No existen datos en el Ministerio de Trabajo que registren una pérdida salarial tan grande como la que hemos sufrido las trabajadoras y trabajadores en el pasado año 2022.

La inflación media anual ha cerrado el año 2022 en el 8,4%, siendo que los salarios sujetos a convenio están un 5,6% por debajo del IPC, es decir, subieron tres veces menos que lo que  han hecho los precios. Es sin duda cierto que el IPC en términos generales se ha visto rebajado en estos últimos meses, teniendo en cuenta su crecimiento desbocado durante los meses de verano. La razón principal la encontramos en la que fue su causa durante los meses estivales: la subida del precio de la energía y las materias primas, así como el encarecimiento de los transportes a nivel global. La estabilización del conflicto bélico en Ucrania y la lenta recuperación de las cadenas de transporte internacional están generando las bajadas actuales de los datos generales de la inflación. Actualmente, los gastos de los portes marítimos han vuelto a costes similares a 2018 y la cadena global de suministros retoma la situación previa a la pandemia. Ante esta situación internacional, el papel en este caso de medidas como la limitación del precio del gas impulsadas por el Gobierno español aparecen con una capacidad sumamente limitada, dado que como indican los datos el precio del gas está bastante por debajo del impuesto por el ejecutivo. Con lo que, si ya durante los meses de IPC más alto las empresas achacaban a los costes de producción la subida de precios, ahora con la bajada del precio de las materias primas y la reducción del IVA, es de prever que sus beneficios se disparan aún más.

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¿De dónde viene entonces este incremento de precios? Como ya se viene señalando desde hace meses, e identificado por organismos como el Banco de España, el margen cada vez más amplio entre los costes y los precios de venta está provocando un margen de beneficios empresariales histórico. En los primeros nueve meses de 2022 los beneficios empresariales han crecido un 52%, llegando a incrementarse un 30% respecto a los beneficios previos a la pandemia. Según los datos disponibles, se confirman las previsiones y es que los beneficios empresariales son responsables de más del 80% de la inflación desde los últimos meses de 2021. Alcanzando hasta el 84% los beneficios empresariales como causa de la subida de la inflación durante el primer semestre del pasado año y llegando al 93% a finales de 2022.

El margen de beneficios es tal que el propio Consejo General de Economistas plantea que una subida salarial del 13% hasta 2024 seguiría asegurando los márgenes de beneficios empresariales. A pesar de lo cual, la pérdida salarial seguiría siendo de un 7%.

Sector Incremento de Beneficios
Comercio minorista 32,7%
Hostelería y restaurantes 29%
Construcción 121,7%
Transporte y almacenamiento 14,1%
Otros servicios a la producción 34,2%

 

Fuente: Gabinete CCOO

¿Y cómo están los salarios?
Los datos son bastante claros también en este sentido, ya que en 2022 los trabajadores y trabajadoras hemos sufrido algo más de un 5% de caída en nuestros salarios. Pérdida que asciende al 12,6% si se compara con el salario que se ganaba en 2008 por realizar el mismo trabajo, es decir, la pérdida de la nómina de un mes completo para quien cobra en 12 pagas. Lejos de poder considerarlo una excepción, la evidencia es que los salarios en España llevan estancados desde los años 90, es decir, los salarios medios reales solo han crecido un 8,1% en 31 años, es decir, un 0,26% al año. Y este dato es posible dadas las subidas salariales conseguidas en los tres primeros años de la década de los 90, pues si contabilizamos a partir del año 94 realmente estamos hablando de una pérdida constante y generalizada de los salarios. La devaluación salarial generalizada y la ofensiva contra los ahorros[mfn]La ofensiva sobre los ahorros se materializa a través de las continuas subidas de los tipos de interés, que devalúan el papel del dinero y especialmente el de los pequeños ahorradores. Un ejemplo lo encontramos en el caso de las hipotecas, en gran parte asociadas a los tipos de interés, las cuales vienen sufriendo importantes subidas. Este proceso no hace sino beneficiar a los grandes inversores y tenedores de vivienda, que ven como sus bienes inmuebles se ven revalorizados.[/mfn]  a partir de las agresivas subidas de los tipos de interés desde los bancos centrales no han buscado sino garantizar las mejores condiciones posibles para la revalorización del capital. La situación en estos momentos es tal que ha superado en algunos casos los beneficios previos a la pandemia dado que el incremento de precios se mantiene, mientras los costes de las materias primas se reducen y los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo. Como podemos observar en las siguientes tablas, el caso de la economía española es en este sentido de los más claros, alcanzando máximos de beneficio por unidad productiva.

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¿Cómo es esto posible? El papel del Estado
Y es que si algo positivo traen las sucesivas crisis económicas de las últimas décadas, es que reflejan a la perfección hasta qué punto el Estado es imprescindible para la revalorización del capital y la dominación política de éste sobre el conjunto de las relaciones sociales. El hecho mismo de que hoy tengamos conocimiento de esta distribución entre salario y ganancias no es casual, sino el fruto del proceso creciente de centralización a través del Estado de las políticas de ingresos[mfn]Nos referimos a la centralización de las políticas y legislación que a través del Estado consuman la relación de fuerzas que determinan el reparto del plusvalor. De la misma manera que el Estado centraliza los ingresos fiscales.[/mfn]. Esto no ha sido siempre así, sino que nos encontramos ante el resultado de siglos de lucha de clases, a partir de las cuales el desarrollo orgánico del capital ha traído consigo el de un Estado que ha pasado de ser el mediador entre los intereses particulares de uno u otro capitalista, al unificador de los intereses colectivos del capital. El Estado tiende así a devenir como mejor gestor de los intereses del conjunto del capital colectivo[mfn]Perry Anderson (1978) “Alcance y limitaciones de la Acción Sindical”, Cuadernos Pasado y Presente.[/mfn].

Podemos observar entonces cómo a un determinado grado de desarrollo orgánico del capital, le corresponde un determinado tipo de Estado[mfn]Mario Tronti (2001) Obreros y Capital. Madrid: Akal.[/mfn]. Y es que si bien el Estado siempre ha desarrollado tareas de planificación necesarias para la expansión del capital, bajo el capitalismo moderno, el Estado va más allá, y se desarrolla progresivamente como la garantía de la necesaria centralización y planificación del proceso social mismo de producción. Asegurando así al capital sus posibilidades productivas cada vez más a largo plazo, también en el terreno de la distribución y consumo[mfn]Raniero Panzieri (1962) “Luchas obreras en el desarrollo capitalista”, en Raniero Panzieri, Orígenes del Obrerismo italiano. Madrid: Plaza t Valdés.[/mfn]. Es este desarrollo del capitalismo el que tiende a integrar esferas que en los primeros estadios aparecen como independientes, la economía de la política, la sociedad civil y el Estado.

Crisis como la que atravesamos, reflejan con claridad el resultado histórico de consolidación de un bloque dirigente que va dando forma a la planificación social de la producción y de la reproducción de la fuerza de trabajo a través de las instituciones europeas para garantizar la puesta a disposición de recursos que aseguren el proceso de acumulación del capital. Es aquí donde el control de salarios y la inflación intervienen como mecanismos para garantizar la revalorización del capital y el traspaso de rentas del trabajo al capital y entre los propios sectores del capital según las necesidades del momento. Llegando incluso a depurar aquellas empresas improductivas o que no son capaces de soportar la competencia intercapitalista.

Un ejemplo de este proceso podemos verlo en nuestro caso a partir del papel del Gobierno de coalición en estos años de legislatura. Garantizando las mejores condiciones de regulación del proceso social de producción en función de las necesidades del capital, ahí tenemos un caso concreto como son las reformas laborales del PSOE, PP y las recientes modificaciones del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, que no ha hecho sino adaptar a las nuevas condiciones de crisis el control de la fuerza de trabajo. Los fondos europeos Next Generation son una prueba clara de este proceso de centralización de ingresos y distribución entre diferentes sectores productivos a través del Estado según las necesidades colectivas del capital. O el ya de facto control de salarios que pretende imponer la patronal bajo la mirada pasiva del PSOE y Unidas Podemos.

A nivel europeo, la orientación generalizada del conjunto de los Estados hacia la industria militar y energética es posible dado que se sostiene sobre una política de ingresos centralizada y mancomunada del endeudamiento, que permite reorientar las inversiones, a la par que mantiene determinadas ayudas sociales para evitar la implosión. Y se desarrolla gracias al papel de las instituciones que ante el estallido de la guerra han posibilitado el paso de la transición energética a la seguridad energética.

Brecha de posibilidad, lucha generalizada por los salarios
Llegados a este punto, debo recordar, que nuestro objetivo no es encontrar la mejor forma de adaptar las condiciones de vida del conjunto de la clase trabajadora a la situación de crisis del capital, lo cual equivale a adaptarse a las necesidades propias del capitalismo para su sostenimiento, sino identificar las posibilidades que la coyuntura nos presenta para hacer avanzar al conjunto de la clase trabajadora. ¿Dónde empezar a buscar esas brechas?

Este proceso de centralización que hemos descrito tiene como resultado la incorporación general de disputas que en otro tiempo se daban de forma local a un conflicto generalizado por el excedente económico. Abriendo así un campo importante de posibilidades para hacer de las negociaciones parciales y sectoriales una plataforma para la lucha generalizada por la subida de los salarios y las condiciones de vida. Es en este momento en el que la lucha de los trabajadores y trabajadoras alcanza y se equilibra a nivel general con el desarrollo del capital, donde es posible encarar el conflicto en mejores condiciones. Situación que por ejemplo hoy podemos identificar con mayor claridad en la lucha abierta en Reino Unido y en Francia, donde la unificación de las disputas sectoriales por mejoras salariales y condiciones laborales, ha permitido no solamente su coordinación, sino su salto cualitativo a una escala política que permite encarar de frente las políticas del Gobierno conservador estableciendo un programa común y nuevas herramientas de organización y conflicto. La lucha de clases en este nivel permite el avance de la conciencia del conjunto de las luchas, las más atrasadas se equilibran con las más avanzadas, asumiendo sus reivindicaciones y madurando así el conjunto de la conciencia de clase.

Se trata entonces de una lucha que comienza enfrentándose a la patronal y que en caso de avanzar, rechaza la política del Gobierno. Este proceso no es descartable en el caso del Estado español. Y es que conforme la presión de la inflación y el empeoramiento generalizado de las condiciones de vida vaya incrementándose sobre el conjunto de la clase trabajadora, será más difícil sostener para las grandes centrales sindicales de CCOO y UGT su papel de mediadoras en tanto que su legitimidad social está ligada al incremento salarial. Más pronto que tarde deberán reconsiderar su posición respecto al Gobierno y la patronal. Un ejemplo concreto de cómo este margen se estrecha lo podemos observar en las movilizaciones y huelgas que están protagonizando en cada vez más territorios del Estado las médicas y médicos del sistema de sanidad pública. Un sector durante décadas caracterizado por su corporativismo y la construcción de organizaciones que venían a responder sus problemas particulares, hoy protagonizan la punta de lanza de un conflicto que apunta a extenderse con huelgas de larga duración.

Es fruto de acontecimientos políticos concretos como éstos cuando se dan los saltos en la conciencia. Es necesario identificar las brechas que en el seno de la crisis se van abriendo y en ellas animar estos conflictos, contribuir a estas experiencias, no con un papel de meros animadores, sino con el objetivo de impulsarlas más allá para que la clase trabajadora presente su propio plan de salida a la crisis. Hoy la pérdida salarial es posiblemente una de esas principales brechas y la lucha por la subida generalizada de los salarios y las condiciones de vida la mejor palanca. Activarla pasa por conectar las luchas concretas que ya se están dando en este terreno -trabajadoras de Inditex, Correos, personal sanitario, determinados sectores industriales- y caminar hacia una jornada de lucha que conecte con las experiencias cotidianas de pauperización generalizada de las condiciones de vida, como son los servicios públicos, o el encarecimiento generalizado de la alimentación y la vivienda. Esta conexión solo es posible a partir de un programa que otorgue un horizonte estratégico a las diferentes luchas y las permita encarar el conflicto a una mayor escala. Hablamos, por ejemplo, de la subida generalizada de los salarios a partir de la indexación de los salarios al IPC,  la equiparación salarial entre trabajadoras y trabajadores, la disminución de la jornada laboral, el control de precios de productos básicos, del precio de la vivienda o redirigir el gasto público militar a aumentar los recursos en la educación y la sanidad pública.

Víctor de la Fuente es militante de Anticapitalistas

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