Se conoce a Francesc Tosquelles (1912-1994) como el psiquiatra republicano exiliado a Francia tras la Guerra Civil, impulsor de la psicoterapia institucional y precursor de la política de sector francés desde el Hospital de Saint-Alban, mítico hospital psiquiátrico donde concurrieron personalidades de la psiquiatría y de la cultura (Bonnafé, Oury, Gentis, Fanon, Tzara, Eluard, Dubuffet, Canguilhem), en algunos casos, miembros de la Resistencia refugiados de la ocupación nazi. Pero es escaso el conocimiento que se tiene de sus actividades psiquiátricas en Cataluña en las décadas previas a la Guerra Civil y mucho menos de su militancia en el Bloque Obrero y Campesino (BOC) y en el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM)[1/]; o de su complicidad con las redes de la Resistencia en la Francia ocupada. Sin embargo, como podemos ver en el amplio estudio que realiza Joana Masó, sus idearios políticos, fraguados en el debate y la lucha social, van a tener gran influencia en su concepción de la organización, conceptualización y práctica psiquiátrica.

La formación y primeros años de trabajo profesional de Tosquelles se van a realizar en una época de gran auge de la psiquiatría en España y de intensa actividad política. Son los primeros años 30 del siglo XX, tiempo de grandes luchas obreras y de un fuerte debate de las fuerzas de izquierda que en Cataluña llega a enfrentamientos abiertos en abril-mayo de 1937. A Barcelona y Reus se las llama las petita Viena gracias a la llegada de psicoanalistas venidos de Centroeuropa huyendo del nazismo, entre otros, Werner Wolff y Sandor Eiminder (con el que se analizará durante 2 años cuando ya trabajaba como psiquiatra en el Hospital Psiquiátrico Pere Mata). Psicoanálisis que el joven Tosquelles vio muy pronto como una herramienta pública: “Yo era muy consciente de mi destino profesional: ver de qué manera podían introducirse las teorías y la práctica   psicoanalítica en los hospitales psiquiátricos” (p.89), consideración profesional que no es ajena a su militancia política, donde van a estar muy presentes las experiencias de colectivización, el cooperativismo autogestionario del sindicalismo anarquista y el comunismo libertario del BOC, en el contexto histórico de la tradición descentralizadora de la función pública iniciada por la Mancomunitat y retomada durante la República[2/].

Una territorialización en comarcas que afecta a la sanidad facilitando la sectorización de la atención a la salud mental que van a programar Mira y Tosquelles al ordenar los tratamientos terapéuticos en estrecha relación con los municipios, contando con actividades agrarias y de trabajo artesano, así como el proyecto de masías refugio para sufridores psíquicos.

Una psiquiatría “per tot arreu” (por todas partes) que preconiza Emili Mira, maestro y amigo de Tosquelles y una de las figuras más prominentes de la psiquiatría española. “Psiquiatría expansiva”, en el decir del que fuera el primer catedrático de psiquiatría en España. Una propuesta para sacar la psiquiatría de los manicomios, con acciones que no estaban restringidas solo a la cura de los enfermos, sino también orientadas a la promoción de la salud de la población. De hecho, una crítica radical a la psiquiatría como disciplina encerrada en sí misma y un esfuerzo salubrista cuyos objetivos eran difundir  las competencias clínicas y desdibujar la gran frontera que permitía separar la locura de la normalidad, la enfermedad de la salud, a la manera de las misiones ambulantes de la Institución Libre de Enseñanza y de las Misiones y Semanas de Salud Mental que organiza la Liga de Higiene Mental durante los años de la República (Misiones que recorren pueblos y ciudades con actos para sensibilizar a la población y a los poderes públicos en los más diversos ambientes y locales: aulas universitarias, ateneos, escuelas, casas del pueblo. Los oradores no solo eran psiquiatras, sino también juristas, pedagogos y otros profesionales) (Desviat, 2020: 79-80).

Mira introduce unos esquemas de atención a la salud mental basados en el escalonamiento de los servicios y en la descentralización del hospital, que pierde su carácter de pieza central de los servicios. Dispositivos y acciones dispersadas por la ciudad a partir de las cuales se pudo pensar y organizar–escribe Tosquelles—unos  servicios de salud mental en los que el objetivo fundamental era mantener al enfermo en el seno de la familia y de la sociedad, evitando su ingreso (Comelles, 1988: 146-147). Política que prefigura, junto con el trabajo en las masías requisadas durante la Guerra Civil, tanto la Comunidad terapéutica inglesa como el Sector francés.

Tras el golpe de Estado fascista contra la República, sindicatos y partidos políticos obreros y campesinos implementan formas de economía colectiva basadas en la expropiación, la socialización y la autogestión. En Cataluña se van a requisar y ocupar edificios de titularidad privada o eclesiástica, masías y tierras de grandes propietarios, talleres, fábricas, más de dos mil empresas sobre las que se sustentaba la economía catalana. Entre otras instituciones, se confisca el Instituto Pere Mata, haciéndose cargo del hospital un comité de control obrero constituido en la Societat d´Oficis Varis.

Pero, sobre todo, se dan dos experiencias innovadoras en la forma de entender la atención a los sufridores psíquicos, a las personas que atraviesan episodios de psicosis o neurosis, que son precursoras de modelos organizativos que adoptará la Reforma Psiquiátrica tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Dos experiencias donde personas normales se enfrentan a situaciones anormales: la Guerra Civil y el campo de concentración tras el exilio. Al inicio de la guerra Tosquelles participa en las milicias del POUM en el frente de Aragón, enrolado como médico generalista y asistente de cirugía, aunque hace de la cura psíquica de la comunidad médica el centro de su práctica. Va a curar más médicos que enfermos, abriendo un hospital de campaña junto a un grupo de médicos de la milicia en una casa requisada en la comarca de los Monegros[3/]:

(...) tomé por costumbre curar a los médicos, para que esos tipos perdieran el miedo y sobre todo algo más importante que el miedo. La guerra civil conlleva a un cambio de perspectiva acerca del mundo. Los médicos, comúnmente, tienen en la cabeza la estabilidad de un burgués. Son pequeños o grandes burgueses que quieren vivir solos y ganar dinero, ser eruditos. Ahora bien, en una guerra civil como la nuestra, era necesario que el médico pudiera admitir un cambio de perspectiva sobre el mundo (…) No se puede hacer psiquiatría ni en un sector ni en un hospital si se conserva una ideología burguesa e individualista (Tosquelles, 1991).

Posteriormente, en mayo de 1938, es nombrado con 25 años jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de Extremadura, ubicado en el frente Sur, en La Mancha, lo que le lleva a montar un Hospital en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) ocupando el edificio de la Escuela de los Capataces. Un hospital psiquiátrico de retaguardia para combatientes aquejados de trastornos psicológicos graves, donde introduce cambios radicales en el funcionamiento habitual de un hospital de guerra: situado en la retaguardia, las ambulancias se trasladaban a la zona de combate para practicar la asistencia in situ a fin de no separar el tratamiento del trauma de guerra del lugar donde se había producido. Para Tosquelles no había que apartar la cura de los males de la guerra de la guerra misma, porque el enfermo de guerra alejado del frente se volvía un enfermo crónico. Por otra parte, en su continuado interés de transformaciones institucionales organiza el hospital a la manera de una comunidad terapéutica, con métodos asamblearios y decisiones horizontales, capacitando a personas profanas como enfermeros y otros destinos en el funcionamiento del centro: agricultores, abogados, un capellán, un pintor, prostitutas. De hecho, cerrado el prostíbulo como tal, Tosquelles anexionó el local al hospital como un servicio externo.

Su otra experiencia con los males de la guerra fue en el campo de concentración de Setfonts, un pequeño campo en la Francia ocupada donde se hacinaron cerca de 16.000 republicanos españoles huidos desde Cataluña: intelectuales y artistas, campesinos, obreros, mineros, estudiantes y maestros, civiles y militares. Allí, recluido en septiembre de 1939, solicita de las autoridades del campo un barracón para hacer una unidad de psiquiatría, que le es autorizada dado el número importante de suicidios y trastornos mentales que había entre los refugiados. En marzo de 1940 abandona Setfonts, reclamado por el director del hospital psiquiátrico de Saint Alban, del que es conocido por un artículo ampliamente difundido en Francia años antes y por su actividad psiquiátrica en el campo.

Las condiciones de vida en el campo de concentración -miseria, hambre, frío, aislamiento y miedo- se reproducen en Saint Alban, como en todos los manicomios franceses y europeos durante la Segunda Guerra Mundial, sin medios y con escasez personal sanitario y de mantenimiento. Esto favorece, como en Almodóvar del Campo, que el personal ingresado intervenga en el gobierno del centro, con formas participativas de autogobierno, decisiones asamblearias de todo el personal, libertad de circulación de los internos, contratos fácilmente revisables de tratamiento, rejas simbólicas, grupos de actividades diversas, talleres, acciones donde Tosquelles introduce un continuado análisis de orientación psicoanalítica y donde la responsabilidad del tratamiento no queda confinada al personal sanitario, sino que también concierne a los otros miembros de la comunidad, es decir a los pacientes. Su deseo de introducir el psicoanálisis en los hospitales psiquiátricos se une a su convicción política autonomista, consejista.

Este es el bagaje, conceptual y práctico, que Tosquelles ha ido construyendo desde sus primeros pasos profesionales en Reus: si se cura la institución se curan los enfermos, junto con la necesidad de una actividad comarcal, sectorizada, enraizada en las comunidades, en el territorio, la psiquiatría expansiva de su maestro Mira. El desarrollo posterior en Saint Alban dará lugar a lo que más tarde se afirmará como Psicoterapia institucional y Psiquiatría de Sector, que será la política de la Reforma psiquiátrica en Francia[4/]. Una política nacional deudora de las ideas y trabajos de Tosquelles, como reiteradamente señalan Bonnafé y Oury y testimonia Félix Guattari en la clínica La Borde.

Psicoterapia institucional y Psiquiatría del Sector que van a diferenciar a la Psiquiatría francesa de la posición desinstitucionalizadora de la Reforma Psiquiátrica que surge tras la Segunda Guerra Mundial. La postura de Tosquelles es clara cuando defiende la permanencia del hospital psiquiátrico, expresando su desacuerdo profundo con la experiencia italiana de la negación de la institución. Considera posible un hospital en continua trasformación, abierto a la comunidad, una psiquiatría extensiva en el territorio, comunitaria. Frente al cierre del manicomio, la psiquiatría francesa busca formas terapéuticas de institucionalización: revolución permanente del establecimiento y creación de nuevas instituciones intermedias, en la comunidad, enlazadas en las redes del Sector. Lo que plantea, más allá de la importancia indudable del análisis institucional, un debate sobre qué entendemos por instituciones, y sobre todo por instituciones totales. Un debate que, refiriéndonos al manicomio, nos lleva al trabajo de Goffman de 1963 (1970) que, en mi opinión, cierra toda posibilidad de su conservación como espacio terapéutico.

En cualquier caso, las enseñanzas para el trabajo terapéutico tanto de la psicoterapia institucional como de la comunidad terapéutica deberían ser tenidas en cuenta en todas las instituciones de las que se han dotado los procesos de reforma psiquiátrica, con lo que se podría evitar el tremendo biologismo o distancia protocolaria cognitivo-conductual en las unidades de psiquiatría en los hospitales generales, unidades de rehabilitación y algunos centros u hospitales de día. Organizar estos dispositivos como unidades donde todo es significativo, donde importan todos y el propio contexto, donde todo influye en la verbalización de lo que sucede. Donde importa la escucha, la interdisciplinaridad, el trabajo en equipo, y hasta los muros hablan.

La importancia de revisar la obra de Tosquelles, sobre todo aquella que transcurre entre la Cataluña y la Francia ocupada, tiene, en mi opinión un gran interés en estos días en los que se abstraen las ciencias de la salud y de la salud mental de las condiciones históricas, sociales y políticas donde se originan sus planteamientos epistemológicos y prácticas. En el trabajo de Tosquelles podemos ver la influencia del sindicalismo revolucionario y de partidos de la izquierda marxista en sus planteamientos autogestionarios y asamblearios que dan lugar a la comunidad terapéutica y el trabajo político en las comarcas como promotor de la psiquiatría comunitaria.

Reivindicar la obra de Tosquelles es reivindicar formas de entender y atender al sufrimiento psíquico hoy olvidadas en aras de un pragmatismo que confunde la persona con un protocolo y la salud con una mercancía; es reivindicar el compromiso social y político que exige la acción sanitaria, que exige la salud pública y la salud mental colectiva. Es reivindicar la visión política en el affaire sanitario para humanizar el trato y dar sentido a la acción terapéutica tanto en lo subjetivo como en lo colectivo.

De ahí en parte, y en especial para los profesionales psi, la importancia del libro de Joana Masó --profesora titular de la Universidad de Barcelona y coordinadora desde 2017 del proyecto de investigación “El llegat oblidat de Francesc Tosquelles”--,pero cuya importancia va más allá de la cuestión psiquiátrica: restituye en la figura de Tosquelles una parte de la historia de Cataluña y España de los años 30 que ha sido relegada cuando no ignorada o proscrita, la posición política de un marxismo revolucionario, anticolonial, internacionalista.

Manuel Desviat es psiquiatra

Notas:

[1/] Para conocer sobre el POUM: Andreu Nin (2011) y Wilebaldo Solano (1999).

[2/] Durante sus estudios de Medicina, se afilia al Bloque Obrero y Campesino (BOC), organización comunista clandestina fundada en 1930 -estamos en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera-, que posteriormente, en 1935, se unirá con Izquierda Comunista, un pequeño partido trotskista dando lugar al POUM.

[3/] De las condiciones de vida y la organización consejista de esta milicia en los primeros meses de la guerra da testimonio George Orwell en Homenaje a Cataluña (1938/2003).

[4/] Para informarse sobre la Psiquiatría de Sector véase Audisio (1980)

Referencias

Audisio, M. (1980) La psychiatrie de secteur. Toulouse: Privat.

Desviat, M. (2020) La Reforma Psiquiátrica (2a). Valladolid: La Revolución Delirante.

Goffman, E. (1970) Internados. Buenos Aires: Amorrortu.

Comelles, JM. (1988) La razón y la sinrazón1985. Barcelona: PPU.

Nin, A. (2011) La revolución española 1930-1937. Madrid: Público.

Orwell, G. (2003.) Homenaje a Cataluña. Madrid: El País.

Tosquelles, F. (1991) Une politique de la folie. Chimères, 19.

Solano, W. (1999) El POUM en la historia. Madrid: Los Libros de la catarata

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