Mouin Rabbani (MR): ¿Qué es la COP27, cuál es su significado y que resultados se esperan de ella?

Hamza Hamouchene (HH): La COP27 es la vigésimo séptima Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Tiene lugar en Sharm el Sheij, en Egipto, del 6 al 18 de noviembre de 2022. Cada año, desde hace casi treinta años, dirigentes políticos, asesores, medios y lobistas de empresas del mundo entero se reúnen para tratar del clima. A pesar de la amenaza que pende sobre el planeta, los gobiernos siguen permitiendo que aumenten las emisiones de carbono y se agrave a crisis.

Después de tres décadas de lo que la militante ecologista sueca Greta Thunberg ha calificado de “bla bla bla”, está visto que las negociaciones sobre el clima están a punto de quebrar. Han fracasado. En vez de obligar a los países industrializados y a las transnacionales a reducir sus emisiones de carbono y dejar los combustibles fósiles en el suelo, el poder de las empresas y los intereses privados han utilizado las negociaciones anuales sobre el clima para promover falsas soluciones, aunque rentables, como el comercio de emisiones de carbono y las llamadas soluciones cero neto y basadas en la naturaleza.

Estas falsas soluciones permiten a las grandes empresas seguir emitiendo materias contaminantes al tiempo que generan ganancias cada vez mayores. El sistema de intercambio de cuotas de emisiones de carbono, por ejemplo, les hace pensar erróneamente que el cambio climático puede abordarse sin un cambio estructural. Hay que reconocer que los mecanismos de mercado no pueden reducir ni reducirán suficientemente las emisiones mundiales y que de hecho no lo han conseguido.

Tampoco podemos confiar en la pretendida economía verde, o más exactamente en el capitalismo verde, para salvarnos, pues se trata de la reproducción de los mismos modelos de privatización de los bienes comunes y de la concentración de las riquezas mediante la desposesión y la profundización de las desigualdades. Si privatizamos y mercantilizamos la naturaleza, como hacen las iniciativas basadas en el mercado, no haremos otra cosa que continuar destruyéndola, y a la humanidad con ella.

La COP26, que tuvo lugar en Glasgow en 2021, atrajo la atención de los medios, pero no ha permitido ningún avance importante en términos de financiación de los planes de mitigación y de adaptación al cambio climático, ni en lo tocante a los daños y perjuicios actuales que afectan de manera desproporcionada al Sur. La mayor delegación en la conferencia de Glasgow fue la formada por lobistas de las empresas, en especial los de las compañías de combustibles fósiles. Sería más exacto llamar a esos actos Conferencia de contaminadores.

Las negociaciones climáticas de 2022 y 2023 que se desarrollarán en la región africana y árabe (COP27 en Egipto y COP28 en los Emiratos Árabes Unidos) tampoco producirán gran cosa, sobre todo en el contexto de la intensificación de las rivalidades geopolíticas desencadenadas por la guerra en Ucrania, un contexto poco propicio a la cooperación entre las grandes potencias. Este podría ser el último clavo en el ataúd de las negociaciones mundiales sobre el clima.

MR: ¿Qué implica que la COP27 se celebre en Egipto y qué significa esto para Egipto y para Oriente Medio en general?

HH: Conviene precisar de entrada que la COP27 se reúne en un país gobernado por una de las dictaduras militares más despiadadas del mundo. El gobierno egipcio, dirigido por el presidente Abdel Fatá al Sisi, ha establecido un sistema carcelario brutal donde malviven decenas de miles de personas.

Además, hoy por hoy, la COP27 será la conferencia más restrictiva de este tipo, en términos de ausencia de activistas, de organizaciones ambientalistas, de periodistas y académicos y académicas egipcias serias e independientes. El proceso de selección de las personas egipcias participantes ha sido muy opaco y extremadamente restrictivo. La mayoría de las personas que se supone que representan a la sociedad civil egipcia en la COP27 son personalidades cooptadas y favorables al gobierno. En la práctica no tienen nada que ver con la investigación científica y el activismo en el ámbito ambiental y climático.

Contrariamente a las conferencias anteriores, lamentablemente esta vez no habrá ninguna cumbre popular independiente fuera del espacio oficial de la COP27. Habitualmente, estos espacios autónomos, gestionados por organizaciones independientes de la sociedad civil del país anfitrión y del mundo entero, tienen por objeto reforzar un contrapoder y crear un movimiento que se oponga a la política de las empresas que conduce a la destrucción y la muerte. En esta ocasión, se trata de atraer a nuevos y nuevas activistas, de profundizar los lazos entre los movimientos sociales, las organizaciones de base, los sindicatos y otras fuerzas progresistas del mundo entero a fin de lograr la transformación necesaria de nuestros modos de producción y de existencia. Se trata asimismo de compartir conocimientos y reflexionar sobre tácticas y estrategias.

Añade a esto el hecho de que Sharm el Sheij, donde tiene lugar la COP27, es un centro turístico convertido en fortaleza. El gobierno ha autorizado a los hoteles de Sharm el Sheij a incrementar sus precios hasta niveles desorbitados durante la cumbre sobre el clima, lo que significa que la participación está fuera del alcance de la mayoría de activistas, de organizaciones y de delegaciones del Sur, inclusive de África y de la región árabe.

Estos factores harán que la COP27 apenas ofrezca margen para el activismo, la disidencia, las discusiones, los debates, los nuevos contactos, la creación de redes, las estrategias colectivas, las acciones y las movilizaciones necesarias para presionar a los gobiernos del mundo a que cumplan sus promesas. A mi juicio, la elección de Egipto como anfitrión de este año y de los Emirato Árabes para la COP28 no es inocente. Esta claro que del proceso de la COP ha fracasado; lo dirigen las empresas y es antidemocrático y discriminatorio.

Dicho esto, algunos grupos ambientalistas egipcios ven en la COP27 una ocasión de luchar contra su aislamiento, de entrar en contacto con organizaciones y activistas de otros países y regiones, de implicarse en sl movimiento mundial por la justicia climática (aunque sea de manera limitada) y de arrojar luz sobre algunos de los problemas medioambientales y climáticos que sufre su país.

Otros grupos, inclusive organizaciones ambientalistas y activistas por el clima no egipcios, la consideran una COP africana en la que la sociedad civil del Sur debe redoblar la presión en torno a las cuestiones de financiación de la lucha climática, de los daños y perjuicios causados, de la descarbonización y de una transición energética equitativa.

MR: La transición de los combustibles fósiles a energías limpias centra los esfuerzos encaminados a controlar el cambio climático. ¿Es posible que reuniones como la COP27 puedan desempeñar un papel constructivo en estos esfuerzos?

HH: La transición de los combustibles fósiles a energías renovables es fundamental y ya es inevitable. La supervivencia de la humanidad depende no solo de que dejemos los combustibles fósiles en el suelo, sino también de la adaptación a un clima que ya se halla en plena mutación, al tiempo que avanzamos hacia el uso de energías renovables, hacia unos niveles sostenibles de uso de la energía y hacia otras transformaciones sociales.

La cuestión que debemos plantearnos es la de saber si podemos desarrollar este proceso de forma socialmente justa y democrática y evitar que se reproduzca la exclusión, la desposesión y el saqueo neocolonial bajo fachada verde. Lo que hemos podido constatar hasta ahora con respecto a las propuestas de la COP y de otros actores, como las instituciones financieras internacionales (IFI), lamentablemente, no augura nada bueno. Su objetivo principal es el de proteger los intereses privados y permitir que estos cosechen los máximos beneficios. La visión promovida es la de una transición capitalista y en muchos casos dirigida por las empresas. Un marco en el que las economías quedan subordinadas al beneficio privado, especialmente por la continuación de la privatización del agua, de la tierra, de los recursos, de la energía, e incluso de la atmósfera.

Este año, la COP27 apuesta por el hidrógeno. Conviene señalar que el movimiento a favor del hidrógeno verde y de la economía del hidrógeno ya cuenta con el apoyo de grandes empresas petroleras y gasistas europeas. Ven en ello un medio indirecto de proseguir con sus actividades, extrayendo el hidrógeno del gas fósil: producción de hidrógeno gris –a partir del gas natural– y azul [el método más utilizado para fabricar hidrógeno llamado azul consiste en almacenar el CO2 en el interior de antiguas bolsas de petróleo o de gas que han quedado vacías]. Por tanto, queda claro que la industria de los combustibles fósiles desea preservar por todos los medios las infraestructuras existentes de gas natural y los gasoductos, inclusive a través de las negociaciones en torno al clima.

Para que el proceso de la COP aporte algo positivo a la transición energética haría falta transformarla radicalmente y dotarla de medios para resolver la crisis climática, en vez beneficiarse de ella. Haría falta que la COP comenzara a imponer reducciones de emisiones de CO2 en vez de permitir que aumenten por medio de falsos mecanismos de mercado como el comercio de cuotas de emisión de carbono y las promesas de reducción a cero que la industria de combustibles fósiles ha adoptado sin reservas. Asimismo, debería basarse en compromisos jurídicamente vinculantes y no en contribuciones voluntarias fijadas por cada gobierno nacional. Debería limitar drásticamente la labor lobista de las empresas y romper con el business as usual que protege a las elites políticas y económicas mundiales al tiempo que excluye y margina las voces de las bases. Es preciso democratizar el proceso y corregir los desequilibrios de poder subrayando la responsabilidad histórica del Occidente industrializado en la crisis climática y su obligación de pagar reparaciones.

La transición que debería preconizar el proceso de la COP ha de someterse al control de las colectividades y de la gente trabajadora. Este proceso no debe quedar en manos del sector privado y de las empresas. La participación activa en la toma de decisiones y en la elaboración de las transiciones es crucial. En el caso de los países ricos en combustibles fósiles debemos construir conscientemente alianzas entre los movimientos sindicales y otros movimientos y organizaciones de defensa de la justicia social y medioambiental. Debemos hallar un método de implicar a los trabajadores de la industria petrolera en las discusiones sobre la transición y los empleos verdes. La transición no se hará sin ellos. Por tanto, es primordial comenzar a implicar a los sindicatos en estas cuestiones.

MR: La COP27 tiene lugar en Egipto, que trata de extender su papel a los mercados mundiales de los combustibles fósiles. Asimismo, ninguna región del mundo se identifica más con los combustibles fósiles que la región del Golfo Pérsico. La COP28 se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos. Se trata de un esfuerzo por atraer a estos gobiernos a la causa o de una concesión a sus programas?

HH: El Golfo Pérsico y África del Norte son centros neurálgicos de la gravedad del dispositivo mundial de los combustibles fósiles y desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento del capitalismo fósil. Estos Estados, con sus empresas nacionales al lado de grandes compañías petroleras, hacen todo lo posible por mantener sus actividades e incluso crecer y sacar provecho del petróleo restante que poseen.

El Egipto de Sisi aspira a convertirse en una importante plataforma giratoria de la energía en la región, exportando su excedente de electricidad y movilizando diversas fuentes de energía como el gas extraído del fondo marino, el petróleo, las energías renovables y el hidrógeno para cubrir las necesidades energéticas de la Unión Europea (UE). Esto, por supuesto, es indisociable de la normalización política y económica en curso con el Estado colonial de Israel.

Para el régimen egipcio, la COP27 representa una ocasión de oro para su programa de lavado de cara, así como para sus esfuerzos encaminados a atraer y captar fondos de financiación de diversos proyectos energéticos y planes supuestamente verdes. El fardo de la deuda en Egipto es insostenible y por eso aprovecha cualquier ocasión para obtener financiación (inclusive la financiación climática).

Las clases dirigentes de la región hablan de la era del pospetróleo desde hace decenios. Los sucesivos gobiernos se han contentado con mencionar de boquilla la transición a las energías renovables durante años sin adoptar ninguna medida concreta, si descartamos los planes y proyectos grandiosos y quiméricos como la ciudad de Neom [¡de 173 kilómetros de longitud!] propuesta en Arabia Saudita.

La brutalidad del cambio climático se debe a esta decisión de seguir quemando combustibles fósiles. Son las empresas y los gobiernos occidentales, así como la elites dirigentes de los diferentes países, incluidos los de la región árabe, quienes optan por ello. Los planes energéticos y climáticos los definen regímenes autoritarios e militares y sus apoyos en Riad, Bruselas y Washington. Las ricas elites locales colaboran con las compañías transnacionales y con IFI como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). Pese a sus numerosas promesas, las acciones de estas instituciones demuestran que son enemigas de la justicia climática y de la supervivencia de la humanidad.

A raíz de todas las advertencias del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC), los nuevos proyectos de exploración y explotación de combustibles fósiles deberían anularse, pero por desgracia no es esto lo que sucede. Asistimos actualmente a una verdadera expansión energética, más que a una transición: más prospecciones y más explotación de combustibles fósiles en diversas regiones del mundo como el continente africano y la cuenca mediterránea oriental (incluido el gas de esquisto), y más infraestructuras como gasoductos, puertos y perforaciones del fondo marino.

Esto se ha visto exacerbado por la guerra en Ucrania y los intentos de la UE de poner fin a su dependencia del gas ruso dirigiéndose a otros regímenes autoritarios como Argelia, Egipto, Catar, Aserbaiyán y el Estado apartheid colonial de Israel.

07/11/2022

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Traducción: viento sur

Hamza Hamouchene es coordinador del programa para África del Norte del Instituto Transnacional. Mouin Rabbani es corredactor jefe de la revista electrónica Jadaliyya.

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