Artículo original en catalán

El discurso del presidente Torra del 4 de septiembre suscitaba expectación para saber si sus consultas con Puigdemont, los presos, los partidos y las entidades independentistas permitirían anunciar un programa común. Después de escucharlo ninguno de estos actores lo ha criticado abiertamente, a excepción de la CUP, pero tampoco han podido disimular la falta de entusiasmo ante la inexistencia de una hoja de ruta y de la constatación de que se trataba de un acuerdo de circunstancias o, mejor dicho, del acuerdo que las circunstancias permitían dadas las divergencias en el seno del independentismo.

Esta limitación no quiere decir que el independentismo se encuentre debilitado o desmovilizado, como han captado perfectamente los partidos y los medios del 155. Como muestra este artículo de El País : "Torra, lejos de responder a la oferta de apaciguamiento del Gobierno y enfriar el otoño caliente, inflama la movilización con el combustible de la sentencia. No solo exige el referéndum dinamitando el dialogo ("No aceptaré menos que eso") sino que mantiene la lógica antidemocrática consagrada en las sesiones parlamentarias del 6 y 7 de septiembre de 2017: "Solo podemos aceptar una sentencia absolutoria, porque los delitos son inexistentes"". Pero la realidad es que Torra no ha inflamado nada, se limitó a recordar los acuerdos básicos del independentismo en cuanto a aspiraciones finales, exigencias a corto plazo y voluntad de lucha, especialmente por la libertad de los presos y presas y el retorno de los exiliados. Los defensores del 155 se han despertado de la siesta veraniega y han comprobado que el dinosaurio todavía estaba allí... y llevaba un gran lazo amarillo. Esto les ha puesto nerviosos.

Referéndum, negociación y unilateralidad

Torra ha reafirmado el objetivo de un Estado independiente en forma de república catalana. Y como vía para alcanzarla no ha hecho mención a la unilateralidad, sino que ha ofrecido el diálogo y la negociación para llegar a un "referéndum de autodeterminación acordado, vinculante y reconocido internacionalmente", la reivindicación que recoge el consenso del 80 % de la población de Catalunya y que la mayoría del independentismo siempre se ha mostrado partidaria de aceptar. Pero las discrepancias aparecen a la hora de valorar su oportunidad, su realismo y, sobre todo, a la hora de proponer qué hacer si se demuestra la imposibilidad de acuerdo por la negativa reiterada del Estado español, que la ministra portavoz se dio prisa en recordar.

La dirección de ERC hace hincapié en la negociación y sus resultados a largo plazo, tal como lo explica la consejera de justicia Ester Capella : "Efectivamente, yo no quiero más gente en la cárcel ni en el exilio, porque pienso que esto sólo se resuelve de una manera dialogada. Llegará un día en que el diálogo permitirá hacer acuerdos con el Estado. Cayó el muro en Alemania, ¿no? Y cayó, también, por la persistencia de la ciudadanía". Sin embargo, en la conferencia del mes de junio la mayoría de la militancia de ERC se negó a abandonar la unilateralidad y la desobediencia como formas de lucha.

Puigdemont y la dirección de la Crida Nacional per la República apoyan la propuesta de Torra, pero no está claro qué posición adoptarán en el caso de que la vía dialogada continúe sin dar resultados. Y tampoco está claro si la Crida conseguirá reunir toda la militancia del PDeCat, pese a que la confluencia fue la posición ganadora en la asamblea de este partido el pasado julio.

Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, ha manifestado que: "Hemos de seguir preparándonos para la única vía posible, que es la unilateral, pero estando siempre dispuestos para la negociada". Precisando, no obstante, que no se pueden prometer a la ciudadanía ni fechas ni plazos.

Vicent Partal, director de VilaWeb, cree que los plazos pueden ser cercanos: "Es indiscutible que si la situación de los presos no se resuelve y el Estado español les pide veinte años o treinta de prisión en diciembre, cualquier acción del gobierno para evitar el juicio estará plenamente justificada –incluso, a escala internacional, a la vista de las resoluciones sobre la euroorden-...; si además el gobierno de Madrid intenta seguir la desacreditada vía de la violencia, Catalunya tendrá a mano la solución este mismo otoño: implementar la República, contando al mundo que no hay otra salida "

Carles Riera, diputado de la CUP, criticó abiertamente el discurso de Torra, manifestó que el Estado español no pactará un referéndum y que existen las condiciones para hacer posible la ruptura, como también existían el 27 -O, cuando el gobierno y los partidos políticos no quisieron asumir la situación.

Marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales

Una novedad interesante del discurso de Torra ha sido dirigirse explícitamente, en castellano, a los ciudadanos del Estado español: "Esta conferencia es también una propuesta a todos los ciudadanos de España, piensen como piensen sobre la independencia de Catalunya, pero que, frente a la violencia, las amenazas y las injusticias deseen sumarse con nosotros a una marcha por la defensa de los derechos civiles y sociales y del derecho de autodeterminación de los pueblos". Ahora se trata de ver si se dedicarán esfuerzos para sacar adelante esta propuesta, con la misma intensidad con que se trabaja la solidaridad a nivel internacional. Una buena ocasión para hacerlo es la lucha por la libertad de los presos y el retorno del exiliados, insistiendo en que las acusaciones contra ellos son insostenibles, tal como opinan muchos juristas, los tribunales europeos y cada vez más sectores de la población. Y porque si finalmente fueran condenados se abriría la puerta a condenar por el mismo delito a los impulsores de cualquier acción pacífica que cuestionara el régimen del 78.

La Marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales, es interesante por algunas afirmaciones de carácter general, pero presenta también muchos interrogantes en su concreción.

Para introducir la propuesta Torra afirmó: "Porque no es la República la que nos llevará a los derechos civiles, sociales y nacionales que anhelamos, sino que la lucha por estos derechos nos traerá la República". Esto podría interpretarse como un cambio muy saludable respecto al mantra tradicional de: primero la independencia y luego ya hablaremos de derechos civiles y sociales. Pero el presidente no ha insistido en el tema y también es posible que sólo se trate de un brindis al sol.

El punto más criticado de la propuesta de Marcha ha sido la fecha de finalización y la falta de concreción de lo que se planteará en ese momento: "Una marcha, pues, por los derechos civiles y nacionales que comienza mañana y que termina el día de las sentencias contra los presos políticos..., personalmente no puedo aceptar ni aceptaré ninguna sentencia que no sea la libre absolución. Llegado el caso contrario, si la sentencia no fuera la libre absolución de los procesados, estudiaré qué decisiones hay que tomar y me pondré a disposición del pueblo de Catalunya, a través de sus representantes legítimos en el Parlamento" ¿Significa esto que se limitará a dimitir? ¿O piensa en hacer efectiva la república proclamada el 27-D como le reclaman algunos? Como posteriormente no ha habido ninguna aclaración hay que constatar sólo que el desenlace del juicio será un momento crítico de la evolución de la situación política, tanto en Catalunya como en el Estado español, tal como explica Jaime Pastor en un artículo reciente.

Torra también afirmó que era importante "convertir las políticas sociales y de progreso que quiere impulsar el Gobierno de Catalunya en el auténtico motor de cambio republicano. Y por eso es también tan importante de recuperar con urgencia las leyes sociales progresistas y avanzadas que fueron suspendidas por el TC a instancias del PP". Si se quiere sumar más gente al proyecto de república catalana es evidente que hay que hacer unas políticas sociales favorables a las clases populares y, por tanto, abandonar las políticas neoliberales que se han hecho hasta ahora. Y que no será suficiente, ni mucho menos, con recuperar las leyes progresistas suspendidas por el Constitucional. ¿Es esto lo que propone el presidente Torra? Es dudoso, pero el proyecto de presupuesto dará una respuesta en breve.

El presidente ha hecho también una referencia al tantas veces postergado proceso constituyente: "Necesitamos comenzar la primera fase del camino hacia un proceso constituyente fruto de grandes consensos sociales... que tenga el punto de partida en la constitución de un Foro Cívico, Social y Constituyente, con la misión de promover el debate constituyente en Catalunya y con la ambición de obtener la máxima participación de la sociedad: que cada ciudadano que participe se sienta él mismo sujeto político constituyente". Pero se trata de una formulación muy general, que no dice nada sobre la composición del Foro, ni sobre la amplitud de la participación ciudadana y no hace ninguna referencia a la resolución del Parlamento que afirmaba: "El resultado de esta participación ciudadana constituirá un mandato vinculante para los integrantes de la asamblea constituyente, que los deberán incorporar al texto del proyecto de constitución". Estas cuestiones olvidadas son muy importantes para implicar a sectores populares, independentistas y no independentistas, en el diseño de la futura república y en la lucha por hacerla realidad.

¿Qué política de alianzas?

El presidente Torra no habló de este tema, pero conviene tratarlo si se quieren sacar consecuencias prácticas de sus planteamientos. Si se pretende reunir a toda la gente que está a favor de un referéndum de autodeterminación acordado, de la libertad de los presos y los exiliados, de impulsar políticas sociales y de progreso, y de iniciar el camino de un proceso constituyente, es evidente que no basta con la unidad del independentismo, sino que hay que buscar alianzas con los Comunes: porque tienen recogidas todas estas cuestiones en su programa y ya ha habido coincidencias con ellos en la práctica. Hay que evitar los juicios sesgados o sectarios sin ocultar las críticas: su pasividad en la preparación del 1 y el 3 de octubre –pero no olvidando que participaron–; la falsa equidistancia del "ni DUI ni 155" –pero recordando que han sido contra su aplicación y en la defensa de los presos y exiliados– se puede discrepar de Ada Colau cuando dice que no asistirá a la manifestación del 11 de septiembre porque refuerza la vía unilateral, pero todavía hay que ver que hará finalmente y, sobre todo, qué orientación dará su partido.

La política de alianzas de cara a las elecciones municipales de mayo del 2019 es otro punto sensible, no sólo de cara a los Comunes, sino dentro del propio independentismo. En este sentido las candidaturas unitarias independentistas que impulsa la ANC tienen el riesgo de dividir el independentismo –porque ni ERC ni la CUP las aceptan–, dificultan acuerdos con los Comunes y pretenden que las alternativas municipales del país se rijan por el único criterio de obtener una mayoría independentista.

Para resumir brevemente por qué el discurso del presidente Torra sólo pudo ser el acuerdo que las circunstancias permitían citaré una frase del profesor Ferran Requejo, integrante de la lista de JuntsxCat, que ya en julio advertía: "Entre el discurso de "la República independiente "y la realidad hay más de un vacío estratégico, logístico y temporal ". Para llenarlos es necesario que "el movimiento soberanista se dote de una nueva estrategia, pero difícilmente lo hará si no aborda seriamente el balance de la anterior". Pero este trabajo aún está por hacer.

8/09/2018

Marti Caussa, del Comité de redacción de viento sur

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