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Es sabido que el Movimiento de Pensionistas de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa lleva dos años en la calle reivindicando unas pensiones dignas en un sistema público de pensiones. Es por ello un movimiento reconocido y admirado socialmente. Porque lunes tras lunes, contra viento y marea, ahí está en las cuatro capitales y en casi un centenar de pueblos. Y es una gran satisfacción tener ese reconocimiento social, esa presencia incuestionable. Lunes, concentración de pensionistas. Ya se sabe, se incluye en las previsiones, tal vez afecte al tranvía, el tráfico tendrá modificaciones… lo normal de los lunes, la lucha pensionista.

Sin embargo, como muchas veces nos pasa a las mujeres, nos vemos obligadas a explicar que en esas concentraciones, en esas pancartas, en esas movilizaciones fuimos «muchas mujeres» quienes desde el principio, en el 2018, salimos a las plazas llamando a la movilización ante unas pensiones públicas de miseria. Y lo seguimos haciendo, lunes tras lunes, junto a miles de compañeros. Y lo haremos con especial vigor el 30 de enero, día en que se convoca una huelga general por parte de las organizaciones integrantes de la Carta Social de los Derechos Sociales de Euskal Herria contra las políticas antisociales de recorte de derechos, entre otros de las pensiones.

Y no solo lo hacemos por solidaridaridad con las generaciones que vienen, que también. Lo hacemos porque necesitamos visibilizar la existencia de un sistema que refuerza la desigualdad y la dominación de género. Y estas son palabras mayores. No se está hablando de cambiar tal o cual gobierno. Se habla de un sistema, perfectamente preparado para asignar a la mitad de la población –a las mujeres– la reproducción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo de una forma «altruista», sin dinero y sin derechos. Las mujeres: el pilar de la familia. Las mujeres, las que trabajan por amor… Las mujeres también apoyaremos la jornada de movilizaciones y de huelga general.

Las mujeres pensionistas de hoy hemos cotizado menos que los hombres. Por una parte, porque hemos cobrado sueldos más bajos, porque hemos trabajado en empleos infravalorados, en muchos casos en una economía sumergida, porque hemos tenido pocas posibilidades de promoción –el llamado «techo de cristal»–. Pero también porque hemos tenido contratos temporales o a tiempo parcial, hemos reducido nuestras jornadas para cuidados o nos hemos visto obligadas a pedir excedencias para ayuda a dependientes… En definitiva, carreras laborales cortas e insuficientes a efectos de cotización.

Además en el caso del Estado español, esa gran injusticia para quienes han sostenido todo el andamiaje de los cuidados, del trabajo reproductivo fue acrecentado por el fascismo, tanto desde la enseñanza y los valores transmitidos, con el apoyo y bendición de la Iglesia, como a través de la represión y de las leyes. Baste recordar que, hasta 1979, a las mujeres con empleos cuando se iban a casar, las empresas, por ley, les podían dar la «dote», para que se retiraran a su casa y se hicieran cargo de los cuidados de la familia. Algún día tendremos que revisar si a las mujeres más mayores no se les debería de considerar, de alguna manera, como víctimas del franquismo.

Resultado de todo ello es que hoy en día miles y miles de mujeres mayores se encuentren con la llamada brecha de las pensiones. Los datos cantan: mientras la pensión media de hombres es de 1.482 euros, la de las mujeres es de 880 euros. Miles y miles de mujeres cobran pensiones no contributivas de 400 euros. De las pensiones pobres que necesitan ser complementadas con la RGI, el 65% son de mujeres.

El día 30 también saldremos a la calle porque las pensiones de las mujeres, un 37,5% más bajas que las de los hombres, son la consecuencia de este sistema patriarcal y el resultado de la gran cantidad de desigualdades que experimentamos las mujeres a lo largo de nuestra vida y de nuestro trabajo/empleo.

El 30 de enero estaremos en la calle. Porque, desgraciadamente, esa situación la sufrimos quienes hoy somos pensionistas, pero también la mayor parte de las mujeres que hoy están en activo en el mundo laboral y se encuentran en esa situación de discriminación. No nos olvidemos de la invisibilización de los trabajos de cuidados realizados en particular por mujeres migradas, trabajos invisibilizados que además se desprecian y se penalizan en la ley con un sistema sin equiparación con el resto de trabajadores y trabajadoras, sin plenos derechos de cotización y de prestaciones. También esa situación laboral da motivo para una huelga general.

Y para más desgracia el futuro de las pensiones públicas está en riesgo, en favor de las pensiones privadas. Más problemas para disfrutar de una pensión, dada la imposibilidad de ahorrar con los sueldos actuales. Mientras miles de pensionistas mujeres se ven, ya con una cierta edad, con dificultades para llegar a fin de mes, sin acceso a la vida social y a la cultura, las jóvenes, con empleos precarios y retribuciones de miseria, no pueden emprender un proyecto de vida, mientras el desempleo se hace crónico y la economía se desanima. ¿Ahorrar para un plan de pensiones? ¡Imposible en la mayoría de los casos!

Que no nos vendan humo, el 30 de enero, salgamos a la calle… Es clave defender los 1.080 euros de pensión mínima, que afecta a viudas y mujeres que han cotizado poco o no lo han hecho. Así como apoyar un salario mínimo de 1.200 euros. Debe existir un interés común en defensa de unas pensiones públicas y dignas para hoy y para el futuro.

Ningún gobierno nos ha regalado nunca nada. siempre ha sido necesario un movimiento social que ha empujado hacia las conquistas de derechos laborales y sociales.

¡Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden!

Ana Tere Díaz. ARABAKO PENTSIONISTAK Y ONEKA (EUSKAL HERRIKO EMAKUMEEN PENTSIONISTEN PLATAFORMA)

17/1/2020

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/e30-mujeres-en-lucha-por-sus-pensiones-publicas

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