede asumir en tiempos de militancias líquidas como los actuales.

Parece que al final de todo, en esa construcción del relato vivo aún, la izquierda abertzale institucional, Sortu, definitivamente asume su derrota política. Asumen las reglas de juego estatales, asumen que no hay posibilidad de construcción nacional y asumen el autonomismo y estatutismo al que siempre se han enfrentado.

Me resultan muy desconcertantes las muestras públicas de victimismo o justificación de antiguos y hoy también líderes de la izquierda abertzale. Y me molesta la infantilización a la que someten a las ciudadanas, cuando nos dicen que este es un camino más hacia la independencia y la república vasca.

Me gustaría dejar claro el respeto que tengo hacia los líderes institucionales, orgánicos y morales de la izquierda abertzale. No compartiendo estrategia, ni táctica política, ni algunos objetivos políticos, les reconozco una trayectoria política coherente que además han pagado con sangre, sudor, y lágrimas, y cárcel.

Pero no por eso voy a dejar de ser crítica con este giro hacia el gobernismo que no conseguimos entender desde la izquierda impugnatoria. No podemos dejar de criticar la mimetización pasmosa con ERC y su trayectoria en el procesismo. Porque al final de este camino hacia el progresismo, en el horizonte está el anhelo legítimo de darle un sorpasso a PNV y ver un lehendakari abertzale en Ajuria Enea.

La izquierda abertzale oficial ha sido muy hábil en mantener varias caras, y juega a la ambigüedad con EHBildu y Sortu. Así. un día presentan una iniciativa conjuntamente con ERC y otro día aparecen con las CUP colmando un poquito esas aspiraciones más rupturistas anticapitalistas de sus bases.

Hasta ahora, algunas hemos dicho que en Euskal Herria a la izquierda de Podemos estaba la izquierda abertzale. EHBildu obtuvo un apoyo importantísimo en las elecciones de julio, arrebatando miles de votos a Unidas Podemos, precisamente porque una masa importante de electores entendía que el giro gobernista de Unidas Podemos lo alejaba de ser alternativa para las clases populares.

Ahora, más allá de cuestiones identitarias o de soberanía nacional, ¿qué diferencias podríamos buscar entre Podemos y EHBildu? Es decir, a la izquierda de lo que viene a ser el nuevo progresismo vasco, nos encontramos cada vez más huérfanas.

Para ser más claros, en Catalunya, a la izquierda de ERC podemos hablar de una fuerza anticapitalista e independentista importante como las CUP, pero en nuestra tierra esto no pasa. La realidad es que hoy en Euskal Herria no hay una izquierda anticapitalista de masas organizada. A la izquierda de EHBildu, fuerza asimilada e integrada al sistema liberal institucional, lo que podemos encontrar son muchos grupúsculos de fuerzas de izquierda, autónomos, organizaciones, etc, pero bastante desorientadas, desconectadas y sin ningún eje de trabajo común.

Es desconcertante también la posición de las grandes centrales sindicales de Euskal Herria. LAB es presa de su relación orgánica con Sortu y le está resultando muy difícil sortear las contradicciones que le suponen decisiones políticas como la aprobación entusiasta de los PGE. ELA, sindicato muy contestatario y seguramente única fuerza de contrapoder al PNV, sigue mostrándose bastante acomplejada hacia EHBildu y su entorno. Echamos de menos una crítica más contundente a la estrategia gobernista de EHBildu. Los presupuestos generales del Estado no hacen más que afianzar las políticas socioliberales, poniendo cara de capitalismo amable.

No me atrevo a aventurar ningún escenario de construcción de partidos de unidad popular a corto o medio plazo, pero hoy se constata que hay un gran espacio político alternativo que vamos a tener que saber rellenar cuyo eje importante debería ser el anticapitalismo ecosocialista, el soberanismo y el derecho a decidir.

Porque se constata que este gobierno está pidiendo a gritos movilizaciones masivas por la derogación de la reforma laboral, contra los deshaucios, contra la gestión de los fondos europeos y un largo etcétera.

De la mano de Unidas Podemos se cierra el círculo impugnatorio por las periferias. ¿Y ahora qué?

 

Ixone Rekalde

 

05/12/2020

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