Las cosas están claras: Europa quiere hacer pagar la factura de la crisis al pueblo griego y dar un ejemplo a los demás. Es la razón por la que la solidaridad es necesaria para evitar tanto una debacle social como económica. La vía elegida por los dirigentes europeos es la sumisión servil a los mercados financieros. Es escandaloso, puesto que los bancos se refinancian al 1% y compran deuda griega al 6% o 7%. A medio plazo es suicida: tras Grecia, los especuladores se volverán hacia otros países. Portugal está ya en el punto de mira, y España y otros seguirán.

La salida del euro se traduciría para los países amenazados por una devaluación masiva, que tendría los mismos efectos que el plan de ajuste impuesto a Grecia. Incluso en el caso de que Alemania saliera del euro, perdería su competitividad en el mercado europeo y se hundiría en la recesión. Hay pues que comprender que en el punto al que hemos llegado, la salida del euro no es ya una solución.

Estamos en el mismo barco pero este barco no tiene timón. El proyecto de una moneda única sin presupuesto de armonización, sin coordinación de las políticas, era al comienzo un absurdo que ha podido vivir gracias al sobreendeudamiento y a los déficits. Pero la crisis ha hecho estos expedientes inutilizables. La única salida pasa por una puesta en cuestión de la dictadura de los mercados financieros: se pueden poner impuestos a las transacciones sobre los CDS [Credit Default Swaps, derivado que cubre riesgos de impago] –que son los instrumentos de los especuladores- e incluso prohibirlos pura y simplemente, como se podría muy bien imponer a los bancos la posesión de títulos de la deuda pública.

Un plan de apoyo a Grecia debe ser puesto en pie por el BCE (que había sabido inyectar las liquideces necesarias para el rescate de los bancos), consiguientemente sin el FMI. Luego hay que crear un verdadero presupuesto europeo, una fiscalidad unificada sobre el capital y una financiación mutualizada de los déficits públicos. Estas son las exigencias que deberán defender las movilizaciones contra los planes de austeridad. En caso contrario, nos llegará la hora a nosotros, y a todos los demás pueblos europeos.

L/"Humanité, 29/4/2010

Traducción: Alberto Nadal para VIENTO SUR

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