Hace apenas una semana, los observadores contarban cuidadosamente, una por una, las principales ciudades afganas que caían en manos de los talibanes. A partir de ahora, van contando los que permanecen bajo control gubernamental (este artículo fue publicado el 13/08/2021). Solo quedan tres. Además de la capital, Kabul, solo Mazar-e-Sharif en el norte y Jalalabad en el este, resisten todavía el meteórico avance de la insurgencia. ¿Cuánto tiempo? El viernes, los talibanes tomaron Pul-e-Alam, la capital de la provincia de Logar, a solo 50 km al sur de Kabul. Para Adam Baczko, investigador del CNRS y miembro del Centro Internacional de Investigación de Sciences Po, la caída de la capital es "inevitable". El autor de War through Law, the Taliban Courts in Afghanistan (que se publicará el 2 de septiembre) nos comenta el fracaso absoluto de los Estados Unidos, veinte años después del comienzo de su intervención, y la "fuerte coherencia" del movimiento talibán hasta hoy.

Los talibanes parecen estar progresando inexorablemente hacia Kabul. ¿Todavía se puede revertir la situación?

No veo qué puede evitar la caída de Kabul, que parece inevitable. Desafortunadamente, este escenario era predecible - y previsto - desde el momento en que Estados Unidos anunció su retirada. La administración Biden ha sido clara: no intervendrá para salvar al régimen. Es un abandono absoluto. El disfuncional y corrupto aparato político y militar afgano es incapaz de resistir el empuje insurgente. En Afganistán, ni el Estado ni nadie puede ofrecer ahora una alternativa a los talibanes. No se detendrán ante Kabul, no habrá negociaciones: el conflicto se resolverá por la vía de las armas, como siempre lo han hecho.

El Ejército Nacional Afgano se ha estado desintegrando desde 2014, con una tasa de desgaste anual (la pérdida del número de soldados en comparación con la fuerza completa) de un tercio. ¡Es enorme, digno de los conflictos más violentos! Sólo sus unidades de élite, las fuerzas especiales formadas por los estadounidenses, son eficaces, pero no pueden estar en todas partes a la vez, y han sido diezmadas por los combates. En los últimos años, se imaginaba que los enfrentamientos habían disminuido. Eso no es cierto, la guerra continuaba intensamente, pero no había nadie sobre el terreno para informar de ella.

¿Los líderes tribales afganos tampoco son capaces de hacer frente a los talibanes?

Los potentados regionales de la década de 2000 sacan su legitimidad de su nombramiento por el régimen o por Occidente, ya no son los señores de la guerra de la década de 1990 que tenían una base popular en sus feudos. Además, la estrategia de desarrollo de las milicias de la década de 2010 tuvo efectos catastróficos: los talibanes se han convertido, en contraste con estas redes clientelistas y milicias violentas con prácticas abusivas, en la imagen del orden. Paradójicamente, fueron capaces de recuperar este aura "moral" que les había hecho exitosos en su conquista del poder.

Sin embargo, a principios de la década de 2000, la gente estaba cansada del reinado de los talibanes. El Emirato Islámico no respondía a muchas demandas de la población. Había un verdadero deseo de elecciones, por ejemplo. Después de la caída del régimen, los votantes hicieron cola durante horas, a pesar de los ataques, ¡para votar! Pero los políticos afganos y los funcionarios occidentales validaron resultados fraudulentos, elección tras elección. El segundo mandato del presidente Karzai y los dos de Ghani fueron resultado de elecciones amañadas. Los occidentales no han valorado seriamente su propia promesa de democracia.

¿Son populares los talibanes hoy en día, al menos en las zonas rurales?

No, no en el sentido electoral del término. Si las elecciones se celebraran hoy en Afganistán, los talibanes probablemente ni siquiera ganarían una cuarta parte de los votos. Pero cumplen con una cierta expectativa social en el campo. En las áreas que controlan, garantizan la seguridad. Ayudan a resolver conflictos por la tierra, que son muchos en un país que ha experimentado tantas guerras y desplazamientos. Sus instituciones se consideran no corrompidas y relativamente eficaces, a diferencia de las instituciones gubernamentales. Eso ya es mucho.

¿Han cambiado los talibanes? ¿Los que están a punto de tomar el poder son los mismos que en 1996?

Los jefes siguen siendo los de la primera generación. La base combatiente se ha renovado y rejuvenecido, pero el liderazgo es el mismo, ahora compuesto por muchos ancianos. Hay una coherencia muy fuerte del movimiento que continúa formando a sus cuadros en las madrasas de la frontera entre Afganistán y Pakistán, y que sigue estructurado en torno a un software clerical rígido y muy burocrático. A los talibanes les encantan los formularios, los encabezamientos, los logotipos, las firmas... El futuro Emirato Islámico de Afganistán de 2021, si se produce, tendrá mucho en común con el de 1996.

Por otro lado, los talibanes han adquirido experiencia en dos áreas. Primero, en el terreno económico. Esta es una cuestión que ahora consideran central cuando no estaban interesados en absoluto por ella hace veinte años, dejaban que se llevara a cabo cualquier plan, sin preocuparse realmente por ello. Luego, han progresado en el terreno diplomático. Su comprensión de lo internacional ha cambiado. Antes, estos religiosos de extracción rural no eran capaces de entender cuestiones geopolíticas. Ahora se han convertido en hábiles negociadores, como lo demuestran las discusiones en Doha con los estadounidenses.

¿Tienen aliados en el extranjero?

Tienen un patrocinador: Pakistán, que considera que ha ganado la guerra contra los Estados Unidos. Pero aliados, no. Los países vecinos, como Irán o China, pueden ser socios, por razones pragmáticas de gestión de fronteras, pero no más por el momento.

Después de veinte años de guerra, ¿qué obtuvieron los estadounidenses?

Nada. Su retirada de Afganistán se ha hecho sin ninguna condicionalidad. Ni siquiera se les concedió el "intervalo razonable", según la fórmula de Kissinger, que tuvieron para salir de Vietnam. Washington tiene una demanda principal: la salida de los combatientes de Al-Qaeda. Sin embargo, todavía están ahí. Los talibanes están involucrados en una lucha a muerte contra el Estado Islámico, pero siguen abrigando células de Al-Qaeda. Son incluso aún más numerosas que antes del 11 de septiembre.

Esta derrota se inscribe en la pérdida de la voluntad estadounidense de reestructurar globalmente el Medio Oriente. Este es el final de un capítulo de treinta años comenzado con la Guerra del Golfo. Los errores sucesivos en Washington, Iraq en 2003 y luego en Siria, terminan con el desastre afgano. La "guerra contra el terror" iniciada bajo George Bush continuará con otros medios (drones, fuerzas especiales) pero ya no bajo la forma de intervención masiva.

Ha pasado una generación desde la caída de los talibanes. ¿Puede Afganistán volver hacia atrás?

No, el país, la sociedad, han cambiado profundamente. Kabul, por ejemplo, ha aumentado de 600.000 a 5 millones de habitantes, Afganistán se ha convertido en un país más urbano. Los talibanes no podrán revertir esto. Pero no se equivoquen: seguirá siendo un terrible paso atrás para cientos de miles de mujeres afganas educadas, informadas, empleadas o simplemente de cultura urbana. No tienen futuro bajo el régimen talibán. Igual que todos los afganos que han trabajado con ejércitos, embajadas, ONG o institutos extranjeros. El país experimentará un nuevo éxodo. Es en gran medida nuestra responsabilidad, nuestra responsabilidad como occidentales, por lo que es lógico que acojamos a estas y estos exiliados. (Entrevista publicada en el periódico Libération el 13 de agosto de 2021)

http://alencontre.org/asie/afghanistan/en-afghanistan-ni-letat-ni-personne-nest-en-mesure-de-proposer-une-alternative-aux-talibans.html

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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