Ante una nueva espiral de represión del gobierno turco contra el movimiento kurdo que ya dura casi una década y que se puede calificar de verdadero “politicidio”, el movimiento político kurdo, del que el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) se ha convertido en columna vertebral en el ámbito legal, persiste en sobrevivir. Este partido está sujeto a un procedimiento de prohibición presentado ante el Tribunal Constitucional de Turquía en marzo de 2021. Este procedimiento ha llevado a sus miembros a presentarse en las próximas elecciones legislativas no bajo sus propios colores sino bajo la bandera del Partido Verde de Izquierda (Yeşil Sol Parti), creado precisamente como una “reserva” para el caso (muy probable) de que la decisión de prohibición caiga antes de las elecciones del 14 de mayo. Este texto analiza el lugar del HDP en la escena política turca y los retos y limitaciones que condicionan, irónicamente, su papel en las inminentes y cruciales elecciones presidenciales y legislativas que se celebrarán el 14 de mayo de 2023. Heredero de una larga historia de tradiciones de luchas llevadas a cabo por las minorías en Turquía, el HDP representa hoy entre el 12% y el 15% de las y los votantes y es la única alternativa democrática y social (y la formación más a la izquierda) dentro de las muy autoritarias y nacionalistas arenas políticas del país.

El HDP como lugar de construcción de una esperanza común, para toda Turquía

El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) fue fundado en 2012 por un lado para llevar a la esfera pública y electoral las aspiraciones del Congreso Democrático de los Pueblos (HDK) creado el año anterior y por otro como espacio de diálogo de diversos movimientos políticos y sociales, organizaciones e individuos con el fin de proponer un proyecto político común. Los pilares de este proyecto, que se ha convertido en programa, son la paz (entendida como la búsqueda de la implementación de una resolución pacífica y política a la “cuestión kurda”), la justicia social y la democratización (entendidas y definidas según un paradigma y prácticas “radicales” que se describen con más detalle a continuación). El HDP es, por tanto, el producto de lecciones, experiencias y perspectivas de décadas de luchas colectivas llevadas a cabo por varios grupos sociales durante mucho tiempo marginados, reprimidos o criminalizados en Turquía. Reúne a kurdos, minorías no musulmanas o no sunitas, una parte del movimiento feminista, personas con orientaciones sexuales “desviadas”, actores de los nuevos movimientos sociales (especialmente de la ecología política). La unión de estas diferentes componentes, lejos de ser algo fácil, ha sido fruto de una profunda renovación de las concepciones políticas y ha abierto nuevas perspectivas políticas. Estas son defendidas por antiguos partidos pro-kurdos y grupos políticos más recientes (cercanos a las ideas socialistas, feministas, ecologistas o incluso libertarias) que han surgido en las últimas décadas en las luchas sociales de la muy autoritaria, nacionalista y patriarcal Turquía republicana. Con el HDP ha sido, por primera vez, valorada positivamente la heterogeneidad en lugar de ser estigmatizada como una amenaza y un peligro. Este partido político se ha construido como un espacio de diálogo y de búsqueda de un terreno común para llevar la voz y las reivindicaciones de estos diferentes grupos.

Hay que insistir en que el HDP es la emanación de una renovación política multiforme que encarna varias corrientes políticas, sociales y étnicas. Por un lado, abrazó la reorientación paradigmática impulsada desde su prisión por el líder histórico del movimiento kurdo, Abdullah Öcalan, invitando al movimiento a criticar el modelo del Estado-nación y a abandonar el nacionalismo independentista. Este último propone luchar por una democratización real, auténtica, radical de la sociedad, de inspiración en parte libertaria, decididamente multiculturalista y desde el principio implementada dentro del movimiento (en particular mediante el establecimiento de la paridad entre hombres y mujeres para cada nivel de responsabilidad

[1]/), lo que se une a la ambición de las políticas “prefigurativas”[2]/ . La idea de democracia radical se concreta en el establecimiento de estructuras civiles destinadas a reflexionar, orientar, decidir e implementar las aspiraciones políticas de las personas que participan en ella y que son las primeras implicadas (consejos o comités de barrio, de mujeres, de jóvenes, de familiares de detenidos, de resolución de conflictos...).

Interlocutor y artífice del histórico proceso de paz entre el Estado turco y la guerrilla kurda firmado en 2013, unilateral y brutalmente roto por el gobierno de Erdoğan por la reanudación de las ofensivas belicosas y las detenciones masivas, el HDP se benefició sin embargo de la clarificación y las esperanzas suscitadas por las conversaciones para una resolución política del “conflicto kurdo”. En las elecciones generales del 7 de junio de 2015, a pesar de una campaña conmocionada por la reanudación de las ofensivas, los ataques violentos, los linchamientos y los saqueos contra los representantes y las oficinas de la formación por parte de los ultranacionalistas turcos, el HDP obtuvo el 13,12% de los votos. Este resultado le permitió obtener 80 escaños en la Asamblea Nacional y convertirse en el tercer partido político de Turquía, un éxito histórico que también le dio la capacidad legal, a través de su grupo parlamentario, de oponerse a los objetivos políticos más controvertidos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdoğan, suscitando así una esperanza de cambio y democratización sin precedentes La otra cara de la moneda: al convertirse en un obstáculo significativo para el partido gobernante, el HDP se convertiría (de nuevo) en su principal objetivo.

“Después de 2015: vuelve con fuerza el “politicidio”

Anteriormente grano de arena en los engranajes de la máquina autoritaria del poder turco, el HDP se convirtió en 2015 en una amenaza simbólica y real para el advenimiento de la “Nueva Turquía” promovida por el AKP y sus aliados: un país reconciliado con sus tradiciones turcas e islámicas, conservador y neoliberal. Fue en este contexto que se desplegó una campaña “politicida”, utilizando una amplia gama de medios (prohibición de partidos, medios de comunicación, asociaciones, etc.) para destruir en la raíz la forma y las condiciones mismas de posibilidad de hacer política para el HDP. Orquestada por una coalición religiosa, nacionalista y conservadora que une al AKP y al Partido de Acción Nacionalista (MHP, formación de extrema derecha), esta campaña golpeó al movimiento kurdo y a la oposición que se había agregado a su alrededor, en una espiral represiva que no ha hecho más que acentuarse desde entonces.

A modo de ilustración - porque la lista exhaustiva de acciones legales y extra-legales intentadas para paralizar al HDP superaría los límites del artículo -, digamos simplemente que una amplia campaña de criminalización y demonización, enlazando con la eterna retórica antiterrorista y que califica al HDP de “extensión del PKK” fue iniciada por la alianza AKP-MHP en el poder, apoyada por la mayor parte de los partidos de la oposición, es decir de los partidos próximos al kemalismo, hostiles al poder actual pero igualmente al movimiento kurdo encarnado por el HDP. Transmitida por todos los medios de comunicación del país (hay que recordar que una gran mayoría  de ellos es propiedad de familiares o clientes del gobierno), se ha acompañado de una estricta censura que ha privado a la formación de casi todos sus medios (diarios, radios, canales de televisión locales) y de todo acceso a los medios oficiales. Muchas asociaciones civiles que emanan del movimiento kurdo o que trabajan en diversos campos (ecología, solidaridad social, cultura...) han sido cerradas. Profesores, funcionarios y sindicalistas fueron despedidos o trasladados, lo que terminó por desestabilizar las redes y las actividades que apoyaban en la sociedad las aspiraciones defendidas por el HDP en la esfera electoral.

La ola de detenciones posteriores a las elecciones de 2015 [3]/ envió a más de seis mil cuadros del HDP, incluidos sus copresidentes, muchos de sus diputados y co-alcaldes[4]/, tras las rejas, una represión ejercida por el poder contra todas las personas que se han vinculado al HDP de una forma u otra.

En 2019, el HDP, a pesar del procedimiento de disolución iniciado contra él, consigue de nuevo ganar varias ciudades kurdas importantes en las elecciones municipales. En casi dos tercios de los municipios de los consejos de distrito dirigidos por el HDP, alcaldes y funcionarios electos municipales, acusados de proximidad con el PKK, son detenidos y sustituidos por funcionarios directamente nombrados por el Estado, sin organización de nuevas elecciones.

Las y los diputados del partido que han escapado al encarcelamiento suelen ser perseguidos por acciones legales (prohibición de salir del país, de crear un partido político, etc.) y excluidos del Parlamento, en violación total de la ley de inmunidad parlamentaria. Más de 6 millones de votantes ven negado su voto.

Para comprender el regreso del AKP, desde hace casi una década, a los “viejos métodos” militaristas y autoritarios - modo de gobierno privilegiado de la Turquía republicana casi a lo largo de toda su historia, tanto bajo el reinado de los kemalistas como bajo el de los partidarios de la síntesis turco-islámica -, hay que colocarlo en un triple contexto, en una configuración hecha de crisis y sacudidas que se han sucedido a gran velocidad tanto a escala nacional como a escala internacional, con Medio Oriente como teatro de enfrentamiento.

A corto plazo, este regreso a la represión y marginación del movimiento kurdo constituye una acción pragmática por parte del poder de Ankara, que ahora pretende apoyarse principalmente en los nacionalistas turcos. A medio plazo, se trata solo de la actualización de un tropismo nacional estatal secular contra un movimiento impulsado por una alteridad étnica que no es tan fácil como un siglo antes reunir bajo la bandera de la fraternidad turco-kurda en nombre del Islam. Finalmente, en una lógica a más largo plazo, este regreso a los métodos militaristas refleja el regreso impetuoso del desafío de la supremacía en Oriente Medio. A nivel geopolítico, la desestabilización del vecino Estado sirio significó el relanzamiento de la guerra abierta por la supremacía regional, en un contexto que parecía favorable al reis turco - que se ve a sí mismo como una nueva punta de lanza y escudo del Islam - para la realización de sus ambiciones neo-otomanistas[5]/. A los ojos del AKP, los kurdos de Siria, que se han organizado muy pronto de forma mayoritaria según los principios y aspiraciones del paradigma del confederalismo democrático (como la guerrilla y el movimiento kurdo legal de Turquía desde el comienzo de los años 2000), que han proclamado “cantones autónomos” y que han formado fuerzas de autodefensa, representan un obstáculo para el despliegue de la supremacía de Turquía, a nivel simbólico, político y militar.

En este triple marco es en el que también se explica el apoyo de Ankara a las organizaciones yihadistas en el norte de Siria y la intervención del ejército turco en Irak y Siria, donde ahora gestiona la “seguridad” dentro de amplias zonas fronterizas para impedir el avance de los kurdos que, tanto en el campo civil como en y por la lucha armada, se organizan allí en nombre de los principios de la “democracia radical” o del “confederalismo democrático”.

¿Tiene la democracia una oportunidad en Turquía?

Cuando el politicidio ha eliminado en Turquía todos los espacios de protesta a nivel nacional y local y ha expulsado a miles de opositores y periodistas a las rutas del exilio, los terremotos han devastado las regiones kurdas del país (y la vecina Siria) y el país está experimentando una grave crisis económica, a un mes de las elecciones anunciadas, ¿en qué posición se encuentra el HDP?

La gran cantidad de partidos políticos en liza en estas votaciones se han esforzado por agruparse en “bloques”, reuniéndose en alianzas a veces paradójicos. De los cinco bloques derivados de las negociaciones entre partidos, si dejamos de lado las dos alianzas minoritarias de la “extrema derecha disidente” [ATA İttifakı, Alianza ATA] y de la “extrema izquierda nacionalista” [Sosyalist Güç Birliği, Unión de Fuerzas Socialistas], dos son hegemónicos y potencialmente en posición de ganar las elecciones.

Por un lado, la Alianza Popular [Cumhur İttifakı], que representa a la derecha islamista y nacionalista, que agrupa al AKP en el poder, la extrema derecha “histórica” (MHP) y ahora (golpe de efecto reciente que dejó perplejos a muchos observadores), la emanación legal del Hezbolá kurdo de Turquía (Hüda-Par), que se ha distinguido como organización yihadista ultraviolenta (primero instrumentalizada y luego desmantelada por el gobierno turco) en la terrible guerra que devastó el Kurdistán de Turquía en los años 1990. Por otro lado, la Alianza Nacional [Millet İttifakı], que integra a los kemalistas, islamistas “moderados” que han dejado el AKP y otros componentes de la derecha conservadora, el centro demócrata-liberal y la “extrema derecha moderada”. Si la voluntad de arrebatar el liderazgo del país al presidente Erdoğan lleva a este segundo bloque a competir implícitamente por los votos de los votantes del HDP, la línea estatista y nacionalista turca que domina en su seno, así como la negativa de algunos de sus componentes a negociar con un “partido terrorista” han llevado a los cuadros del HDP, en un contexto más que precario, a intentar constituir una vía alternativa bajo la forma de un tercer bloque, la Alianza por el trabajo y de la libertad (Emek ve Özgürlük İttifakı) que reúne a la izquierda prokurda y democrática y una media docena de pequeños partidos turcos de obediencia socialista. Esta alianza, que espera expulsar al AKP, parece finalmente preferir apoyar al candidato de la oposición Kemal Kılıçdaroğlu contra Recep Tayyip Erdoğan. El discurso público mayoritario parece haber puesto al HDP en posición de arbitrar “entre la peste y el cólera”.

Más allá de la aritmética electoral, el HDP se encuentra en un callejón sin salida. Desde un punto de vista matemático (este es uno de los únicos hechos en los que todos los institutos de opinión están de acuerdo), con un potencial de votos del 11%-13% o incluso del 15%, es capaz de determinar el resultado de la próxima batalla electoral. Si no fuera dramática, podríamos calificar de divertida esta situación que coloca a una formación en posición de ser “hacedor de reyes” por su apoyo a un candidato (ya sea que pertenezca a una u otra de las dos grandes alianzas), sin ninguna perspectiva que esto le aporte algún beneficio.

Si el bloque en el poder es el ejecutante directo del politicidio que he descrito, hay que recordar que los dos componentes principales de la alianza de la oposición (el kemalista Partido Republicano del Pueblo y el ultranacionalista Iyi Parti - Buen Partido) han sido sus cómplices celosos y continúan pronunciándose abiertamente “contra el proceso de paz” entre el gobierno y la guerrilla kurda. Consideraban las conversaciones iniciadas por el AKP a finales de la década de 2010 -antes de que éste pasara definitivamente la página de la “apertura kurda”, “apertura aleví” y “apertura democrática” que le habían permitido acceder al poder gracias a los votos progresistas que desde entonces ha aplastado - como su “falta más grave”.

Teniendo en cuenta la configuración política actual, el HDP debería, en las elecciones presidenciales de mayo, inclinar la balanza a favor de la alianza de la oposición liderada por los kemalistas, a pesar de sus posiciones anti-kurdas, anti-inmigrantes y tan belicistas como las del AKP-MHP en materia de política exterior.

Las elecciones presidenciales no son, para el HDP, una prioridad. Mucho más decisivas serán las elecciones legislativas. Por el momento, se trata sobre todo de evitar que se amplíe la grieta que ya se está creando en la Alianza por el Trabajo y la Libertad. Algunas de sus componentes, debido al creciente aislamiento del HDP -que promete ser duradero- en las arenas políticas oficiales, ya están considerando presentar a sus candidatos con sus propios colores en las elecciones legislativas en lugar de hacerlo bajo la bandera común, una opción que disminuiría aún más las posibilidades de ganar un gran número de diputados y constituir una verdadera fuerza de oposición parlamentaria. Más que hacia el círculo vicioso de las elecciones presidenciales, el HDP pretende centrarse en la consolidación y movilización de su base, muy probada en los últimos años. La caída del AKP podría abrir al menos la perspectiva de una reconquista y reconstrucción progresiva de los espacios y redes destruidos o perdidos en el terreno de lo social, de las ideas y de la solidaridad.

Publicado en el portal del Centre des Recherches Internationales (CNRS), Abril de 2023

Adnan Çelik es un antropólogo e historiador, que tiene un doctorado en antropología social de la EHESS en París en 2018. Escribió una tesis sobre los Tiempos y espacios de la violencia interna. Revisar los conflictos kurdos en Turquía a nivel local (desde el siglo XIX hasta la guerra de la década de 1990), bajo la dirección de Hamit Bozarslan y Michel Naepels. Actualmente es investigador postdoctoral en el Instituto de Estudios Avanzados en Humanidades (KWI) de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania) e investigador invitado en la Universidad de Cambridge. Está asociado con el Instituto Francés de Estudios Anatolios (IFEA, Turquía), y con el Centro de Estudios Turcos, Otomanos, Balcanes y Centroasiáticos (CETOBaC, Francia), así como con la red de investigación de la DFG, Contemporary History of Turkey (Alemania). Especialista en la Turquía contemporánea y en la cuestión de los pueblos minorizados, está particularmente interesado en la violencia política, los conflictos intra y interétnicos, los estudios de memoria, la historia kurda contemporánea y el genocidio de los armenios. Es autor de Dans l’ombre de l’état : Kurdes contre Kurdes (Brepols, 2022), coautor de La Malédiction : Le génocide des Arméniens dans la mémoire des Kurdes de Diyarbekir (L'Harmattan, 2021) con Namık Kemal Dinç y coeditor de  Kurds in Turkey : ethnographies of heterogeneous experiences (Lexington Books, 2019) con Lucie Drechselová. Ha publicado artículos en revistas como Kurdish Studies Journal, European Journal of Turkish Studies, Anatoli, Études kurdes et Études arméniennes contemporaines, así como capítulos en obras como The Cambridge history of the Kurds (Cambridge, 2021), Le génocide des Arméniens : représentations, traces, mémoires (PUL, 2017), Vies d’objets, souvenirs de guerre (Éditions universitaires de Lorraine, 2015) et La Domination Politique (Karthala, 2022).

https://www.sciencespo.fr/ceri/fr/content/dossiersduceri/le-mouvement-kurde-toujours-debout-malgre-le-politicide-orchestre-par-erdogan

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

1/  Cf. Drechselová, L. (2020), Local Power and Female Political Pathways in Turkey - Cycles of Exclusion, Palgrave Macmillan.

2/  Kutan, B. & Çelik, A. (2021), “Prefiguring Post-National Futures: The case of the Peoples' Democratic Congress (HDK) in Turkey”, ESRC Grant No: ES/R00403X/1. Informe del proyecto final. Brighton: Universidad de Sussex.

3/   Tras las elecciones de junio de 2015, el éxito del HDP priva al AKP de la mayoría absoluta que le habría permitido gobernar solo. En la perspectiva de una nueva votación que programa para noviembre (y que de hecho le permitirá recuperar su mayoría absoluta), el poder desencadena una ola de detenciones contra las élites kurdas. Cabe señalar que, concomitantemente, el proceso de diálogo entre el Estado y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es definitivamente abandonado, lo que permite a Erdoğan asimilar el HDP al PKK y justificar la represión.

4/   Cada institución kurda (partido, municipio, asociación, etc.) está co-dirigida por un binomio hombre / mujer (para los puestos oficiales, solo uno de los dos codirectores es reconocido por el Estado y la administración, pero en la práctica, cada puesto se asume a dos de forma paritaria, un principio instaurado por el movimiento kurdo para feminizar la vida política e instaurar diálogo, horizontalidad y reparto de responsabilidades en la toma de decisiones).

5/   Celik, A (2021). “La proposition kurde et le HDP : l'espoir d'une troisième voie ?”, Le Monde hors-série “Où va la Turquie ?”, n°78, pp. 50-51.

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