Los resultados de las elecciones celebradas ayer, 21 de octubre, en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) crean, al mismo tiempo, una perspectiva de estabilidad y de incertidumbre.

El PNV, con 383.565 votos, el 33,90% de los emitidos y 27 escaños, no tendrá problema alguno para que su líder Urkullu sea el nuevo Lehendakari del Gobierno Vasco. Aunque PSE (16 escaños), PP (10 escaños) y UPyD (1 escaño) sumasen sus fuerzas a favor de un Gobierno constitucionalista y españolista, no superarían la presencia parlamentaria de aquel. Con un índice de abstención similar al de las anteriores elecciones autonómicas de 2009 (35,32% entonces y 34,71% ahora), la entrada de EH Bildu, del que forman parte Sortu (izquierda abertzale tradicional), EA, Alternatiba y Aralar, en el mapa parlamentario vasco con 276.989 votos, 24,48% de los emitidos y 21 escaños (en 2009 D3M tuvo 5,61%, Aralar 4,09% y EA 3,27%), el PNV sólo ha perdido 16.035 votos y un 0,89% respecto a 2009. Además ha vencido en las tres capitales y ha recuperado mucho espacio en Gipuzkoa donde de los 80.839 votos de las elecciones forales de mayo del pasado año y los 83.445 de las generales del pasado mes de noviembre ha pasado a 113.978 votos (el 31,44% de los emitidos), muy cerca de los 114.460 (31,57%) de EH Bildu que gobierna en la Diputación Foral merced a los 119.084 votos obtenidos en mayo de 2011.
Esos resultados dan un suelo estable al PNV tanto para gobernar en solitario estableciendo acuerdos puntuales con los demás partidos, como para llegar a un acuerdo de gobierno con un PSE en horas muy bajas (baja de 25 a 16 escaños).

Aun gobernando en solitario, en lo que corresponde a políticas sociales y aunque hubiese puntuales acuerdos de oposición a determinados recortes por parte de EH Bildu (21 escaños) y PSE, sumarían entre ambos los mismos votos que PNV más PP. En este sentido, la confrontación sectaria de las dos fracciones de lo que fue Ezker Batua/Izquierda Unida ha impedido que obtenga ningún escaño pese a sumar entre ambas 47.480 votos (en 2009 obtuvo 36.373).

Los resultados electorales en la CAV dan 48 de los 75 escaños a las dos fuerzas nacionalistas. Pero durante toda la campaña electoral, en pleno contexto del anunciado referéndum de Escocia y de la explosión independentista de Catalunya, el PNV ha mantenido un tono muy moderado con una inconcreta promesa de un nuevo estatus político acordado con los demás partidos que parece limitarse a una renegociación del reparto de competencias con Madrid, lo que apunta más a un panorama de estabilidad que de tensión también en este terreno.
Pero estos factores de estabilidad pueden ponerse en cuestión. Aunque en la campaña electoral Urkullu ha hecho vagas promesas generales de no realizar recortes ni en la sanidad, ni en la enseñanza, ni en los servicios sociales, es más que probable que las incumpla, sobre todo siguiendo como sigue empeñado en mantener obras públicas como el tren de alta velocidad y otras. Por fortuna el movimiento sindical vasco es mucho más fuerte que el del Estado español y cuenta con un apoyo nada desdeñable de movimientos sociales. Además, medidas antisociales del Gobierno Vasco podrían favorecer una resistencia sindical mucho más unitaria de la que ha existido hasta ahora.

Lo que ocurra en Escocia y en Catalunya puede romper las costuras del estrecho traje en el que el PNV querrá mantener la reivindicación nacional vasca. A ello es posible que se le añada, además, una crisis institucional con elecciones anticipadas en Navarra que podría repercutir en un crecimiento del soberanismo vasco.
Estas incertidumbres pueden ser convertidas en lo que ha sido la idea fuerza de la campaña de EH Bildu: crear un activo y participativo movimiento de izquierda social y soberanista. Hay mucho campo para avanzar y crecer en esa perspectiva.

Los resultados electorales de EH Bildu dan muestra de una cierta consolidación de este movimiento que ya obtuvo 282.000 votos en mayo de 2012 y 284.000 (con Amaiur) en las elecciones generales de noviembre del mismo año. Sus debilidades actuales pueden transformarse en fortalezas de futuro. Por ahora Bildu apenas es más que un acuerdo por arriba entre partidos; cómo combinar su peso electoral y parlamentario con crear e impulsar un estructurado movimiento de acción política y social debería ser la primera preocupación y tarea de todas las gentes identificadas con ese horizonte de izquierda social y soberanista para Euskal Herria. Esto es lo que toca hacer ahora sin olvidarse, por supuesto, de la acción parlamentaria y de las reflexiones y correcciones que exijan determinados resultados electorales como la caída de votos en Donostia o las dificultades para un mayor crecimiento en el gran Bilbao.

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