[A diferencia de lo que había ocurrido en la legislatura anterior e, incluso, en la votación de los primeros presupuestos de la actual legislatura iniciada tras las elecciones  de 2019, el Partido Socialista no ha contado con el voto favorable del Bloco de Esquerda para su propuesta de presupuestos. Publicamos dos artículos que giran en torno al reciente debate presupuestario habido en este país y en los que se explica la posición mantenida por el Bloco de Esquerda.]

¿Negociar como un sindicato o como un gobierno?

Para un partido político hay dos formas de negociar los Presupuestos del Estado con un gobierno en minoría (si, en cambio, hubiera mayoría absoluta, en la tradición portuguesa el gobierno ignora al Parlamento). Las dos son útiles, pero conducen a resultados diferentes

La primera es hacerlo como un sindicato. En ese caso, se trata de definir algunos objetivos, como aumento de salarios o algunas compensaciones, sabiendo que la gestión empresarial está en el otro lado de la mesa -y así continuará. En ese contexto, la negociación se hace por aproximaciones sucesivas y, como a ambas partes les conviene un acuerdo, se encontrarán en algún punto a medio camino. Por poner un ejemplo, un acuerdo típico sería un subsidio provisional de riesgo para profesionales de la salud que, con gran esfuerzo, sostienen los servicios de salud, sabiendo que ese subsidio termina cuando la pandemia se mitigue y, eventualmente, excluye algunos de los técnicos. El sistema de salud se beneficiaría ahora de ese parche, aunque nada se modificase para su futuro.

La segunda forma de negociar se concentra en cómo debe actuar un buen gobierno en las cuestiones estructurales. No se busca solamente un acuerdo, sino una solución. Para continuar con el mismo ejemplo, una solución sería un nuevo modelo de carrera profesional en el Servicio Nacional de Salud, para permitir ir al sector privado a buscar médicos, enfermeros y otros técnicos, al mismo tiempo que se detiene la sangría del sector público, sabiendo que, si eso no sucede, nuestros hospitales y centros de salud se agrietarán Es la respuesta estable y consistente.

Quiero explicar por qué considero que la segunda forma de negociar es la necesaria. Sé que nunca se puso en marcha hasta este año. El contexto anterior de cambio del poder, con la derrota de la derecha en 2015 y un acuerdo para cuatro años entre el PS y los dos principales partidos a su izquierda, al que se llamó geringonça, tal vez haya acostumbrado a algunos de los protagonistas a pensar que sería siempre así hasta el fin de los tiempos y que bastaría con limitarse a corregir los destrozos de la derecha. Sólo que ahora el viraje necesario es otro, es la respuesta a las pandemias sanitaria y social. Es más exigente y hay menos tiempo. No admite fracasos o la izquierda perderá toda consideración por parte de la población. Y, para ser claro, ese esfuerzo de reorganización de servicios, como el de la salud, o se pone en marcha en éste año y en el próximo o nunca se hará, dado que en 2022 vamos a tener a las autoridades europeas encima de Portugal y exigiendo un ajuste presupuestario, al que es de pensar que el Gobierno acceda sin ningún problema. Es ahora, con desahogo presupuestario y bajos intereses, cuando se pueden tomar medidas estructurales y conseguir una mayoría para ello.

Finalmente, lo mejor que le puede pasar al Gobierno, en una situación difícil, es verse confrontado a una fuerte presión, sea de una negociación sindical, sea de una negociación gubernamental, para poderse abrir nuevas puertas. Si un gobierno minoritario no busca acuerdos, por entender que tiene un poder absoluto por atribución cósmica, entonces será el peor riesgo para sí mismo. Cinco años después, el hábito puede crear la ilusión de que la exhibición del poder es el poder.

27/10/2020

Francisco Louçâ, Catedrático de Economía Política y fundador del Bloco de Esuqerda

Un “Presupuesto de continuidad” en tiempo de emergencia

En la primera votación de los Presupuestos del Estado para 2021, el Partido Socialista no contó con el voto del Bloco de Esquerda para posibilitar sus propuestas. ¿Cuáles son las razones para este “plomo” bloquista?

Al contrario de lo que sucedió después de las elecciones de 2015, cuando el PS fue el segundo partido más votado y en seguida negoció acuerdos con los partidos de izquierda con medidas concretas y suscribiendo metas para un horizonte de cuatro años, permitiendo así hacer viable su gobierno minoritario en la Asamblea, las elecciones de 2019 no tuvieron el mismo desenlace. Esta vez, el PS fue el más votado y no alcanzó, por apenas ocho diputados, el objetivo de la mayoría absoluta. En seguida, decidió rehusar un nuevo compromiso escrito, como le propuso el Bloco, optando por la negociación de cada Presupuesto y poniendo punto final a la llamada geringonça.

El primer Presupuesto de la nueva legislatura fue negociado con su izquierda, decidiendo el Bloco apoyarlo a cambio de la garantía del refuerzo de la inversión en el Servicio Nacional de Salud, la primera prioridad del partido en esa negociación. En ese momento aún no era conocido el nuevo coronavirus y mucho menos se preveía la crisis pandémica global que explotaría meses después. En junio, la respuesta a esa crisis obligó al Gobierno a presentar un Presupuesto Corregido, aprobado con la abstención del Bloco, PSD y PAN y con el voto en contra de los restantes partidos de la derecha y también del PCP.

Para el debate de los Presupuestos para 2021, el Bloco partió del balance de lo que realmente se ejecutó de sus propuestas incluidas en los dos presupuestos aprobados para 2020. Y la conclusión fue negativa: Portugal fue de los países de la Unión Europea que menos invirtió en la respuesta a la pandemia y del gasto adicional de 4500 millones de euros autorizado por el Presupuesto Corregido de junio, no se gastó ni un céntimo. El gasto total ejecutado este año será incluso inferior al previsto en el Presupuesto inicial, aprobado antes de conocerse la pandemia. Y en vez de la prometida contratación de millares de médicos, el número de médicos en el Servicio Nacional de Salud es hoy inferior al que era en enero.

Muchos de los compromisos incluidos, gracias a la presión del Bloco,  en los Presupuestos para 2020 acabaron por no pasar del papel. Fue el caso de varias medidas en el área de la salud, como una inversión de 180 millones para la adquisición de medios complementarios de diagnóstico, que actualmente se facturan al sector privado, o los incentivos a la dedicación plena de médicos en el sector público para evitar la sangría de profesionales que se van para el sector privado. Pero también medidas importantes en el área social, como el apoyo especial a los trabajadores sin protección social, los apoyos previstos en el Estatuto del Cuidador Informal, el fin de la contabilización del rendimiento de los hijos que impide el acceso a muchos ancianos pobres al Complemento Solidario para Ancianos, o la ampliación del acceso al subsidio de desempleo.

Durante las negociaciones, el Gobierno respondió a las críticas de la izquierda afirmando que, cara a unos Presupuestos de continuidad, el cambio del Bloco al voto en contra sólo se justificaría por razones de táctica política. Pero el argumento no encontró eco en la dirección bloquista, que subrayó siempre que, en tiempos de emergencia, no son valen soluciones continuistas. O se responde ahora a la crisis sanitaria, económica y social, o el país queda condenado a una depresión profunda en los próximos años, argumentó su coordinadora Catarina Martins, poco intimidada por las encuestas públicas que apuntan a que más de dos tercios del electorado del Bloco eran favorables a apoyar los Presupuestos.

Las negociaciones entre el PS y el Bloco para estos Presupuestos para 2021 se prolongaron  durante meses. De las 35 propuestas puestas por el Bloco encima de la mesa, el Gobierno aceptó una y otras tres apenas parcialmente. Con el fin de conseguir algún progreso en las negociaciones, el Bloco desistió de 19 de sus propuestas, pero insistió en 12. Respecto de la Sanidad, retomó la iniciativa sobre los incentivos a la dedicación plena de los médicos en el sector público y la de la autonomía de los hospitales para contratar personal cuando haya vacantes en sus cuadros de personal. En el empleo, proponía revertir algunas de las medidas de los tiempos de la troika que convirtieran el despido en más barato para el empleador, prohibir despidos en las empresas que reciben ayudas públicas, obligar a las plataformas digitales a firmar contratos directamente con los trabajadores, eliminar la ampliación del período de prueba aprobado en 2019 y que permite despidos gratis en los primeros seis meses y acabar con la posibilidad de la caducidad unilateral de la contratación colectiva. En la protección social, el Bloco insistió en la propuesta de retomar las normas anteriores a 2012 en la ponderación de la edad y tiempo de descuento en el acceso al subsidio de desempleo, así como el fin de la penalización de los menores en el cálculo del acceso a la nueva prestación social para así facilitar salir del umbral de la pobreza a quien lo perdió todo durante esta crisis. En fin, mantuvo la exigencia de que el Estado no transfiriera ni un céntimo más al Novo Banco (institución nacida de las cenizas del Banco Espírito Santo) sin que haya una auditoria de la gestión dirigida por el fondo buitre norte-americano Lone Star. Esa gestión ha sido acusada de vender a precio de saldo los activos inmobiliarios del banco (incluyendo a figuras próximas al fondo), recogiendo después conjuntamente con el Estado el montante del perjuicio de esas operaciones - un negocio ruinoso para las arcas públicas, cuya factura final podrá ascender a cerca de 4 mil millones de euros.

En resumen, el punto muerto en la negociación no permitió avances en las cuatro áreas prioritarias determinadas por el Bloco desde el inicio de las negociaciones: refuerzo del Servicio Nacional de Salud, apoyar a quienes han perdido sus ingresos durante la pandemia y combatir la pobreza, proteger el empleo mediante la reversión de los cambios efectuados por la troika en las leyes laborales e impedir nuevas pérdidas públicas a causa del Novo Banco. Subráyese que estas dos últimas prioridades no representarían ningún aumento de gasto presupuestario, por lo que el rechazo del Gobierno es una pura cuestión de poder. Ya en los tiempos de la geringonça, las leyes laborales y los rescates de la banca, fueran bloqueados o asegurados por el voto alineado del PS y la derecha, contra los del Bloco y el PCP.

El debate presupuestario entra ahora en la fase de la especialización y el Bloco presenta las mismas propuestas que llevó a la mesa de negociaciones. Al dar esas negociaciones por concluidas en la primera votación, el PS no muestra apertura a poderlas aceptar en esta fase. A menos que eso vaya a suceder en las próximas semanas, el Gobierno sólo puede contar con el apoyo del PCP y del PAN para aprobar sus “Presupuestos de continuidad”. En caso de que el PCP cambie de opinión y decida votar en contra, le queda al PS la posibilidad de la abstención de un PSD bajo presión por las apelaciones a la estabilidad de parte do su antiguo líder y actual Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que se juega su reelección en las urnas a finales de enero.

08/11/2020

Luis Branco, editor del sitio Esquerda.net

 

 

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