mientrastanto.org

El actual orden capitalista encuentra en la idea de excelencia una de sus bases de legitimación social. Las empresas líderes se supone que lo son porque tienen una dirección adecuada y son capaces de ofrecer mejores productos a la sociedad. Los países que mejor han capeado la crisis han mostrado su eficiencia en la gestión macroeconómica y en su actividad productiva. Las personas que triunfan lo son a causa de su esfuerzo y su buen hacer. La excelencia es un atributo de los triunfadores. Y a la inversa los perdedores son responsables de su propio fracaso, de su falta de esfuerzo, de su incapacidad por hacer las cosas bien. Las pequeñas empresas fracasan porque no alcanzan un nivel de eficiencia adecuado. Los países con problemas, Grecia es el paradigma, lo son por sus propios errores. Y los millones de parados que buscan empleo arrastran gran parte de la culpa de tener una formación inadecuada (se equivocaron a la hora de elegir “currículum” escolar), o simplemente de no tenerla en absoluto, o de no buscar empleo con ahínco, de ser poco competitivos.

Y cuando se habla de excelencia en el manejo de la economía, Alemania es el ejemplo predominante de un país al que debemos copiar. Que de golpe una de sus principales empresas —Volkswagen—, uno de sus iconos en cuanto eficiencia productiva, reconozca que ha hecho trampas de extrema gravedad invita a reflexionar, entre otras cosas, sobre la futilidad del concepto de excelencia que tan abusivamente se utiliza para justificar el renacido darwinismo social con el que tratan de esconderse las inaceptables desigualdades, el sufrimiento humano y la gran ineficiencia social del capitalismo actual.

Seguir leyendo:

http://www.mientrastanto.org/boletin-139/notas/capitalismo-excelente-dos-historias-alemanas-volkswagen-y-el-reino-de-espana

(Visited 36 times, 1 visits today)