Ecosocialistas y decrecentistas necesitan inventariar las muchas coincidencias de sus puntos de vista para potenciar la efectividad de su lucha compartida por un mundo ecológicamente sano y socialmente justo, libre del legado patriarcal, racial y colonial.

En un artículo reciente, Michael Löwy plantea si la izquierda ecologista debe enarbolar la bandera ecosocialista o la decrecentista; una discusión que no es totalmente nueva. Löwy es un académico marxista franco-brasileño y destacado ecosocialista. Junto con Joel Kovel, un científico social y psiquiatra estadounidense, escribió en 2001 el Manifiesto ecosocialista, un documento fundacional de varias organizaciones políticas en todo el mundo. Así, emprender un debate con Löwy no es un mero capricho académico, sino una demanda que plantean muchas personas políticamente activas de la izquierda ecologista.

Recientemente, miembros de un grupo ecosocialista que milita en Catalunya en Comù, que forma parte de Unidas Podemos (que a su vez está integrado en la coalición de centro-izquierda que gobierna en España), me invitó a debatir sobre el fin del paradigma del crecimiento económico. Esto indica que en el ecosocialismo hay interés por la visión y las propuestas del decrecimiento. Por otro lado, en las conversaciones, conferencias y debates en que he participado, he visto asimismo que los proyectos ecosocialistas intrigan e inspiran a muchas y muchos decrecentistas. En efecto, personas de ambas corrientes sienten que constituyen movimientos hermanos. La siguiente reflexión es una primera y humilde contribución al acercamiento de los dos.

En el artículo citado, Löwy propugna una alianza entre ecosocialistas y decrecentistas, y no puedo sino coincidir con esta conclusión. Sin embargo, antes de justificar esta apuesta estratégica, siente la necesidad de argumentar por qué el decrecimiento se queda corto como visión política. Circunscribe su evaluación crítica a tres cuestiones. Primera, Löwy mantiene que el decrecimiento como concepto es insuficiente para expresar claramente un programa alternativo. Segunda, el decrecentismo y sus discursos no son explícitamente anticapitalistas. Finalmente, para él, los y las decrecentistas no son capaces de distinguir entre aquellas cosas que es preciso reducir y aquellas que pueden seguir desarrollándose.

En cuanto a la primera crítica, Löwy sostiene que la palabra decrecimiento no es convincente; no transmite el proyecto progresista y emancipatorio de la necesaria transformación social; esta observación recuerda a mucha gente un antiguo debate irresuelto. Una discusión que Löwy debería conocer, al igual que quienes han seguido el debate sobre el decrecimiento de la última década. Una crítica sofisticada ha recurrido al estudio del lingüista cognitivo y filósofo estadounidense George Lakoff sobre el framing. Kate Rowarth, por ejemplo, propuso a quienes defienden el decrecimiento que aprendan de Lakoff que nadie puede ganar una lucha o elección política si se limita a utilizar el marco mental (frame) de su oponente; y el decrecimiento encierra en sí mismo su visión antagónica: el crecimiento. Economistas ecologistas han esgrimido el mismo argumento de una manera más articulada, viniendo a decir que por este motivo el concepto del decrecimiento resulta contraproducente.

Por el contrario, mi compañero intelectual Giorgos Kallis formuló en 2015 nueve razones claras por las que considera que decrecimiento es una palabra persuasiva. Quisiera complementar su argumentación con una más. Observando las tendencias de búsqueda en Google (véase la gráfica inferior), a lo largo de diez años, el decrecimiento se mantiene constantemente en niveles más altos de atención en todo el mundo que el ecosocialismo. Tal vez el ecosocialismo puede resultar más claro a simple vista. Sin embargo, esto no significa que vaya a convencer de inmediato a la gente. En efecto, el concepto ecosocialista también tiene problemas similares, y tal vez peores, de framing, dada la aversión postsoviética al socialismo, pero esto no puede significar que debamos abandonar el término. El reciente aumento de popularidad en EE UU del concepto socialismo democrático sugiere que es posible superar la asociación negativa de un término.

 

Google search degrowth ecosocialism

Tendencias de búsqueda en Google de decrecimiento y ecosocialismo. Fuente: elaboración del autor.

El ecosocialismo, al igual que el decrecentismo, deben seguir explicando el contenido efectivo de su aspiración política, la etiqueta no basta para explicarlo todo. Nuestra misión no está cumplida; es cierto que en algunos contextos, el ecosocialismo será un mensaje más directo, pero en otros, el decrecimiento puede resultar más convincente. Para la izquierda ecologista, más marcos mentales podrían ser más efectivos que solo uno; utilizando el más apropiado en según qué contextos y geografías es muy probablemente la mejor estrategia.

Nótese que estos diferentes marcos comparten argumentos básicos y estrategias, así que retomaré ahora la segunda crítica de Löwy, la supuesta discrepancia entre ecosocialistas y decrecentistas en torno al capitalismo. Según Löwy, la corriente decrecentista no es suficiente o explícitamente anticapitalista. No puedo negar que no todos los decrecentistas se autocalifican de anticapitalistas y que para algunos de ellos, declararlo no es una prioridad. Sin embargo, como ya aclaró Kallis, el decrecentismo académico basa cada vez más su investigación y su política en una crítica de las fuerzas y relaciones del capital. Además, Dennis y Schmelzer han demostrado que buena parte de la corriente decrecentista comparte la idea de que la sociedad del decrecimiento es incompatible con el capitalismo. Y Stefania Barca ha explicado cómo la articulación “del decrecimiento y la política sindical a favor de una conciencia de clase ecologista” es la vía para avanzar hacia una sociedad ecosocialista del decrecimiento.

Quisiera añadir a estos argumentos una observación. En su Manifiesto ecosocialista de 2001, Löwy y Kovel afirmaron que para resolver el problema ecológico es preciso fijar límites a la acumulación. Después aclaran que esto no es posible mientras siga reinando el capitalismo en el mundo. En efecto, como afirman ellos y otros ecosocialistas destacados, el capitalismo necesita crecer o de lo contrario muere. Este lema efectivo es probablemente la proclama anticapitalista más explícita que aparece en el Manifiesto ecosocialista, y puedo afirmar que la mayoría de decrecentistas firmarían esta declaración sin pensarlo dos veces, más todavía en tiempos de pandemia, cuando el sistema capitalista existente parece profesar el lema: ¡nosotros (los capitalistas) crecemos y vosotros morís! En efecto, es cada vez más evidente que la desigualdad aumenta vertiginosamente durante este periodo. Si estas observaciones son exactas, entonces decrecentistas y ecosocialistas están más de acuerdo que en desacuerdo y, junto con muchas otras personas de la izquierda ecologista, comparten el mismo sentido común: un sistema ecológico y social sano más allá de la pandemia es incompatible con el capitalismo.

La última crítica de Löwy es que el decrecentismo es incapaz de diferenciar entre las características cuantitativas y cualitativas del crecimiento. A simple vista, esto se asemeja a una reanudación del vivo debate de la década de 1980 sobre la diferencia entre crecimiento y desarrollo. Sin embargo, estoy seguro de que Löwy y otros ecosocialistas son muy conscientes de la evaluación crítica que muchos pensadores latinoamericanos han efectuado del desarrollo y su legado colonial (véase aquí y aquí, por ejemplo). Así que interpretaré esta crítica en términos más generales: es esencial ser selectivos con respecto al crecimiento y aclarar qué sectores necesitan crecer y cuáles tienen que decrecer o incluso desaparecer. 

Nada nuevo bajo el sol, podríamos decir. Peter Victor habló en 2012, cuando estaba desarrollando hipótesis de crecimiento cero para hacer frente al cambio climático, de una situación de crecimiento selectivo y mostró sus efectos modestos y a corto plazo en la mitigación del cambio climático. Serge Latouche, en su libro de 2009 Farewell to growth, defendió que la decisión en materia de decrecimiento selectivo no puede dejarse en manos de las fuerzas del mercado. Y Kallis ha explicado que el crecimiento es un proceso complejo e integrado y que por tanto es un error pensar en términos de qué tiene que aumentar y qué tiene que menguar.

Es un error equiparar decrecimiento a mengua o reducción (como ha expuesto Timothée Parrique extensamente) y pensar que las que se consideran cosas buenas (hospitales, energía renovable, bicicletas, etc.) necesitan aumentar sin límites, como manda el imaginario de crecimiento. Quienes perpetúan esta lógica, como parece hacer Löwy, se sitúan en el campo del crecimiento. De este modo, Löwy ha hecho caso omiso de su propia sugerencia de prestar más atención a la transformación cualitativa.

En una sociedad ecosocialista, orientar la producción hacia la creación de más hospitales y el aumento del transporte público, como sugiere Löwy, no supone superar la lógica del crecimiento y sus predicamentos. Una sociedad de decrecimiento, con un estilo de vida más sano y cuidados más ecológicos, probablemente no necesitaría tantos hospitales más. En efecto, como han hallado Luzzati y colaboradores, el aumento del ingreso per cápita se correlaciona significativamente con el incremento de la morbilidad y la mortalidad por cáncer. En una sociedad de decrecimiento, la gente volaría mucho menos, y esto podría contribuir a reducir la velocidad de los contagios pandémicos. Los sistemas agroecológicos invadirán menos hábitats; estos dos cambios cualitativos de la actividad social podrían implicar una menor necesidad de aumentar el número de unidades de cuidados intensivos.

Por otro lado, el aumento continuo de cosas buenas, como bicicletas, en una ciudad no es del todo positivo: como sucede en Amsterdam, donde el público viandante se queja de la falta de espacio debido al enorme número de bicicletas que circulan en la vía pública; o en  China (véase fotografía inferior), donde se han vertido miles de bicicletas porque la perspectiva de una proliferación de sistemas para compartir bicicletas en las ciudades resultaba social y ecológicamente problemática y el alcalde ha decidido frenar este aumento y regular dichos sistemas. En suma, la idea de un (de)crecimiento selectivo no ayuda a desaprender la lógica del crecimiento que todavía persiste en buena parte de la izquierda ecologista. Lo que hace falta, en efecto, es un cambio cualitativo de nuestra mentalidad, nuestra lógica y nuestros actos performativos.

bicycle graveyard

Cementerio de bicicletas en Wuhan. Foto: Wu Guoyong. Fuente: South China Morning Post

La distancia entre ecosocialistas y decrecentistas no es tan grande como parece indicar el artículo de Löwy. Ambas visiones avanzan por el mismo camino, aprendiendo una de otra sobre la marcha. Discutir sobre tesis o políticas que vayan proponiendo unas u otros ayudará a mejorar y clarificar sus visiones y hacer que sean menos cuestionables a los ojos de la gente escéptica o indiferente. Un diálogo serio nos ayudará a que nuestros argumentos y nuestras prácticas se vean como algo de sentido común. La izquierda ecosocialista no tiene que decidir cuál es el discurso mejor y más completo entre el ecosocialismo y el decrecimiento. Estas visiones, en efecto, como he tratado de explicar en este artículo, comparten argumentos básicos, y ambas contribuyen a crear un discurso persuasivo e idear actos performativos.

Por el contrario, crear un falso dilema no es muy útil para nuestras luchas cotidianas. En 2015, junto con colegas, propusimos explorar la coincidencia de seis diferentes marcos (decrecimiento; organizaciones del movimiento de comunidades sostenibles; territorialismo; bienes comunes; resiliencia social y acciones sociales directas) para relanzar iniciativas más robustas y amplias contra la continua expansión del capitalismo y las injusticias ambientales. Concluimos que insistir en la coincidencia más que en la matización debería motivar a la gente que promueve estos enfoques si el propósito general es relanzar efectivamente alternativas al capitalismo más robustas y menos aleatorias. En otras palabras, llamamos a centrarnos en la consolidación de todo lo que tienen en común todos estos enfoques, no en aquello en lo que divergen. Esta sugerencia es igualmente válida para ecosocialistas y decrecentistas.

Sin duda es crucial que tanto ecosocialistas como decrecentistas sigan afinando sus discursos, prácticas y políticas para avanzar hacia un mundo ecológicamente sano y socialmente justo, libre de todo legado patriarcal, racial y colonial. Sin embargo, igual de importante es dilucidar las coincidencias de sus puntos de vista para mejorar la efectividad de su lucha compartida en varios niveles.

09/02/2021

https://undisciplinedenvironments.org/2021/02/09/ecosocialism-versus-degrowth-a-false-dilemma/

Traducción: viento sur 

*Giacomo d’Alisa es investigador posdoctoral en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra. Es miembro fundador del colectivo Research & Degrowth en Barcelona.

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